Introducción
El abuso de drogas legales entre los jóvenes es un serio problema de salud pública. Ante este fenómeno se ha recomendado fortalecer las acciones preventivas que promuevan estilos de vida saludables en este grupo (Jiméneza, Pérez-Manzano, & Zamora, 2014). Atendiendo a ello, se desarrollan iniciativas encaminadas a la prevención del consumo de drogas en adolescentes y jóvenes, y en especial dirigidas a los universitarios (Burns et al., 2015; Londoño & Vinaccia, 2005; Reid & Carey, 2015). Los resultados obtenidos no son los deseados (Espada, Lloret, & García del Castillo, 2008), cuestión que preocupa especialmente considerando el rol que deberán asumir como profesionales desde el punto de vista social (Gárciga, Surí, & Rodríguez, 2015). Al respecto, llama la atención que aún cuando resultan evidentes las consecuencias personales y sociales derivadas del consumo de alcohol, los jóvenes deciden consumirlo (Rial, Torrado, & Varela, 2008; Ruiz-Olivares, Lucena, Pino, & Herruzo, 2010; Wicki, Kuntsche, & Gmel, 2010).
Varios estudios internacionales llevados a cabo en el contexto universitario, muestran una alta incidencia del consumo de alcohol (Gárciga et al., 2015; Hernández-Serrano, Font-Mayolas, & Gras, 2015; Miquel et al., 2016; Sellés, Tomás, Costa, & Mahía, 2015). Resultados que refuerzan la importancia del rol que tienen las instituciones universitarias como agentes de socialización de sus estudiantes en la implementación de estrategias, programas y acciones educativas dirigidas a la prevención de las adicciones.
Para facilitar esta tarea se han desarrollado investigaciones dirigidas a identificar los factores propiciadores del consumo de alcohol en los jóvenes universitarios. Los resultados señalan la importancia de características psicológicas tales como, la extroversión e impulsividad, la autorregulación, afectividad negativa o positiva, actitudes, expectativas positivas y motivos asociados al consumo de alcohol (García del Castillo, César, Díaz-Pérez, & García del Castillo-López, 2012; LaBrie, Kenney, Napper, & Miller, 2014; Salcedo, Palacios, & Espinosa, 2011; Wicki et al., 2010). También se han identificado otros factores como las situaciones de estrés académico (Duarte & Fernández-Castillo, 2015), la presión del grupo (Londoño & Valencia, 2008) y el uso del tiempo libre (Moral & Ovejero, 2011).
Especial atención ha cobrado el estudio de la percepción del riesgo, la cual ha sido considerada como una de las variables que presentan mayor impacto en la iniciación y mantenimiento del consumo de sustancias en los jóvenes. Se ha comprobado que los jóvenes con alta percepción del riesgo tienen menor probabilidad de ingerir bebidas alcohólicas frente a los que tienen baja percepción del riesgo, por el hecho de que esta ejerza una regulación de la motivación de dicho consumo (García del Castillo, 2012; Moral & Ovejero, 2011; Ruiz-Olivares et al., 2010).
Se identifican dos líneas fundamentales en el estudio de esta categoría. La primera, ha definido la percepción de riesgo, como el grado en que se atribuye a una conducta un supuesto peligro para la salud (Salameh et al., 2014; Uribe, Verdugo, & Zacarías, 2011). La segunda línea ofrece una visión multidimensional de la percepción de riesgo en la que se integran la motivación, la actitud y la intención como algunos de sus componentes más estudiados (Dírtu & Soponaru, 2014; Lopez-Quintero & Neumark, 2010). Aunque han existido aproximaciones a la evaluación de esta categoría (Barreto, de Oliveira Christoff, & Boerngen-Lacerda, 2014; Camacho et al., 2013; Delgado, 2015; Flórez-Alarcón, 2001; García del Castillo, Dias, et al., 2012; Gibbon et al., 2014; Napper, Grimaldi, & LaBrie, 2015; Salameh et al., 2014), es necesario desarrollar instrumentos que exploren la percepción de riesgo de una perspectiva multidimensional, atendiendo a la complejidad de este tema. De esta forma se favorecería la consolidación del conocimiento sobre esta categoría y su estimulación a partir de acciones psicoeducativas; cuestión que parece estar incidiendo en la limitada efectividad de los programas, estrategias y acciones que hoy se vienen desarrollando.
El objetivo del presente estudio fue desarrollar y analizar la confiabilidad de un instrumento para la evaluación de la percepción de riesgo sobre el consumo de alcohol en estudiantes universitarios cubanos.
Método
Se asumió un diseño no experimental transversal (ex-post-facto) y un tipo de estudio instrumental (Montero & León, 2007).
Participantes
El estudio incluyó una muestra de 1377 estudiantes universitarios cubanos, 1267 pertenecientes a la Universidad Central «Marta Abreu» de Las Villas (UCLV) y 110 estudiantes de la Universidad de Ciencias Médicas «Serafín Ruiz de Zarate Ruiz» de Villa Clara (UCM).
Se utilizó un muestreo probabilístico, considerando un error de 2,5 % y un nivel de confianza de 95 %. Se establecieron como criterios de inclusión: estudiantes que accedieran voluntariamente a participar en el estudio y que fueran estudiantes universitarios. El rango de edad de los estudiantes que conformaron la muestra fue de 17-34 años (M=20,3; DE= 1,60). En cuanto al sexo el 46,1 % de la muestra fue del sexo femenino y el 53,9 % perteneció al sexo masculino.
Los participantes recibieron las instrucciones por parte de los miembros del equipo de investigación, previamente capacitados. Se pidió el consentimiento informado de los participantes, con el objetivo de garantizar su voluntariedad y la confidencialidad de la información recogida.
Instrumentos
Cuestionario sobre percepción de riesgo del consumo de alcohol: desarrollado en el presente estudio.
Su objetivo es evaluar la percepción de riesgo que sobre el consumo de alcohol poseen los estudiantes universitarios, permitiendo una comprensión de la configuración dinámica de sus componentes fundamentales. Consta de 36 ítems. Se estructura a partir de una escala de 1 a 5, donde 1 es nunca o totalmente en desacuerdo y 5 es siempre o totalmente de acuerdo. En esta escala el tres se considera una respuesta neutra mientras que las respuestas 1-2 y 4-5 representan respuestas positivas o negativas en correspondencia con el contenido de los ítems.
Procedimiento
Fase 1. Definición del constructo: se partió de una profunda revisión teórica sobre la percepción de riesgo en sentido general y la percepción de riesgo sobre el alcoholismo en lo particular. Dentro de esta fase, se exploró la representación que sobre la percepción de riesgo del consumo de alcohol y sus determinantes tienen los estudiantes universitarios, a partir de grupos focales. La triangulación de estos resultados permitió definir la percepción de riesgo sobre el consumo de alcohol como, la capacidad del individuo de reconocer los daños, efectos, el grado de susceptibilidad y consecuencias de la conducta de consumo de alcohol y la severidad atribuida a este, en función de la cual se configuran los mecanismos de autorregulación para evitar o reducir la vulnerabilidad y se asumen comportamientos saludables. Se pueden establecer diferentes niveles en la estructuración de la percepción de riesgo:
Adecuada: cuando se evalúan de manera acertada y objetiva los riesgos que implica el consumo.
Parcialmente adecuada: cuando la persona reconoce los riesgos asociados pero no posee un convencimiento real del problema.
Inadecuada: la persona no percibe riesgos lo cual favorece la adopción frecuente del comportamiento de riesgo.
Esta propuesta fue presentada a nueve especialistas con experticia en el tema, quienes reflejaron una valoración favorable de la propuesta y ofrecieron sugerencias que fueron tomadas en cuenta y dieron paso a la segunda fase.
Fase 2. Diseño de los ítems y las opciones de respuesta: en esta fase se consultaron instrumentos que han permitido la evaluación del consumo de alcohol y de la percepción de riesgo (Barreto et al., 2014; Camacho et al., 2013; Delgado, 2015; Flórez-Alarcón, 2001; García del Castillo, Dias, et al., 2012; Gibbon et al., 2014; Napper et al., 2015; Salameh et al., 2014). Se pudo constatar que el número de instrumentos para la evaluación de la percepción de riesgo del alcoholismo resulta muy limitado y se concentran en la evaluación de esta categoría desde una perspectiva unidimensional. El proceso de diseño incluyó la extracción de ítems claves de instrumentos como el AUDIT (Babor, Higgins-Biddle, Saunders, & Monteiro, 2001) y de la Encuesta sobre actitudes en la juventud (Gil, 2012). Se construyeron otros ítems en función de las categorías de análisis.
Fase 3. Evaluación de especialistas: la propuesta final quedó conformada por 60 ítems y fue sometida a la valoración de los especialistas. A estos se les presentaron los ítems y se les solicitó que identificaran a cuál de las dimensiones responderían cada uno de ellos. De igual manera se les solicitó que evaluaran la calidad de cada una de las proposiciones en una escala de 1 a 5. Los resultados obtenidos mostraron un alto nivel de coincidencia (100 %) entre la ubicación dada por los especialistas a cada proposición y la dimensión a la cual habían sido preasignadas previamente por los investigadores. Como tendencia todos los ítems fueron evaluados entre 4 y 5 puntos. Se asumieron las sugerencias ofrecidas por los especialistas.
Fase 4. Pilotaje y aplicación: se realizó un pilotaje preliminar mediante la aplicación del cuestionario a 100 jóvenes para evaluar su presentación y detectar los ítems que presentaran dificultades en su comprensión y errores en el formato. Este análisis se realizó de forma cualitativa y su triangulación con los criterios ofrecidos por los especialistas, permitió identificar aquellos ítems que resultaban relevantes a los efectos del constructo evaluado (Carretero-Dios & Pérez, 2005). A partir de estos resultados y del trabajo realizado con los especialistas se eliminaron un total de 24 ítems. El cuestionario para la evaluación de la percepción de riesgo sobre consumo de alcohol en estudiantes universitarios quedó integrado finalmente por 36 ítems. Posteriormente se llevó a cabo la aplicación del instrumento para determinar su confiabilidad en la población elegida. La aplicación del instrumento fue realizada por los investigadores a estudiantes de diferentes carreras, a quienes se les solicitó el consentimiento. El tiempo de aplicación promedio no excedió los 30 minutos.
Fase 5. Elaboración de la base de datos y análisis estadísticos: el análisis de los datos se realizó a partir del paquete estadístico SPSS (Statistical Package for the Social Sciences), versión 15.0 para Windows. Se utilizó el análisis multivariado, específicamente el análisis categórico de componentes principales (CATPCA, por sus siglas en inglés, Categorical Principal Component Analysis). El procedimiento de conformación de conglomerados en dos pasos (Two Step Clustering) con un criterio bayesiano de información que determina el número óptimo de conglomerados a formar (Fraley & Raftery, 1998; Grau, 2016a; Neath & Cavanaugh, 2012). Finalmente se elaboró el árbol de clasificación (CHAID, por sus siglas en inglés, Chi-squared Automatic Interaction Detection), para determinar la posible relación de las variables del cuestionario y sus interacciones con los clústeres previamente formados con análisis no supervisado (Grau, 2016b).
Resultados
En la tabla 1 se muestran los resultados del Análisis Categórico de Componentes Principales y las cargas factoriales de cada uno de los ítems del cuestionario diseñado. Este análisis integró la respuesta de 1245 jóvenes universitarios. Fueron excluidos del análisis 132 casos, por presentar valores perdidos. La solución con dos dimensiones alcanzó un Alfa de Cronbach general de 0.951, lo cual es alto. La primera dimensión resultó ser la más confiable con un Alfa de Cronbach de 0.911. La segunda dimensión aportó un Alfa de Cronbach de 0.802, que puede considerarse elevado.
El análisis de los ítems que se agrupan en la dimensión 1, permiten identificarla como aquella que explora el componente motivacional-conductual de la percepción de riesgo. En el caso de la dimensión 2 se explora el nivel de conocimientos que posee la persona sobre los riesgos asociados al consumo de alcohol y sus consecuencias negativas inmediatas y mediatas.
El análisis de conglomerados en dos fases se muestra en la tabla 2 donde se reflejan reducciones marcadas según el Criterio bayesiano de Schwarz (BIC) hasta n = 3; pero no suficientemente marcadas para n = 4. Por ello se sugiere que el número óptimo de conglomerados es 3.
a Los cambios proceden del número anterior de conglomerados de la tabla.
b Las razones de los cambios están relacionadas con el cambio para la solución de los dos conglomerados.
La tabla 3 ilustra cómo la mayor parte de los estudiantes se agrupan en el clúster 1 que se corresponde, según las respuestas ofrecidas en el cuestionario, con niveles parcialmente adecuados de percepción de riesgo respecto al consumo de alcohol. Este grupo se caracteriza por reconocer los riesgos asociados al consumo de alcohol pero no poseer un convencimiento real del problema, lo que suscita un bajo nivel de rechazo al mismo y la adopción no sistemática del comportamiento de riesgo.
El grupo que le sigue es el clúster 2 y agrupa a los estudiantes con niveles inadecuados de percepción de riesgo, que no perciben riesgos o los perciben en los otros pero no en sí mismos, lo cual favorece la adopción frecuente del consumo de alcohol como comportamiento de riesgo.
El clúster 3 está integrado por los estudiantes con niveles adecuados de percepción de riesgo respecto al consumo de alcohol. Este grupo se caracteriza por evaluar de forma acertada y objetiva los riesgos, condicionándose así la aparición de conductas de evitación y rechazo ante el consumo.
El análisis de varianza multifactorial de las dos dimensiones identificadas mediante el análisis factorial y los clústers previamente formados, evidencia, según la Traza de Hotelling, diferencias altamente significativas esperadas entre los clústers (p< .000). Al analizar los resultados de las pruebas de efecto intersujetos, específicamente el nivel de significación y coeficiente de determinación (R2) se evidencia que la primera dimensión que explora, la dimensión motivacional-conductual, expresa una mayor proporción de varianza explicada por los clústeres identificados (p<.001, R2=.58). La segunda dimensión, que explora el componente informativo muestra una proporción menor (p<.001, R2=.354).
En la figura 2 se muestra que en la dimensión informativa las medias marginales tienden a decrecer del clúster que representa a los estudiantes con adecuados niveles de percepción de riesgo al grupo de peores resultados.
En relación con estos resultados, se verifica que los valores medios marginales, que representan cuánto se diferencian los valores medios de los clústers de la media general, en el caso de la dimensión motivacional-conductual son oscilantes: más altos en el clúster de niveles adecuados de percepción de riesgo y linealmente más bajos en el clúster de resultados intermedios pero vuelven a ser altas en el clúster peores resultados.
La figura 3 presenta el árbol de decisión construido a partir del método CHAID, que permite determinar la posible relación entre los ítems del cuestionario sobre percepción de riesgo del consumo de alcohol y los tres clústers identificados de acuerdo a los niveles de adecuación de la percepción de riesgo. Cada nodo terminal del árbol determina una trayectoria, desde el nodo raíz al mismo y con ello detecta interacciones. Se limitó intencionalmente el árbol a dos niveles de profundidad, y con todo quedaron 8 nodos terminales.
En la tabla 4 se resumen las interacciones detectadas por los 8 nodos terminales. Se obtiene más de un 84.4 % de buena clasificación lo cual se considera suficientemente satisfactorio. Este porcentaje representa la exactitud y el porcentaje de casos correctamente clasificados. El principal predictor se corresponde con el ítem que explora el convencimiento personal sobre los riesgos que tiene el consumo de alcohol para los diferentes ámbitos de la vida del estudiante.
Discusión
La percepción de riesgo se considera un factor determinante en la ejecución del comportamiento preventivo (Dírtu & Soponaru, 2014; García del Castillo, 2015; González-Iglesias, Gómez-Fraguela, Gras, & Planes, 2014; MacLeod et al., 2015; Napper et al., 2015; Rojas-Murcia & Pastor, 2015; Salameh et al., 2014). No obstante se reconoce que «...se dispone de poca información sobre los factores reales, encontrados empíricamente, que expliquen el que las personas incrementen o disminuyan su percepción de riesgo sobre las distintas sustancias» (Becoña, 1999, p. 287).
En el presente estudio se obtienen resultados que favorecen la comprensión de esta categoría en el ámbito de la Psicología de la Salud y particularmente en el caso del consumo de alcohol. Al respecto se considera que el estudio de esta categoría debe estudiarse en función de la droga específica (Becoña, 1999).
El Cuestionario para la evaluación de la percepción de riesgo sobre el consumo de alcohol en estudiantes universitarios, diseñado en el marco de esta investigación, se sustenta en una perspectiva multidimensional, donde se reconoce la estructuración de la percepción de riesgo a partir de diferentes factores. Los resultados del Análisis Categórico de Componentes Principales refleja una estructura bifactorial donde se identifica un primer factor referido al componente motivacional-conductual que comprende la tendencia motivacional de la persona expresada en la postura de aceptación o rechazo en relación al consumo de alcohol o incluso en la búsqueda de nuevos elementos que le permitan definir su intención con relación a la misma. Desde allí la persona regula su comportamiento adoptando o no el comportamiento este riesgo; o proyecta su intención futura con relación al mismo.
El segundo factor que representa el componente informativo que explora el nivel de conocimientos que posee la persona sobre los riesgos asociados al consumo de alcohol y sus consecuencias negativas inmediatas y mediatas. Al analizar los resultados de las investigaciones sobre este tema se identifican autores que refuerzan la idea de contemplar los factores emocionales y sociales (García del Castillo, 2012; 2015; González-Iglesias et al., 2014) y trascienden la perspectiva tradicional en la que se hiperbolizan los factores racionales y su rol dentro de la percepción de riesgo.
Por lo tanto los resultados alcanzados en el presente estudio ratifican la perspectiva de entender la percepción del riesgo como un proceso social (Guillén, Roth, Alfaro, & Fernández, 2015). Al respecto, García del Castillo (2012) expone que: «estos determinantes sociales participan en los procesos de atribución individuales, haciendo que el sujeto asuma o no el riesgo, en función de las características expositivas de cada situación» (p. 139).
El instrumento diseñado permite explorar la percepción de riesgo no solo valorando el conocimiento que sobre los riesgos del consumo de alcohol tiene el estudiante, sino que favorece la comprensión de cómo el estudiante pondera diversos aspectos intrapersonales y ambientales a favor o en contra de la conducta de riesgo, en estrecha relación con un mejor o peor ajuste al medio, jugando un importante papel en la autorregulación del comportamiento (Lehtonen, Havia, Kovanen, Leminen, & Saure, 2015).
En el caso del presente estudio se identifican tres grupos de acuerdo a la adecuación de la percepción de riesgo. El mayor clúster estuvo integrado por los estudiantes con niveles parcialmente adecuados de percepción de riesgo, seguidos de los que presentaron niveles inadecuados de percepción de riesgo y con una menor representación se conformó el clúster de mejores resultados. Estudios realizados en la población universitaria han evidenciado como tendencia una subestimación del riesgo asociado al consumo de alcohol en este contexto (Clinkinbeard & Johnson, 2013; González-Iglesias et al., 2014; Moral & Ovejero, 2011; Ruiz-Olivares et al., 2010).
La dimensión motivacional-conductual resulta determinante en la conformación de los grupos y a su vez muestra mayor variación respecto a los grupos en general. Es además, la dimensión a la que pertenece el ítem que resulta el mejor predictor de la agrupación de los estudiantes en los diferentes clústers. Este resultado refuerza la importancia que tiene este componente en la configuración del comportamiento adictivo (Cox, Klinger, & Fadardi, 2015)
Conclusiones
De forma general los resultados permiten identificar altos niveles de confiabilidad para el instrumento diseñado. Los resultados obtenidos mediante el análisis multivariado refuerzan la consistencia interna de cuestionario. Se evidencia que en el modelo bifactorial encontrado, la dimensión motivacional-conductual que muestra un mayor Alfa de Cronbach, es la que mayores diferencias muestra en cada uno de los conglomerados y tiene una mayor influencia en la clasificación de los estudiantes de acuerdo a los diferentes niveles de adecuación de la percepción de riesgo.
No obstante, se considera que futuras investigaciones pudieran profundizar en las propiedades psicométricas del instrumento diseñado, especialmente en la validez de constructo a partir de otras formas de análisis factorial. Los resultados presentados contribuyen a perfeccionar las acciones preventivas que se realizan en las universidades en función de una mayor efectividad de esta importante labor.