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Antipoda. Revista de Antropología y Arqueología

Print version ISSN 1900-5407

Antipod. Rev. Antropol. Arqueol.  no.26 Bogotá Sep./Dec. 2016

https://doi.org/10.7440/antipoda26.2016.04 

Cuando diez años parecen más que una década: nostalgia y orgullo en dos conmemoraciones de un instituto argentino de formación científica*

Ana Spivak L'Hoste** - CONICET, Universidad Nacional de San Martín, Argentina

** Doctora en Ciencias Sociales, Universidad Estadual de Campinas, Brasil. Actualmente vinculada con el Centro de Estudios de Historia de la Ciencia y la Técnica José Babini, Universidad Nacional de San Martín. Entre sus últimas publicaciones están: "De vocación (des) ánimos y honores: emoción y trayectorias en ciencia". Eä - Revista de Humanidades Médicas & Estudios Sociales de la Ciencia y la Tecnología 6 (2): 77-94, 2014. "Fondos públicos, proyectos tecnológicos y violencia estatal: tensión de memorias de dictadura en una institución tecnocientífica argentina". Mana 21 (1): 157-179, 2015. anaspivak17@yahoo.com.ar

DOI: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda26.2016.04


RESUMEN:

El 1 de agosto de 1955 se inauguró el primer día de clases del Instituto de Física de Bariloche (actual Instituto Balseiro), un centro de formación de físicos e ingenieros con sede en Bariloche, Argentina. En 2005 como parte de un trabajo etnográfico más amplio que incluyó entrevistas abiertas y observaciones en la institución, participé de la conmemoración de su cincuentenario, que consistió en un acto académico y un almuerzo de camaradería. Diez años después (2015) me sumé a una nueva celebración de similar organización en el mismo instituto. Este artículo se centra en una de las diferencias surgidas entre ambos festejos: el protagonismo de un pasado fundacional y nostálgico en la primera ceremonia y la apuesta por un orgulloso presente en la segunda. Se explorará, por un lado, el pasado nostálgico y el laudatorio presente que se configura en los eventos; por otro lado, se analizará aquello que dichos pasados y presentes activan en cada caso y los contextos que fundamentan sus diferencias. Se concluirá aportando algunas pistas para avanzar sobre los modos en que las políticas de ciencia y tecnología son experimentadas por parte de los responsables de cumplir con sus agendas.

PALABRAS CLAVE:

Etnografía, Argentina (Thesaurus); conmemoración, nostalgia, orgullo, Instituto Balseiro (palabras clave del autor).


When ten years seems more than a decade. Nostalgia and pride at two commemorations of an Argentinian scientific training institute

ABSTRACT:

On August 1, 1955 was the first day of classes in the Institute of Physics of Bariloche (current Balseiro Institute), a training center of physicists and engineers based in Bariloche, Argentina. In 2005, as part of a larger ethnographic work that included open interviews and observations in the institution, I participated in the commemoration of its fiftieth anniversary, which consisted of an academic ceremony and a lunch of camaraderie. Ten years later, in 2015, I joined a new celebration with similar organization. This article will focus on one of the differences that existed between the two celebrations: the emphasis of a foundational and nostalgic past in the first ceremony, and the role of a proud present in the second. It will explore, on the one hand, the nostalgic past and laudatory present that are represented in the events. On the other hand, It will analyze what these past and present enact at each ceremony and the contexts in which are based its differences. It will conclude by providing some clues to advance about the ways in which science and technology policies are experienced by those responsible to acomplish their agendas.

KEYWORDS:

Ethnography, Argentina (Thesaurus); commemoration, nostalgia, pride, Instituto Balseiro (author´s keywords).


Quando dez anos parecem mais do que uma década: nostalgia e orgulho em duas comemorações de um instituto argentino de formação científica

RESUMO:

No dia 1º de agosto de 1955, foi o primeiro dia de aula do Instituto de Física de Bariloche (atual Instituto Balseiro), um centro de formação de físicos e engenheiros com sede em Bariloche (Argentina). Em 2005, como parte de um trabalho etnográfico mais amplo que incluiu entrevistas abertas e observações na instituição, participei da comemoração de seu cinquentenário, que consistiu num ato acadêmico e num almoço entre colegas. Dez anos depois (2015), uni-me a uma nova celebração de semelhante organização no mesmo instituto. Este artigo se centraliza numa das diferenças surgidas em ambos os eventos: o protagonismo de um passado fundacional e nostálgico na primeira cerimônia e a aposta por um orgulhoso presente na segunda. Nesse sentido, serão explorados, por um lado, o passado nostálgico e o enaltecedor presente que se configuram nos eventos; por outro, será analisado aquilo que esses passados e presentes ativam em cada caso e os contextos que fundamentam suas diferenças. Na conclusão, contribuem-se com algumas pistas para avançar sobre os modos em que as políticas de ciência e tecnologia são experimentadas por parte dos responsáveis de cumprir com suas agendas.

PALAVRAS CHAVE:

Etnografia, Argentina (Thesaurus); comemoração, nostalgia, orgulho, Instituto Balseiro (palavras-chave do autor).


Las dinámicas ligadas a la producción de conocimiento científico y tecnológico se consolidaron como objeto de estudio de las ciencias sociales desde los años setenta. Diversas disciplinas, y con distintos enfoques, abordaron, entre otras cuestiones, prácticas y discursos de los actores ligados a dicha producción, estrategias de negociación de agendas, jerarquías, rutinas y tensiones. Esta producción académica, que alimenta los llamados Estudios Sociales de la Ciencia y la Tecnología, contribuyó a desentrañar los múltiples contextos y prácticas que modelan tanto el trabajo de científicos y tecnólogos como la propia producción del conocimiento.

Algunos investigadores, enmarcados en estos estudios, se inspiraron tempranamente en la antropología para desarrollar la parte empírica de sus trabajos. Más precisamente, se inspiraron en la etnografía, su método por excelencia. Esto derivó en una serie de textos en los cuales dicho método, concebido como la permanencia y observación prolongada en el tiempo en cierto lugar o con un determinado grupo social (Louvel 2008), aportó profundidad -sobre todo descriptiva- al análisis de las dinámicas de producción de ciencia y tecnología. Una década después, los antropólogos comenzaron a definir dichas dinámicas como objeto de análisis propio sumando supuestos, preguntas y conceptos en línea con la propia evolución de la etnografía (Stagnaro 2003). Estos trabajos se enfocaron tanto en los efectos del conocimiento científico y tecnológico en las prácticas y representaciones del mundo contemporáneo (Hess 1995; Downey y Dumit 1998) como en los espacios de su producción (laboratorios, instituciones) como loci etnográficos (Traweek 1988; Franklin 1995; Gusterson 1996; Martin 1998, entre otros).

En esta última línea se inscribe mi investigación. Desde el año 2001 realizo trabajo de campo etnográfico entre profesionales de la ciencia y la tecnología. Este trabajo, que sumó estadías prolongadas en distintos ámbitos de la Comisión Nacional de Energía Atómica (en adelante CNEA), habilitó la observación y el diálogo con sus miembros. En interacción con dicho trabajo empírico surgieron las problematizaciones que orientaron mi pesquisa: la construcción y actualización de identidades tecnocientíficas, los usos políticos del pasado y la transmisión de sentidos de pertenencia. Este texto retoma estas dos últimas temáticas a partir del análisis comparativo de dos eventos en los que participé en mi trabajo de campo: las conmemoraciones por los 50 y los 60 años del Instituto Balseiro, un centro de formación científica que depende de CNEA y de una universidad nacional.

El primero de agosto del 2005 se cumplió el cincuenta aniversario del Instituto Balseiro, una de las instituciones dedicadas a la enseñanza e investigación en física e ingeniería más reconocidas de Argentina, con sede en la patagónica ciudad de Bariloche. Este aniversario se celebró doblemente. Por la mañana en un acto público de acceso irrestricto, el acto central, desarrollado en el teatro Arrayanes en el centro de la ciudad. Y, desde el mediodía, en el ágape, como se denominó en su difusión, almuerzo realizado en el gimnasio del predio al cual solo personal del instituto, familias y autoridades invitadas tuvieron acceso. Diez años después hubo también un acto académico en el teatro La Baita (nuevo nombre del teatro Arrayanes) y un almuerzo organizado para celebrar una nueva década del instituto en el mismo gimnasio del plantel.

Ahora bien, más allá de estas coincidencias en la estructura formal, lo que sucedió en los eventos, su contenido y protagonistas fue diferente. El acto del 2005 configuró, como veremos, un escenario protagonizado por el pasado fundacional. Un pasado que se acercó al presente en discursos y escenificaciones particularizando la institución y delimitando una pertenencia de los participantes a ella en un contexto caracterizado como adverso. En el 2015, en cambio, las referencias al pasado fueron menos y fueron otras. Y, en todo caso, apuntaron a sostener la valorización positiva del presente fundada en las políticas científicas y tecnológicas recientes asociada a una trama social que excede los límites de pertenencia afirmados en el primer festejo.

Asistí y registré ambas conmemoraciones en el marco de trabajos etnográficos más amplios que incluyeron sucesivas visitas al Instituto Balseiro (con mayor frecuencia y duración entre 2002 y 2005 y durante el año 2015), intercambios con estudiantes, docentes-investigadores y responsables (entrevistas en profundidad, encuentros informales, diálogos vía correo electrónico), observaciones de rutinas de trabajo y eventos extra-cotidianos, lectura de documentos y fuentes sobre la historia de instituto, entre otras actividades. Fue esa asistencia y registro de las celebraciones, en diálogo con otros materiales empíricos producidos previa y posteriormente, lo que me señaló su relevancia analítica y que anticipa hoy sus potencialidades comparativas. Se trata, sugiere Peirano (2001) retomando los planteos clásicos de Durkheim sobre el ritual, de actos de sociedad que permiten acceder a las visiones dominantes que en ellos se revelan. Es decir, ocasiones en las cuales los miembros del colectivo social involucrado representan, a través de diversos modos comunicativos -oralidad, escrito, imágenes- sus perspectivas sobre el mundo y sobre sí mismos ante ellos y ante otros actores a través de la actuación (Bauman 1986). Con base en los registros de ambas conmemoraciones pero en diálogo con los otros materiales mencionados, el propósito de este trabajo es, en primer lugar, analizar las perspectivas sobre el mundo y sobre sí mismos que se expresan en cada evento. Se abordarán, en particular, los contenidos que estas representan y comunican en vínculo con los marcos contextuales que las fundamentan. En segundo lugar, se profundizará sobre los efectos performativos de los eventos (Taylor 2003). Más precisamente, sobre aquello que las conmemoraciones producen en términos de delimitación de pertenencia, de afirmación de definiciones sobre el quehacer científico y de acuerdos o cuestionamientos de sus agendas.

De objetos de celebración

A fines del siglo XX se desarrolló en los países del norte un fenómeno que la historiadora de la ciencia Pnina Abir-Am llamó "manía de conmemoración" (1999, 1). Se celebraron, en ese período, aniversarios de acontecimientos importantes (los doscientos años de la Revolución Francesa, los cincuenta del fin de la Segunda Guerra Mundial). Abir-Am sitúa, entre esas conmemoraciones, a las vinculadas con la ciencia. En un mundo donde esta es fuente de alfabetismo cultural y bienestar económico, afirma la autora, el renacimiento a gran escala de las conmemoraciones no podía excluirla. Los bicentenarios de instituciones científicas o el cincuentenario de las explosiones nucleares en Japón ilustran estas conmemoraciones, entre muchas otras, que involucran conocimientos o aplicaciones científicas o refieren a acontecimientos de los cuales ese conocimiento es parte.

El párrafo anterior sintetiza la reflexión introductoria de la edición de la revista Osiris dedicada a conmemoraciones en la ciencia. Una edición cuyos artículos rescatan el potencial comparativo de esos eventos focalizados en el componente científico de la actividad conmemorativa y en las características que comparten con conmemoraciones en otras esferas de la sociedad (Abir-Am 1999). La edición se organiza en tres partes en función de los objetos sobre los cuales los eventos analizados se concentran. Primero se abordan eventos que tienen a héroes de la ciencia como objeto, hombres de reconocida producción científica e inseparables de sus descubrimientos. En segundo lugar se estudian eventos cuyos objetos son las propias instituciones científicas. Eventos que envuelven, fundamentalmente, una interacción entre procesos históricos, la institución y las agendas de trabajo y que, a diferencia de las anteriores, refieren más al laboratorio que al director, a lo colectivo que a lo individual (Seidel 1999). En muchos casos, incluso, presentan propuestas de identidad profesional que involucra al conjunto de participantes y oculta diferencias entre quienes se asumen como parte (Pestre 1999). Por último, los artículos que contiene la edición observan eventos que destacan aspectos disciplinares: descubrimientos, teorías, técnicas, etcétera.

Las conmemoraciones que analizo en este artículo involucran a una institución científica: el centro de formación de grado y posgrado de físicos e ingenieros Instituto Balseiro. El instituto se fundó en 1955 tras la firma de un convenio de colaboración entre la recientemente organizada CNEA y la Universidad Nacional de Cuyo. A partir de esa firma CNEA, organismo estatal originalmente responsable de la investigación y el asesoramiento en materia nuclear1, cedió un predio cercano a Bariloche y parte del presupuesto para financiar sus actividades de formación orientada, en ese entonces, a las físicas nuclear y de metales (Hurtado 2014). La universidad se comprometió, a cambio, a supervisar las tareas de enseñanza y pagar los salarios ligados a las mismas. Desde sus inicios, los estudiantes acceden al instituto en número limitado tras dos años de formación previa en algún centro universitario y un examen eliminatorio de ingreso. Una vez aceptados cursan sus carreras con una beca que garantiza la dedicación exclusiva al estudio (condición excepcional en las casas de altos estudios de Argentina).

El instituto, que reconoce un amplio prestigio a nivel nacional e internacional, funciona dentro del campus del Centro Atómico Bariloche, uno de los tres centros de Investigación y Desarrollo de CNEA. Esto acerca a los estudiantes a laboratorios, equipos de investigación e investigadores que son, además, sus profesores. Los proyectos a los que se incorporan en su formación se orientan a temas diversos, desde física básica hasta desarrollo de tecnologías nucleares, articulando una trama heterogénea de campos, propósitos de investigación, agendas de trabajo y actores que, veremos, se movilizan en los eventos.

Retomando la tipología que establece Abir-Am, las conmemoraciones del Instituto Balseiro definieron a la institución como objeto. Los discursos y prácticas de cada evento performaron cierta forma (aunque no la misma) de unidad institucional acomodando significaciones sobre los acontecimientos del pasado al presente a celebrar. Ambos festejos destacaron, asimismo, determinadas condiciones de cada uno de esos presentes. Ahora bien, aunque la institución haya sido el objeto de festejo en cada ceremonia, estas no se focalizaron en equipos de trabajo, laboratorios ni en una identidad profesional compartida, como proponen los artículos recopilados en la mencionada edición especial de la revista Osiris. De hecho, poco coincidieron en aquello que eligieron destacar y comunicar sobre el instituto.

De pasado a presente

Durante el acto central del año 2005 se sucedieron, intercalados por distintas actividades y con la moderación de dos locutores, cinco oradores: los entonces director del Instituto Balseiro, gerente del Centro Atómico Bariloche y presidente de CNEA (todos físicos graduados del Instituto Balseiro y de larga trayectoria, al menos los dos primeros, de docencia en la institución), la rectora de la Universidad Nacional de Cuyo y un graduado de las primeras promociones de físicos que pasó la mayor parte de su carrera trabajando en el instituto y en el centro atómico asociado a él. El primero en tomar la palabra, el director del instituto, describió la vida política de los años cincuenta para situar su creación y ponderar la apuesta a la formación científica como logro y hazaña. Le siguió el gerente del Centro Atómico que mencionó el Proyecto Huemul subrayando el contraste entre este y la nueva institución2. La rectora enfatizó, por su parte, la histórica relación entre su universidad y el instituto recalcando sus orígenes y continuidad. En esa línea, el presidente de CNEA dio detalles del convenio que inició ese vínculo. Finalmente, el graduado estructuró su discurso en torno a acontecimientos, protagonistas y rutinas en Bariloche durante los primeros tiempos de instituto3.

Así, los oradores anclaron sus discursos en el pasado. Pero no en cualquier pasado, el pasado fundacional, sus protagonistas, sus objetivos y rutinas. Un pasado que se articuló en torno de biografías que superan su idiosincrasia singular y enarbola sentidos y valores colectivos (Daston y Sibum 2003). En esa dirección, argumentaciones y valorizaciones sobre personas, asociadas a los contextos y decisiones de esos primeros años (la necesidad de formar recursos humanos en física escasos en ese momento en el país, el convenio con la universidad, el Proyecto Huemul, el origen de la formación ligada a la pesquisa, etcétera) fueron la columna vertebral de las exposiciones. El lugar asignado como orador a un graduado de las primeras promociones es una evidencia más de la intención de hacer de ese pasado un paradigma del presente (Turner 1974).

Los discursos del cincuentenario condensaron ese pasado fundacional principalmente en la figura de José A. Balseiro4, denominado fundador, y en los pioneros que lo acompañaron: los primeros profesores y estudiantes presentes en el evento. Fundador y pioneros comunicaron sentidos de origen ligados al instituto, a su establecimiento en una Bariloche entonces pueblito5 y a prácticas de formación científica en nexo con la investigación, novedosas entonces en los centros educativos argentinos6. Ahora bien, el énfasis en los inicios no solo se inscribió en los discursos. También se incorporó en las prácticas que configuran la celebración. Es el caso de los homenajes que individualizaron a los pioneros y a Covita, viuda de Balseiro. Todos fueron nombrados, convocados al escenario, aplaudidos, fotografiados. Homenajes que tuvieron, además, un correlato en la disposición espacial de estos participantes en el evento. Durante el acto, aún sin restricciones de ubicación, los pioneros ocuparon las filas cercanas al palco por indicación de los organizadores. Durante el almuerzo fueron asignados a un sector del gimnasio, el único con mesas reservadas con nombres propios. En hacer del pasado un paradigma de presente también contribuyeron las imágenes que se proyectaron en el escenario, se colgaron en los pasillos del teatro o se vendían como postal. Imágenes que mostraban a Balseiro, a los pioneros, en sepia o blanco y negro, sus rostros en primer plano o al frente de los más antiguos edificios del predio, con punteros de madera en mano o en sus actos de graduación.

En 2015 también hubo cinco oradores: el director del instituto (ingeniero en telecomunicaciones con algunos años de docencia en el instituto), el rector de la Universidad Nacional de Cuyo, la presidenta de CNEA (fisica que se formó y ejerció en Buenos Aires), la intendenta de Bariloche y uno de los primeros profesores del Instituto, reconocido profesional que desarrolló la mayor parte de su carrera en un centro de investigación de la ciudad de Córdoba. Pero ese día el eje de la celebración tomó un rumbo distinto.

El sesenta aniversario no festejó los tiempos fundacionales sino aquellos contemporáneos a la celebración. Un presente, caracterizó el director, "de valoración de la ciencia y la tecnología como instrumento clave para el crecimiento del país y el desarrollo de la sociedad". El conocimiento como motor de la sociedad, en relación con los proyectos nucleares de envergadura en marcha (finalización de la central nuclear Atucha 2, nuevos proyectos de construcción de reactores de investigación y de infraestructura para la medicina nuclear, entre otros), fue eje de los discursos. El presente, en nexo con el conocimiento, el desarrollo tecnológico y las políticas que estimularon el relanzamiento del plan nuclear en el año 2006 se referenció en las imágenes que decoraron o se distribuyeron como folletos en el evento. Imágenes que mostraban equipamientos de investigación publicitaban las carreras de ingeniería del instituto y las especialidades nucleares e ilustraban algunos de los proyectos en curso. Los oradores, por su parte, destacaron la actualidad del instituto, sus prioridades (tecnologías ligadas a la producción de nucleoelectricidad y otras aplicaciones pacíficas de la energía atómica, formaciones en física médica y medicina nuclear, etcétera) así como la importancia del incremento presupuestario de la última década decidido por el gobierno nacional. Y destacaron, asimismo, la necesidad de reforzar la conexión entre el instituto y otras realidades, la necesidad "de repensar su función como entidad señera en enseñanza e investigación (...) y repensar nuestra responsabilidad social con los destinos del país", subraya el director en su exposición. Y continúa:

    El proyecto de desarrollo científico no puede estar desligado de un proyecto de país. El sistema científico argentino no es un ambiente aislado cercado en una torre de marfil sino que estamos íntimamente comprometidos con las condiciones sociales, políticas y económicas. Hoy la sociedad nos demanda, y los investigadores y docentes vinculados a la ciencia y la tecnología nos demandan que produzcamos, fortalezcamos y divulguemos conocimiento que ilumine el camino del desarrollo social. El instituto debe acompañar la profundización de este proyecto (Director del instituto Balseiro, Bariloche, 1 de agosto de 2015).

Los pioneros, o buena parte de ellos, también presentes en el 2015, no protagonizaron homenajes (de hecho los homenajeados esta vez fueron los técnicos de laboratorio en ejercicio). Tampoco tuvieron asignados lugares ni se los visualizó en imágenes o fotos. Hubo, no obstante, un tiempo anterior al presente que se concentró en la exposición de uno de sus primeros profesores. Un físico de noventa y cinco años que subió al escenario para testimoniar algunos aspectos de la creación del instituto y de sus primeros años desplegando, en su discurso, más nombres que aquellos que protagonizaron el acto del 2005. Entre otros, los de Enrique Gaviola y Juan Domingo Perón, el primero tal vez el físico argentino más reconocido de esos tiempos fundacionales, el segundo el presidente de la nación cuando se creó el instituto y a quien el orador atribuyó la responsabilidad última de su fundación. Más allá de esas referencias al pasado, a las que se sumaron algunas menciones sobre los años noventa para afirmarse en contraposición, años en los que se suspendió el desarrollo nuclear argentino desfinanciando proyectos y reduciendo tanto su personal como sus incumbencias7, el momento del acto es el del festejo. Del festejo del instituto pero también de la institución en que se enmarca y de las políticas en ciencia y tecnología que parecen justificar su celebrada coyuntura.

Los participantes de ambas celebraciones

    A todos ustedes que se esfuerzan en el día a día, que son la razón de ser de todo esto, alumnos y docentes, técnicos y administrativos, investigadores y personal de apoyo. A sus familias. A todos quiero agradecerles desde lo más profundo de mi alma. A quienes ponen el hombro hoy y a quienes nos acompañaron en alguna etapa en estos primeros cincuenta años. Porque el instituto no son las aulas no son los laboratorios no son las oficinas. Ustedes son el Instituto Balseiro ustedes son los que llevan adelante esa llama indefinible que encendió Balseiro hace hoy cincuenta años, ese espíritu de pertenencia. Por ustedes es que todo esto vale la pena y que podemos imaginar los próximos cincuenta años con mucho optimismo, qué más puedo decir, gracias a todos ustedes por estos primeros cincuenta años (Director del Instituto Balseiro, Bariloche, 1 de agosto de 2015).

El 1 de agosto del 2005 el entonces director del instituto cerraba así su discurso explicitando cómo esa conmemoración fue planeada para reunir, casi en exclusividad, a los miembros actuales y anteriores del Instituto Balseiro. De hecho los oradores, a excepción de la rectora, fueron exalumnos con amplias trayectorias de docencia e investigación en el Centro Atómico Bariloche. Esta orientación del evento tuvo su correlato en la presencia masiva de estudiantes y profesores, fundamentalmente en el almuerzo donde llenaron las largas mesas del gimnasio. Un almuerzo al que solo se podía entrar presentando una tarjeta impresa que explicitaba la invitación y que se prolongó avanzada la tarde con un clima amistoso y de reencuentro del que cualquier participante u observador externo se sentía claramente ajeno.

Reunidos miembros y exmiembros de la institución, ese ustedes que son el Instituto Balseiro, la conmemoración movilizó una experiencia de comunidad. Una comunidad no caracterizada a priori desde afuera en los términos mertonianos clásicos sino, como sugiere el propio director en su discurso y problematiza Brow en sus trabajos sobre procesos de comunalización (1990), definida en función de sentidos de pertenencia. Sentidos de pertenencia que el evento afirmó y comunicó asociados al origen común (la figura de Balseiro en nexo a valores y proyectos que se afirman también actuales, los pioneros que los retomaron en su ausencia) y a un transcurrir narrado en continuidad. En sus distintos espacios y actividades los participantes de la conmemoración experimentaron su anclaje en el marco de una definición institucional interna, un adentro, jerarquizado pero con una propuesta de homogeneidad a la vez, así como un distanciamiento por medio de efectos de frontera (Hall 2002) del afuera del instituto -o los afuera- del cual se diferencian. De esos afueras que no comparten la trama de pertenencia del instituto que se extiende y perdura más allá de la situación laboral efectiva de los participantes al momento del festejo. Una trama que se enraíza en ese pasado que se representa en el evento como su versión única, legítima y consensual.

Ninguno de los oradores del sesenta aniversario, en cambio, fue alumno del instituto. En la celebración participaron, además, personas que no habían formado nunca parte del mismo. Por otro lado, muchos miembros del instituto no estuvieron en el festejo: acto, almuerzo y, entre ambos, el homenaje a los cuatro detenidos desaparecidos durante la última dictadura militar (1976-1983) que habían pasado por el Balseiro. Diez años después se desdibujaba esa afirmación de una frontera clara entre adentro y afuera asociado al instituto (de hecho las categorías nativas, adentro y afuera, que interpelaron las entrevistas que realicé en torno al 2005, estuvieron ausentes en las recientes). Se desdibujaba, de hecho, la performance de los límites de esa más reducida pertenencia. El sesenta aniversario destacó, con salones menos poblados, otras presencias: la intendenta, funcionaria en línea con la gestión nacional, como oradora y los miembros de los organismos del sector nuclear:

    Me pone muy contenta la presencia del sector nuclear argentino, que acá no están solo presentes los egresados del Balseiro, no están solo presentes en este hermosísimo acto aquellos involucrados por pertenecer a la institución sino que también tenemos la presidencia de Nucleoeléctrica Argentina, de la Autoridad Regulatoria Nuclear, de Invap, de que son todos los que conforman realmente el sector nuclear argentino (Presidenta de CNEA, Bariloche, 1 de agosto de 2015).

Estas presencias, en su mayoría ausentes diez años antes, se contrastan con la escasa asistencia de estudiantes y profesores al acto y al almuerzo del gimnasio, amueblado para la ocasión con una decena de mesas redondas, desparramadas en su superficie, y una mesa rectangular. Solo una mesa redonda y la rectangular, ambas ubicadas en el mismo extremo de la sala, tenían sillas. En esta última se sentaron las autoridades de CNEA, de los organismos nucleares y los pioneros que habían asistido al acto. La mesa redonda la ocuparon, por su parte, aquellos que habían protagonizado el homenaje a los estudiantes detenidos y desaparecidos del Balseiro: familiares, compañeros de estudio y de militancia. Este homenaje, que sumó reseñas de los cuatro estudiantes y discursos, se realizó en el campus del instituto. Además de palabras alegóricas se plantaron cuatro árboles y se instalaron carteles con sus nombres, uno por árbol. Era la primera vez que se realizaba un acto así en el instituto. Unas cincuenta personas participamos del mismo. Algunos no venían a la ciudad desde hacía años, otros nunca habían visitado el predio. El acto fue emotivo e intenso. Al finalizar todos fuimos invitados al almuerzo que esperaba para comenzar. Organizadores del acto, familiares y compañeros de los detenidos desaparecidos, a quienes se sumó el director del instituto, ocuparon la única mesa con sillas que estaba aún vacía.

Movilizar la nostalgia o enorgullecerse del presente

Pasaron diez años pero las diferencias entre los festejos por el cincuentenario y el sesenta aniversario del Instituto Balseiro hacen que parezca más que una década. Más allá de una estructura formal similar (acto, almuerzo, oradores, homenajes) la visión dominante que se performó en cada evento, al retomar a Peirano (2001), tuvo pocos lugares de encuentro.

En 2005 se representó y comunicó lo que pasó cinco décadas atrás con un tono que entrelazaba sentimientos de "pérdida, falta y deseo" (Pickering y Keightley 2006, 921). Un tono que activaba, paralelamente, una conexión entre ese tiempo y el presente y las fronteras de una pertenencia, un adentro reducido a alumnos y exalumnos, profesores o a quienes ejercieron allí algún tipo de docencia. En ese sentido, operó en el evento una disposición nostálgica (Angé 2012), una disposición que orientó el presente y la proyección futura con el prisma del pasado.

    Balseiro tenía el más profundo optimismo al respecto de las posibilidades intelectuales y el futuro de nuestro país -y ese optimismo no era ingenuo- a él y a otros como él pioneros de la ciencia argentina les cupo el privilegio de abrir los primeros senderos y echar los cimientos (Director del Instituto Balseiro, Bariloche, 1 de agosto de 2005).
    Se inicia una historia radicalmente diferente a partir de 1955 cuando se crea Balseiro crea al Instituto de Física de Bariloche con el propósito de formar investigadores en los distintos dominios de la física como ciencia pura y como ciencia de aplicación tecnológica. Ese primer día de clases [...] no marcaba solamente el inicio de las actividades del flamante instituto de física centrado en Bariloche sino el comienzo de un proyecto que habría de colocar un cambio sustantivo en el desarrollo de la ciencia y la tecnología en nuestro país [...] . Nuestro objetivo en el Centro Atómico Bariloche se orienta a la concreción de un aporte sustantivo al crecimiento tecnológico nacional materializando desarrollos, ingenierías en el área nuclear, no nuclear y la realización de actividades científicas y académicas de alto nivel [...]. Uno de los grandes desafíos para el futuro será mostrar que las nuevas tecnologías tienen como razón última el mejoramiento de la calidad de vida de la gente en el marco de un desarrollo sustentable (Gerente del Centro Atómico Bariloche, Bariloche, 1 de agosto de 2005).

El orden fundador al que apelaron discursos, imágenes, movimientos y disposiciones de espacio en torno de Balseiro y los pioneros fundamentan tanto origen como continuidad de una pertenencia compartida. Los fragmentos citados muestran cómo Balseiro condensa ideas y acciones que forjaron la institución. Y condensa también valores que se asumen actuales: la importancia de la formación de excelencia, intensiva y en contacto con la investigación (laboratorios, infraestructura, investigadores) y, de un modo más general, la de sostener la producción del conocimiento científico y tecnológico en Argentina. Un conocimiento científico y tecnológico que aparece en los discursos sin demasiadas precisiones sobre sus particularidades, diferencias o nexos. Los pioneros, por su parte, "a quienes Balseiro les confió la responsabilidad y el privilegio de continuar el camino que había iniciado", sugiere también el director en su discurso, actualizan una lógica genealógica. Responsables de hacer trascender su legado, continuaron los valores y principios fundacionales a pesar de las transformaciones institucionales (del instituto, de CNEA y las universidades) y las discontinuidades en materia de económica, política científica y educativa que se sucedieron en el país en ese periodo.

La nostalgia ha sido tradicionalmente tratada como unificada y compartida (Bissel 2005). Sin embargo, agrega el autor, los discursos nostálgicos son singulares y lejos de suponer una visión unívoca -y sentimentalista- que deforma los relatos históricos, constituyen una práctica de memoria que se entiende en su contexto. En agosto de 2005 el Instituto, al igual que CNEA y el resto del sistema científico, tecnológico y de educación universitaria, padecían los efectos de las políticas neoliberales de los años noventa que habían derivado en las crisis del 20018. Ya se hizo alguna mención a las consecuencias directas en CNEA de estas políticas que derivaron en una disminución del financiamiento de la institución, en el cierre de proyectos, en la reducción de sus responsabilidades, injerencias y personal. Pero CNEA no fue un caso aislado. Las instituciones dedicadas a la producción de ciencia, tecnología y formación universitaria también padecieron recortes presupuestarios, disminución de puestos de trabajo, reformas por ley y reestructuraciones en nexo con nuevas instituciones creadas en pos de una "modernización burocrática" orientada por criterios internacionales basados en el concepto de Sistema Nacional de Innovación (Albornoz y Gordon 2011)9. Una modernización cuya implementación no se ajustaba a las necesidades y condicionamientos de las instituciones locales y cuyos resultados no cumplieron las expectativas de buena parte del universo de científicos y universitarios.

El cincuentenario llegó así con dos años de nuevo gobierno electo pero con un escenario en el cual los efectos institucionales de las políticas previas aún se percibían como actuales. Dos años que, en el ámbito de la producción científica y tecnológica en general se caracterizan por el desconcierto (Albornoz y Gordon 2011) y en el instituto, particularmente, se vivieron con inquietud y preocupación acerca del futuro de la institución. Una preocupación que se hizo evidente en cada una de las entrevistas que realicé en el instituto entre el 2002 y 2005 y que tenía como foco la ausencia de interés político respecto de la ciencia (medida en términos generales por el escaso financiamiento de sus actividades) y, consecuentemente, la falta de puestos de trabajo que redundaba en la partida, generalmente al exterior, de muchos de sus profesores o egresados. En este marco, la disposición nostálgica movilizó un tiempo que se extraña, aquel de los antiguos en que las confrontaciones de intereses estaban contenidas por la complicidad de una solidaridad idealizada (Angé 2012). Y en esa reiterada referencia actualizó un "sentimiento de identidad de grupo compartida (aunque ilusoria) de cohesión y continuidad a largo plazo" (Bissel 2005, 226). Un sentimiento de identidad que no refería a aspectos disciplinares o especificidades relativas a la producción de ciencia y tecnología (tareas, instrumentos, líneas de conocimiento) sino al instituto como comunidad y a la proyección de su continuidad, arraigada en los valores que caracterizan un recorte de su pasado, el fundacional, en un contexto que se experimenta como adverso.

En el sesenta aniversario las referencias al pasado no solo tuvieron menor protagonismo. También fueron otras en contenidos y efectos. Al nivel del contenido ya mencionamos las escasas referencias a la fundación y sus protagonistas. Contrariamente se destacaron, en los discursos, otros momentos y actores ausentes diez años antes. Por un lado, se señaló a Perón como responsable último de la creación del instituto y del desarrollo nuclear en el país. Perón era presidente cuando se creó CNEA asociada al mencionado Proyecto Huemul y cuando se aprobó la propuesta de Balseiro para aprovechar lo invertido en dicho proyecto en la construcción del instituto. Y continuaba siéndolo cuando comenzaron las clases el 1 de agosto de 1955. Un mes después, el 16 de septiembre, su mandato se cerraría tras un golpe de Estado conocido como la Revolución Libertadora que venía anunciándose los meses previos. Junto a Perón aparece otro nombre obviado diez años antes: Enrique Gaviola. Físico perfeccionado en centros de renombre en Alemania y Estados Unidos, reconocido investigador y formador de científicos, Gaviola presentó la primera propuesta de instituto aunque luego, por distintos motivos, se alejara del proyecto10.

Pero más allá de esos nombres el sesenta aniversario celebró el su presente. Dijo el director:

    Quiero describir la situación de ciencia y tecnología en el país como un símbolo lo que sería una mesa [...] la mesa de ciencia y tecnología era una mesa pequeña [...] la mesa se iba vaciando [...] el objetivo era que el Estado (se alejara de esa mesa) distorsión de los cánones establecidos por el sacrosanto mercado [...] nos robaron hasta la mesa [...] lo mejor que podíamos hacer era irnos a lavar los platos11 [...] sin embargo como resultado de esa crisis terminal del 2001 y como producto de la recuperación económica política y social del país del 2003 en adelante las condiciones [...] cambiaron y entonces rápidamente reapareció la mesa [...] vimos que se empezó a llenar que había para todos y que el Estado no permitía que desapareciera la mesa. Y como es lógico cambiaron las condiciones en las que se desarrolló la política científica argentina. [...]. En síntesis la valoración de la ciencia y tecnología como instrumento clave para el crecimiento del país y el desarrollo de la sociedad se ha venido haciendo gracias a una fuerte inversión del Estado [...]. Este contexto hace que hoy más que nunca el instituto deba repensar su función [...] profundizar nuestra responsabilidad social con los destinos del país [...]. El proyecto de desarrollo científico no puede estar desligado de un proyecto de país (Director del Instituto Balseiro, Bariloche, 1 de agosto de 2015).

El presente de esa recuperación económica y social y el valor que se asigna al conocimiento y la tecnología en dicha recuperación fueron la clave del discurso del director. Y atravesaron, también, buena parte de los otros discursos que se escucharon esa mañana. Se habló y se mostró el presente, con orgullo, en los proyectos tecnológicos que se mencionaron, en los números del crecimiento del instituto y de CNEA tras el relanzamiento plan nuclear en 200612, en la asociación de ambos con aquello que el director definió como proyecto de país. Un proyecto de país que excede al desarrollo en ciencia y tecnología pero que lo erige, reiteró el director, como prioritario. A diferencia del tono nostálgico que ocupó el cincuentenario, los discursos e imágenes que dieron forma al festejo de los sesenta años expresaron una suerte de orgullo respecto de logros en materia de proyectos, generación de recursos humanos y materiales así como del establecimiento de prioridades de agenda: la orientación del conocimiento al desarrollo de tecnología, en particular de tecnologías estratégicas como la nuclear y las telecomunicaciones.

El orgullo aparece en la bibliografía etnográfica fundamentalmente como un sentimiento que califica la relación de un individuo o colectivo con una definición identitaria13. Sin embargo, no parece haber sido objeto de un trabajo empírico ni conceptual específico como la nostalgia. Si bien este no es lugar para avanzar en esta profundización es interesante destacar cómo el orgullo se presenta ligado, en el evento así como en la bibliografía clásica que lo menciona, al honor. Inicialmente tratado como el valor que resulta de la imagen que cada uno tiene de sí mismo y paralelamente aquel que espera que le asignen quienes constituyen su sociedad (Pitt-Rivers 1979)14, el honor se redefine en los años ochenta como emoción y, paralelamente, como entrada analítica de los universos de sentidos que lo producen y activan (Abu Lughod 1986). De este honor, Pitt Rivers desprende ya en sus trabajos iniciales, al orgullo. Un orgullo que define como derecho a la suma de las aspiraciones y al reconocimiento social que el honor supone.

En esta línea, en las referencias a la figura de Perón, y en un auspicioso presente detallado en función de proyectos y logros, confluyeron aspiraciones y búsqueda de reconocimiento. Aspiraciones y reconocimientos que, por un lado, reivindicaban decisiones no siempre consensuadas por los estudiantes y docentes como el ajuste del instituto a las líneas prioritarias de CNEA, en particular al desarrollo de tecnología nuclear y más recientemente a las telecomunicaciones, en detrimento de otras líneas de formación, fundamentalmente en física, de más aceptación entre ellos (Burton, 2016). Aspiraciones y reconocimientos que, por otro lado, insertaban al instituto cuyo aniversario se festejaba en un contexto mayor que incluía un proceso electoral a escala nacional. Los sesenta años se celebraron dos meses antes de elecciones presidenciales tras doce años de democracia presididos por un mismo signo de gobierno, el Frente para la Victoria, arraigado en el Partido Justicialista que reconoce como fundante a Perón15. Doce años de gobierno que, además, volvieron a poner el desarrollo de ciencia y tecnología en la arena nacional revisando algunas de las transformaciones y limitaciones sufridas en las décadas previas16. Con el nombre de Perón relacionado a la creación del instituto y de CNEA el evento subrayó el valor histórico de su figura en ese proyecto de país que enorgullece al director y del cual ambas son parte. En particular subrayó el valor de las políticas de desarrollo científico y tecnológico que se establecieron en sus primeros gobiernos (1945-1955) y fundamentan desde su perspectiva las presentes17. Y comunicó, asimismo, la importancia de continuar en esa línea política tanto dentro de la institución (de límites más difusos que los que la definían antes como comunidad pero con una más precisada agenda) como fuera de ella.

Un aniversario más de nuestro querido instituto: algunas reflexiones finales

En la primera reunión que tuve con el director del instituto, meses antes del festejo por su sesenta aniversario, él me preguntó si conocía alguna bibliografía o fuente que demostrara que Perón había estado presente en el momento de la firma del convenio entre CNEA y la Universidad Nacional de Cuyo que derivó en la creación del Instituto Balseiro. La voluntad de asociación entre la institución y la figura del expresidente, apenas nombrada diez años antes en una referencia a la Revolución Libertadora que lo revocó, moviliza en este nuevo festejo una conexión entre el instituto, CNEA y las políticas científicas y tecnológicas del peronismo que particularizan su celebrado presente. En esa misma reunión el director también me confirmó algunas de las fechas del festejo. La más importante sería el 22 de abril, fecha en que se cumplirían los sesenta años de la firma de dicho convenio (que se suspendió por el esparcimiento de cenizas provocado por la erupción de un volcán). También se proyectaba hacer alguna actividad para el 1 de agosto, fecha de inicio de las clases aquel 1955. Para respetar la tradición me informó con cierto desinterés y anticipando un festejo que efectivamente fue diferente.

La disposición nostálgica que orientó el festejo del 2005 afirmó la importancia de formarse para hacer ciencia de excelencia en un contexto de país desfavorable para quienes se dedican a dicha producción junto con las instituciones que integran (desempleo académico, reducción de personal, desfinanciamiento de proyectos, falta de insumos, etcétera). Fundamentó esa importancia, la compartió y la puso en evidencia. En tiempos aún inciertos y con el recuerdo de una década en la cual las políticas científicas realizaban ajustes en función de los patrones internacionales de financiamiento y organización institucional, la producción científica se reivindicó, en la conmemoración, de manera genérica. En esa dirección la importancia de la ciencia se destacó en el festejo sin demasiadas precisiones, jerarquías o prioridades en las distintas categorías que la nombraron: ciencia básica, ciencia aplicada, conocimiento, capacidades intelectuales, desarrollo de tecnología entre otras. La clave del acto fue actualizar esa importancia que, señalada con arraigo con el pasado fundacional, se reafirmó en cada discurso junto al valor del instituto y de la comunidad que lo compone, más allá de las temáticas de investigación y desarrollo en las cuales se involucren sus miembros y de las finalidades concretas del conocimiento que produzcan.

Diez años después, en cambio, el evento subrayó aspectos de un orgulloso presente que franquea las fronteras del instituto para insertarlo, junto a los emprendimientos que a él se relacionan, en un proyecto científico, tecnológico y político más amplio. Las presencias y referencias relativas a otros actores de CNEA, a los otros organismos del sector nuclear e inclusive a los detenidos desaparecidos homenajeados en el festejo proponen otros sentidos sobre el instituto al mismo tiempo que discuten sus límites18. En ese marco, la afirmación del valor de producir conocimiento, si se quiere característica común con el evento que le precedió la década anterior, fue precisada y paralelamente conectada con una propuesta política a escala nacional que se destacó, en este contexto ceremonial, por su foco colocado en la producción de ciencia y tecnología. En esta oportunidad los discursos señalaron qué tipo de conocimiento promover así como los propósitos y fines de los mismos. Se habló de producción científica pero también de desarrollo de tecnologías estratégicas, de desarrollo nacional, de autonomía. Con esas precisiones y términos se conectó la ciencia, y la formación de científicos, con sus aplicaciones (prioritariamente relativas al campo nuclear) y con la posibilidad de contribuir a resolver necesidades sociales.

Conversando sobre la ausencia de profesores e investigadores en las distintas etapas del último festejo surgió la categoría de boicot. En realidad, los profesores habían organizado su festejo propio: una reunión académica a la que convocaban integrantes y exintegrantes del instituto que se desarrollaría meses después de este primer festejo. Ahora bien, esto también había sucedido una década antes, también hubo un evento académico en la celebración del cincuentenario. Un evento que, de hecho, muchos recordaron en las entrevistas que realicé en el 2015 como lo más significativo de los festejos de ese año. Sin embargo los profesores también habían ido al acto y al almuerzo y habían colaborado en su organización (donando fotografías, diseñado afiches, etcétera). En el 2015 el boicot, además de categoría nativa, fue evidente. Uno de los motivos tuvo que ver con ciertas tensiones a la hora de ratificar en su cargo al director del instituto y a los vicedirectores de las carreras, el primero elegido por autoridades de CNEA, los segundos por mecanismos de elección por pares en pugna en ese presente. Otro, como vimos, con la disconformidad de los ajustes del instituto a las líneas prioritarias de CNEA. Pero tensiones coyunturales también había habido en 2005 ("siempre nos visitas cuando hay conflictos", me dijo un investigador en una visita a su laboratorio meses atrás).

La profundización sobre las disputas que corresponden a cada marco conmemoratorio excede este texto. Ahora bien, la asistencia masiva del plantel del instituto en el 2005 asociada al contenido nostálgico del festejo y, por otro lado, el boicot del 2015, el tono de orgullo y las otras presencias condensan un horizonte de tensión que atraviesa ambos eventos. Un horizonte de tensión que, además, da pistas para pensar más allá de los recortes de espacio y tiempo de los festejos. En esa dirección una mirada comparativa a ambas conmemoraciones revela tensiones en torno a las políticas de ciencia y tecnología que enmarcan, en cada contexto, el trabajo científico, sus agendas y financiamiento. El cincuentenario cuestionaba, con eje en un pasado nostálgico, el desfinanciamiento y las restricciones materiales a la labor científica y tecnológica, consecuencia de más de una década políticas neoliberales desinteresadas en su desarrollo y de la crisis política y económica que tuvo como efecto. En ese pasado añorado confluyeron los argumentos que esgrimen ese cuestionamiento: interés en la ciencia y tecnología, en su consolidación institucional, en el desarrollo de sus proyectos, en la generación de recursos humanos que los alimenten. En 2015 las aspiraciones, al menos de algunos, parecían cumplirse en agendas definidas, el establecimiento de prioridades temáticas (con la tecnología nuclear en foco) y, acorde a ellas, el financiamiento. El orgullo se inscribía en estos logros que, para los oradores, involucraban al instituto pero también superaban sus límites. Asimismo el orgullo afirmaba una diferencia respecto de quienes cuestionaban aspectos de esa agenda. Fundamentalmente, de quienes desde el interior de la institución cuestionaban su circunscripción al campo nuclear en detrimento de otras disciplinas y orientaciones que también son de amplia trayectoria en el instituto.

Este horizonte de tensiones, que atraviesa y excede los eventos conmemorativos, pone en evidencia cómo las políticas y agendas de ciencia y tecnología, si se quiere dos de los objetos más abordados por los estudios sociales de la ciencia y la tecnología latinoamericanos, se activan y disputan en la micropolítica de las comunidades profesionales e institucionales del campo. Comunidades que, además de negociar líneas de trabajo, proyectos, definiciones en relación a la producción de conocimiento, recursos y lógicas de proyectar el quehacer científico y tecnológico, experimentan y resignifican esas políticas y agendas, se apropian o las cuestionan revisando o actualizando sus propias fronteras.


Comentarios

* Este artículo sintetiza algunos de los resultados de dos proyectos: el primero, "Trayectorias, colectivos y dinámicas institucionales en la física argentina. Una aproximación a las áreas nanotecnológica y nuclear", financiado por la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica (2013-2015); el segundo, "Producción de ciencia y tecnología y dinámicas institucionales. Una aproximación al área nuclear argentina desde la trama identitaria y la memoria colectiva", financiado por CONICET (2012-2015).

1 Si bien CNEA se creó originalmente para investigar y asesorar al Estado nacional en materia nuclear, en los más de sesenta años de trayectoria fue diversificando sus actividades. En la actualidad se desarrollan, en su seno, tanto proyectos ligados a las tecnologías nucleares como otras temáticas de investigación (desde distintas ramas de la física sin vínculo con lo nuclear, química o biología hasta tecnologías asociadas a las energías renovables).

2 El Proyecto Huemul, dirigido por Ronald Richter entre 1948 y 1952, se propuso desarrollar la fisión nuclear controlada. Fue suspendido tras un falso anuncio de éxito, pero su instrumental y algunas de sus instalaciones sirvieron de excusa justificadora para la instalación del Instituto de Física de Bariloche. Para un abordaje profundo de este proyecto ver Mariscotti (2004).

3 Para un análisis minucioso de los discursos y escenificaciones de este acto consultar Spivak L´Hoste (2010).

4 Balseiro nació en 1919 en Córdoba, Argentina. Estudió ciencias físico-matemáticas en la Universidad Nacional de La Plata y se desempeñó en esa universidad y en el Observatorio Astronómico de Córdoba. En 1952 se incorporó a CNEA donde participó de la creación del instituto que hoy lleva su nombre y que dirigió entre 1955 y 1962, cuando fallece (López Dávalos y Badino 2000).

5 Bariloche, destino turístico patagónico por excelencia ubicado a unos 1500 kilómetros de la capital argentina tenía, en 1955, poco menos de 20000 habitantes. En 2010 su población superaba los 110000 habitantes según el último censo nacional.

6 En los años cincuenta existían en Argentina centros universitarios de formación en física y disciplinas exactas. Los más destacados eran los pertenecientes a la Universidad Nacional de La Plata y de Buenos Aires y laboratorios como el Observatorio Astronómico de Córdoba, por el cual pasó el propio Balseiro. Sin embargo tanto la infraestructura material como el financiamiento para la investigación (insumos, salarios etcétera) eran muy limitados y los investigadores subsistían fundamentalmente por sus actividades docentes (Westerkamp 1975).

7 En 1994, por decreto presidencial, se ejecutó una separación entre las responsabilidades que sumaba CNEA. Por un lado se creó la Autoridad Regulatoria Nuclear, responsable desde ese momento de las tareas de regulación asociadas a los usos de la energía nuclear. Por otro lado se sacaron de órbita de la institución las actividades relacionadas con la producción de nucleoelectricidad creándose la empresa NA-SA SA, destinada a ser privatizada pero que continúa en manos del Estado nacional.

8 A fines de 2001, como consecuencia, entre otros factores, de una fuerte recesión, del alto déficit fiscal y de una insostenible política económica de paridad entre el dólar y el peso local necesaria para conservar la confianza de los organismos de crédito internacional (Romero 2013) se desata una crisis política social. El 20 de diciembre, una manifestación de ciudadanos, masiva y espontánea, culmina con represión policial y cinco muertos (a los que se suman acciones similares en el interior del país). Esto provoca la renuncia del entonces presidente, Fernando de la Rúa, y una sucesión de presidentes interinos que culmina en mayo del 2003 con la asunción, tras elecciones, de Néstor Kirchner.

9 Los autores definen modernización burocrática como "como un proceso encarnado en el aparato del Estado, que procura administrar y organizar la ciencia para disponerla al servicio de la política" (Albornoz y Gordon 2011, 19).

10 Hay distintas versiones que explican su alejamiento. Las relacionadas a la intransigencia de Gaviola a aceptar cambios a su propuesta y a una posición política alejada al peronismo son las que se escuchan con más frecuencia (Hurtado 2005).

11 Esa frase del director retoma lo dicho en 1994 por el entonces ministro de economía Domingo a una investigadora que criticó su proyecto económico. La frase, que tuvo trascendencia pública, fue muy cuestionada por la comunidad científica local.

12 Ese año, desde el Ministerio de Planificación Federal y Obras Públicas, órgano de dependencia de CNEA, se anuncia el relanzamiento del plan nuclear como parte del proceso de reinversión en Ciencia y Tecnología propuesto por el gobierno nacional. Entre otros emprendimientos se retomaron proyectos que habían estado suspendidos por más de una década como la finalización de la Central Nuclear Atucha 2 o la reactivación del Proyecto Carem.

13 El orgullo se asocia, por ejemplo, a identidades étnicas (Pullar 1992), campesinas (Mercier 2008) o aparece como elemento calificativo de reivindicaciones de identidad nacional.

14 En la década del cincuenta Pitt-Rivers comenzó a abordar el honor en sus trabajos etnográficos en el sur de España. Definido como hecho social y sentimiento individual a la vez, como ambiguo y contradictorio, este antropólogo británico puso al honor en la agenda de investigación inicialmente asociada a las llamadas sociedades mediterráneas.

15 Entre 2003 y 2007 Néstor Kichner fue presidente. Los dos períodos siguientes (entre 2007 y 2011 y entre 2011 y 2015) fue presidente su esposa, Cristina Fernández.

16 Más allá de que una evaluación de los efectos de las políticas científicas y tecnológicas de la última década quede pendiente cabe destacar que en esos años, además del mencionado relanzamiento del plan nuclear, se aumentó el presupuesto destinado a financiar sus actividades, se reabrió la carrera de investigador científico del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, se incrementaron el número y los montos de las becas doctorales y los subsidios, se fundaron universidades y se creó el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación productiva entre otras acciones.

17 Perón fue presidente en tres ocasiones. En el período 1946-1952, 1952-1955 (gobierno interrumpido por el golpe de Estado denominado Revolución Libertadora) y 1973-1974 (interrumpido por su fallecimiento).

18 El homenaje a los detenidos desaparecidos del instituto sumó al festejo una de las reivindicaciones emblemáticas del gobierno nacional de la última década: las reparaciones a las víctimas de la última dictadura cívico militar.


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Artículo recibido: 11 de marzo de 2016; aceptado: 22 de abril de 2016; modificado: 15 de julio de 2016

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