INTRODUCCIÓN
El melón (Cucumis melo L.) es uno de los cultivos económicamente más importantes en Costa Rica. Esta especie pertenece a la familia Cucurbitaceae, y presenta una planta herbácea, anual, cuyos tallos pueden ser rastreros o trepadores si se les facilita un tutorado (Reche, 2007). Los principales tipos de melón que se cultivan en este país son: Harper, Amarillo, Cantaloupe, Honey Dew, Galia, Charentais, Piel de Sapo, y Orange Flesh (Monge-Pérez, 2014). En el año 2011 el melón fue el quinto producto agrícola de mayor importancia económica, con un monto de exportaciones de 66,9 millones de dólares; el área cultivada con melón se redujo en un 50% en comparación con los años 2005-2007, debido al exceso de oferta en los mercados internacionales, la migración de la mano de obra, los efectos negativos por lluvias durante la época de cultivo, y la crisis económica de 2008 (SEPSA, 2010; SEPSA, 2012; Monge-Pérez, 2014).
El uso de ambientes protegidos es una herramienta que facilita el desarrollo de una agricultura competitiva e innovadora y permite proveer un producto de excelente calidad; en el caso de la producción de melón, permite cultivar durante todo el año, especialmente en la época lluviosa, cuando la fruta se puede vender en el mercado local a buen precio (Santos et al., 2010; Monge-Pérez, 2011). Además, se pueden alcanzar mejores rendimientos en comparación con los obtenidos a campo abierto, pues permite prolongar el ciclo productivo del cultivo (Reche, 2007; Santos et al., 2010; Alvarado-Sánchez y Monge-Pérez, 2015). Para garantizar un buen rendimiento y calidad en invernadero, se pueden utilizar tres prácticas importantes: un sistema de amarre o tutorado (cuerdas o mallas), una mayor densidad de siembra, y un sistema de podas (Gómez-Guillamón et al., 1997).
Varios investigadores han estudiado el efecto de la densidad de siembra sobre el cultivo de melón en invernadero; generalmente el rendimiento aumenta al utilizar una mayor densidad (Nerson, 1999; Gualberto et al., 2001; Pereira et al., 2003; Ban et al., 2006; Rodríguez et al., 2007; Bezerra et al., 2009; Díaz-Alvarado, 2011), y a veces esto provoca un menor peso del fruto (Nerson, 1999; Rodríguez et al., 2007), pero en otras ocasiones no se afecta el peso o la calidad del mismo (Ban et al., 2006; Rodríguez et al., 2007; Díaz-Alvarado, 2011).
Con el uso de podas lo que se busca es adelantar la cosecha, ya que en melón las flores femeninas o hermafroditas solo aparecen en las ramas secundarias o terciarias; al podar la planta se pretende mantener un balance para disminuir el vigor vegetativo y adelantar la aparición de flores femeninas o hermafroditas. Las prácticas de poda involucran la eliminación o conservación del tallo principal, y el manejo de uno, dos o más tallos secundarios y terciarios (Reche, 2007).
Varios investigadores han obtenido un mayor rendimiento al aplicar podas en melón, en comparación al testigo sin poda (Uygun y Sari, 2000; Jani y Hoxha, 2002; Pereira et al., 2003), pero en otros casos no se han presentado diferencias entre estos tratamientos para esta variable (Eltez et al., 1999; Uygun y Sari, 2000).
Algunos estudios han mostrado que la poda a dos tallos secundarios es la que produce el mayor rendimiento (Uygun y Sari, 2000; Jani y Hoxha, 2002; Barni et al., 2003) y el mayor peso del fruto (Barni et al., 2003), pero en otras ocasiones no se encontraron diferencias entre ese tipo de poda y otros métodos de poda, para el rendimiento, peso promedio del fruto, porcentaje de sólidos solubles totales, firmeza de la pulpa, ni la relación pulpa:cavidad del fruto (Díaz-Alvarado, 2011).
El objetivo de esta investigación fue evaluar el efecto de la combinación factorial de tres densidades de siembra y tres sistemas de poda, sobre el rendimiento y la calidad de un genotipo de melón tipo Cantaloupe, cultivado bajo condiciones de invernadero, en Alajuela, Costa Rica.
MATERIALES Y MÉTODOS
El proyecto se llevó a cabo en Barrio San José de Alajuela, Costa Rica, en el invernadero del Programa de Hortalizas de la Estación Experimental Agrícola Fabio Baudrit Moreno (EEAFBM), ubicada a 883 msnm. Se sembró el híbrido Torreón F-1, el cual es un melón tipo Cantaloupe (Cucumis melo L. var. cantalupensis), cuya planta es andromonoica (Monge-Pérez, 2016) y de crecimiento poco exuberante (J.E. Monge-Pérez, datos sin publicar).
Las plántulas fueron trasplantadas cuando tenían dos hojas verdaderas expandidas. Se utilizaron sacos plásticos de 1 m de largo, 20 cm de ancho y 15 cm de alto, rellenos con fibra de coco.
Se evaluaron nueve tratamientos, correspondiente a la combinación factorial de tres densidades de siembra y tres tipos de poda. La distancia entre hileras fue de 1,54 m, y la distancia entre plantas fue de 33,0; 20,0 y 16,7 cm, correspondientes a una densidad de siembra de 1,9; 3,2 y 3,9 plantas/m2, respectivamente. Los tipos de poda fueron: un tallo secundario; dos tallos secundarios; y plantas sin poda. La poda del tallo principal se realizó a los 15 d después de transplante (ddt), cuando las plantas tenían tres hojas verdaderas expandidas (Gómez-Guillamón et al., 1997), y se seleccionó uno o dos tallos secundarios, según el tratamiento correspondiente. El tratamiento sin poda se dejó a libre crecimiento.
Para todas las plantas, los tallos principales o secundarios fueron tutorados en una malla de polietileno, de 2,0 m de altura. En los tratamientos con poda, una vez tutorado el tallo secundario se realizaron podas semanales de la siguiente manera: los tallos terciarios que tenían fruto se podaron después de la segunda hoja emergida posterior al fruto, y los tallos terciarios sin fruto se podaron después de la cuarta hoja emergida (Gómez-Guillamón et al., 1997); esta poda de mantenimiento fue realizada durante los 22 d posteriores a la poda inicial.
Al inicio de la floración se introdujo una colmena de abejas (Apis mellifera) con el fin de promover una adecuada polinización.
La cosecha inició a los 75 ddt y se extendió por un periodo de 29 d, hasta los 104 ddt. El índice e cosecha utilizado fue cuando había un 75% de desprendimiento del pedúnculo, y se lograba una fácil separación del fruto.
Las variables evaluadas fueron: días a inicio de cosecha (ddt), peso promedio del fruto (g), número de frutos (totales y comerciales) por planta, rendimiento (total y comercial, en kg m-2), porcentaje de sólidos solubles totales (°Brix), firmeza de la pulpa del fruto (kg cm-2) y relación pulpa:cavidad del fruto.
Adicionalmente se clasificaron los frutos cosechados según su peso, en rangos de 200 g, desde un peso menor a 400 g, hasta 1.600 g. Se consideró como fruto comercial aquél con un peso superior a 399 g.
Cada fruto fue evaluado individualmente, iniciando por el peso, para lo cual se utilizó una balanza electrónica marca Ocony, modelo TH-I-EK (Fa. Ocony, San José, Costa Rica), de 5.000,0±0,1 g de capacidad. Posteriormente, el fruto fue cortado longitudinalmente, y a una mitad se le evaluó el porcentaje de sólidos solubles totales, utilizando un refractómetro manual marca Atago, modelo N-1a (Fa. Atago, Tokio, Japón), con una capacidad de 32,0±0,2 °Brix. A la otra mitad se le midió la firmeza y el grosor de la pulpa, y el grosor de la cavidad interna del fruto. Para la evaluación de la firmeza de la pulpa se usó un penetrómetro portátil marca Effegi, modelo FT-327 (Fa. Facchini, Alfonsine, Italia), con una capacidad de 12,5±0,1 kg cm-2, y se utilizó el puntero cuya base mide 7,5 mm de diámetro. Para la medición del grosor de la pulpa y de la cavidad interna del fruto se usó una cinta métrica marca Assist, modelo 32G-8025 (Fa. Ningbo Assist Tools, Yuyao, China), con una capacidad de 800,0±0,1 cm. A partir de estos datos se calculó la relación pulpa:cavidad del fruto.
Se utilizó un diseño experimental irrestricto al azar, con arreglo de parcelas divididas; las parcelas grandes correspondieron a las densidades de siembra, y las pequeñas a los diferentes sistemas de podas. Se establecieron cuatro repeticiones por tratamiento. El área útil fue equivalente a 2 m lineales (3,1 m2) a lo largo de la hilera de siembra. La cantidad de plantas incluidas en cada parcela útil varió en función de la densidad de siembra: la densidad de 1,9 plantas/m2 tuvo 6 plantas; la densidad de 3,2 plantas/m2 tuvo 10 plantas y la densidad de 3,9 plantas/m2 tuvo 12 plantas. Todos los frutos producidos dentro de la parcela útil fueron evaluados. Para todas las variables se realizó un análisis estadístico de varianza, y se utilizó la prueba de LSD Fisher con una significancia de 5% para determinar diferencias entre tratamientos.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
No se obtuvieron diferencias significativas en los días a inicio de cosecha, entre las plantas podadas y las plantas sin poda (Tab. 1); este resultado es contrario al obtenido por Barni et al. (2003), quienes informaron que la poda a dos tallos generó un retraso en la maduración y cosecha de melón. Tampoco se presentaron diferencias para esta variable entre las diferentes densidades de siembra. En otro ensayo llevado a cabo en invernadero en la EEAFBM, el híbrido Torreón inició su cosecha a los 76 ddt, que es un resultado similar al obtenido en el presente ensayo (Monge-Pérez, 2016).
Promedios con letras distintas indican diferencia significativa según la prueba de LSD Fisher (P≤0,005); ns; no significativa.
En relación al peso promedio del fruto, no se encontraron diferencias significativas entre las diferentes densidades de siembra, ni entre los distintos tipos de poda (Tab. 1). Este resultado es contrario a lo obtenido en otros ensayos con melón en invernadero, donde el número de tallos por planta sí afectó el peso promedio del fruto (Gualberto et al., 2001; Barni et al., 2003), y también es contrario a los resultados encontrados por Eltez et al. (1999), donde las plantas sin poda produjeron los frutos con mayor peso. A nivel de tratamientos, únicamente se presentaron diferencias significativas entre dos tratamientos de plantas con poda a un tallo: con la densidad de 3,2 plantas/m2 se obtuvo un mayor peso promedio del fruto (651,9 g) en comparación con 3,9 plantas/m2 (530,2 g).
En otra evaluación realizada en invernadero en la EEAFBM con el melón Torreón, el peso promedio del fruto fue de 574,3 g (Monge-Pérez, 2016), lo cual es un resultado similar a los obtenidos en el presente estudio. Sin embargo, en producción a campo abierto en Costa Rica, este híbrido produce frutos de mayor peso a los encontrados en el presente ensayo; esto se puede deber a que las zonas productoras se encuentran ubicadas a menos de 100 msnm, donde la temperatura es mayor con respecto a la que se presentó en este ensayo (J.E. Monge-Pérez, datos sin publicar).
En otro ensayo realizado en invernadero en Brasil, con poda a un tallo y 2,0 plantas/m2, el híbrido Torreón mostró un peso promedio del fruto entre 695,5 y 998,3 g (Queiroga et al., 2008b), los que constituyen valores superiores a los obtenidos en el presente trabajo.
La cosecha se concentró principalmente en el rango de frutos entre 400 y 800 g para todos los tratamientos, los cuales se consideraron comerciales (Tab. 2).
En el caso del número de frutos (totales y comerciales) por planta, se observa que el tratamiento sin poda obtuvo una mayor producción que los tratamientos con poda (Tab. 1). La densidad de siembra no provocó diferencias en esta variable. En otro ensayo llevado a cabo en la EEAFBM, el melón Torreón produjo 1,88 frutos por planta (Monge-Pérez, 2016), lo que es un resultado superior al encontrado en el presente ensayo. En otros ensayos con melones Cantaloupe o reticulados en invernadero, se ha informado de una producción entre 0,40 y 4,77 frutos por planta (Pádua et al., 2003; Barni et al., 2003; Botto, 2011; Barrientos, 2013).
Con respecto al rendimiento (total y comercial), se obtuvieron mayores valores con la densidad más alta, y también con las plantas sin poda (Tab. 3). Esto es congruente con lo hallado por otros investigadores (Nerson, 1999; Gualberto et al., 2001; Pereira et al., 2003; Ban et al., 2006; Rodríguez et al., 2007; Bezerra et al., 2009; Díaz-Alvarado, 2011).
Promedios con letras distintas indican diferencia significativa según la prueba de LSD Fisher (P≤0,005); ns; no significativa.
El mayor rendimiento total y comercial se obtuvo en el tratamiento de plantas sin poda y con una densidad de 3,9 plantas/m2 (2,76 y 2,62 kg m-2, respectivamente); este rendimiento comercial es similar al rendimiento exportable obtenido en condiciones a campo abierto para este híbrido (J. E. Monge-Pérez, datos sin publicar).
En otro ensayo realizado en invernadero en la EEAFBM, a una densidad de 2,6 plantas/m2 y sin poda, el melón Torreón presentó un rendimiento total de 2,80 kg/m2 (Monge-Pérez, 2016), lo cual es similar al mayor rendimiento obtenido en la presente investigación. En un ensayo realizado en Brasil con el melón Torreón en invernadero, con poda a un tallo y 2,0 plantas/m2, el rendimiento comercial obtenido fue de entre 1,79 y 2,83 kg/m2 (Queiroga et al., 2008b); esos resultados son similares a los mayores rendimientos obtenidos en el presente ensayo.
En otros ensayos con melones Cantaloupe o reticulados en invernadero, se ha informado de un rendimiento total entre 0,27 y 5,77 kg m-2 (Pádua et al., 2003; Queiroga et al., 2008a; Morales, 2009; Bezerra et al., 2009; Charlo et al., 2009; Botto, 2011; Charlo et al., 2011; Barrientos, 2013). Sin embargo, en Rio Grande do Sul, Brasil, Barni et al. (2003) evaluaron otro genotipo de melón Cantaloupe, cultivado en el suelo en un invernadero a 2,67 plantas/m2, y encontraron un rendimiento total entre 7,3 y 9,4 kg m-2, lo que corresponde a valores superiores a los obtenidos en el presente trabajo.
Para el porcentaje de sólidos solubles totales, se presentó una disminución en los valores obtenidos conforme aumentó la densidad de siembra (Tab. 4), lo cual es similar a lo encontrado por otros investigadores (Nerson, 2002; García et al., 2009), aunque otros autores no encontraron diferencias significativas para esta variable al evaluar diferentes densidades de siembra (Rodríguez et al., 2007; Díaz-Alvarado, 2011). También se observó una disminución de los valores de esta variable en los tratamientos con poda, con respecto a las plantas sin poda. En otro ensayo en Brasil, se determinó que la poda a dos tallos produjo frutos con un mayor porcentaje de sólidos solubles totales, en relación a la poda a un tallo (Gualberto et al., 2001), pero en el presente estudio no se encontraron diferencias significativas entre esos tratamientos.
Promedios con letras distintas indican diferencia significativa según la prueba de LSD Fisher (P≤0,005); ns; no significativa.
Los valores obtenidos para el porcentaje de sólidos solubles totales son similares a los informados para el híbrido Torreón en otro ensayo en invernadero en la EEAFBM, donde obtuvo 13,0 °Brix (Monge-Pérez, 2016), y en un ensayo en invernadero en Brasil, donde obtuvo entre 11,4 y 12,1 °Brix (Queiroga et al., 2008b). Todos los valores obtenidos para esta variable en el presente estudio están por encima de 10,0 °Brix, que es el mínimo requerido para que el fruto de melón se considere comercial y sea aceptado en la mayoría de los mercados (Sáenz, 2005). En otros ensayos en invernadero con melones Cantaloupe o reticulados, se ha informado de valores para esta característica entre 6,10 y 14,06 °Brix (Rizzo y Braz, 2001; Castoldi et al., 2008; Vargas et al., 2008; Queiroga et al., 2008a; Charlo et al., 2009; Morales, 2009; Botto, 2011; Charlo et al., 2011; Barrientos, 2013).
Con respecto a la firmeza de la pulpa, no se presentaron diferencias entre las diferentes densidades de siembra, ni entre los distintos tipos de poda. A nivel de tratamientos, únicamente se encontraron diferencias significativas entre dos tratamientos de plantas sin poda: con la densidad de 3,2 plantas/m2 se presentó una mayor firmeza de pulpa (3,05 kg cm-2) en comparación con 1,9 plantas/m2 (2,60 kg cm-2). Esta variable está ligada a la capacidad del fruto para mantenerse adecuadamente durante el periodo poscosecha, aunque también es importante para obtener un fruto crujiente, característica deseada por algunos mercados. A nivel de fincas exportadoras de melón en Costa Rica, se ha definido un valor mínimo aceptable de firmeza de pulpa de 2,0 kg cm-2 (Monge-Pérez, 2011), por lo que se concluye que todos los tratamientos tienen una firmeza de pulpa apropiada.
No se encontraron diferencias significativas para la relación pulpa:cavidad del fruto entre los diferentes tratamientos de densidad de siembra y de tipos de poda. Todos los tratamientos obtuvieron para esta variable valores superiores a 1, por lo que los frutos se consideran de buena calidad.
CONCLUSIONES
La densidad de siembra afectó el rendimiento (total y comercial) y el porcentaje de sólidos solubles totales en el melón Cantaloupe cultivado en invernadero.
El tipo de poda afectó el número de frutos por planta (totales y comerciales), el rendimiento (total y comercial), y el porcentaje de sólidos solubles totales en el melón Cantaloupe cultivado en invernadero.
El mayor rendimiento (total y comercial) correspondió a las plantas sin poda, con una densidad de siembra de 3,9 plantas/m2.
Con respecto al porcentaje de sólidos solubles totales, a la mayor densidad de siembra se obtuvo 11,02 °Brix, mientras que a la menor densidad el valor encontrado fue de 12,88 °Brix. Las plantas sin poda obtuvieron mayores valores para esta variable, en comparación a las plantas podadas.