Introducción
El duelo por finalización de una relación de pareja es una temática de estudio que se remonta al siglo xx con autores reconocidos como George Engel (1964), Erich Lindemann (1944), Robinson (1996), Weber (1988) y Kübler-Ross (1969) (citados en Sánchez & Martínez, 2014), quienes sentaron las bases en la identificación de que esta experiencia estresora presenta afectaciones emocionales, cognitivas y fisiológicas semejantes al duelo de perder un ser querido.
El duelo por finalización de la relación de pareja es una experiencia emocional compleja que puede causar sufrimiento a las personas que lo atraviesan; afecta la relación con los otros, la autoimagen, el desenvolvimiento social del individuo (Garavito et al., 2020), y se caracteriza por una serie de síntomas físicos, emocionales y cognitivos que influyen en este proceso (García, 2014; Goicoechea, 2018; Navarro, 2020).
A nivel emocional, la tristeza, la rabia, la ansiedad, la frustración y la culpa suelen ser emociones y sentimientos predominantes (Espinosa et al., 2017; McKiernan et al., 2018; Ponce Valdivia & Pinto, 2020).
A nivel cognitivo, el duelo por la finalización de la relación de pareja, también, puede caracterizarse por una serie de pensamientos y creencias que pueden ser difíciles de manejar, tales como incapacidad, incredulidad, desilusión, obsesión y preocupación (Sánchez & Martínez, 2014). Estos pensamientos y creencias pueden variar según la persona y la situación, ya que esta experiencia es subjetiva (Palacios & Pinto, 2021) y responde a las condiciones mismas de la dinámica de la relación, su tiempo, nivel de compromiso, las condiciones en las que finaliza el vínculo y las condiciones de dependencia.
Para Barajas y Cruz (2017), por ejemplo, los factores que están relacionados con el impacto de este tipo de duelo son el tipo de apego, el nivel de dependencia, las necesidades y expectativas que llevaron a la construcción del vínculo, el tiempo de vinculación, las formas de expresión de la afectividad, el tipo de personalidad y las atribuciones causales del motivo de la ruptura de la relación.
Lo anterior guarda relación con lo postulado por Neimeyer (2015), quien refiere que cuanto más intenso es el compromiso y la vinculación con el otro, mayor es el dolor experimentado en este tipo de duelo. En esta misma línea, un estudio de Martínez et al. (2021), con 236 mujeres, identificó que las emociones que se experimentan en la ruptura amorosa dependen de variables como las mencionadas anteriormente y que las emociones negativas experimentadas pueden conllevar a la aparición de síntomas depresivos, de ansiedad y hostilidad
Otros autores como Henao y Muñoz (2021) refieren que el duelo por ruptura de una relación de pareja es un acontecimiento en la que, por diferentes factores, dos sujetos vinculados emocionalmente dan por finalizado el acuerdo vincular. Esta finalización, según estos autores, puede ser una fuente considerable de estrés, malestar y dolor emocional. Por su parte, para Mendoza et al. (2021), esta experiencia genera una desestructuración del proyecto de vida, ya que la pérdida del vínculo implica la pérdida del interés y la motivación de aspiraciones y metas que se crean en colectivo, y que, en la mayoría de las situaciones, el enfrentamiento a esta realidad trae consigo cuadros de ansiedad, depresión e ideación y conducta suicida. Frente a este último punto, cabe resaltar que el Ministerio de Salud y Protección Social (2018), en su boletín de salud mental y conducta suicida, indica en sus resultados de estudio que para el 2017 los conflictos de pareja y la finalización del vínculo representaban el 41.1 % de los principales factores que llevaban al suicidio.
Ahora bien, respecto a las causas que dan lugar a la finalización de un vínculo afectivo, Tizón (2014) refiere que entre estas se encuentran la inmadurez afectiva, el escaso conocimiento de la pareja, abuso de sustancias, maltrato físico y psicológico, infidelidad, conflictos, comunicación deficiente, perdida de interés comunes, incompatibilidad sexual y la pérdida progresiva del sentimiento de amor.
Estas particularidades indiscutiblemente se convierten en un conjunto de condiciones que, al finalizar la relación, median en el proceso de aceptación de la pérdida, en la capacidad de recuperación de la persona, e influyen en la duración y nivel de afectación emocional de esta experiencia (Alanís & Ramírez, 2019; Fernández et al., 2022).
En teoría, la duración del duelo por finalización de una relación de pareja puede variar significativamente de una persona a otra. No hay un tiempo establecido, ya que cada individuo procesa este duelo de manera diferente. No obstante, y en general, puede durar semanas o meses. Ello depende de diversos factores como los ya descritos anteriormente, pero también median los recursos emocionales del doliente y las redes de apoyo con las que cuente (Barreto et al., 2012; Valdez et al., 2016).
En algunos casos, el duelo por finalización de la relación de pareja puede volverse patológico cuando persiste de manera intensa y prolongada (1 año o más), interfiriendo significativamente con la capacidad de la persona para llevar a cabo actividades diarias, mantener relaciones sociales o experimentar algún grado de bienestar (Kübler & Kessler, 2018). Algunos signos de duelo patológico pueden incluir depresión profunda, aislamiento social extremo, pensamientos obsesivos sobre la expareja, incapacidad para aceptar la pérdida del vínculo y un impacto severo en el funcionamiento diario (Cruz et al., 2017; Smigelsky et al., 2020).
Ahora bien, para poder sobrellevar estas condiciones y diferentes afectaciones, las personas utilizan diversas estrategias de afrontamiento que terminan siendo una serie de recursos cognitivos y conductuales dirigidos a resolver una problemática en particular y reducir consigo el impacto en la afectación emocional (Lazarus & Folkman, 1984 citados en Londoño et al., 2006).
Según Londoño et al. (2006), la implementación de una u otra estrategia de afrontamiento depende en parte de la situación que vive la persona, el proceso de evaluación cognitivo que realiza, su control percibido y el manejo y expresión de las emociones. Asimismo, indican que estos estilos pueden dirigirse a tres condiciones particulares, a la focalización del problema, a la emoción y a la modificación de la valoración que se haga de la situación.
Las estrategias dirigidas al problema son un estilo de afrontamiento que busca modificar la situación estresante. Las estrategias orientadas a la respuesta emocional son aquellas que se centran en la regulación de las emociones negativas asociadas al estrés, y las estrategias centradas en la valoración de la situación son aquellas que se centran en la reinterpretación o reevaluación de la situación estresante. (Londoño et al., 2006; Quaas, 2012).
En el caso del duelo por finalización de la relación de pareja, las estrategias de afrontamiento varían dependiendo en las fases en que se encuentre la persona y que, según Sánchez y Martínez (2013), son: negociación, hostilidad, desesperanza y pseudoaceptación. Mientras que para Ramos (2016), este proceso incluye diferentes fases no lineales como: incredulidad/negación, insensibilidad, tristeza, miedo, angustia, culpa, ira, sensación de descontrol, nostalgia, serenidad, necesidad de estar mejor y aceptación (Barajas, 2014).
Algunos estudios sobre las estrategias de afrontamiento en el marco de esta experiencia indican que la aceptación del hecho contribuye al bienestar emocional (García et al., 2016); que la evitación experiencial y supresión emocional influyen en la presencia de trastornos depresivos (Barajas, 2014); que el apoyo social influye en la disminución de afectaciones en el estado de ánimo (Aragón & Cruz, 2014), y que, dependiendo del tiempo de finalización (mayor tiempo) y las estrategias implementadas, hay una disminución de la sintomatología depresiva (Garavito et al., 2020)
Es por lo anterior por lo que el presente estudio tiene como objetivo identificar las diferentes estrategias de afrontamiento que utilizan los adultos jóvenes en duelo por finalización del vínculo de la relación de pareja.
Método
Tipo de estudio
Este estudio se realizó bajo un enfoque cuantitativo, alcance descriptivo no experimental y de corte transversal (Hernández Sampieri et al., 2014).
Población
Se trabajó con una muestra de 172 participantes adultos jóvenes entre 18 a 30 años. Se implementó un muestreo no probabilístico por conveniencia en Bucaramanga, Santander. Como criterios de inclusión, se tomaron en cuenta: que la muestra fuera mayor de edad, que los participantes hayan experimentado una finalización de pareja en los últimos 15 meses, que desde su percepción consideren seguir en duelo y que sean capaces de responder al cuestionario y dar su consentimiento informado; como criterios de exclusión, ser menor de edad, tener una relación afectiva en el momento del estudio. En la Tabla 1 se pueden evidenciar las características sociodemográficas de los participantes.
Descriptor general | Descriptor especifico | Frecuencia | % |
---|---|---|---|
Género | Masculino | 99 | 57.6 |
Femenino | 73 | 42.4 | |
Edad | 19-22 | 88 | 51.2 |
23-26 | 59 | 34.3 | |
27-30 | 25 | 14.5 | |
Estado civil | Soltero | 158 | 91.9 |
Casado | 12 | 7.0 | |
Divorciado | 2 | 1.2 | |
Estrato | 1 | 36 | 20.9 |
2 | 61 | 35.5 | |
3 | 39 | 22.7 | |
4 | 26 | 15.1 | |
5 | 4 | 2.3 | |
6 | 6 | 3.5 | |
Nivel de escolaridad | Universitario | 172 | 100 |
¿Hace cuánto terminó su última relación? | 1 a 3 meses | 55 | 32 |
4 - 6 Meses | 55 | 32 | |
7 a 12 mes | 32 | 18.6 | |
Más de 1 año | 30 | 17.4 | |
¿Cuánto tiempo duró su última relación? | 7 a 12 meses | 29 | 16.9 |
13 a 24 meses | 80 | 46.5 | |
25 a 36 meses | 63 | 36.5 | |
¿En qué condiciones terminó su última relación? | Discusiones | 71 | 41.3 |
Mutuo Acuerdo | 29 | 16.9 | |
Infidelidad | 50 | 29.1 | |
Comunicación deficiente | 22 | 12.8 |
Nota: Edad media = 22.9. DE = 2.7. Media del tiempo de finalización del vínculo en meses = 6.76. Media del tiempo que duró la relación en meses = 20.22.
Instrumentos
Entrevista sociodemográfica. Este instrumento de recolección de información sociodemográfica y de características puntuales de interés para el estudio sobre la relación afectiva fue elaborado por los investigadores y abordaba aspectos como: género, edad, estado civil, estrato y nivel de escolaridad. A nivel de las variables de estudio se preguntó sobre: ¿hace cuánto terminó su última relación? ¿Cuánto tiempo duró? Y ¿en qué condiciones finalizó? Estas preguntas fueron elaboradas a manera de opciones de respuesta numérica para el posterior análisis de frecuencias de datos.
Escala de Estrategias de Coping-Modificada (EEC-M) de Chorot y Sandín (1993) adaptada en Colombia porLondoño et al. (2006). El instrumento es autoadministrado y tiene como propósito identificar el uso de estrategias de afrontamiento. Consta de 69 ítems tipo escala Likert y 12 componentes que evalúan las siguientes estrategias: Solución de problemas, Búsqueda de apoyo social, Espera, Religión, Evitación emocional, Búsqueda de apoyo profesional, Reacción agresiva, Evitación cognitiva, Reevaluación positiva, Expresión de dificultad de afrontamiento, Negación, Autonomía. Se adaptó a la población colombiana y se validó eficazmente, dando una varianza acumulada del 58 % y un alfa de Cronbach de 0.847. Para determinar si una estrategia de afrontamiento es utilizada con mayor frecuencia o no, se utilizaron los valores de media, desviación estándar y percentiles del instrumento de Londoño et al. (2006). En esta escala, se considera que una estrategia es utilizada con mayor frecuencia si su puntuación directa está en el percentil 70 o superior.
Procedimiento
Se realizó un acercamiento a la población dando a conocer el estudio a través de las redes sociales y a manera de voz a voz entre estudiantes universitarios. De este ejercicio, se creó un banco de datos de posibles participantes interesados que, posteriormente, fueron llamados para darles a conocer los criterios de inclusión y exclusión y para concretar la fecha de aplicación de pruebas, que se manejó bajo la modalidad presencial en el espacio universitario o de manera virtual a través de un encuentro por Microsoft Teams, donde se guiaba el proceso de la aplicación de la prueba. En este espacio, se les indicó a los participantes que no habría una retribución económica por la participación del estudio, pero que sí se les darían a conocer los resultados posteriormente a la publicación del estudio. Se trataron las consideraciones éticas con los usuarios, la manera en cómo se manejaría la protección de los datos y la confidencialidad, tomando en cuenta las condiciones legales establecidas en la ley 1090 del 2006 del Código Deontológico y Bioético del Psicólogo. Por otro lado, al momento de la aplicación de las pruebas, se les indicó a los participantes el interés del estudio en evaluar las estrategias de afrontamiento que emplearon después de la ruptura de la relación de pareja. Se les pidió que evocaran esa situación en particular para que, a partir de allí, respondieran en ese marco de referencia el instrumento de estrategias de afrontamiento. Por último, para la protección de los datos en su proceso de tabulación y análisis, se utilizaron códigos numéricos para proteger la información sensible relacionada con los nombres de los participantes.
Análisis de datos
Para los resultados obtenidos, inicialmente se codificaron las variables en Excel para, posteriormente, analizar los datos mediante el programa estadístico Statistical Package for the Social Sciences (SPSS), en su versión 29. Se hicieron análisis descriptivos de frecuencias, porcentajes y de valores de media sobre las variables de estudio. Para identificar las diferencias entre las estrategias de afrontamiento según el tiempo de duelo de pareja, se realizó un proceso en el SPSS, denominado segmentación de archivo, en el cual se toman determinadas variables para comparar los resultados por las categorías creadas.
Resultados
A continuación, se presentarán los resultados de investigación del estudio en cuanto a los datos encontrados en la entrevista sociodemográfica y el instrumento de estrategias de afrontamiento. En la Tabla 3 se abordan los resultados del uso de las estrategias de afrontamiento según el tiempo de finalización de la relación de pareja.
Estrategias de afrontamiento | Tiempo de finalización de la relación | Descriptor F | % | |
---|---|---|---|---|
Solución de Problemas | 1 a 3 meses | Bajo y media bajo uso (Pc) | 30 | 17.2 |
Medio alto y alto uso (Pc) | 25 | 14.5 | ||
4 a 6 meses | Bajo y media bajo uso (Pc) | 41 | 23.8 | |
Medio alto y alto uso (Pc) | 14 | 8.1 | ||
7 a 11 meses | Bajo y media bajo uso (Pc) | 24 | 13.9 | |
Medio alto y alto uso (Pc) | 8 | 4.6 | ||
Más de 1 año | Bajo y media bajo uso (Pc) | 22 | 12.7 | |
Medio alto y alto uso (Pc) | 8 | 4.6 | ||
Búsqueda apoyo social | 1 a 3 meses | Bajo y media bajo uso (Pc) | 29 | 16.8 |
Medio alto y alto uso (Pc) | 26 | 15.1 | ||
4 a 6 meses | Bajo y media bajo uso (Pc) | 40 | 23.2 | |
Medio alto y alto uso (Pc) | 15 | 8.7 | ||
7 a 11 meses | Bajo y media bajo uso (Pc) | 6 | 3.4 | |
Medio alto y alto uso (Pc) | 26 | 15.1 | ||
Más de 1 año | Bajo y media bajo uso (Pc) | 3 | 1.7 | |
Medio alto y alto uso (Pc | 27 | 15.6 | ||
Espera | 1 a 3 meses | Bajo y media bajo uso (Pc) | 24 | 13.9 |
Medio alto y alto uso (Pc) | 31 | 18 | ||
4 a 6 meses | Bajo y media bajo uso (Pc) | 13 | 7.5 | |
Medio alto y alto uso (Pc) | 42 | 24.4 | ||
7 a 11 meses | Bajo y media bajo uso (Pc) | 12 | 6.9 | |
Medio alto y alto uso (Pc) | 20 | 11.6 | ||
Más de 1 año | Bajo y media bajo uso (Pc) | 23 | 13.3 | |
Medio alto y alto uso (Pc) | 7 | 4.0 | ||
Religión | 1 a 3 meses | Bajo y media bajo uso (Pc) | 39 | 22.6 |
Medio alto y alto uso (Pc) | 16 | 9.3 | ||
4 a 6 meses | Bajo y media bajo uso (Pc) | 35 | 20.3 | |
Medio alto y alto uso (Pc) | 20 | 11.6 | ||
7 a 11 meses | Bajo y media bajo uso (Pc) | 0 | 0 | |
Medio alto y alto uso (Pc) | 32 | 18.6 | ||
Más de 1 año | Bajo y media bajo uso (Pc) | 1 | 0.5 | |
Medio alto y alto uso (Pc) | 29 | 16.8 | ||
Evitación emocional | 1 a 3 meses | Bajo y media bajo uso (Pc) | 6 | 3.4 |
Medio alto y alto uso (Pc) | 49 | 28.4 | ||
4 a 6 meses | Bajo y media bajo uso (Pc) | 31 | 18 | |
Medio alto y alto uso (Pc) | 24 | 13.9 | ||
7 a 11 meses | Bajo y media bajo uso (Pc) | 7 | 4.0 | |
Medio alto y alto uso (Pc) | 25 | 14.5 | ||
Más de 1 año | Bajo y media bajo uso (Pc) | 17 | 9.8 | |
Medio alto y alto uso (Pc) | 13 | 7.5% | ||
Búsqueda apoyo profesional | 1 a 3 meses | Bajo y media bajo uso (Pc) | 6 | 3.45 |
Medio alto y alto uso (Pc) | 49 | 28.4 | ||
4 a 6 meses | Bajo y media bajo uso (Pc) | 7 | 4.0 | |
Medio alto y alto uso (Pc) | 48 | 27.9 | ||
7 a 11 meses | Bajo y media bajo uso (Pc) | 30 | 17.2 | |
Medio alto y alto uso (Pc) | 2 | 1.1 | ||
Más de 1 año | Bajo y media bajo uso (Pc) | 27 | 15.6 | |
Medio alto y alto uso (Pc) | 3 | 1.7 | ||
Reacción agresiva | 1 a 3 meses | Bajo y media bajo uso (Pc) | 20 | 11.6 |
Medio alto y alto uso (Pc) | 35 | 20.3 | ||
4 a 6 meses | Bajo y media bajo uso (Pc) | 23 | 13.3 | |
Medio alto y alto uso (Pc) | 32 | 18.6 | ||
7 a 11 meses | Bajo y media bajo uso (Pc) | 0 | 0 | |
Medio alto y alto uso (Pc) | 32 | 18.6 | ||
Más de 1 año | Bajo y media bajo uso (Pc) | 24 | 13.9 | |
Medio alto y alto uso (Pc) | 6 | 3.4 | ||
Evitación cognitiva | 1 a 3 meses | Bajo y media bajo uso (Pc) | 4 | 2.3 |
Medio alto y alto uso (Pc) | 51 | 29.6 | ||
4 a 6 meses | Bajo y media bajo uso (Pc) | 35 | 20.3 | |
Medio alto y alto uso (Pc) | 20 | 11.6 | ||
7 a 11 meses | Bajo y media bajo uso (Pc) | 26 | 15.1 | |
Medio alto y alto uso (Pc) | 6 | 3.4 | ||
Más de 1 año | Bajo y media bajo uso (Pc) | 25 | 14.5 | |
Medio alto y alto uso (Pc) | 5 | 2.9 | ||
Expresión dificultad afrontamiento | 1 a 3 meses | Bajo y media bajo uso (Pc) | 39 | 22.6 |
Medio alto y alto uso (Pc) | 16 | 9.3 | ||
4 a 6 meses | Bajo y media bajo uso (Pc) | 42 | 24.4 | |
Medio alto y alto uso (Pc) | 13 | 7.5 | ||
7 a 11 meses | Bajo y media bajo uso (Pc) | 1 | 0.5 | |
Medio alto y alto uso (Pc) | 31 | 18 | ||
Más de 1 año | Bajo y media bajo uso (Pc) | 0 | 0 | |
Medio alto y alto uso (Pc) | 30 | 17.2 | ||
Reevaluación positiva | 1 a 3 meses | Bajo y media bajo uso (Pc) | 49 | 28.4 |
Medio alto y alto uso (Pc) | 6 | 3.4 | ||
4 a 6 meses | Bajo y media bajo uso (Pc) | 36 | 20.9 | |
Medio alto y alto uso (Pc) | 19 | 11 | ||
7 a 11 meses | Bajo y media bajo uso (Pc) | 17 | 9.8 | |
Medio alto y alto uso (Pc) | 15 | 8.7 | ||
Más de 1 año | Bajo y media bajo uso (Pc) | 3 | 1.7 | |
Medio alto y alto uso (Pc) | 27 | 15.6 | ||
Negación | 1 a 3 meses | Bajo y media bajo uso (Pc) | 32 | 18.6 |
Medio alto y alto uso (Pc) | 23 | 13.3 | ||
4 a 6 meses | Bajo y media bajo uso (Pc) | 50 | 29 | |
Medio alto y alto uso (Pc) | 5 | 2.9 | ||
7 a 11 meses | Bajo y media bajo uso (Pc) | 26 | 15.1 | |
Medio alto y alto uso (Pc) | 6 | 3.4 | ||
Más de 1 año | Bajo y media bajo uso (Pc) | 27 | 15.6 | |
Medio alto y alto uso (Pc) | 3 | 1.7 | ||
Autonomía | 1 a 3 meses | Bajo y media bajo uso (Pc) | 43 | 25 |
Medio alto y alto uso (Pc) | 12 | 6.9 | ||
4 a 6 meses | Bajo y media bajo uso (Pc) | 39 | 22.6 | |
Medio alto y alto uso (Pc) | 16 | 9.3 | ||
7 a 11 meses | Bajo y media bajo uso (Pc) | 12 | 6.9 | |
Medio alto y alto uso (Pc) | 20 | 11.6 | ||
Más de 1 año | Bajo y media bajo uso (Pc) | 5 | 2.9 | |
Medio alto y alto uso (Pc) | 25 | 14.5 |
En la Tabla 1 se puede apreciar que la muestra está conformada mayoritariamente por hombres (57.6 %). La mayoría de la muestra, también, está en los rangos de edad de 19 a 22 años (51.2 %), son solteros (91.9 %) y con nivel de escolaridad universitario (100 %). Con relación a los datos relacionados con el tema de las relaciones afectivas, el 64 % de la muestra refiere haber finalizado su última relación entre los 1 y 6 meses. El 46.5 % indica que el tiempo de duración del vínculo fue de 13 a 24 meses y, mayoritariamente, se encontró que las condiciones de la finalización del vínculo eran por discusiones 41.3 %, seguido de razones de infidelidad con un 29.1 %.
Ahora bien, en la Tabla 2 se evidencia el uso de estrategias de afrontamiento de la muestra. Con relación a la ubicación de las puntuaciones directas en los percentiles del instrumento, se identifica que las estrategias con menor uso fueron: solución de problemas, la reevaluación positiva, negación y autonomía. En cuanto a las estrategias de mayor uso se encontraron: búsqueda de apoyo social, espera, religión, evitación emocional, búsqueda de apoyo profesional, reacción agresiva, evitación cognitiva, expresión de dificultad de afrontamiento.
Estrategias de afrontamiento | Descriptor F | % | |
---|---|---|---|
Solución de Problemas | Bajo uso (Pc 0 a 30) | 61 | 35.5 |
Medio bajo uso (Pc 30 a 50) | 56 | 32.6 | |
Medio alto uso (Pc 50 a 70) | 29 | 16.9 | |
Alto uso (Pc 70 o más) | 26 | 15.1 | |
Búsqueda de apoyo social | Bajo uso (Pc 0 a 30) | 53 | 30.8 |
Medio bajo uso (Pc 30 a 50) | 25 | 14.5 | |
Medio alto uso (Pc 50 a 70) | 70 | 40.7 | |
Alto uso (Pc 70 o más) | 24 | 14.0 | |
Espera | Bajo uso (Pc 0 a 30) | 8 | 4 |
Medio bajo uso (Pc 30 a 50) | 64 | 37.2 | |
Medio alto uso (Pc 50 a 70) | 36 | 20.9 | |
Alto uso (Pc 70 o más) | 64 | 37.2 | |
Religión | Bajo uso (Pc 0 a 30) | 25 | 14.5 |
Medio bajo uso (Pc 30 a 50) | 50 | 29.1 | |
Medio alto uso (Pc 50 a 70) | 36 | 20.9 | |
Alto uso (Pc 70 o más) | 61 | 35.5 | |
Evitación Emocional | Bajo uso (Pc 0 a 30) | 19 | 11.0 |
Medio bajo uso (Pc 30 a 50) | 42 | 24.4 | |
Medio alto uso (Pc 50 a 70) | 49 | 28.5 | |
Alto uso (Pc 70 o más) | 62 | 36.0 | |
Búsqueda de apoyo profesional | Bajo uso (Pc 0 a 30) | 3 | 1.7 |
Medio bajo uso (Pc 30 a 50) | 67 | 39 | |
Medio alto uso (Pc 50 a 70) | 20 | 11.6 | |
Alto uso (Pc 70 o más) | 82 | 47.7 | |
Reacción Agresiva | |||
Bajo uso (Pc 0 a 30) | 30 | 17.4 | |
Medio bajo uso (Pc 30 a 50) | 37 | 21.5 | |
Medio alto uso (Pc 50 a 70) | 39 | 22.7 | |
Alto uso (Pc 70 o más) | 66 | 38.4 | |
Evitación Cognitiva | Bajo uso (Pc 0 a 30) | 54 | 31.4 |
Medio bajo uso (Pc 30 a 50) | 36 | 20.9 | |
Medio alto uso (Pc 50 a 70) | 22 | 12.8 | |
Alto uso (Pc 70 o más) | 60 | 34.9 | |
Reevaluación Positiva | Bajo uso (Pc 0 a 30) | 86 | 50.0 |
Medio bajo uso (Pc 30 a 50) | 19 | 11.0 | |
Medio alto uso (Pc 50 a 70) | 21 | 12.2 | |
Alto uso (Pc 70 o más) | 46 | 26.7 | |
Expresión de dificultad de afrontamiento | Bajo uso (Pc 0 a 30) | 51 | 29.7 |
Medio bajo uso (Pc 30 a 50) | 31 | 18.0 | |
Medio alto uso (Pc 50 a 70) | 23 | 13.4 | |
Alto uso (Pc 70 o más) | 67 | 39.0 | |
Negación | Bajo uso (Pc 0 a 30) | 114 | 66.3 |
Medio bajo uso (Pc 30 a 50) | 21 | 12.2 | |
Medio alto uso (Pc 50 a 70) | 15 | 8.7 | |
Alto uso (Pc 70 o más) | 22 | 12.8 | |
Autonomía | Bajo uso (Pc 0 a 30) | 37 | 21.5 |
Medio bajo uso (Pc 30 a 50) | 62 | 36.0 | |
Medio alto uso (Pc 50 a 70) | 27 | 15.7 | |
Alto uso (Pc 70 o más) | 46 | 26.7 |
Nota: (Pc) percentil del instrumento por subcategoría (Londoño et al., 2006).
Por último, en la Tabla 3 se muestran las estrategias de afrontamiento implementadas según el tiempo de la finalización del vínculo. La estrategia de solución de problemas es usada poco durante los primeros 12 meses después de la finalización de la relación. La búsqueda de apoyo social es poco frecuente para los usuarios que finalizaron el vínculo hace 6 meses, pero se evidencia mayor uso en los de 7 meses. Por otro lado, se evidencia mayor uso de la evitación emocional en los participantes con tres meses de la finalización del vínculo.
La búsqueda de apoyo profesional es utilizada en mayor medida por los participantes con 6 meses de duelo y la reacción agresiva es implementada mayoritariamente hasta los 11 meses. En cuanto a la evitación cognitiva, se identifica mayor uso en los participantes que llevan 6 meses, y menor uso luego de este tiempo. La expresión de la dificultad de afrontamiento es baja los primeros 6 meses, y alta posterior a ello. La reevaluación positiva evidencia valores mayoritariamente bajos en los participantes en duelo en los primeros 6 meses, y luego del año hay mayor implementación en los demás grupos. En cuanto a la negación, hay una tendencia al bajo uso desde el primer mes de la finalización del vínculo. Por último, la estrategia de autonomía presenta niveles bajos los 6 primeros meses y niveles altos en los participantes con mayor tiempo de haber finalizado la relación.
Discusión
El objetivo de la investigación consistió en la identificación de las diferentes estrategias de afrontamiento que utilizan las personas en duelo por finalización de la relación de pareja.
La muestra abordada estuvo conformada por 172 personas, 51.6 % hombres y 42.4 % mujeres, en su mayoría solteros, con nivel de escolaridad universitario y con una media de edad de 22.9. Respecto a los datos relacionados con la variable del vínculo de pareja, se identificó una media del tiempo de la finalización de la relación de 6.76 meses y una media del tiempo que duró la relación de 20.22 meses.
En cuanto a la finalización de la relación, el 64 % habían finalizado el vínculo hacía 6 meses; el 18.6, entre los 7 a 12 meses, y el 17.4, más del año. Estos datos sugieren que la mayoría de la muestra se encuentran en un proceso de duelo reciente que, para autores como García (2014), comprende diferentes fases y se caracteriza por la presencia de crisis relacionadas con la respuesta y manejo emotivo y cognitivo.
No obstante, Arévalo y Reina (2019) describen que la afectación en la transición de este proceso depende de varios factores, como la percepción del valor de la perdida y los recursos personales del individuo, para volver adecuarse a las condiciones de vida. Asimismo, la afectación a nivel de pareja es distinta, ya que puede llevar a generar emociones ambivalentes, donde en ocasiones es difícil reconocer cual es el sentimiento en particular que prevalece (Prado, 2017).
En consonancia con lo anterior, es importante precisar que el proceso de duelo puede variar de acuerdo con la historia de cada persona (Uribe & Vélez, 2016). Autores como Barajas et al. (2017) y Neimeyer (2015) consideran también pertinente revisar los factores que están relacionados con el impacto del duelo, ya que condiciones como el tipo de apego, dependencia, expectativas, nivel de compromiso, el tiempo de vinculación y la forma en cómo se disuelve la relación median en esta experiencia.
Con respecto a la duración de la relación, se identificó que el 46 % habían estado entre 13 a 24 meses, y el 36 %, entre 25 a 36 meses. Este periodo de tiempo puede ser crucial para el desarrollo y fortalecimiento del vínculo, el cual, al finalizar, puede generar mayor afectación emocional.
Algunas teorías como la del apego de Bowlby (1969) sugieren que el dolor experimentado en la ruptura puede deberse al tipo de apego dependiente y el nivel del mismo que se tiene hacia la otra persona. Para este autor, a mayor tiempo dentro de una relación, mayor es el nivel de apego y mayor es la sensación de malestar en la ruptura debido a que el objeto que proveía las diferentes sensaciones de seguridad, apoyo, compañía y afectividad no está presente. Lo anterior guarda relación con las conclusiones reportadas en el estudio de Martínez et al. (2021), en las que indican que las emociones negativas o positivas que se pueden experimentar en la ruptura de pareja, están permeadas por variables como la dependencia emocional y la duración del vínculo. Por otro lado, Retana y Sánchez (2020) encontró, en su estudio con 547 participantes, que los efectos emocionales en la ruptura de pareja incrementan cuando se trata de premisas histórico culturales que las personas tienen sobre su sentir, principalmente, en personas con vivencias de abandono, un estilo de apego ambivalente y ansioso.
Desde otra perspectiva relacional, cuando se finaliza una relación afectiva que ha perdurado en el tiempo, el dolor de la perdida está estrechamente relacionado por los vínculos emocionales construidos, las dinámicas de relación, los proyectos establecidos en pareja y los recursos físicos, psicológicos y emocionales invertidos en el vínculo (Gomendio, 2019).
Asimismo, algunos autores refieren que también se presenta una pérdida de la identidad, ya que en las relaciones se crean sistemas de interdependencia para satisfacer necesidades emocionales y relacionarnos con el mundo.
Cuando la relación se acaba, las personas pueden sentir que han perdido una parte de sí mismas, ya que construyeron y fortalecieron una identidad en relación con el otro y no en ausencia de este (Gomendio, 2019). Esta situación puede conllevar al desarrollo de trastornos emocionales que afectan directamente la calidad de vida de la persona.
Lo anterior se logró identificar en el estudio realizado por Puente (2017), en el que se mostró que el 48.2 % de la muestra que había sufrido una ruptura de pareja presentaba niveles moderados y graves de depresión, y, en países como Chile, la ruptura afectiva se encuentra como la segunda causa de suicidios en jóvenes (Muñoz, 2018).
Por otro lado, y en consonancia con la variable temporalidad en la relación, Aragón y Cruz (2014) refieren que, cuanto más tiempo ha pasado luego de la ruptura, menores son los niveles de síntomas depresivos. Según estos autores, el factor tiempo y distanciamiento del evento estresor permite la reorganización de vida y ayuda a procesar mejor la situación.
Ahora bien, otro factor que media sobre esta experiencia es la manera en cómo finaliza el vínculo, que, para el presente estudio, el 41.3 % manifestaba haber finalizado por las discusiones, seguido del 29.1 % por infidelidad.
Para Gottman y Silver, (2012, citados en Echeburúa & Muñoz, 2017), el deterioro de la relación de pareja inicia cuando hay mayores desencuentros y condiciones de conflicto a la hora de resolver las problemáticas que se presentan. Asimismo, refieren que la falta del cumplimiento de los acuerdos para estar dentro del vínculo, como la infidelidad, entre otros, son causas directas que llevan a la finalización de la relación. Esta postura coincide con las conclusiones del estudio realizado por Villavicencio y Jaramillo (2020), quienes manifiestan que cuando hay un mayor desgaste emocional dentro de la relación, esta puede verse afectada y trae consigo repercusiones a nivel psicológico y físico en los miembros.
En cuanto a las estrategias de afrontamiento, se pudo identificar que las más utilizadas por la muestra fueron la búsqueda de apoyo social, la espera, religión, evitación emocional, el apoyo profesional, la reacción agresiva, la evitación cognitiva y la expresión de dificultad de afrontamiento.
El apoyo social en el duelo resulta vital, ya que permite la exteriorización del dolor y la resignificación de este, conforme se va comunicando a las redes de apoyo cercano lo sucedido. Según Frankl (1985), cuando la persona tiene redes sociales y profesionales para hablar de sus experiencias traumáticas, puede darles un nuevo significado a ellas al compartirlas, ya que en este ejercicio se desarrolla una comprensión mayor de los sucesos y puede dotar de propósito y sentido lo ocurrido para así trascenderlo. Asimismo, es un factor protector ante el desarrollo de trastornos afectivos, como la depresión. Estudios como los de García e Ilabaca (2013) demuestran que la búsqueda de apoyo social suele relacionarse con mayores niveles en el bienestar psicológico, la autoaceptación y crecimiento personal. De esta forma, Henao y Muñoz (2021) indican en sus resultados de estudio que las actividades que involucran el relacionamiento social, como el deporte, las actividades culturales, el compartir con amigos y familia, contribuían al manejo emocional de esta situación y mejoraban la relación de las personas consigo mismas. Lo anterior, también se alcanza a través de la búsqueda del apoyo profesional, como lo manifiesta Zamora et al. (2020), al indicar que desde este campo se ayuda a la persona a salir de los procesos de victimización y a mejorar las estrategias de afrontamiento.
La evitación emocional que resulta ser una estrategia pasiva en la cual se evita expresar lo que se siente, ya sea por la carga afectiva o desaprobación del entorno (Londoño et al., 2006), puede traer consigo diferentes complicaciones en el manejo del duelo, y para el caso de la presente muestra, la mayoría hacían uso de esta estrategia y también se presentaba predominantemente en los sujetos con un tiempo de duelo no mayor a tres meses.
La tristeza como emoción proporciona un espacio cognitivo de reflexión que no brinda con facilidad cualquier otra emoción. La tristeza bien vivida permite conectar con lo ocurrido, asimilar la perdida, encontrar significado y ayuda a hacer los ajustes necesarios, producto de lo aprendido, para evitar repetir condiciones que nos lleven de nuevo a situaciones de sufrimiento (Goleman, 1995).
En un estudio realizado por Fernandez-Barocal et al. (2003 citado en Garavito et al., 2020), se demostró que la supresión emocional es un predictor de síntomas depresivos y desesperanza, ya que la no vivencia sana de las emociones, el impedimento o negación para comunicar los sentimientos limitan la búsqueda de apoyo y aumenta la afectación en el estado ánimo.
En esta misma línea, las altas puntuaciones en la estrategia de evitación cognitiva, en la que se usa la distracción y la negación para no atender los pensamientos que pueden desencadenar emociones desagradables, también fue una estrategia de mayor uso por la muestra en general y estaba muy presente en los sujetos con duelo reciente (3 meses).
Esta estrategia aparentemente adaptativa a las circunstancias puede dificultar la transición en el duelo. Desde los modelos cognitivo-conductuales, por ejemplo, se postula que el sufrimiento de las personas se debe en parte a cómo interpretan y procesan los sucesos vividos (Beck et al., 2010). Muchos pensamientos negativos son aceptados con facilidad en estas situaciones y el no cuestionamiento de estos por evitar pensar puede conducir al empeoramiento de los sentimientos de tristeza e ira (Beck et al., 2010).
Por otro lado, prestar atención a qué tipo de pensamientos están presentes en el duelo permite saber sobre qué trabajar para resolverlo, y en este proceso es indispensable el acompañamiento de un profesional en salud mental, que, para fines del presente estudio, representó un recurso valioso para la muestra, ya que la mayoría hacia uso de esta estrategia de afrontamiento y era mayormente utilizada por los sujetos con un duelo reciente no mayor a 6 meses.
Por último, las estrategias que presentaron menor uso en la muestra fueron la búsqueda de solución de problemas y la reevaluación positiva.
Según Londoño et al. (2006), la búsqueda de solución de problemas, que implica analizar las causas de lo ocurrido y buscar mecanismos para solucionarlo, es una estrategia de tipo activa. No obstante, se presentan bajo uso de esta en los sujetos que se encontraban en diferentes tiempos de finalización de la relación de pareja.
Una hipótesis teórica del poco uso de esta estrategia puede girar en torno a las razones por las que finaliza el vínculo; en este estudio predominaron las discusiones y la infidelidad. Según Ellis (1962 citado por Lega & Velten, 2008), estas dos condiciones pueden generar que la persona perciba que el vínculo está muy deteriorado, lo cual conduce a la desesperanza y al abandono. Beck (1999), por su parte, manifiesta que la infidelidad y las discusiones traen consigo la formación de pensamientos negativos y distorsionados que dificultan la búsqueda de solución de problemas y la continuación de la relación.
Respecto a la reevaluación positiva, resulta interesante identificar bajos niveles en las muestras en duelo hasta los 11 meses de haber finalizado el vínculo. Según Londoño et al. (2006), esta estrategia se caracteriza por un patrón cognitivo en el que la persona busca aprender de las dificultades vividas, identificando así elementos positivos para su crecimiento personal.
Los resultados de este estudio muestran que la reevaluación de la situación no ocurre con facilidad en las etapas recientes del duelo debido a la intensidad de la afectación emocional presente en estas primeras etapas. Algunos estudios, como los de Marshall et al. (2013), reportaron que en sus resultados de análisis comparativo entre jóvenes se encontró que el factor tiempo fue necesario para que el pensamiento de tipo rumiativo y de aceptación de la finalización de la relación diera lugar a una mayor reevaluación y crecimiento personal.
En contra parte, el estudio de Del Palacio et al. (2016) indica que la capacidad de reevaluación del crecimiento personal luego de una ruptura se encuentra fuertemente influenciado más por la capacidad del procesamiento de la información de los sucesos a corto y largo plazo, ya que este da lugar a los aprendizajes necesarios para la recuperación. En ese sentido, quienes dedican tiempo a dar sentido a las experiencias vividas en la relación, abordan el contenido negativo comprendiendo la causa, reevalúan las conductas que son necesarias cambiar y en qué deben mejorar regulan considerablemente sus emociones y modifican el impacto de estas en su salud mental (Fabac, 2020; Gross, 2015; Orejuela et al., 2019).
Otros estudios, como los de Izurieta (2015), también concluyeron que las estrategias asociadas a altos niveles de bienestar psicológico eran la resignificación del suceso, la evitación de relación con el estímulo estresor, el apoyo social y profesional y la expresión emocional.
Teniendo en cuenta el alcance del presente estudio y sus limitaciones, se recomienda para futuras investigaciones en esta línea acceder a una muestra más amplia y equitativa por grupos, donde se evalúen las diferencias entre las estrategias usadas según el tiempo de finalización de la relación de pareja.