SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.11 issue1Self Indexing of authors: definition and impact on the dissemination of published knowledgeFrontal Neuropsychological Syndrome as a Consequence of Normal Tension Hydrocephalus: a case study author indexsubject indexarticles search
Home Pagealphabetic serial listing  

Services on Demand

Journal

Article

Indicators

Related links

  • On index processCited by Google
  • Have no similar articlesSimilars in SciELO
  • On index processSimilars in Google

Share


CES Psicología

On-line version ISSN 2011-3080

CES Psicol vol.11 no.1 Medellín Jan./June 2018

https://doi.org/10.21615/cesp.11.1.1 

Artículos originales

Posmodernidad, mirada y virtualidad: sujetos enredados, sujetos mirados*

Posmodernity, look, and virtuality: in networking subjects, observed subjects

Samir Ahmed Dasuky Quiceno1 

Gloria María López Arboleda2 

1 Candidato a Doctor en Filosofía de la Universidad Pontificia Bolivariana. Magister en Filosofía y Especialista en Etica. Psicólogo. Psicoanalista. Docente Universidad Pontificia Bolivariana.

2 Candidata a Doctora en Filosofía de la Universidad Pontificia Bolivariana. Magíster en Psicología. Psicóloga clínica. Docente Asociada de la Escuela de Educación y Pedagogía de la UPB. Pertenece al Grupo de Investigación Pedagogía y Didácticas de los saberes (PDS).


Resumen

El presente artículo reflexivo pretende, desde una perspectiva interpretativa y crítica, realizar un acercamiento al concepto de imagen del mundo en la Posmodernidad y sus vínculos con la virtualidad y la mirada para advertir el tipo de subjetividad que se genera de estas intersecciones a partir del psicoanálisis. El texto presenta una introducción y reflexión inicial, un acápite sobre conceptos psicoanalíticos vinculados a la Posmodernidad y un acápite final sobre discusiones posibles.

Palabras clave: Posmodernidad; Mirada; Sujeto; Imagen; Mundo; Psicoanálisis

Abstract

From an interpretative and critical perspective, this paper seeks to make possible an approach to the image of the world concept in Postmodernism and its links with virtuality, as well as a view to warn the kind of subjectivity generated by these intersections from psychoanalysis. The text provides an introduction and an initial reflection, a section on psychoanalytic concepts related to postmodernism and a final subheading on possible discussions.

Keywords: Postmodernism; Look; View; Subject; Image; World; Psychoanalysis

Introducción y reflexión inicial

Se hizo "realidad'' en la sociedad virtual el cuento de Caperucita Roj'a:¿Por qué tienes esos ojos tan grandes?

¡Para verte mejor!

Preguntarse por la imagen del mundo y el lugar que el sujeto ocupa en la Posmodernidad, implica desbrozar los conceptos de virtualidad y mirada, en tanto el primero permite la comprensión del tipo de imágenes/objetos que hacen parte de la cotidianidad y, el segundo, consolida al sujeto como ojo que mira y ojo que es mirado. Este doble juego de la mirada, se encuentra presente en la llamada cultura de la imagen o cultura posmoderna, que invita constantemente a reconfigurar relaciones, sujetos y mundo: ahora la virtualidad juega un papel determinante, ahora es la nueva "realidad".

Ahora bien, es importante anotar, que la pregunta por la imagen del mundo en la Posmodernidad y su estrecho vínculo con la mirada y la virtualidad, no es tarea sencilla, antes bien, la comprensión de tal época, siendo habitantes de la misma, podría incluso velar los principios rectores que la acompañan; como diría Vattimo (1990): "hoy día se habla mucho de Posmodernidad: más aún se habla tanto de ella que ha venido a ser casi obligatorio guardar una distancia frente a este concepto" (p. 9). Tal distancia es fundamental sobre todo porque para ciertos pensadores como Vattimo (1990) y Foster (2008), aún no se sabe con exactitud a qué se refiere la Posmodernidad: ¿Es una práctica, un estilo, una época, un concepto? Sin embargo, y considerando lo "borroso" del concepto, Vattimo (1990) argumenta que para comprender la Posmodernidad hay que tener claro que "en algún aspecto suyo esencial, la modernidad ha concluido" (p. 9).

Y cuando Vattimo dice la modernidad ha concluido, se pueden mencionar cuatro fenómenos característicos de dicha época, los cuales darán paso a una comprensión inicial de la imagen del mundo en la Posmodernidad, a saber (Heidegger, 1958, p. 16):

  • - La ciencia como elemento fundante de la cultura

  • - La técnica mecanizada

  • - El arte en el horizonte de la estética

  • - El obrar humano se interpreta y realiza como cultura.

Estos cuatro fenómenos, aunque no desaparecen en la Posmodernidad, si cambian su estatus y significación, de ahí que pueda decirse que "La modernidad deja de existir cuando, por múltiples razones, desaparece la posibilidad de seguir hablando de la historia como una entidad unitaria" (Vattimo, 1990, p. 10). En este sentido, la comprensión de la ciencia que va más allá de lo humano e incluso intenta ser sin tener en cuenta lo humano; la técnica mecanizada que irrumpe la vida cotidiana de la cultura; el arte trasmutado en múltiples formas; el obrar humano interrogado, la cultura suspendida, es decir, como hecho descriptivo, podrían tal vez, dar paso a lo que hoy se podría llamar la imagen del mundo en la Posmodernidad.

Es importante aclarar que el objetivo de esta reflexión no es profundizar en el concepto y desarrollo de la Posmodernidad, no se pretende elucubrar al respecto más de lo necesario que sirva para introducir la discusión en torno a la cual gira la presente reflexión: sujeto y mirada en la Posmodernidad a la luz del psicoanálisis; sin embargo, esta introducción quiere finalizar mostrando al lector claridades conceptuales con las cuales se cuenta para comenzar la reflexión de los acápites del presente artículo:

Primera claridad conceptual: Posmodernidad

"El estado de la cultura después de las transformaciones que han afectado a las reglas de los juegos de la ciencia, de la literatura y de las artes a partir del fin del siglo XIX" (Lyotard, 2000, p. 9). "La esperanza de emancipación, que tiene en su propia base la oscilación, la pluralidad y, en definitiva, la erosión del mismo principio de realidad" (Vattimo et al., 1991, p. 193).

Ya no existe sistema alguno de objetos [y dos lógicas se estorban mutuamente]: una lógica fantasmática que se refiere al reino imaginario de la trascendencia, el poder y la sexualidad que actúan en el nivel de los objetos y el entorno...; y una lógica social diferencial que efectúa distinciones (Baudrillard, 1986, p. 187).

Para complementar este intento comprensivo sobre lo que significa la Posmodernidad, los términos hiperrealidad (Baudrillard, 1 978) y virtualidad (Debray, 1994) son fundamentales; el primero "expresa un concepto que designa la simulación y la falta de la escena mental; en otras palabras, lo que antes se alcanzaba solo por medio de la imaginación, en la Posmodernidad se vive en la realidad" (López, Rodríguez, & Marroquín, 2015, p. 16). La virtualidad, por su parte, hace referencia a "la manipulación de los sentidos humanos (tacto, vista, oído), a través de entornos sintetizados por una computadora" (García, 2002, p. 82), constituyendo así "una realidad de un nuevo tipo. [en la cual] se hace referencia al uso de máquinas tecnológicas, sin las cuales esta no sería posible" (López et al., 2015, p. 18).

Segunda claridad conceptual: Imagen del mundo

La pregunta fundamental de Heidegger (1958) sobre la imagen del mundo, guía la comprensión de este concepto: "¿Tiene toda época de la historia una imagen del mundo, y acaso de tal modo que se afane en cada caso por su imagen del mundo?" (p. 275). El concepto de imagen en Heidegger tiene tres orientaciones:

  1. Hace pensar en la reproducción de algo.

  2. Se está informado de algo y esto significa representar1: "la cosa misma está en el estado como se halla en vista y a la vista de nosotros, ante nosotros" (Heidegger, 1958, p. 278).

  3. El mundo no sólo se nos representa, sino "que está ante nosotros como sistema, en todo lo que le pertenece y todo lo que en él se conjuga" (Heidegger, 1958, p. 282).

Ahora bien,

Una vez el mundo se ha convertido en imagen, la posición del hombre se comprende como visión del mundo; visión, que caracteriza cada época con fenómenos determinados; es así como la mirada del hombre se sitúa de un modo diferente en cada período, constituyendo la imagen del mundo propia de ese tiempo, en el cual "mediante una determinada interpretación del ente y una determinada concepción de la verdad" (Heidegger, 1 958, p. 16), va a fundamentarse (López et al., 2015, p.13).

Las líneas precedentes permiten vislumbrar un panorama de vínculos posibles para la comprensión del sujeto posmoderno, en la cual, la mirada, cumple un papel fundamental al estar presente/ausente, casi como una huella que deja a su paso sólo una estela, pero con consecuencias visibles. Esta mirada, ahora vinculada con la virtualidad en la Posmodernidad, interroga al sujeto: ¿Qué se mira? ¿Cómo se mira? ¿Para qué se mira? Y en este sentido, ¿Qué tiene que ver el sujeto con la mirada, consigo mismo, con el otro?

La virtualidad como concepto teórico, también ha sido trabajado por el psicoanálisis a través de Jaques Lacan (1946); unidos a este concepto, se encuentran otros como esquemas ópticos (1976), estadio del espejo (1976), lo imaginario (1981), imagen (1976), óptica (1976), mirada y yo (moi) (1976), que se articulan entre sí y se hacen necesarios para comprender el concepto de virtualidad tan presente en la Posmodernidad, desde el constructo teórico del psicoanálisis. El acápite siguiente propone una forma de comprensión de este sujeto posmoderno, un sujeto sujetado a imágenes, un sujeto escindido que se cree en una completud, siempre fantasiosa.

Para comprender cómo se configura el yo en los seres humanos y lo fundamental de la mirada en dicha constitución, habrá que aclarar que el yo es un producto imaginario en tanto que objeto virtual; para explicar lo anterior, se recurrirá a lo que Lacan (1976) ha denominado el estadio del espejo, con lo cual el lector se sumergirá en un intento de comprensión que entrará a la Posmodernidad mientras muestra cómo en la constitución del sujeto humano, lo virtual está presente desde el principio.

Para comprender cómo se configura el yo en los seres humanos y lo fundamental de la mirada en dicha constitución, habrá que aclarar que el yo es un producto imaginario en tanto que objeto virtual; para explicar lo anterior, se recurrirá a lo que Lacan(1976) ha denominado el estadio del espejo, con lo cual el lector se sumergirá en un intento de comprensión que entrará a la Posmodernidad mientras muestra cómo en la constitución del sujeto humano, lo virtual está presente desde el principio.

Acápite uno. Sujetos enred-ados, sujetos mirados: reflexiones psicoanalíticas en torno a la constitución del sujeto y la Posmodernidad

Lacan (1954/1985), en el estadio del espejo, subraya que hay un momento de la maduración fisiológica del sujeto en que éste puede integrar efectivamente sus funciones motoras y acceder a un dominio real de su cuerpo, pero antes de que esto suceda, el sujeto toma conciencia de su cuerpo como totalidad: "la sola visión de la forma total del cuerpo humano brinda al sujeto un dominio imaginario de su cuerpo, prematuro respecto al dominio real" (p. 77). Según Lacan (1954/1985), es ésta la aventura imaginaria por la cual el hombre por primera vez experimenta "que él se ve, se refleja y se concibe como distinto, otro de lo que él es: dimensión esencial de lo humano, que estructura el conjunto de su vida fantasmática" (p. 77). Él es una imagen reflejada.

Lacan (1949/2009) menciona un hecho de psicología comparada cuando indica que: "la cría de hombre, a una edad en que se encuentra por poco tiempo, pero todavía un tiempo, superado en inteligencia instrumental por el chimpancé, reconoce ya sin embargo su imagen en el espejo como tal" (p. 99). Este reconocimiento se produce entre los 6 y los 18 meses de edad, cuando la cría humana a pesar de no tener todavía dominio de los movimientos de su cuerpo, reacciona con júbilo al contemplar su imagen en el espejo, pero esto no es simplemente un momento del desarrollo, sino que cumple también una función ejemplar porque nos revela algunas de las relaciones del sujeto con su imagen en tanto Urbild del yo, "como una identificación en el sentido pleno que el análisis da a éste término: a saber, la transformación producida en el sujeto cuando asume una imagen" (Lacan, 1949/2009, p. 100).

El hecho de asumir esta imagen aun cuando el infante humano está en la impotencia motriz y la dependencia de la lactancia, manifiesta, en palabras de Lacan, la matriz simbólica en la que el yo [je] se precipita en una forma primordial, antes de objetivarse en la dialéctica de la identificación con el otro y antes de que el lenguaje le restituya en lo universal su función de sujeto. Esta forma, según Lacan (1949/2009), debe designarse como yo -ideal-, ya que, por un lado, es el tronco de las identificaciones secundarias, y por el otro, sitúa la instancia del yo,

En una línea de ficción, irreductible para siempre por el individuo solo; o más bien, que sólo asintóticamente tocará el devenir del sujeto, cualquiera que sea el éxito de las síntesis dialécticas por medio de las cuales tiene que resolver en cuanto yo [je] su discordancia con respecto a su propia realidad (p. 100).

Hasta este punto, la forma total del cuerpo le es dada al sujeto como Gestalt; al ver su imagen en el espejo, el niño adquiere la noción de completud de su cuerpo, ya que antes sólo era percibido como una serie de sensaciones fragmentadas. La comple-tud aparente que le posibilita la imagen en el espejo, abre la posibilidad de un nuevo dominio del cuerpo: la formación del Yo. El Yo se construye, entonces, a partir de una imagen externa, lo cual implica que la identificación nos es dada desde afuera. El yo entonces, se precipita a partir de una identificación imaginaria:

El estadio del espejo es un drama cuyo empuje interno se precipita de la insuficiencia a la anticipación; y que para el sujeto, presa de la ilusión de la identificación espacial, maquina las fantasías que se sucederán desde una imagen fragmentada del cuerpo hasta una forma que llamaremos ortopédica de su totalidad, y a la armadura por fin asumida de una identidad enajenante, que va a marcar con su estructura rígida todo su desarrollo mental (Lacan, 1949/2009, pp. 1 02-1 03).

Para Lacan la formación del yo surge como una imagen especular, que es una representación que hace el sujeto en su temprana infancia para verse a sí mismo como un todo completo integrado en el espejo de la mirada del otro. La función del estadio del espejo se revela entonces como un caso particular de la función de la imagen, que es establecer una relación del organismo con su realidad o, como ha dicho Lacan (1949/2009), "Innenwelt, mundo interior con el Umwelt, entorno" (p. 103).

El niño se reconoce en el espejo; este reconocimiento señala la exterioridad de la imagen en la configuración de un yo que de entrada es exteroceptivo y donde el otro funciona como espejo. Al niño, dice Lacan (1957/1999), se le presenta el límite de la realidad de una manera perceptiva, lo que puede llamarse una imagen.

En el sentido que tiene este término en tanto que la imagen tiene esa propiedad en la realidad, de ser esa señal cautivante que se aísla en la realidad, que atrae de parte del sujeto a esta captura de una cierta libido, de un cierto instinto gracias a lo cual hay en efecto un cierto número de referencias, de puntos psicoa-nalíticos en el mundo, alrededor de lo cual el ser viviente organiza más o menos sus conductas (p. 232).

Entonces el niño a través de la mirada está afuera, donde la imagen, formando parte de su psiquismo, forma e informa, pues comienza el proceso de identificación en la alienación del sujeto en el otro; proceso que es ilusorio y en el cual "localiza a la vez sus propios movimientos y también la imagen de los que lo acompañan ante ese espejo" (Lacan, 1 957/1999, p. 232); en el momento en que el niño vuelve su rostro hacia la mirada de la madre que lo mira mirarse en el espejo, surge la posibilidad de la matriz simbólica del yo:

Lo que se manipula en el triunfo del hecho de asumir la imagen del cuerpo en el espejo, es ese objeto evanescente entre todos por no aparecer sino al margen: el intercambio de las miradas, manifiesto en el hecho de que el niño se vuelva hacia aquel que lo asiste, aunque solo fuese por asistir a su juego (Lacan, 1995, p. 64).

Podrá intuir el lector que estas inferencias conceptuales que aquí se muestran, tienen nexos importantes con lo dicho en el acápite de "Introducción y reflexión inicial", ya que como se ha afirmado, la Posmodernidad incluye en su configuración la imagen que viene de afuera, múltiples imágenes que la mirada atrapa, hasta el punto de que ya no se sabe si el sujeto mira las imágenes o éstas lo miran a él.

Siguiendo con Lacan, éste enfatiza la importancia de la captura especular, imaginaria, donde se produce la unificación de un yo primordial, un yo ideal, que tiene como contrapartida el reconocimiento de ser precedido por la imagen del otro. Este momento en que termina el estadio del espejo, por la identificación con la imagen del semejante y el drama de los celos primordiales, inaugura "la dialéctica que desde entonces liga al yo [je] con situaciones socialmente elaboradas" (Lacan, 1949/2009, p. 104). Es este momento el que hace que todo el saber humano se vuelque en la mediatización por el deseo del otro, se constituya la rivalidad y también hace del yo [je] ese aparato para el cual todo impulso de los instintos será un peligro, aun cuando respondiese a una maduración natural.

Es entonces aquí donde la imagen del cuerpo permite al sujeto ubicar lo que es y lo que no es del yo; así, según las relaciones imaginarias (que son articuladas por Lacan a la conducta frente al espejo), el sujeto se identifica con el otro y lo toma como sí mismo y la imagen de ese otro viene a capturar ese sentimiento de sí mismo, es decir, el sujeto se identifica en el otro, lo que determina un efecto de alienación fundamental. Se presenta, entonces, un doble movimiento, por el cual la experiencia de la realidad ha introducido, bajo la forma de la imagen del cuerpo, un elemento ilusorio como fundamento esencial de la ubicación del sujeto en relación con la realidad, y en toda esta medida, "en la medida de este espacio, de este margen que se ofrece al niño por esta experiencia, la posibilidad en una dirección contraria para sus primeras identificaciones del yo" (Lacan, 1957/1999, p. 233).

Por todo lo anterior, es pertinente recordar, como ya se dijo, que la conformación del yo es imaginaria y por lo tanto necesita de un otro que le sirva de espejo para lograr realizar el proceso de identificación. Este proceso, es posibilitado por el momento en que el niño vuelve su rostro hacia la mirada de la madre que lo mira mirarse en el espejo; así, la mirada2 juega un papel fundamental en todo este proceso, ya que es el medio que permite al niño reconocerse en otro que lo reconoce; aun así, el lugar que ocupa la mirada en la conformación del yo va más allá de lo imaginario, ya que el órgano con el cual ésta se asocia, es decir, el ojo, permite hablar de una esquizia fundamental: la esquizia del ojo y la mirada.

Lacan diferencia entre el ojo, como órgano de la visión, y la mirada, que queda del lado del objeto: éste devuelve la mirada al sujeto; el objeto es mirada para el sujeto, pero desde un lugar o un punto desde el cual el sujeto no puede verlo. En este texto Lacan es reiterativo sobre la idea de la preexistencia de una mirada, ya que, aunque el sujeto no ve más que desde un punto, es mirado desde todas partes; la esquizia pues, que interesa a Lacan es la del ojo y la mirada en la que se manifiesta la pulsión a nivel del campo escópico (López et al., 2015, p. 68).

Al respecto, dice Lacan (1964/2004) que la mirada puede contener en sí misma el objeto (a) de álgebra lacaniana donde el sujeto viene a caer; y lo que especifica el campo escópico, y engendra la satisfacción que le es propia, es que allí, por razones de estructura, la caída del sujeto siempre permanece desapercibida, pues se reduce a cero. En la medida que la mirada en tanto que objeto (a), puede llegar a simbolizar la carencia central expresada en el fenómeno de la castración, y es un objeto (a) reducido, por su naturaleza, a una función puntiforme, evanescente, deja al sujeto en la ignorancia de lo que hay más allá de la apariencia.

La imagen del cuerpo permite al sujeto ubicar lo que es y lo que no es del yo; así, según las relaciones imaginarias (que son articuladas por Lacan a la conducta frente al espejo), el sujeto se identifica con el otro y lo toma como sí mismo y la imagen de ese otro viene a capturar ese sentimiento de sí mismo, es decir, el sujeto se identifica en el otro, lo que determina un efecto de alienación fundamental.

De igual modo, en ese orden particularmente satisfactorio para el sujeto, que se ha connotado como narcisismo, la imagen especular es esencial y remite, por una parte, a lo que se difunde ahí de satisfacción (hasta de complacencia en palabras de Lacan), que soporta la ignorancia fundamental del sujeto y por otra "¿No podemos captar también lo que hay de eludido?, a saber, la función de la mirada, mirada que viene del mundo hacia el sujeto sin que éste lo sepa" (Lacan, 1964/2004, p. 82). En palabras de Lacan (1964/2004), el espectáculo del mundo, en este sentido, aparece como omnivoyeur, pero no como exhibicionista:

El mundo es omnivoyeur, pero no es exhibicionista, no provoca nuestra mirada. Cuando empieza a provocarla, entonces empieza también la sensación de extrañeza. ¿Qué decimos? Que en el estado llamado de vigilia hay elisión de la mirada, elisión de lo que no sólo ello mira, sino ello muestra (p. 83).

Así puede explicar Lacan (1964/2004) el hecho del dar-a-ver que se encuentra en el extremo del deseo al Otro:

Vemos pues, así, que la mirada opera en una suerte de descendimiento, descendimiento de deseo, sin duda, pero, ¿cómo decirlo? En él, el sujeto no está del todo, es manejado a control remoto. Modificando la fórmula que doy del deseo en tanto que inconsciente, el deseo del hombre es el deseo del Otro, diré que se trata de una especie de deseo al Otro (p. 121).

El apetito del ojo al que hay que alimentar, da su valor de encanto a cosas como la pintura, las imágenes, la virtualidad, tal como se entiende en la Posmodernidad.

En este orden de ideas, y retomando la esquizia del ojo y la mirada, vale la pena mencionar un antiguo apólogo citado por Lacan (1964/2004):

... en el antiguo apólogo sobre Zeuxis y Parrhasios, el mérito de Zeuxis radica en haber hecho racimos que atrajeron a los pájaros. El acento no se pone en modo alguno en el hecho de que esas uvas fuesen en alguna manera uvas perfectas, el acento se pone en el hecho, de que incluso el ojo de los pájaros fue engañado. La prueba de ello está en que su compañero Parrhasios triunfa por haber sabido pintar en la muralla un velo, un velo tan parecido aún velo que Zeuxis, volviéndose hacia él: Vamos, enséñanos ahora lo que has hecho allí detrás. Con lo que se demuestra que de lo que se trata es de engañar al ojo. Triunfo sobre el ojo, de la mirada (p. 110).

Acápite dos. Discusiones finales

En la Posmodernidad se despliega una infinidad de imágenes, en las cuales, la virtualidad va a desempeñar un papel fundamental con la llamada realidad virtual (RV), donde se integran varios modos de comunicación en una red interactiva y virtual, es decir, la integración de la interactividad, hipertextualidad y conectividad: integración potencial de texto, imágenes y sonido en el mismo sistema, interactuando desde puntos múltiples, en un tiempo real a lo largo de una red global, con un acceso abierto que,

Cambia de forma fundamental el carácter de la comunicación y ésta determina decisivamente la cultura, porque, como escribió Postman, no vemos la realidad como es, sino como son nuestros lenguajes. Y nuestros lenguajes son nuestros medios de comunicación. Nuestros medios de comunicación son nuestras metáforas. Nuestras metáforas crean el contenido de nuestra cultura (Bisbal, 2001).

Lo que es específico desde el punto de vista histórico del nuevo sistema de comunicación, organizado en torno a la virtualidad y la integración tecnológica, no es la inducción de la realidad virtual, sino la construcción de la virtualidad real.

De todo lo anterior, se desprende el hecho de pensar la cultura posmoderna como la cultura de la virtualidad real. Las culturas están hechas de procesos de comunicación; y todas las formas de comunicación, como dice Baudrillard, citado por Castells (1998), forman la cultura actual, que hace algunos años se basan en la producción y el consumo de signos, no habiendo así, separación entre realidad y representación simbólica. Por lo tanto, argumenta Castells en el mismo texto, lo que es específico desde el punto de vista histórico del nuevo sistema de comunicación, organizado en torno a la virtualidad y la integración tecnológica, no es la inducción de la realidad virtual, sino la construcción de la virtualidad real.

Virtualidad real que acompaña al sujeto desde su misma constitución inicial. Entonces, visto así, la propuesta de la Posmodernidad deja de ser algo extraño y tan novedoso, para irse convirtiendo en algo cada vez más cercano a la constitución del yo de un sujeto inmerso en la imagen y que existe gracias a otro que está fuera de él. Sin embargo, la entrada de la Posmodernidad habrá que analizarla cuidadosamente, no tanto por su novedad, sino por las consecuencias que la red virtualizada entrega a los sujetos.

De aquí surge entonces la pregunta: ¿Qué sistema de comunicación es entonces el que genera virtualidad real? Para dar respuesta, Castells (1998) lo explica así:

Es un sistema en el que la misma realidad (esto es, la existencia material/ simbólica de la gente) es capturada por completo, sumergida de nuevo en un escenario de imágenes virtuales, en el mundo de hacer creer, en el que las apariencias no están sólo en la pantalla a través de la cual se comunica la experiencia, sino que se convierten en la experiencia (p. 406).

En los chats, la interacción se consigue a través de la escritura, en la cual se usan emoticonos, que reemplazan los gestos físicos y las expresiones faciales. Ahora, gracias a la virtualidad, ya no es necesario ni siquiera escuchar al otro para hablar con él, no es necesario que se vea un gesto de rabia o alegría; ahora, sólo basta un clic y todo está dicho:

A diferencia de las relaciones, el parentesco, la pareja e ideas semejantes que resaltan el compromiso mutuo y excluyen o soslayan a su opuesto, el descompromiso, la red representa una matriz que conecta y desconecta a la vez... Red sugiere momentos de estar en contacto intercalados con periodos de libre merodeo. En una red las relaciones se establecen a demanda, y pueden cortarse a voluntad. ...Una conexión indeseable es un oxímoron: las conexiones pueden ser y son disueltas mucho antes de que empiecen a ser detestables. Las conexiones son relaciones virtuales... y uno siempre puede oprimir la tecla delete (Bauman, 2003, pp. 12-13).

Sumado a lo anterior, se reitera la importancia de la imagen en la Posmodernidad:

Imagen del mundo y mundo convertido en imagen, imagen virtual de los usuarios/sujetos que navegan en el ciberespacio, imágenes que componen el mundo virtual en el que el sujeto se sumerge e imágenes, finalmente, de todo cuanta rodea: relaciones, afectos, sexualidad, trabajo, economía, política. Vivimos en un mundo donde hay un exceso de imágenes (López et al., p. 82).

La Posmodernidad es una sociedad escópica, se refiere al "mundo de las imágenes que impulsa a ver y ser visto todo el tiempo. La existencia está sometida a la visibilidad: -soy visto, luego existo. Al parecer la transparencia se torna ahora en el ideal de la sociedad posmoderna, un ideal, que como el de completud, es imposible; un ideal de transparencia que paradójicamente se hace imposible y en su lugar "se instaura lo confuso, lo poco claro, la incertidumbre, la multiplicidad de culturas y de imágenes donde la mirada siempre presente, posibilita diferentes modos de entender el mundo, la realidad" (López et al., 2015, p. 83); lo anterior permite decir que:

Para comprender la experiencia de la mirada, hay que atender al sentido de garder que es siempre guardar algo, algo que puede desaparecer, que es susceptible de ausentarse. "Re-guardar" quiere decir guardar algo que está guardado de antemano, es decir, que se trata de prevenir con esta repetición (re) lo que puede escaparse. nosotros persiste y que escapa radicalmente a nuestro saber, incluso a nuestro saber inconsciente" (p. 1).

No hay, de un lado, la imagen, material único, inerte y estable, y, de otro, la mirada, como un rayo de sol móvil que viniera a animar la página de un libro grande abierto. Mirar no es recibir, sino ordenar lo visible, organizar la experiencia. La imagen recibe su sentido de la mirada, como lo escrito de la lectura, y ese sentido no es especulativo sino práctico. Las culturas de la mirada, a su vez, no son independientes de las revoluciones técnicas que vienen a modificar en cada época el formato, los materiales, la cantidad de imágenes de que una sociedad se debe hacer cargo. La evolución conjunta de las técnicas y de las creencias nos va a conducir a señalar tres momentos de la historia de lo visible: la mirada mágica, la mirada estética y, por último, la mirada económica. La primera suscitó el ídolo; la segunda el arte; la tercera lo visual. Más que visiones, ahí hay organizaciones del mundo (Debray, 1994, p. 38).

La virtualidad como creación de imagen del mundo que se comporta como realidad en la Posmodernidad, tienen una relación directa con el fenómeno de la mirada. Lacan dice que los sujetos son seres mirados, por el espectáculo del mundo, speculum mundi. "¿No hay satisfacción en el estar bajo esa mirada, esa mirada que nos cerca, y que nos convierte en primer lugar en seres mirados, pero sin que nos lo muestren?" (Lacan 1964/2004, p. 85); es más, aquí cabría también preguntar ¿Qué es aquello que se nos hace mirada hoy? Por lo visto hasta aquí, los objetos del mundo posmoderno se nos imponen para ser mirados: así, imágenes, mundos virtuales, chats, redes sociales se ofrecen al sujeto y éste es atrapado, se convierte en un ser mirado por lo que, según él, puede controlar. En la Postmodernidad se invita al sujeto a mirar; hacia donde éste gire sus ojos, hay imágenes para ver, imágenes que le miran y que producen lo que Alain Didier Weill (1997) llama la experiencia fundamental de la mirada: Regarder (mirar) está compuesto en francés por el prefijo re, que anuncia el verbo garder (guardar). Según el autor, para comprender la experiencia de la mirada, hay que atender al sentido de garder que es siempre guardar algo, algo que puede desaparecer, que es susceptible de ausentarse. "Re-guardar" quiere decir guardar algo que está guardado de antemano, es decir, que se trata de prevenir con esta repetición (re) lo que puede escaparse. Sin embargo, se indica con ello una nueva relación de algo que ya se ha perdido. Pero, ¿Qué es eso que el ser humano ha perdido mayormente? se pregunta Weill (1997) a lo que responde: "Lo que nosotros hemos perdido de manera más profunda, es lo que en francés llamamos la incógnita, el secreto absoluto, aquello que de nosotros persiste y que escapa radicalmente a nuestro saber, incluso a nuestro saber inconsciente" (p. 1).

Por otro lado, pero igualmente en el ámbito de la mirada y su relación con el sujeto, el anonimato que permite la virtualidad, es un elemento fundamental para comprender la preferencia de los sujetos por tal medio; anonimato en los chats y en las comunidades virtuales, en la webcam, en la que puede mostrarse el cuerpo, pero nunca el rostro para asegurar el enigma: ¿Quién está del otro lado? Podría ser cualquiera. Anonimato, además, que asegure el placer "seguro" e ilimitado. "Así, mirar más y/o mirar siempre, se ha convertido en nueva forma" (López et al., 2015, p. 72) del imperativo para obtener placer.

En Freud, pueden encontrarse referencias explícitas a la mirada en relación al cuerpo y a la sexualidad; por ejemplo, en el texto Los instintos y sus destinos (191 5/1967), habla de la escopofilia (placer visual), la cual va a comparar con el exhibicionismo. Tanto a la escopofilia como al exhibicionismo, los va a llamar "par antitético de la pulsión" y va a situar la pulsión escópica entre las pulsiones sexuales: "A. Uno contempla el órgano sexual = un órgano sexual es contemplado por uno mismo. B. Uno contempla un objeto ajeno (escopofilia activa). C. Un objeto que puede ser uno mismo o parte de uno es contemplado por una persona ajena (exhibicionismo)" (Freud, 1915/1967, p. 1040). Con este esquema, describe tres momentos diferentes en la mirada: mirarse, mirar, ser mirado, aclarando, que "aunque el objeto del instinto de escopofilia es también al principio una parte del propio cuerpo, no es, sin embargo, el ojo mismo" (Freud, 1915/1967, p. 1041).

Existe una vertiente importante en la Posmodernidad en relación con la mirada y el sujeto, que se refiere al panoptismo: ese afán de mirarlo todo, sumado a la ausencia de intimidad, va a desembocar en una sociedad en la cual el panóptico de Bentham (1979) se reconfigura y se manifiesta, dejando un vacío en los sujetos: el vacío de quienes son mirados constantemente sin saber que lo son o el vacío de quienes se saben mirados y penetran en la imposibilidad de la mirada.

En Una teoría sexual (1 905/1 967), Freud va a hablar de la impresión óptica y la excitación libidinosa: "La impresión visual es el camino por el que más frecuentemente es despertada la excitación libidinosa" (p. 781); aquí la mirada va a ser algo más que el medio para percibir el mundo exterior, ya que va a tener implicaciones en la libido del sujeto y por lo tanto en su sexualidad. Lo anterior puede verse apoyado en un texto de 1910 Concepto psicoanalítico de las perturbaciones psicógenas de la visión, en el cual va a decir que "los ojos no perciben tan sólo las modificaciones del mundo exterior importantes para la conservación de la vida, sino también aquellas cualidades de los objetos que los elevan a la categoría de objetos de la elección erótica, o sea sus "encantos" (Freud, 1910/1967, p. 984); la mirada se posa entonces sobre los encantos o cualidades de los objetos, los cuales son siempre de corte erótico y consecuentemente de corte sexual.

En este sentido, hoy internet muestra las imágenes pornográficas, que va más allá de los límites establecidos por la imagen pornográfica de revistas, cine o televisión. La mirada entonces, esa que es devuelta al sujeto y que lo desnuda, lo reduce, al mismo tiempo a la inmovilidad que atañe tanto al cuerpo como a la palabra, menciona Weill (1997). Siguiendo a este mismo autor, hay que anotar que en psicoanálisis se llama al movimiento, desplazamiento. Dicho de otra manera, bajo la mirada el desplazamiento freudiano desaparece, y deja aparecer en su lugar un solo lugar al que es designado el sujeto mirado: "El estar en un solo lugar y el ser reducido a tener que volver a un lugar único, da una indicación de lo que Lacan denomina lo real, ya que una de las definiciones fundamentales de lo real es precisamente aquello que vuelve siempre al mismo lugar" (Weill, 1997, p. 1).

Por otro lado, existe una vertiente importante en la Posmodernidad en relación con la mirada y el sujeto, que se refiere al panoptismo: ese afán de mirarlo todo, sumado a la ausencia de intimidad, va a desembocar en una sociedad en la cual el panóptico de Bentham (1979) se reconfigura y se manifiesta, dejando un vacío en los sujetos: el vacío de quienes son mirados constantemente sin saber que lo son o el vacío de quienes se saben mirados y penetran en la imposibilidad de la mirada ¿Qué sucede con el sujeto inserto en el posmoderno panoptismo?

Para Freud existe un nivel del panoptismo, no ya desde la sociedad que vigila, sino desde lo intrapsíquico, desde una instancia que vigila al sujeto: el superyó. Para poder desarrollar tal concepto, Freud, en El malestar en la cultura (1930/1968), se pregunta cómo la cultura hace para inhibir, volver inofensiva o acaso erradicar la agresividad tan propia del ser humano; para Freud, la agresión es introyectada, interiorizada y reenviada a su punto de partida, el propio yo, donde es recogida por una parte del yo, el superyó, el cual como conciencia moral ejerce contra el yo la misma severidad agresiva que el yo habría ejercido en otros individuos ajenos a él. Se le llamaría conciencia de culpa,

A la tensión entre el superyó que se ha vuelto severo y el yo que le está sometido. Se exterioriza como necesidad de castigo. Por consiguiente, la cultura yugula el peligroso gusto agresivo del individuo debilitándolo, desarmándolo, y vigilándolo mediante una instancia situada en su interior, como si fuera una guarnición militar en la ciudad conquistada (Freud, 1930/1968, p. 47).

Para comprender cómo llega un sujeto a tener un sentimiento de culpa, es necesario, plantear que tal sentimiento no deviene sólo por hacer algo malo, ya que puede considerarse culpable aquel que no ha hecho nada malo o por sólo haber tenido la intención de la maldad; sin embargo, en ambos casos, se presupone que ya se ha discernido el mal como algo reprochable, que no debe hacerse. ¿Cómo se llega a esta resolución? Para Freud, por medio de un influjo ajeno, esto es, el temor a ser descubierto, el temor a la pérdida de amor que genera angustia; al respecto dice Freud (1930/1968):

En el niño pequeño la situación nunca puede ser otra; pero es también la de muchos adultos, apenas modificada por el hecho de que la comunidad humana global remplaza en ellos al padre o a ambos progenitores. Por eso se permiten habitualmente ejecutar lo malo que les promete cosas agradables cuando están seguros de que la autoridad no se enterará o no podrá hacerles nada, y su angustia se dirige sólo a la posibilidad de ser descubiertos. Este es el estado de cosas con que, en general, debe contar la sociedad de nuestros días (p. 48).

Sin embargo, hay un cambio: la autoridad es interiorizada por la instauración del superyó, el cual mira al sujeto permanentemente. El sujeto visto así, sería un sujeto mirado tanto desde el interior, superyó, como desde el exterior, objetos. Aun así, no todos los objetos de la virtualidad en la Posmodernidad se hacen mirada para todos los sujetos. En ese universal que es la virtualidad, ¿Qué es lo que se hace mirada a cada sujeto en particular? ¿De qué depende en cada sujeto?

Los encantos de los objetos (de los cuales ya se habló antes) no son universalmente válidos para todos los sujetos, es decir, no a todos los sujetos, por ejemplo, se les hace mirada los mismos elementos de la virtualidad, ni son fascinados por los mismos objetos. En el artículo La clínica del mal de ojo (Muñiz, Montoya, Uribe, Mesa, & Medina, 2004), los autores expresan que la fascinación o la medusación, son dos formas de la petrificación causada por dos efectos antagónicos. La fascinación se da por el encanto producido por la seducción que cautiva. Fascinum del latín, que traduce como encanto, dominar o atraer hacia sí con la sola fuerza de la mirada. Por otro lado, los autores dicen que es también la mirada lo que se introduce en el fenómeno de medusación ante la presencia de la cabeza de medusa que evoca la dimensión de la muerte. El brillo del objeto que atrae la mirada, la fascina y la cautiva, esconde detrás la muerte; la libidinización de los objetos, sería entonces la forma en que se niega la muerte; de ahí, la fascinación por los mismos.

Lo virtual del mundo postmoderno se articula en el sujeto gracias a que dichos fenómenos que ofrece la virtualidad actúan como señuelo para el sujeto frente a lo real; así, lo que busca la mirada del sujeto detrás de la pantalla del computador, por ejemplo, no es otra cosa, sino aquello que recubre lo real y que logra engañar la mirada. Este real, que se aparece y reaparece al sujeto en todo cuanto mira y vive subjetivamente en la cultura postmoderna, es lo que atrapa la mirada, es lo que permite la fascinación por ciertos objetos de la Posmodernidad. El exceso en la imagen, en la pantalla, en la luz, en el cuerpo, en la comunicación, en el texto, que ahora es hipertexto, desemboca en un hipersentido en el que el sujeto queda a merced de la imagen en tanto apariencia, aunque lo que trata la cultura posmoderna es de proveer a los sujetos de virtualidades para recubrir el horror de lo real, efectivamente, el resultado concomitante es el contrario: lo horroroso se hace presente y la mirada no puede, ni quiere esquivarlo; la pulsión sigue empujando y el sujeto sigue siendo un eterno insatisfecho: hay que ver, ver más, a toda hora y ver de todo.

Lo virtual del mundo postmoderno se articula en el sujeto gracias a que dichos fenómenos que ofrece la virtualidad actúan como señuelo para el sujeto frente a lo real; así, lo que busca la mirada del sujeto detrás de la pantalla del computador, por ejemplo, no es otra cosa, sino aquello que recubre lo real y que logra engañar la mirada.

Quizá es momento para preguntar si ese sujeto posmoderno que es un gran ojo, también se mira a sí mismo con la misma fascinación y voracidad con que mira el mundo y sus cosas, no ya desde el superyó, sino con la intención de volver consciente lo inconsciente, es decir, pensado desde el esquema L de Lacan (1 957/1999), se puede afirmar que:

El psicoanálisis tiene como centro la teorización del sujeto del inconsciente, la relación se va a plantear en el vector de lo simbólico, es decir entre el ($) sujeto y el A (Autre) u Otro con mayúscula, ya la cuestión no es el deseo de reconocimiento sino el reconocimiento del deseo por parte del sujeto (Dasuky, 2011, p. 61).

Tema éste que se vislumbra como posibilidad para futuras reflexiones.

Referencias

Baudrillard, J. (1978). Cultura y simulacro. Barcelona, España: Kairós. http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=199518706032Links ]

Baudrillard, J. (1986). El éxtasis de la comunicación. En H. Foster (Ed.), La Posmodernidad (pp. 187-197). Barcelona, España: Kairós . https://www.casadellibro.com/libro-posmodernidad-la/9788472451544/141937Links ]

Bauman, Z. (2003). Amor líquido. Acerca de la fragilidad de los vínculos humanos. Argentina: Fondo de Cultura Económica. http://www.pensamientopenal.com.ar/system/files/201 5/07/doctrina41547.pdfLinks ]

Bentham, J. (1979). El panóptico. Madrid, España: La Piqueta. https://iedimagen.files.wordpress.com/201 2/02/bentham-jeremy-el-panoptico-1791.pdfLinks ]

Bisbal, M. (2001). Se nos fue Herbert Schiller. Revista de Estudios de Comunicación. (10), 1-13 http://www.ehu.eus/zer/hemeroteca/pdfs/zer10-01-bisbal.pdfLinks ]

Castells, M. (1998). La era de la información. Economía, sociedad y cultura (Vol. 1. La sociedad red). Madrid, España: Alianza. http://www.felsemiotica.org/site/wp-content/uploads/2014/10/LA SOCIEDAD RED-Castells-copia.pdfLinks ]

Dasuky Q., S. A. (2011). Comentarios sobre la relación psicoanálisis y libertad: la cuestión del sujeto del inconsciente. Medellín: Editorial Universidad Pontificia Bolivariana. [ Links ]

Debray, R. (1994). Vida y muerte de la imagen: historia de la mirada en Occidente. Barcelona, España: Paidós Ibérica. https://monoskop.org/images/d/d4/DebrayRegisVidayMuertedelaImagen.pdfLinks ]

Freud, S. (1905/1967). Una teoría sexual. En L. López-Ballesteros, & De Torres (Trad.). Obras completas (Vol.1). Madrid: Biblioteca Nueva. [ Links ]

Freud, S. (1910/1967). Concepto psicoanalítico de las perturbaciones psicógenas de la visión. En L. López-Ballesteros y De Torres (Trad.). Obras completas (Vol.1). Madrid: Biblioteca Nueva. [ Links ]

Freud, S. (1915/1967). Los instintos y sus destinos. En L. López-Ballesteros, & De Torres (Trad.). Obras completas (Vol.1). Madrid: Biblioteca Nueva. [ Links ]

Freud, S. (1930/1968). El malestar en la cultura. En L. López-Ballesteros, & De Torres (Trad.). Obras completas (Vol.1). Madrid: Biblioteca Nueva. [ Links ]

Foster, H. (2008). La Posmodernidad. Barcelona, España: Kairós. https://monoskop.org/images/4/4e/FosterHaledLaposmodernidad.pdfLinks ]

García, J. M. (2002). Virtualidad, realidad, comunidad. Un comentario sociológico sobre la semántica de las nuevas tecnologías digitales. Papers, Revista de Sociología, 2(68), 81-106. Recuperado de http://papers.uab.cat/article/view/v68-garciaLinks ]

Heidegger, M. (1958). La época de la imagen del mundo. Chile: Ediciones de los anales de la Universidad de Chile. http://www.fadu.edu.uy/estetica-diseno-i/files/2015/08/heideggerepocaimagenmundo.pdfLinks ]

Lacan, J. (1946). Escritos 1. Acerca de la causalidad psíquica. México: Siglo XXI. [ Links ]

Lacan, J. (1949/2009). Escritos 1. El estadío del espejo como formador de la función del yo (je) tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica. Buenos Aires, Argentina: Siglo Veintiuno. https://arditiesp.files.wordpress.com/2012/10/lacanestadiodelespejo.pdfLinks ]

Lacan, J. (1954/1985). Seminario 1. Los escritos técnicos de Freud. Buenos Aires, Argentina: Paidós. http://www.bibliopsi.org/docs/lacan/03%20Seminario%201.pdfLinks ]

Lacan, J. (1957/1999). Seminario 5. Las formaciones del inconsciente. Barcelona, España: Paidós. [ Links ]

Lacan, J. (1964/2004). Seminario 11. Los cuatro conceptos fundamentales del Psicoanálisis. Buenos Aires, Argentina: Paidós . http://www.bibliopsi.org/docs/lacan/14%20Seminario%2011.pdfLinks ]

Lacan, J. (1976). Escritos 1. El estadío del espejo como formador de la función del yo (je) tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica. México: Siglo Veintiuno. https://arditiesp.files.wordpress.com/2012/10/lacan estadiodel espejo.pdfLinks ]

Lacan, J. (1981). Seminario I. los escritos técnicos de Freud. Clase 7, la tópica de lo imaginario. Paidós: Barcelona. http://www.bibliopsi.org/docs/lacan/03%20Seminario%201.pdfLinks ]

Lacan, J. (1995). Escritos 1. De nuestros antecedentes. Buenos Aires: Siglo Veintiuno. http://www.bibliotecanueva.es/admin/links/JacquesLacanEscritos1.pdfLinks ]

López, G., Rodríguez, A., & Marroquín, L. (2015). Clic. Implicaciones de la virtualidad globalizada en el sujeto. Medellín: Editorial FUNLAM. http://www.funlam.edu.co/uploads/fondoeditorial/90 Clic,implicacionesdelavirtualidadglobalizadaenelsujeto.pdfLinks ]

Lyotard, J. F. (2000). La condición postmoderna. Informe sobre el saber. Trad. Mariano Antolín Rato. Madrid: Cátedra. http://cmap.javeriana.edu.co/servlet/SBReadResourceServlet?rid=1KBWV3GHX-14QHSDF-321Links ]

Muñiz, O., Montoya, A., Uribe, A., Mesa, E., & Medina, M. (2004). La clínica del mal de ojo. Informes Psicológicos, (6), 99-111. Recuperado de https://revistas.upb.edu.co/index.php/informespsicologicos/article/view/6096/5589Links ]

Vattimo, G. (1990). Posmodernidad: ¿Una sociedad transparente? En G. Vattimo (Ed.), En torno a la Posmodernidad (pp. 9-20). Madrid, España: Anthropos. https://books.google.com.co/books/about/Entornoalaposmodernidad.html?id=5we2Lm-DaZKAC&redir esc=yLinks ]

Vattimo, G., Mardonés, J., Urdanibia, I., Fernández, M., Maffesoli, M., Savater, F..... Lanceros, P. (1991). En torno a la Posmodernidad. Madrid: Anthropos Editorial del hombre. [ Links ]

Weill, A.D. (1997). La Mirada. Suplemento al Correo de los Carteles, 11. Traducción de Ramiro Ramírez. n/a [ Links ]

* El presente artículo vincula hallazgos parciales de la tesis doctoral titulada Cultura contemporánea, angustia y subjetividad, que se encuentra inscrita en el Grupo Epimeleia, en la línea Nuevas tendencias en la filosofía, desarrollada actualmente por uno de los autores de este texto (Samir Ahmed Dasuky Quiceno) con las ideas fundamentales del libro Clic. Implicaciones de la virtualidad globalizada en el sujeto (2015), de autoría de Gloria María López Arboleda (también autora del presente artículo) y otros. El lector interesado puede revisar la referencia completa al final del presente escrito.

Forma de citar: Dasuky, S., & López Arboleda, G. (2017). Posmodernidad, mirada y virtualidad: sujetos enred-ados, sujetos mirados. Rev. CES Psico, 1111), 1-13.

1"(Re)presentar significa aquí: traer -como opuesto- ante sí lo presente, referirlo así, en cuanto uno es el representante (el que realiza la representación) y retrotraerlo en esta referencia a sí, considerada como la región determinante. Donde tal acontece se informa el hombre sobre el ente. Al informarse el hombre se pone él mismo en escena, esto es, en el círculo abierto de lo general y comúnmente representado. Con ello se pone él mismo en el escenario, en el cual en lo sucesivo se representará, se presentará, en el cual tendrá que ser imagen (cuadro vivo)" (Heidegger, 1 958, p. 42, citado por López et al, 2015, p. 11)

2Los autores no desconocen las diversidades funcionales relacionadas con el sentido de la vista, ni quieren que se entienda con esto, que los sujetos con diversidades funcionales asociadas a la visión no realizan un proceso análogo de conformación del yo.

Recibido: 27 de Enero de 2016; Aprobado: 23 de Agosto de 2017

Creative Commons License Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons