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Revista Colombiana de Cirugía
Print version ISSN 2011-7582On-line version ISSN 2619-6107
rev. colomb. cir. vol.20 no.2 Bogotá Apr./June 2005
(1) Profesor titular, Facultad de Medicina, Universidad de los Andes. Jefe Honorario, Departamento de Cirugía, Hospital Universitario, Fundación Santa Fe de Bogotá. Bogotá, Colombia
El término shock, voz inglesa, de uso común en todos los países hispanoparlantes, ha sido, justifica-damente, adoptado en el idioma castellano como tal. En el Pequeño Larousse Ilustrado, por Ramón García-Pelayo y Gross (Ediciones Larousse, Madrid, Buenos Aires, México DF, 1994) en la página 942 se lee: Shock m. (pal. ingl., pr. chok). Med. Súbita y grave depresión física y psíquica producida por una conmoción fuerte. Igualmente, el Diccionario de Términos Médicos Inglés-Español Español-Inglés, por F. Ruiz Torres (Alhambra, Madrid/WB Saunders, Filadelfia, 1980) incluye tanto la acepción como el término shock en español. Además, el Diccionario Enciclopédico 2004 (Ediciones Laroussse, Barcelona, México, 2004) trae: Shock s.m. (voz inglesa). Estado de abatimiento físico consecutivo a un traumatismo (shock traumático), a una operación quirúrgica (shock operatorio), a la anestesia (shock anestésico) o a la presencia en el organismo de proteínas extrañas (shock anafiláctico).
Evidentemente el término choque, que muchos proponen como la mejor traducción de shock, tiene una connotación muy diferente: se refiere a encuentro violento de dos cosas o personas; a colisión, percusión, golpe o impacto; a combate, pelea, disputa, riña o contienda. Son muchos los textos y publicaciones médicas en el idioma español que, desde hace años, emplean el vocablo inglés shock, el cual posee connotaciones dinámicas y fisiológicas que se encuentran ausentes en la palabra choque.
En la cuarta edición de mi libro Metabolismo, Nutrición y Shock en el Paciente Quirúrgico, próximo a aparecer (J.F. Patiño y Sonia E. de Pimiento, eds., Editorial Médica Panamericana, Buenos Aires, 2005), se ha conservado el término shock que apareció en las tres primeras ediciones. Así mismo, el artículo “Conductas de prescripción de antibióticos presuntivos en pacientes con trauma penetrante abdominal y torácico en un centro especializado” por A. Sanabria y asociados que aparece en este número de la Revista Colombiana de Cirugía, se conserva el término shock.
Hace dos mil quinientos años Hipócrates de Cos, “El Padre de la Medicina”, describió con admirable precisión un cuadro clínico que, evidentemente, parecería corresponder a un paciente en estado de shock.
B. Inglis transcribe la que se considera tal vez la mejor de sus descripciones clínicas, la de un paciente moribundo: “nariz afilada, ojos ahuecados, sienes sumidos, orejas frías y contraídas, con los lóbulos hacia fuera, la piel de la cara seca, tensa y abrasada, el color del rostro de un tono uniforme, amarillo o negro, lívido o menos colorado.” Esto lo llamamos hoy “facies hipocrática”.
La escuela hipocrática realizó el primer intento conocido de observación exacta de medicina de cabecera. Pero, por supuesto, en esa época, aparte del manejo de heridas, fracturas y dislocaciones, era muy poco lo que los médicos podían ofrecer como tratamiento. Esto llevó a Asclepíades , el médico personal y amigo de Cicerón, tres siglos más tarde, a lamentarse, no sin razón, de que el método de observación hipocrática era poco menos que una «meditación sobre la muerte». A Asclepíades (n. en Prusia, Bitinia, entre 124 y 140 aC), se le da el crédito de introducir la medicina griega (aunque combatió las ideas de Hipócrates) en Roma en el siglo II aC.