Introducción
La familia suele representar el primer y más importante círculo social que se establece a lo largo de la vida (Lewandowski, 2010). Esta ejerce una influencia significativa en el desempeño de todos los ámbitos vitales de un individuo (Gutiérrez, Camacho & Martínez, 2007) al ser una estructura social con funciones reproductivas, económicas, emocionales y socializadoras (Weinreich & Hidalgo, 2004).
En la familia se presentan interacciones constantes entre los diferentes roles, formas de expresiones afectivas, recursos y reglas establecidas (Regalado, 2016). Estos procesos, pueden favorecer la capacidad adaptativa de los integrantes ante cambios normativos y no normativos en el curso de la vida (Díaz et al., 2016).
La adolescencia se describe constantemente como una etapa crítica caracterizada por un crecimiento y cambio continuo a nivel físico, psicológico y social (Torrel & Delgado, 2014). Estos cambios se pueden asociar a múltiples situaciones de riesgo que se intensifican cuando se vive en condiciones poco favorables y la familia incumple la función de apoyo ante las situaciones de crisis (Finkelhor, Ormrod & Turner, 2007; Zapata-Gallardo et al., 2007).
La familia suele promover la salud microsocial, satisface las necesidades que fomentan la conservación y recuperación de la salud, además de favorecer el desarrollo biológico, psicológico y social del individuo (Dai & Wang, 2015). Estos elementos son necesarios para el desarrollo de la personalidad (Regalado, 2016). La familia y la interrelación con la comunidad inmediata aseguran y posibilitan la trasmisión de valores culturales, la educación y la inserción en la vida social (Louro-Bernal, 2003).
Un buen funcionamiento familiar favorece un sistema flexible, que se adapte a las necesidades y situaciones de crisis (Ell & Northen, 1990), además de jugar un papel determinante en el proceso de salud-enfermedad-atención (Zubrick, Williams, Silburn & Vimpani, 2000). La familia puede ser una fuente de apoyo social, ejercer una función protectora y fomentar el desarrollo de competencias de autocuidado para prevenir el riesgo y afrontar positivamente la enfermedad (Weinreich & Hidalgo, 2004).
La salud hace alusión a la capacidad del sujeto para experimentar bienestar subjetivo, percibir la propia eficacia, contar con autonomía, competencia, dependencia generacional y autorrealización de las capacidades intelectuales y emocionales (Organización Mundial de la Salud, 2001). La familia moldea y fomenta conocimientos, concepciones, valores, y significados en la salud en interacción con el entorno social y cultural (Jiménez-Godoy, 2005).
En adolescentes, son escasos los estudios que abordan la relación entre función familiar y salud general percibida. Variables cercanas o proxi a la salud general percibida sugieren que existe un vínculo íntimo del funcionamiento familiar con la salud mental (Shek, 1997), salud física (Balistreri & Alvira-Hammond, 2016) y satisfacción general (Rutledge et al., 1994). Por ejemplo, en 204 adolescentes mexicanos, la cohesión familiar mostró relación positiva con la satisfacción familiar (Luna-Bernal, 2012). En China, en 1519 adolescentes el funcionamiento familiar se relacionó significativamente con la salud percibida (bienestar existencial, satisfacción con la vida y sentido de dominio) (Shek, 2002).
En adolescentes escolarizados, la funcionalidad familiar se relaciona con el ajuste emocional para hacer frente a los estresores relacionados con el proceso enseñanza-aprendizaje y el rendimiento académico (Díaz et al., 2016; Gutiérrez et al., 2007; Regalado, 2016). Por ejemplo, en China, en 429 adolescentes se halló asociación estadísticamente significativa entre funcionamiento familiar y rendimiento académico percibido (Shek, 1997). Asimismo, en Egipto, en 237 estudiantes de secundaria se observó asociación de la función y cohesión familiar al rendimiento académico (Rezaei-Dehaghani, 2018). En Colombia, en 1730 estudiantes se encontró asociación significativa entre disfunción familiar y bajo rendimiento académico (Gómez-Bustamante, Castillo-Ávila, & Cogollo, 2013).
La familia es esencial en la cadena de valores relacionada con la proyección académica, en los hábitos, en el proceso de aprendizaje y en el desempeño académico de los adolescentes (Dai & Wang, 2015). Las dinámicas familiares pueden constituirse en estresores o facilitadores, que pueden afectar el rendimiento académico (Méndez, Echavarría, Pardo & Quiñones, 2014). Del mismo modo, un buen funcionamiento familiar permite la consolidación de objetivos vitales en relación con la formación educativa (Regalado, 2016), igualmente, hace más probable el acompañamiento necesario para el desarrollo de buenos hábitos de estudio (Díaz et al., 2016) y el interés por los procesos instructivos (Gutiérrez et al., 2007), además de brindar el apoyo para el acceso a los recursos materiales necesarios para este proceso (Méndez et al., 2014).
Este estudio es una aproximación a la salud de los adolescentes desde la perspectiva de la psicología positiva que transciende el enfoque centrado en el déficit y la patología (Balistreri & Alvira-Hammond, 2016). La psicología positiva se centra en las fortalezas, en las virtudes y en las emociones positivas auténticas que ejercen un papel protector de la salud para fomentar el bienestar general (Seligman & Csikszentmihalyi, 2000).
Comprender el papel de la función familiar en la salud percibida y en el rendimiento es necesario para el diseño de programas de promoción del buen funcionamiento familiar con un enfoque integral y multiprofesional para fortalecer los servicios de atención primaria en salud y del contexto escolar (Díaz et al., 2016).
El objetivo de este estudio fue explorar la relación de la función familiar con salud percibida y logro académico en adolescentes escolarizados en Santa Marta, Colombia.
Método
Participantes
La población de estudio fue de 10 810 estudiantes de secundaria, décimo y undécimo grado, matriculados en 2017 en instituciones educativas públicas y privadas de una ciudad ubicada en la costa caribe de Colombia. El muestreo fue probabilístico. Los autores esperaban prevalencias entre el 3 % (+/- 1) y el 50 % (+/- 5) y un nivel de confianza del 95 %. Además, el 25 % de las pérdidas se sumaron por no autorización de la institución educativa o no consentimiento. Con los criterios anteriores, la muestra calculada fue de 1948 estudiantes (Hernández, 2006).
Instrumentos
Función familiar. Se cuantificó con el cuestionario APGAR familiar que se compone de cinco ítems que exploran adaptabilidad (adaptability), cooperación (partnertship), desarrollo (growth), afectividad (affection) y capacidad resolutiva (resolve). Cada ítem presenta cinco opciones de respuesta: “nunca”, “casi nunca”, “algunas veces”, “casi siempre” y “siempre” que se califican de cero a cuatro, con puntuaciones totales entre cero y veinte (Smilkstein 1978). En el presente estudio las puntuaciones inferiores a dieciséis se categorizaron como baja función familiar. Este instrumento ha mostrado alta consistencia interna en adolescentes escolarizados colombianos (Forero, Avendaño, Duarte & Campo-Arias, 2006). En los estudiantes participantes en el presente estudio se observó un valor de alfa de Cronbach de 0.82.
Salud percibida y logro académico. Se cuantificaron con ítems tomados del cuestionario del Sistema de Vigilancia Epidemiológica para el Consumo de Sustancias Psicoactivas en Estudiantes de Secundaria (VESPA), desarrollado por el Plan Municipal de Prevención de Medellín, Colombia (Restrepo, Restrepo & Acevedo, 1994; Torres de Galvis, 1993). Cada ítem pregunta sobre la percepción actual y ofrece cuatro opciones de respuesta: “excelente”, “bueno”, “regular” y “malo”. En el presente estudio se establecieron dos categorías “excelente/bueno” y “regular/malo”.
Análisis de los datos
En el análisis descriptivo se observaron frecuencias y porcentajes y se calcularon medias y desviaciones estándar. En el análisis bivariado, la función familiar se consideró la variable independiente, la salud percibida y logro académico como variables dependientes y las variables demográficas como variables de confusión. Se calcularon razones de oportunidad u odds ratios (OR), con intervalos de confianza del 95 % (IC95 %) para conocer las magnitudes de las asociaciones. El análisis multivariado se realizó mediante regresión logística para ajustar por variables de confusión. Se consideraron como variables de confusión las que mostraron valores de probabilidad inferiores al 25 % en el análisis bivariado, según las recomendaciones de Greenland (1989). Finalmente, estimaron la bondad de ajuste de Hosmer-Lemeshow (Hosmer, Taber & Lemeshow, 1991) de los modelos finales. Este proceso de análisis de datos se realizó con el programa IBM-SPSS, versión 27.0.
Consideraciones Éticas
El estudio contó con la aprobación de un comité de ética en investigación de una institución pública de educación superior en Santa Marta, Colombia. Todos los participantes dieron asentimiento previo consentimiento informado de los padres o tutores, en consonancia con los principios y normas éticas de la Declaración de Helsinki de1975 la Resolución 8430 de 1993 del entonces Ministerio de Salud de Colombia.
Resultados
Las variables fueron previamente dicotomizadas para los posteriores análisis estadísticos. Participaron 1462 adolescentes en las edades entre 13 y 17 años (M = 15.98; SD = 0.83), 60.32 % eran de género femenino, 55.33 % cursaban décimo grado, 76.06 % informó disfunción familiar, 24.69 % mala/regular salud percibida y 30.78 bajo/regular logro académico (Tabla 1).
Variable | N | % | |
---|---|---|---|
Edad | 13-15 años 16-17 años | 425 1037 | 29.06 70.94 |
Género | Femenino Masculino | 882 580 | 60.32 39.68 |
Grado | Décimo Undécimo | 809 653 | 55.33 44.67 |
Ingresos | Bajo Medio-alto No responde | 547 725 190 | 37.42 49.59 12.99 |
Bajo/regular logro académico | Sí No | 450 1012 | 30.78 69.22 |
Salud percibida mala/regular | Sí No | 361 1101 | 24.69 75.31 |
Baja función familiar | Sí No | 1.112 450 | 76.06 23.94 |
El modelo crudo mostró asociación entre asociaciones entre baja función familiar y salud percibida (OR = 2.40 IC 95% 1.72- 3.33) y bajo/regular logro académico (OR = 1.61; IC 95 % 1.23 - 2.13). Posteriormente, el modelo ajustado por edad e ingreso económico mantuvo las asociaciones entre baja función familiar con salud percibida (OR = 2.35; IC 95 % 1.66 - 3.35) y bajo/regular logro académico (OR = 1.50; IC 95 % 1.12 - 2.01) (Tabla 2).
Variable | OR (IC95 %) | ORa (IC95 %) * |
---|---|---|
Salud percibida mala/regular | 2.40 (1.72-3.33) | 2.35 (1.66-3.35)1 |
Bajo/regular logro académico | 1.61 (1.23-2.13) | 1.50 (1.12-2.01)2 |
Nota. * a, ajustada por edad, género e ingresos económicos. 1Prueba de Hosmer-Lemeshow = 0.88; gl = 7; p = 0.99. 2Prueba de Hosmer-Lemeshow = 2.58; gl = 8; p = 0.96.
Discusión
En la presente investigación la baja función familiar se asoció significativamente a mala/regular percepción de salud y bajo logro académico en estudiantes adolescentes en Santa Marta, Colombia.
Se conoce poco de la relación entre baja función familiar y pobre salud percibida. No obstante, Luna-Bernal (2012) documentaron asociación entre el adecuado funcionamiento familiar y una medición proxi de salud percibida (satisfacción) en 204 adolescentes mexicanos y Shek (2002) con el bienestar existencial, satisfacción con la vida y sentido de dominio en 1519 adolescentes en China. El bajo funcionamiento familiar puede concebirse como un estresor que afecta la percepción de salud (Balistreri & Alvira-Hammond, 2016; Louro-Bernal, 2003). La baja función familiar genera condiciones emocionales negativas que favorecen percepción negativa de la salud (Balistreri & Alvira-Hammond, 2016).
En el estudio que se presenta se observó relación importante entre baja función familiar y bajo logro académico. Este hallazgo es consistente con estudios precedentes que documentaron asociación entre disfunción familiar y pobre rendimiento académico en 429 adolescentes chinos (Shek, 1997), en 237 estudiantes de secundarias de Egipto (Rezaei-Dehaghani, 2018) y en 1730 estudiantes colombianos (Gómez-Bustamante et al., 2013). La baja función familiar se configura como un estresor y, en consecuencia, puede afectar negativamente la vida académica de los adolescentes estudiantes (Gutiérrez et al., 2007). El estrés afecta las habilidades metacognitivas, emocionales y de afrontamiento que favorece resolver las exigencias del proceso de enseñanza y aprendizaje y mantener un adecuado desempeño (Alfonso, Calcine, Monteagudo & Nieves, 2015).
Los anteceden investigativos evidencian que la baja función familiar se relaciona con la motivación y estrategias de los padres para fomentar el ajuste escolar en los adolescentes, el esfuerzo y participación en las actividades académicas (Méndez et al., 2014). Desde esta perspectiva, la familia fomenta contextos positivos para el aprendizaje y los logros y metas académicas (Moreira, Días, Vas & Vaz, 2013). La familia cuando es fuente de seguridad y afecto logra promover el crecimiento individual, potencializar las virtudes y la canalización de las emociones, asimismo, ejerce una influencia directa sobre el rendimiento académico (Solernou, 2013).
Implicaciones prácticas
La función familiar se debe valorar siempre que se quiera conocer la percepción de salud general y el rendimiento académico en adolescentes escolarizados. El buen funcionamiento familiar favorece el desarrollo cognitivo, académico y percepción de bienestar de los adolescentes (Balistreri & Alvira-Hammond, 2016; Dai & Wang, 2015; Chen & Luo, 2016).
La promoción del buen funcionamiento familiar debe ser una prioridad en los servicios de atención primaria en salud familiar, en las estrategias comunitarias de promoción de la salud y en el contexto escolar. Los programas de salud familiar requieren un abordaje multiprofesional que posibilite atención integral, mediante el asesoramiento a padres y a sus hijos, y estrategias de educación para la salud centrados en los recursos positivos de la familia; la resiliencia y el manejo de la crianza saludable promueven el bienestar y el desarrollo del adolescente saludable (Bethell et al., 2017).
La fortaleza de este estudio es estudiar la relación de la baja función familiar y dos desenlaces poco informados en estudios previos en el contexto mundial. Además, contó con una muestra probabilística de adolescentes que permite generalizar los hallazgos a la población de referencia. Sin embargo, el estudio presenta algunas limitaciones, la salud percibida se cuantificó mediante un único ítem y no se consideraron indicadores objetivos como uso de medicamento, número de visitas al médico o enfermedades diagnosticadas. No obstante, esta forma de medición de la percepción de salud ha mostrado ser una forma confiable de medición de bienestar físico en adolescentes de la población general (Brener et al., 2013). De la misma forma, en la valoración del logro académico no consideró las evaluaciones escolares cuantitativas que podían dar la visión de los docentes, a pesar de que la autopercepción de rendimiento académico posiblemente resume mejor el logro basado en las competencias percibidas y la dedicación al estudio (Díaz et al., 2016). Por último, se debe tener presente que los estudios transversales no permiten establecer sin equívoco la dirección de causalidad entre las variables estudiadas; por lo tanto, es posible que la percepción de salud y de rendimiento académico pueda afectar el funcionamiento familiar (Grimes & Schulz, 2002).
Se concluye que el bajo funcionamiento familiar se asocia a pobre salud percibida y bajo logro académico en adolescentes de Santa Marta, Colombia. Se recomienda realizar nuevos estudios que estimen la relación del funcionamiento familiar con otros indicadores objetivos de la salud general percibida y de rendimiento académico.