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Fronteras de la Historia
Print version ISSN 2027-4688
Front. hist. vol.21 no.1 Bogotá Jan./June 2016
El trabajo misional de fray Pedro de Gante en los inicios de la Nueva España
The Missionary Work of Fray Pedro de Gante in the Early New Spain
CARLOS FERNANDO LÓPEZ DE LA TORRE
Universidad Nacional Autónoma de México, México
ferlo8990@hotmail.com
Recibido: 18 de agosto del 2015
Aprobado: 9 de diciembre del 2015
RESUMEN
Este artículo tiene como propósito recuperar la obra evangélica y educativa del fraile Pedro de Gante en la Nueva España del siglo XVI. Menos conocido que otras figuras misioneras, Gante fue el primero en asumir como compromiso serio la enseñanza y la conversión de los indígenas del Nuevo Mundo, razón por la cual se atienden varios de sus aspectos: la primera escuela de enseñanza europea en la ciudad de Texcoco, el colegio y capilla abierta de San José de los Naturales y los diversos mecanismos utilizados para su labor evangelizadora que demuestran el sincretismo cultural al que debió proceder para su tarea. Se presentan también los problemas a los que se enfrentó en su misión, principalmente, la denuncia de los abusos encomenderos que impedían la conversión indígena al cristianismo, así como el impacto de su legado en las posteriores acciones misionales.
Palabras clave: Capilla abierta, educación colonial, Nueva España, Pedro de Gante.
ABSTRACT
This article is intended to recover the evangelical and educational work of Friar Pedro de Gante in sixteenth-century New Spain. Less well known than other missionary figures, Gante was the first to take as serious commitment with the education and the conversion of the natives of the New World, which is why many aspects of it are attended: the first school of European studies in the city of Texcoco, the school and the open chapel of San José de los Naturales and various mechanisms for their evangelizing labour demonstrating the cultural syncretism that should proceed to their task. The problems they faced in his mission, mainly the complaint of the trustees abuses that prevented the indigenous conversion to Christianity, and the impact of his legacy in later missionary works are also presented.
Keywords: Colonial education, New Spain, open chapel, Pedro de Gante.
Introducción
La conquista militar de América por los europeos se consolidó con la conquista espiritual de los misioneros. Para lograr tal osadía, los frailes tuvieron que idear toda una serie de instrumentos para consolidar el poder del nuevo orden en un mundo del que no tenían conocimiento previo y ante el cual se sentían unos extraños. En este artículo abordo la labor del fraile franciscano que tiene el mérito de ser el primer evangelizador y educador europeo de los indios de América: fray Pedro de Gante.
Pedro de Gante llegó a la Nueva España en 1523 con el propósito de atraer a los indios a la religión cristiana. La importancia de Gante en la evangelización del Nuevo Mundo radicó en la innovadora creación de una serie de instrumentos cuyo propósito fue facilitar la atracción y conversión de los indígenas al cristianismo, experimentos que terminaron por ser un modelo a seguir por misioneros contemporáneos.
El artículo tiene como objetivo indagar en la labor evangelizadora y educadora de Pedro de Gante en la Nueva España y su importancia como punto de partida para la introducción del mundo indígena a la cultura europea y la religión cristiana. También se abordan los problemas a los que se enfrentó y la trascendencia que tuvieron sus logros en la enseñanza novohispana. El esquema del trabajo está dividido en los siguientes temas: 1) la llegada de Gante al Nuevo Mundo y sus primeros encuentros con el mundo indígena en la ciudad de Texcoco; 2) la edificación de la capilla abierta y el colegio de San José de los Naturales, considerada su obra cumbre; 3) los problemas y conflictos a los que se enfrentó en la labor evangelizadora; 4) los instrumentos que utilizó Gante para introducir a los indios al nuevo sistema social, y 5) el legado de la obra de Gante en los siguientes proyectos de evangelización y educación, los cuales no se limitaron al territorio novohispano.
Pese a su importancia en la tarea misionera de los primeros años de la sociedad conquistada, la figura de Pedro de Gante no ha tenido un tratamiento profundo por parte de la historiografía sobre el periodo colonial en México. Salvo contadas excepciones, entre ellas buena parte de la bibliografía utilizada para la redacción de este artículo, la mayoría de los trabajos que versan sobre la evangelización lo mencionan ocasionalmente o lo ignoran por completo, tomando como hito inaugural de la iglesia novohispana la llegada de los llamados "doce apóstoles" franciscanos liderados por fray Martín de Valencia y el consecuente rendimiento de honores de Hernán Cortés en 1524, un año después del arribo de Gante1. En ese sentido, el artículo busca abonar a la historiografía un mayor conocimiento de un personaje crucial de la época, recuperando su obra, sin la cual no puede explicarse el desarrollo de la evangelización posterior de Nueva España y del resto de la América española.
Gante ante el Nuevo Mundo y la ciudad de Texcoco como campo experimental de la evangelización
No se posee mucha información sobre la vida de Pedro de Gante antes de su partida al Nuevo Mundo. Nació en la región de Flandes entre 1476 y 1483. Se educó en las escuelas de los Hermanos de la Vida Común, institución religiosa que predicó las virtudes propias de una vida común y sin la necesidad de muchos bienes materiales, pues lo importante era lo espiritual y no lo terrenal. Estas enseñanzas fueron claves para que Gante decidiera unirse a los franciscanos, tanto por su privación de lo material como por el rol vital que le otorgaron a la educación como medio para desarrollar una firme creencia religiosa en Cristo, situación que pondrá en práctica en América.
Los motivos por los cuales decidió viajar al continente americano deben hallarse en los acontecimientos históricos que tuvo que vivir. El encuentro europeo con el Nuevo Mundo impulsó la creación de ideas utópicas sobre mundos posiblemente mejores al existente, entre ellas las de Erasmo de Róterdam y Tomás Moro, conocidas por un Gante que también recibió el discurso humanista del Renacimiento. En medio del sisma católico producido por las reformas protestantes y la consecuente reacción de la Iglesia católica, que visualizó la evangelización de América como un deber e incluso una cruzada, es posible que Gante pensara en viajar con la finalidad de salvar a la cristiandad y preparar al mundo para un eventual apocalipsis según el imaginario milenarista franciscano, donde la conversión de los indios implicaba a su vez la renovación de la fe católica en Europa (Brading 124).
Sin embargo, el factor decisivo que orilló a Gante a partir a América fue la defensa de los indios hecha por fray Bartolomé de Las Casas. Gracias a la cercanía familiar2, Gante formó parte de las cortes del emperador Carlos I de España y V de Alemania y conoció de primera mano el maltrato sufrido por los habitantes de las Antillas y la defensa colérica que hizo Las Casas en su favor contra la explotación española. Estos abusos le preocuparon por su formación enfocada a la actitud humanitaria hacia el otro como medio para aliviar sus males espirituales, a tal grado que ayudó a Las Casas a entrevistarse con el rey para hacerle noticia de ello (Chávez 99). El conocimiento del desamparo y la situación moral de los indios (desnudos, humildes y sin conocimiento de Cristo) terminaron por incidir para que Gante partiera al Nuevo Mundo en 1523, con la venia de Carlos I y en compañía de los frailes Juan de Tecto y Juan de Ayora. Gante y sus compañeros arribaron a las costas de Veracruz el 13 de agosto de 1523. De ahí se encaminaron a la ciudad de México, completamente en ruinas por los estragos de la guerra de 1521. Por órdenes de Hernán Cortés fueron trasladados a la ciudad de Texcoco, donde fueron alojados por el rey Ixtlixóchitl. Fue en este lugar que habitó entre 1523 y finales de 1526 o principios de 1527, donde inició su labor evangelizadora y educativa en torno a los indios y el intento de introducirlos al mundo europeo y al cristianismo.
En Texcoco, Gante se dio cuenta de que el principal contratiempo para su tarea religiosa era la dificultad de entablar un diálogo con los indígenas. La solución, de la cual fue pionero, representó una de las grandes paradojas de los primeros evangelizadores en cuanto a su tarea misionera: para erradicar la idolatría y las viejas costumbres prehispánicas, los misioneros las aprendieron y dieron conocimiento de ellas al resto de los evangelizadores para que supieran cómo tratar a los indios3. Partiendo de esta premisa, Gante y los otros frailes emprendieron la compleja tarea de aprender las costumbres locales y la lengua náhuatl para utilizarla como medio de comunicación con los indígenas e irles inculcando la fe cristiana. Testimonio de esta ardua tarea es el siguiente extracto de la Historia eclesiástica indiana de fray Gerónimo de Mendieta, en relación con el trabajo realizado por los tres frailes antes de la llegada de los doce apóstoles de la Nueva España4:
Solos estos tres religiosos hallaron ventura de cumplir sus deseos y pasar a esta Nueva España, antes que los doce, con sola licencia de su provincial y beneplácito del Emperador [...]. Venidos, pues, a las Indias, comenzaron luego a deprender la lengua de los naturales, y a recoger algunos niños hijos de principales, en especial en Tezcuco, adonde hallaron acogida en casa del señor, que les dio un aposento, y holgaba que industriasen a los de su casa y a otros niños que se allegaban. [...] cuando llegaron los doce apostólicos varones, [...] viendo que los templos de los ídolos aún se estaban en píe, y los indios usaban sus idolatrías y sacrificios, preguntaron a este padre Fr. Juan de Tecto y a sus compañeros, qué era lo que hacían y en qué entendían. A lo cual el Fr. Juan de Tecto respondió: "Aprendemos la teología que de todo punto ignoró S. Agustín", llamando teología a la lengua de los indios, y dándoles a entender el provecho grande que de saber la lengua de los naturales se había de sacar. (606)
Como refiere Mendieta, junto al aprendizaje de la lengua se inició una tarea de enseñanza religiosa destinada a los pequeños hijos de la nobleza indígena. La selección tenía fines prácticos elementales: la niñez es la etapa en que es más fácil moldear la conciencia humana, además de las ventajas que representaba que no tuvieran mucho conocimiento del mundo anterior a la conquista, a diferencia de sus padres recelosos por la imposición; por otro lado, al ser de la nobleza podían servir de ejemplo y convencer al resto de la población de acercarse al cristianismo.
Con este objetivo en mente, Gante fundó, en 1523, el Colegio de Texcoco, la primera escuela europea en América. Los estudios en este recinto se enfocaron en aprender la lengua de los naturales e irlos introduciendo al mundo y fe de los europeos. La incipiente instrucción religiosa se dedicó a enseñar las oraciones básicas como el Padre Nuestro y el Ave María. El colegio se convirtió también en la primera escuela de artes y oficios para indios en el Nuevo Mundo, dedicada especialmente a la carpintería. Mendieta resumió la obra educadora de Pedro de Gante en Texcoco al referirse a él como "el primero que en esta Nueva España enseñó a leer y escribir, cantar y tañer instrumentos musicales, y la doctrina cristiana" (608).
Una vez edificado el colegio, Gante y sus compañeros continuaron con su tarea evangelizadora, ahora apoyados por la gente educada de la nobleza para difundir sus enseñanzas a un sector más amplio de la población. Lo más probable es que este adoctrinamiento se realizara en domingos y días festivos siguiendo un patrón parecido al de los catecismos (Ricard 181). Junto al Padre Nuestro y el Ave María, se enseñaron los sacramentos, los mandamientos, la señal de la cruz y el conocimiento del pecado. La educación cristiana culminaba simbólicamente con el bautismo, celebrándose en 1524 los primeros sacramentados de este tipo en la Nueva España por fray Martín de Valencia, entre ellos el rey de Texcoco Ixtlixóchitl, gracias a que Gante y sus compañeros los adoctrinaron antes. Otro caso notable en cuanto a la aplicación de los sacramentos es que en Texcoco se realizó el primer matrimonio entre indios en México, el 14 de octubre de 1526.
Otro aspecto digno de destacar por su trascendencia en la historia del adoctrinamiento del indígena al mundo colonial fue el inicio de la alfabetización de la lengua náhuatl. Si bien es cierto que los frailes educaron primero en la lengua local para atraer la atención de los indígenas, si se quería una compenetración exitosa tenían que aprender a leer y escribir a la costumbre del europeo, por lo menos aquellos pertenecientes a la nobleza de antaño. Gante y compañía, en particular Juan de Tecto, quien al parecer era el mejor aprendiendo las lenguas extranjeras, fueron los primeros en el Nuevo Mundo en intentar latinizar en la escritura una lengua nativa. Para ello empezaron a escribir todo lo que decían los indios mientras transcribían las palabras nahuas en gráficos latinos. El resultado al parecer fue bien recibido entre los niños indios, incluso entre sus padres, porque así pudieron aprender a leer y escribir su idioma (Kobayashi 173-174).
En resumen, Texcoco resultó fundamental para el proceso de evangelización y de educación europea en el Nuevo Mundo porque ofreció un campo de experimentación sin precedentes, sobre todo si se considera que la conquista militar de las Antillas no fue acompañada por su par espiritual. La empresa titánica que inició Gante con sus dos compañeros logró afianzarse y continuó su desarrollo en las olas de misioneros que llegaron a lo largo del siglo XVI, los cuales ya tuvieron un antecedente por el cual guiarse en su predicación. Gante continuó su obra educativa en la ciudad de México, a la que se mudó después de enterarse que Ayora y Tecto murieron en la expedición de Cortés a las Hibueras (Honduras).
El Colegio de San José de los Naturales
Pedro de Gante se estableció en el Convento de San Francisco al trasladarse a la ciudad de México. La vieja capital del imperio mexica contaba con una población nativa más numerosa que la de Texcoco, lo que significaba un nuevo reto para la labor misional ante la cuestión de cómo evangelizar a una enorme cantidad de personas con escasos recursos humanos y materiales. Este obstáculo fue resuelto por Gante con una innovación arquitectónica, que comenzó a construir anexo al convento en 1527: la capilla abierta de San José de los Naturales. Esta capilla, la primera en su género en el Nuevo Mundo, fue uno de los principales centros educadores y evangelizadores de indios hasta la construcción del Convento de Santiago Tlatelolco, desarrollándose en ella los principales esfuerzos del franciscano por introducir a los indios al mundo europeo.
La capilla abierta es un estilo arquitectónico único en América. Sus características principales son su ubicación al costado norte de la iglesia, pues el convento se encuentra del lado sur, y la unión de la capilla con el atrio del templo, lo que crea un patio donde una gran cantidad de feligreses pueden oír misa o recibir alguna instrucción religiosa (Ricard 269). Tal espacio buscaba aprovechar a su vez las costumbres prehispánicas de realizar actividades sociales y religiosas en explanadas situadas frente o al pie de sus templos, continuidad utilizada ahora en favor de la evangelización. Gracias a esta invención, Gante logró solucionar la urgencia de adoctrinar a la gente común de una manera sincrética. A su consideración, el patio abierto del Colegio de San José permitía congregar a más de sesenta mil personas (cit. en Torres Villar 229)5.
Para lograr tal cantidad de personas, Gante y el resto de los misioneros fueron partícipes de la necesidad de congregar a las grandes masas de indios para proceder con mayor eficacia en su conversión. En palabras del propio Gante, se necesita
que se junten los indios y no estén derramados por los montes sin conocimiento de Dios, porque para acabar de se convertir esta gente, es necesarísimo, y para que los religiosos tengan cuenta con ellos y no anden buscándolos por los montes, pues de estar en los montes, no se sigue sino idolatrías; y de estar juntos y visitallos, se sigue cristiandad y provecho a sus ánimas e cuerpos que no se mueran sin fe e baptismo e sin conocer a Dios. (Cit. en Torres Villar 221)6
La cita de Gante nos ofrece un dato sobre uno de los papeles fundamentales que jugó San José de los Naturales en la consolidación de la Iglesia en Nueva España: el bautismo a la gente común. Mientras en Texcoco el bautismo solo se ofreció a los nobles para que sirvieran de ejemplo, ahora se procedía a bautismos masivos, llegando el propio Gante a presumir que en su capilla logró bautizar por su cuenta a "más de doscientos mil" (cit en. Torres Villar 198)7. Este procedimiento evangélico fue el resultado de la visión flexible del bautismo que tuvieron los franciscanos, donde lo importante era que los indios fueran rápidamente convertidos al cristianismo, en gran medida por la estrepitosa caída demográfica que sufrieron tras la conquista. Estas acciones causaron fuertes tensiones con los dominicos, quienes creían que la forma de bautizar o dar los sacramentos de los franciscanos lograba solo una conversión superficial y que los indios fácilmente podrían volver a la idolatría, por ello esta orden fue más formal al aplicar los sacramentos.
Lo cierto es que para poder bautizar se necesitaba que los indios tuvieran conocimientos previos en la religión cristiana, para que fueran conscientes de la impronta simbólica que iban a recibir. Esta tarea se logró formalmente al usar el patio de la capilla de San José como lugar de enseñanza a las grandes masas de indios. El procedimiento de evangelización consistió en congregarlos en el patio para enseñarles las oraciones y nociones básicas del cristianismo. Gante no solo hablaba ante las multitudes, también se valía de otros recursos que podían ayudar a la conversión y que provenían de las antiguas tradiciones prehispánicas: las danzas teatrales, los cantos y la música. Este sincretismo, a servicio de la veneración de un Dios único utilizando elementos de los cultos prehispánicos, dio resultados positivos al generar en los indígenas un sentimiento de mayor cercanía con la nueva fe, hecho palpable en su adopción por las siguientes empresas evangelizadoras del siglo XVI.
La música y el teatro fueron las expresiones culturales más utilizadas en las tareas religiosas del Colegio de San José. A los indios se les enseñaba a cantar y tañer diversos géneros de música que eran tocados en los actos litúrgicos. En lo que respecta al teatro, se tiene conocimiento de que la obra El juicio final, escrita en náhuatl por fray Andrés de Olmos, fue representada en 1535 en el colegio con motivo de la llegada del primer virrey Antonio de Mendoza y en la cual estuvieron presentes otros personajes importantes como Gante y el dominico Vicente de las Casas (Ricard 306).
Aunque los estudios catequísticos en el patio de San José eran para todo el público, nuevamente se prestó especial atención a la niñez de la nobleza, enclaustrándolos para que tuvieran un adoctrinamiento más riguroso y así cumplir la función simbólica de modelos para fortalecer la confianza indígena en la conversión cristiana y la función práctica de ser la ayuda que necesitaban los frailes ante su apabullante tarea religiosa. A estos indios "misioneros" se les enseñó el latín para tener acceso directo a varios escritos eclesiásticos y para participar en las misas que se entonaban en esta lengua. Al principio hubo partidarios en contra de que a los indios se les enseñase latín, principalmente los dominicos que no confiaban en que pudieran entenderlo y, por tanto, comprender la doctrina cristiana en toda su magnitud. La empresa se logró gracias a la labor notable de los franciscanos, destacándose Ramírez de Fuenleal, principal promotor de la idea, fray Arnaldo de Basacio, el primer educador del latín en el Colegio de San José, y el propio Gante, quien autorizó y fomentó la educación de los indios en todos los rubros posibles. Gracias a ello, el Colegio de San José de los Naturales pasó a la historia de la educación en la Nueva España como el primer lugar donde
comenzóse a leer la gramática a los indios [...] adonde era su común recurso para ser enseñados en la doctrina cristiana y en todas las artes y ejercicios en que su buen padre y guiador fray Pedro de Gante [...] procuraba de los imponer. (Mendieta 414)
Para Gante no bastaba que las masas de indios fueran convertidas, siendo necesario que aprendieran artes y oficios conocidos por los españoles para adaptarse al mundo que se abría ante ellos. Si bien en Texcoco se tuvo el primer prototipo de institución dedicada a este tipo de enseñanzas, sería el Colegio de San José donde maduró la primera reconocida como tal. Se sabe de una gran cantidad de artes y oficios que se enseñaban en San José: sastrería, zapatería, carpintería, lapidaria, orfebrería, cantería, alfarería, teñido, curtición, fundición de campana, herrería, bordado, pintura y escultura (Kobayashi 195). Estos oficios los dio Gante y su gente de su confianza, estando entre los que se conocen el fraile Daniel, quien les enseñó a los indios a bordar, fray Diego Valadés, quien posiblemente fue el maestro de pintura, y el fraile Juan Caro, dedicado al canto.
Buena parte de los resultados de estos talleres eran observables en las peregrinaciones y fiestas religiosas que se realizaban en Semana Santa o por el festejo de algún santo, donde la música y las representaciones escénicas fungieron un papel central en la conversión indígena. Para realizar las festividades se necesitó crear una cofradía, siendo Gante el primero en concretar una en la Nueva España: la Cofradía del Santísimo Sacramento, cuya sede era el Colegio de San José. Su importancia llegó a ser tal que todas las procesiones realizadas en Semana Santa, aunque fueran organizadas por otras cofradías, tenían como sede a San José, siendo el caso de la procesión de las Ánimas, la del Cordón de San Francisco y la del Santo Entierro (Ricard 289).
El Colegio de San José de los Naturales marcó la cumbre de la tarea educativa de Pedro de Gante en Nueva España. Durante los cuarenta años que dirigió la institución hasta su muerte en 1572 se celebraron bautizos masivos, matrimonios, enseñanzas de latín, enseñanzas de artes y oficios, el uso del náhuatl como forma de contacto y propagación de la fe mediante actividades como el teatro y la música, la creación de la primera cofradía novohispana y la promoción de las procesiones. Tan vasta obra provocó recelos pero sobre todo admiración en sus contemporáneos, especialmente tras la fundación del Colegio de Santiago Tlatelolco en 1536, institución que tuvo como objetivo el formar un clero indígena con miembros provenientes de la nobleza, para lo cual las enseñanzas previas en latín y religión de San José sirvieron como modelo a seguir, no sin ciertos problemas y dificultades como se ve a continuación.
Conflictos y problemas en la tarea evangelizadora y educativa de los indígenas
Cuando llegó Gante a la Nueva España observó que el primer problema que había que resolver era el de la comunicación con los nativos, razón por la cual aprendió el náhuatl, la lengua indígena con mayor número de hablantes en la zona del valle de México. Dicho contratiempo que apareció en Texcoco estaba resuelto ya en su mayoría durante su estancia en la ciudad de México. Sin embargo, aparecieron nuevas dificultades en la labor evangelizadora y educadora que harían entrar en decadencia el fervor religioso que trajeron las primeras generaciones de frailes mendicantes, de tal forma que para el momento de su muerte ya no había gran interés en evangelizar a los indios, sino en consolidar el control de lo conquistado por parte de las autoridades.
Uno de los primeros problemas graves que había que resolver era verificar qué tan veraz era la conversión hecha por los nativos, debido a las críticas de que sus procedimientos convertían superficialmente pero no espiritualmente. Gante y los franciscanos en general buscaron solucionar esta cuestión formalizando algunos aspectos de su adoctrinamiento, tal como lo pedían los dominicos. De todas las medidas implementadas la que destaca es el uso formal de las doctrinas catequísticas, siendo la más utilizada la Doctrina de fray Alonso de Molina por brindar un corpus doctrinario más profundo del cristianismo a niños como adultos, de tal forma que sin importar la edad pudieran adentrarse mejor en la fe cristiana y asegurarles a los frailes la tranquilidad de saber que sus conversiones eran verdaderas8.
Sin embargo, para Gante la principal causa de la superficialidad de las conversiones no residía en la insistencia de los indígenas de practicar la idolatría por el hecho de ser idólatras, sino por los abusos de los que eran víctimas por parte de los encomenderos. Es en los antiguos conquistadores, devenidos ahora en explotadores, donde se hallan los principales obstáculos de la evangelización. A juicio del franciscano, la forma arbitraria y cruel con la que eran despojados de sus tierras y obligados a pagar tributos hacía que los indios prefirieran huir a los montes a continuar con sus viejas prácticas religiosas, al considerar que el dios cristiano no era tan benevolente como lo enseñaban los frailes. Por esa razón se lamentaba de la triste condición en la que vivían en manos de los encomenderos, hallando la raíz de los males en el despojo de sus tierras, pues ello los desamparaba de un lugar donde vivir y para poder pagar tributo sufrían todo un desasosiego:
Porque sepa V. M., Serenísimo Señor, que acaece salir el indio de su pueblo, e no volver allá en un mes, especial porque hay pueblos fuera desta cibdad cantidad de lenguas; los cuales son obligados de servir su amo en México, de dalle indios de servicio, y servicio de hierba y leña y zacate e gallinas; e esto como los pobres de los indios lo han de comprar, porque en su pueblo no lo tienen, andan arrastrados y de día y de noche buscándolo, porque la orden que en esto de los servicios e tiene, es que cada día meten en casa del encomendero servicio, e así, lo han de comprar cada día, y desta manera, siempre están fuera de sus casas, y son tan maltratados de la gente, de esclavos, negros e criados de los tales, que en lugar de dalles de comer, los maltratan de palabra y de obra malamente, y por esto se huyen e van a los montes [...]. (Cit. en Torres Villar 214-215)9
Gante continuó con su crítica a los encomenderos señalando que, ante tanta presión a la que eran sometidos los indios, no solo se les atacaba su humanidad sino afectaban su espíritu cristiano, ya que no iban a misa por conseguir lo necesario para pagar los tributos, causándole gran tristeza ver que "donde las iglesias no cabían de gente, agora no se media, y esto porque domingos y fiestas ha de ser buscar para tributar", situación creíble porque "es tan miserable gente ésta, que mucha della no tiene aún qué comer sino raíces y hierbas" (cit. en Torres Villar 216)10.
La pérdida paulatina pero constante de la práctica religiosa en los indígenas fue el tema que más preocupó a Gante, quien exigió a las autoridades coloniales el respeto y la aplicación de las leyes protectoras de los indios. Por tal razón encomienda en varias de sus cartas dirigidas al rey que tome medidas, asumiendo en ocasiones un tono enérgico al suplicar que cumpla con su deber como soberano de estas tierras. Ejemplo de lo anterior es la sentencia señalada a Carlos V donde refiere que "vale más un ánima que se salve, que todo el mundo de cosas temporales" (cit. en Torres Villar 216)11.
Para Gante la única manera de acabar, o por lo menos aminorar, las penas sufridas por los indios era continuar con las tareas educativas. Al convertir la educación en un arma para su defensa, los indios dejarían de sufrir tanta carga laboral, resultado de sus conocimientos en artes y oficios, lo que volvería la explotación de los encomenderos más difícil como consecuencia. Estas medidas eran complementadas con las obras caritativas realizadas por el franciscano, entre ellas la creación del primer hospital para indios y desamparados, ubicado a un lado de la capilla abierta de San José y al cual el virrey Luis de Velasco llamó Hospital Real (Chávez 195). El propósito fundamental de estas obras era facilitar a los indios la transición de sus antiguas costumbres a las nuevas, sin ser sujetos a ningún abuso o agravio.
Lamentablemente las acciones de Gante a favor de los desamparados se dificultaron por un precepto característico de la orden franciscana: los votos de pobreza. Las instituciones franciscanas carecían de recursos para ser utilizados en obras caritativas como las que en inicio impulsó Gante. La capilla abierta de San José debía sobrevivir con el producto del trabajo de sus feligreses y de los habitantes del Convento de San Francisco. De hecho, la pobreza y la miseria afectaron la capilla en un nivel tan alarmante que aprovechó su relación de parentesco con Carlos V para solicitarle
como misericordioso, les hiciese mercedes a estos indios y a la dicha escuela, de alguna ayuda para la sustentación de los naturales, y para que los indios [...] tengan qué comer y de dónde pagar su tributo, y la doctrina de unos en otros fuese adelante, y se restaurase lo perdido. Y V. M., les hiciese merced de quinientos o seiscientos pesos cada año, atento a la mucha gente que se podría enseñar, y sería gran consolación « para los naturales, considerando la necesidad que estos indios de México tienen, pues no tienen tierras, ni cosa de qué se mantener [...]. (Cit. en Torres Villar 219)12
Pese a las súplicas de Gante, los tiempos cambiaban y no para beneficio de la tarea evangelizadora. A partir de la segunda mitad del siglo XVI, la monarquía hispánica decidió ejercer un control más férreo sobre la Iglesia americana, convirtiéndola en una institución fiel y de la cual pudiera recibir beneficios políticos y económicos. Decidió fortalecer al clero secular en detrimento del regular, representado por las órdenes mendicantes y que gozaban de una autonomía cada vez más intolerable para los seculares y las autoridades. El resultado fue el establecimiento de los Concilios provinciales de la Nueva España en 1555 y 1565, que buscaron imponer la secularización de la Iglesia americana, antes en manos del clero regular.
Los nuevos intereses de la Corona aumentaron los ataques del clero secular al trabajo de Gante. Alonso de Montúfar, segundo arzobispo de México, fue uno de los críticos más acérrimos de la obra franciscana, cuya autonomía consideraba nefasta porque les permitía inmiscuirse en aspectos de la política como la elección de corregidores o alcaldes, violando las leyes y sin consultar a los del otro clero. Sobre la figura de Gante desarrolló una infinidad de quejas asociadas a su aparente exceso de poder, quejándose de que tenía más autoridad que él y los obispos e incluso llegando a señalar que "yo no soy arzobispo de México, sino Fr. Pedro de Gante, lego de S. Francisco" (Mendieta 609).
El recrudecimiento de los ataques del clero secular y la marginación de la que fue objeto por las autoridades coloniales terminaron por afectar la obra de Gante en los últimos años de su vida. Víctima del abandono y la pobreza, el Colegio y capilla abierta de San José entró en un periodo de decadencia del cual no pudo reponerse. Tras la muerte de su creador y benefactor, los recintos fueron modificados según las nuevas necesidades eclesiásticas. En 1690 se cerró la capilla abierta, perdiendo con ello su función evangelizadora, para finalmente ser destruida en 1769 por orden del rey Carlos III, construyéndose sobre sus ruinas la iglesia de San Felipe de Jesús (Maza 38).
Herramientas y mecanismos utilizados para la educación y evangelización indígena
El fervor religioso que movió a Gante durante los cerca de cincuenta años que estuvo en la Nueva España hizo que tomara todas las herramientas disponibles a su alcance y las convirtiera en un instrumento educador, de las cuales destacaron las siguientes: los catecismos y su Doctrina cristiana, las iglesias con capilla abierta y los hospitales, las escuelas de enseñanza en artes y oficios, la música y el teatro. A continuación se presentan las características de cada una de ellas y el rol que fungieron en la tarea educativa y evangelizadora de Gante.
Los catecismos y la Doctrina cristiana en lengua mexicana de 1553
La misión principal de los evangelizadores era enseñar la religión cristiana a los indios, para lo cual en un principio fue necesario aprender su lengua tal como lo hicieron Tecto, Gante y Ayora en Texcoco. Ello culminó en los primeros lineamientos de una cartilla catequística en lengua náhuatl, la cual terminó Gante en 1527, si bien posteriormente haría otras. Un sello distintivo de las cartillas del franciscano fue el uso de pictogramas, utilizados con la intención de asemejarse a los códices prehispánicos para que los indios tuvieran más interés en su enseñanza. Entre las figuras dibujadas, acompañadas siempre de oraciones escritas en náhuatl, se encontraban la Virgen María, Jesucristo y los apóstoles.
La cartilla catequística más importante hecha por Gante fue la Doctrina cristiana en lengua mexicana del año de 1553. Impresa en el taller de Juan Pablos, el primer impresor de Nueva España y América, la cartilla está escrita en su mayoría en náhuatl y posee gran cantidad de grabados, dándole continuidad a su estilo evangelizador inicial. El contenido del documento permite ver el resultado de las disputas entre dominicos y franciscanos sobre las formas de evangelizar, pues reúne una compilación de oraciones que van más allá de las básicas y que le ofrecerían al converso mayor conocimiento de la nueva fe, entre las que se encontraban la explicación del Per Signum Crucis, el Pater Noster, el Ave María, el Credo o Símbolo de los Apóstoles, el Salve, los Mandamientos de la ley de Dios, de la Iglesia, los pecados mortales y veniales, Obras de Misericordia, Virtudes Teologales y Cardinales, Dones del Espíritu Santo, el Ordinario de la Misa y oraciones especiales para la celebración de maitines, tercia, nona, completas, vigilias, Horas Canónicas, entre otras (Torre Villar 106).
Las iglesias y los hospitales
La construcción material de elementos de la cultura europea en el Nuevo Mundo era fundamental para Gante en la consolidación de la conquista espiritual de los indios. Por esta razón se dedicó a construir y fomentar el desarrollo de iglesias, hospitales y colegios, que si bien el Colegio y capilla abierta de San José de los Naturales fue por mucho la experiencia más exitosa, en una de sus cartas señaló que
he construido más de cien casas consagradas al Señor, entre iglesias y capillas, algunas de las cuales son templos tan magníficos como propios para el culto divino no menores de trescientos pies y otras de doscientos. (Cit. en Torres Villar 200)13
Las iglesias edificadas por Gante siguieron el patrón de los primeros años de la conquista, construyéndose sobre templos prehispánicos o bien en el centro y corazón de las comunidades donde se concentraban los indios. Con estas ubicaciones dio a entender la importancia de la iglesia como epicentro civilizador de los indios, cuya vida debía girar en torno a estas edificaciones. La invención de la capilla abierta facilitó estas tareas para Gante y los futuros evangelizadores, quedando la de San José de los Naturales en la historia como "capilla la primera, y como seminario de la doctrina de los indios para toda la tierra" (Mendieta 434).
El franciscano no se preocupó únicamente por la salvación espiritual de los indígenas. La miseria, enfermedad y explotación que sufrían lo impulsaron a crear hospitales para apaciguar su sufrimiento. Estos recintos se ubicaron a un lado de las iglesias y capillas, cuestión obligatoria a partir del Primer Concilio de México en 1555 (Ricard 256). El más conocido de los hospitales que Gante apoyó es el llamado Hospital Real, localizado a un costado de la capilla de San José. Fundado en 1530, atendía a indios enfermos, pobres, necesitados y viajeros; es decir, a todo aquel que tuviera carencia o necesitara socorro de enfermedades virales como de los males producidos por el hombre. Las razones del hospital fueron en esencia dos: evitar el fin del mundo indígena ante la disminución estrepitosa de su población producto de las enfermedades europeas y ser un ejemplo de la caridad cristiana, vital para los procedimientos de conversión. Sobre esta última función Gante señaló lo siguiente:
Junto a nuestro monasterio se ha hecho una enfermería para los enfermos naturales donde, allende de los que en casa se enseñan, vienen otros a ser curados, que es mucho refrigerio para los pobres necesitados, y ayuda para la conversión; porque conocen la caridad que entre los cristianos se usa, y así son convidados a la fe y querernos bien, y conversar con nosotros. (Cit. en Torres Villar 204)14
La función de las iglesias y hospitales buscó lograr una aceptación y una conciliación entre los indios y la religión cristiana. Para ello resultaba insuficiente la palabra y la oración, siendo necesarios ejercicios que sirvieran de modelo como la caridad practicada en los hospitales con aquellos que iban perdiendo su fe en el dios cristiano. De lograrse el propósito de estas instituciones, Gante creía que el indio cristianizado tendría una vida terrenal decorosa, sin penas y sufrimientos, así como las puertas del cielo abiertas, pues finalmente habrá conocido la fe verdadera basada en el amor y abandonado las idolatrías a las que adoraban "no por amor sino por miedo" (cit. en Torres Villar 198)15.
Las escuelas de artes y oficios
La destrucción del mundo prehispánico dejó a los indígenas inmersos en la incertidumbre sobre cuál sería su futuro ante el nuevo orden social. Los misioneros buscaron aminorar tal desasosiego al incorporarlos al modelo de vida europeo. En el caso de Pedro de Gante se dispuso la creación de escuelas de artes y oficios que, a través de una educación cívica y artística, desarrollara su creatividad y tuvieran un sustento económico ante los abusos de los encomenderos. De esta manera, buscó ofrecer a los nativos soluciones prácticas a sus problemas, una nueva certidumbre en sus vidas que aliviaría cualquier crisis existencial alejándolos de vicios y afirmando su fe en el cristianismo al ser el trabajo manual un medio de elevación moral y cimiento de estabilidad social (Ricard 326).
La ardua tarea de educar a la población indígena en nuevos quehaceres para tener una vida material más cómoda fue de gran importancia si se considera que su campo y áreas de trabajo fueron reduciéndose conforme se consolidaba el poder español en las colonias americanas. Por señalar un ejemplo, en los primeros años de la colonización trabajaban la plata y las plumas preciosas por la fascinación que generaban sus obras entre los frailes. Sin embargo, en su afán de riqueza material, los conquistadores les quitaron estos recursos que pasaron a sus manos exclusivas y de lo que posteriormente sería el gremio de los plateros (Gonzalbo Aizpuru 50). En consecuencia, resultó vital para los misioneros hallar nuevas fuentes de trabajo en las cuales pudieran depositar la capacidad creativa de los indígenas, hallándolas en oficios como la carpintería y las artes.
Una de las áreas donde quedó mayor constancia del esfuerzo de Gante y los otros misioneros fue en la enseñanza de la escritura y la alfabetización de la lengua de los conquistadores, traducida en la capacidad de leer, cantar y escribir en lenguas romances. Gran parte de las obras históricas sobre la conquista y el pasado prehispánico del siglo XVI y principios del XVII fueron escritas por indios, o en su defecto por los nacientes mestizos, que estudiaron en estas escuelas, entre ellos el noble Alvarado Tezozómoc con la Crónica Mexicayótl (ca. 1598) y el noble indio mestizado Fernando de Alva Ixtlixóchitl con la Relación histórica de la nación tulteca (1600-1608) y la Historia chichimeca (1610-1640).
Los indios educados en San José de los Naturales fueron grandes maestros en las artes y oficios según dejan constancia los escritos de misioneros y conquistadores. Al respecto, Bernal Díaz del Castillo refirió lo siguiente:
[...] todos los más indios naturales de estas tierras han aprendido muy bien todos los oficios que hay en Castilla entre nosotros, y tienen sus tiendas de los oficios y obreros, y ganan de comer a ello, y los plateros de oro y de plata, así de martillo como de vaciadizo, son muy extremados oficiales, y asimismo lapidarios y pintores, y los entalladores hacen tan primas obras con sus sutiles lenzas de hierro [...] que si no las hubiese visto no pudiera creer que indios lo hacían [...]. Y además de esto, todos los más hijos de principales solían ser gramáticos [...] saben leer, escribir y componer libros de canto llano. (581)
El testimonio de Díaz del Castillo entrevé el rápido acomodo a las técnicas europeas por parte de los indios educados en los colegios de Gante, aprendizaje entremezclado con los conocimientos previos a la conquista. El hibridismo resultante quedó plasmado en las obras escultóricas y arquitectónicas de los primeros conventos e iglesias edificadas por los propios indios, hoy perdidas en gran cantidad. Al ser el Colegio de San José de los Naturales el primero en destacarse por este tipo de enseñanzas, recibió el beneplácito del virrey Luis de Velasco en 1552 y le consideró como la institución donde debían ir a aprender todos aquellos escultores y pintores que quisieran ejercer su labor artística con gran estilo (Maza 36). En la cédula firmada por el virrey se lee:
Yo, Don Luis de Velasco, virrey, etc. Por cuanto soy informado que algunos indios pintores, así de la parte de México como de Santiago [Tlatelolco], pintan imágenes, así en sus casas, como en otras partes, los cuales, como no están examinados, hacen dichas imágenes sin aquella perfección que se requiere, en oprobio y deservicio de Dios, por lo cual conviene que ningún indio no pinte las dichas imágenes sin que primeramente sean examinados y los que hubieren de pintar sean la Capilla de San José, del Convento de San Francisco de esta ciudad de México, hasta que [...] sus imágenes que hubiesen de pintar sean en la dicha Capilla de San José, para que allí se vean si van con aquella perfección que conviene y se requiere [...]. Hecho en once días del mes de noviembre de 1552. (Cit. en Toussaint 218)
El reconocimiento del virrey Velasco es un claro indicio de la importancia de las escuelas de Gante en sanear la incertidumbre de los indígenas. Si bien es cierto que el trabajo misional no acabó por completo con los abusos, los indios que tuvieron la oportunidad de estudiar en las escuelas del franciscano mejoraron en sus condiciones de vida y reconocieron en Gante a un padre que se preocupó por ellos. Así recuperó Mendieta la admiración y el respeto que generó entre los indios:
[...] tiénenlo allí el día de hoy en mucha veneración, y su figura sacada al natural de pincel, y cuasi en todos los principales pueblos de la Nueva España lo tienen pintado, juntamente con los doce primeros fundadores de esta provincia del Santo Evangelio. (611)
La música y el teatro
La música y las representaciones teatrales formaron parte de las celebraciones y ritos prehispánicos, razón suficiente para que los misioneros las readaptaran a las tradiciones europeas para atraer a los indígenas. El uso de las expresiones artísticas locales fue un sello distintivo de la conquista espiritual del Nuevo Mundo, donde los contactos visuales y auditivos suplieron en un primer momento al contacto lingüístico. Teniendo lo anterior en mente, Gante dispuso que en las escuelas que fundó se mantuvieran y cultivaran estas artes para ser utilizadas únicamente en las ceremonias cristianas, procurando evitar su posible uso en los ritos antiguos.
Respecto a la música, Gante señaló que enseñaba "diversidades de letras, y a cantar y tañer diversos géneros de música", aplicados en misas y las festividades religiosas más importantes como la Navidad, donde se "oían cantar la mesma noche de la Natividad los ángeles: 'Hoy nació el Redentor del mundo'" (cit. en Torres Villar 228-229)16. La asociación de los indios cantores como ángeles significó un reconocimiento del fraile al nivel excepcional que alcanzaron en el plano cantoral, especialmente de la niñez vinculada a la nobleza que era educada como cantores de coro. Los cantos eran acompañados por una rica diversidad de instrumentos musicales, producto del sincretismo cultural desarrollado entre europeos y americanos: flautas, chirimías, cornetas, trompetas, tambores, guitarras, cítaras y órganos. Estos instrumentos eran manufacturados por los propios indios y se convirtieron en una forma de sustento que duró casi todo el periodo colonial (Turrent 149).
El teatro evangélico fue utilizado por primera vez en América con Gante, cuando compuso una representación para la Navidad con canciones en náhuatl (Arróniz 183). Con él se buscó sustituir las danzas y representaciones alegóricas de las deidades prehispánicas a la par que era adaptado para las festividades cristianas. Gante explicó en una carta cómo se gestó este proceso, acompañado de la música:
[...] la gente común estaba como animales sin razón, indomables, que no los podíamos traer al gremio y congregación de la Iglesia [...]. Más por la gracia de Dios empecélos a conocer y entender sus condiciones [...] y es que toda su adoración dellos a sus dioses era cantar y bailar delante dellos [...] y como yo vi esto y que todos sus cantares eran dedicados a sus dioses, compuse metros muy solemnes sobre la Ley de Dios y de la fe [...] y esto dos meses poco más o menos antes de la Natividad de Cristo, y también diles libreas para pintar en sus mantas para bailar con ellas, porque ansí se usaba entre ellos, conforme a los bailes y a los cantares que ellos cantaban así se vestían de alegría o de luto o de vitoria. (Cit. en Torres Villar 228)17
El uso del teatro se consolidó en los patios de las capillas abiertas como San José, en la cual se presentó la obra El juicio final del fraile Andrés de Olmos. Este tipo de obras teatrales con contenido religioso fueron utilizadas para reforzar la conversión indígena, brindándoles un aprendizaje visual de nociones básicas como el bien y el mal, el cielo, la tierra y el infierno para que reafirmaran su fe y se convirtieran en buenos cristianos. No por casualidad eran los propios indios quienes actuaban, adoptando así con más facilidad los conceptos cristianos que se buscaba inculcar.
El legado de Gante en la educación y evangelización americana
Pedro de Gante marcó una pauta en el proceso de la conquista espiritual de América al ser el primero en dejar una especie de legado que pudieran seguir los próximos misioneros. Lo que se ha llamado como "prototipo mexicano" no hubiera podido desarrollarse sin la labor de Gante y su trascendencia en los proyectos posteriores de los mendicantes, principalmente los franciscanos. Algunos los pudo observar en vida, entre ellos el Colegio de Santiago Tlatelolco y la Capilla Real de Cholula, construida como capilla abierta (Ricard 269); otros siguieron su modelo una vez ya fallecido como el Colegio de San Gregorio fundado por los jesuitas en 1575.
El Colegio de Santiago de Tlatelolco, fundado en 1536, puede considerarse como la culminación de una primera etapa educativa inaugurada por el Colegio de San José de los Naturales. Los franciscanos de Tlatelolco vieron necesario llevar la educación de la nobleza indígena a un plano superior al que ya poseían gracias al trabajo de Gante. Señal de ello fue la enseñanza obligada del latín con la pretensión de inculcarles la pasión por el sacerdocio y el estudio de la medicina, área donde destacaron figuras como los indios médicos Martín de la Cruz y Juan Badiano (Gonzalbo Aizpuru 119). Infortunadamente el Colegio de Tlatelolco sufrió una suerte similar al de San José, entrando en decadencia y abandono a finales del siglo XVI.
El Colegio de San Gregorio merece una mención especial dentro del legado de Gante, al estar su origen vinculado a la extinción de los colegios de San José y Tlatelolco. Los nobles indígenas, agradecidos por la manera como habían sido educados por Gante y los franciscanos, solicitaron a las autoridades que se les fundara otra escuela para sus hijos. La tarea quedó en manos del jesuita Pedro Sánchez, primer provincial de la Compañía de Jesús en la Nueva España, que fundó el Colegio de San Gregorio con el modelo educativo inaugurado por Gante, aunque más restringido por las autoridades. La admiración por la obra y caridad del franciscano persistió hasta el cierre del colegio a mediados del siglo XIX, cuando los últimos estudiantes formaron la Asociación Gregoriana para brindar de forma altruista sus servicios a los desvalidos y marginados (Chávez 221).
La influencia y legado de Gante no quedaron circunscritos a los territorios de la Nueva España, traspasando las fronteras al ser imitado en otras latitudes del dominio hispánico en América debido a los resultados positivos que ofreció en la etapa inaugural de la evangelización del Nuevo Mundo. Uno de los casos más conocidos es el desarrollado en Quito por los frailes franciscanos flamencos Jodoco Rique y Pedro Gosseal. Rique inició su labor religiosa en el convento franciscano de Gante (Bélgica) en 1516 y partió al continente americano en 1533 con la expedición de Pedro de Alvarado. En el trayecto conoció a Gosseal y después de arribar a México tomaron rumbo a Nicaragua y finalmente a la ciudad de Quito, a la que llegaron en 1535.
La breve estancia en México de Rique y Gosseal resultó crucial para su labor evangélica futura al conocer el trabajo precedente de su hermano de hábitos, asemejándola en forma y métodos. El primer procedimiento puesto en práctica fue aprender el quechua para iniciar la catequización de los indígenas, tarea que desarrollaron solo ellos dos por un periodo de casi catorce años debido a la guerra civil desatada en los Andes peruanos después de la conquista (Moreno Proaño 96). Posteriormente, participaron en la construcción del Colegio de San Juan Evangelista en 1552, el primer centro de educación de la ciudad cuyo enfoque en artes y oficios recuerda al Colegio de San José de los Naturales. De hecho, el franciscano Francisco Morales, uno de sus fundadores junto a los flamencos, le escribió al rey Carlos V describiéndolo como un "Colegio a la forma de la Nueva España" (cit. en Lepage 48), declaración que permite entrever los puentes que el modelo de la evangelización novohispana construyó en el resto del continente americano.
En el Colegio de San Juan Evangelista la enseñanza era gratuita para indios, mestizos y criollos huérfanos, a diferencia del de San José de los Naturales enfocado en la élite indígena, quienes aprendían a usar el arado, sembrar semillas, hornear ladrillos, entre otras tareas. Seis años después Rique refundó la institución como el Colegio de San Andrés, dándole a la educación impartida un carácter más formal y diversificando los temas de enseñanza a las artes, sentando un precedente notorio de la Escuela Quiteña. En "El espejo de verdades" (1575) se dio constancia de ello al relatar que las artes y los oficios enseñados por Rique, Gosseal y otros franciscanos rindieron grandes frutos entre los indios que
se sirve a poca costa y barato toda aquella tierra, sin tener necesidad de oficiales españoles [...] hasta muy perfectos pintores y escultores, y apuntadores de libros que pone gran admiración la gran habilidad que tienen y perfección en las obras que de sus manos hacen [...]. (Cit. en Kennedy Troya 113)
A pesar de su breve mención, estos ejemplos muestran la influencia de Gante sobre sus pares educadores, quienes concordaron en la necesidad de introducir a los indios al nuevo orden social de la forma más humanamente posible. Para ello siguieron al pie de la letra sus métodos evangelizadores y de enseñanza, especialmente, el aprendizaje de la lengua nativa y la educación técnica. En conjunto, su obra e influencia desde Nueva España hasta Sudamérica convirtieron a Gante en un referente indiscutible de la conquista espiritual del Nuevo Mundo.
Reflexiones finales
Pedro de Gante representa un hito y parteaguas en la historia de América. Fue el primer europeo que tomó como tarea seria la educación y evangelización de los indígenas. El aprendizaje que hizo de la lengua náhuatl, paso necesario y fundante para la conquista espiritual, marcó un precedente a seguir por los misioneros posteriores, sin mencionar que involuntariamente ayudó a la castellanización y preservación de la lengua indígena más hablada en el territorio mexicano actual.
La obra de Gante fue un proceso de constante maduración. La escuela y tarea evangelizadora desarrollada en Texcoco, donde tuvo su primer contacto profundo con el náhuatl, sirvió como campo de experimentación de lo que posteriormente realizó en la ciudad de México con la construcción del colegio y capilla abierta de San José de los Naturales, usada como centro de enseñanza de las grandes masas de indios y de perfeccionamiento en la aculturación de la nobleza. Influenciado por el humanismo renacentista, Gante buscó con su labor misional facilitar el tránsito de los indígenas al nuevo orden social colonial, disminuyendo el trauma de la conquista y la colonización. Por esta razón denunció los abusos de los encomenderos y la negligencia del clero secular a continuar con la educación religiosa y civil emprendida por los frailes mendicantes, agravios que llegaron hasta el rey español aunque sin una respuesta favorable por parte de las autoridades coloniales.
La defensa de los indios partió de un imaginario paternalista donde Gante los concibió como personas inocentes y dóciles, indefensos ante todo abuso y arbitrariedad. En consonancia con esta idea, los niños y jóvenes a los que educó lograron verlo como un padre protector. Si bien esta relación padre-hijo trajo a futuro consecuencias lamentables entre los indígenas, que al morir sus benefactores quedaban en el abandono completo y en una situación grave de marginación y pobreza al no tener ya nadie que les protegiera, en su momento fue indispensable para atraerlos al cristianismo, aliviar sus penas materiales y prepararlos para el inevitable fin del mundo y la salvación eterna.
Para cumplir con tal loable y ardua tarea, Gante dispuso de una serie de instrumentos que demostraron su habilidad para observar las particularidades del Nuevo Mundo y de lo innovadora que debía ser la naciente iglesia americana. Los catecismos en náhuatl acompañados de pictogramas símiles de los códices, las capillas abiertas, las escuelas de artes y oficios, el fomento de las artes musicales y escénicas; todas estas herramientas fueron resultado del sincretismo cultural que definió la obra de Gante así como la historia colonial americana en general.
El legado de Gante no puede medirse únicamente por su obra personal, sino por el modelo de evangelización y educación que creó e influenció a los otros frailes mendicantes que continuaron su tarea en Nueva España como en el resto de los territorios americanos dominados por la monarquía hispánica. Es en esta herencia donde radica la trascendencia histórica de Pedro de Gante, uno de los fundadores de la Iglesia novohispana y, gracias a sus métodos, también de Hispanoamérica.
Pie de página
1 En la clásica obra de David Brading, Orbe indiano, por ejemplo, solo es referido como un hábil instructor que logró con rapidez el adoctrinamiento de los indios en artes y artesanías españolas (125-126), revisando con mayor exhaustividad el esfuerzo misionero desarrollado a partir del arribo de los doce apóstoles y su análisis presente en los textos de cronistas como Toribio de Benavente Motolinía y Gerónimo de Mendieta, pese a ser este último el primer biógrafo de Gante. En una línea similar, la Historia general de México del Centro de Estudios Históricos de El Colegio de México, es quizás la publicación más exitosa de las últimas décadas que condensa la historia mexicana tanto para el público académico como para el público no especializado; Gante solo aparece nombrado como uno de los maestros que impartió canto llano y órgano en el Colegio de San José de los Naturales, a pesar de ser su fundador (479).
2 La escasa información existente dificulta rastrear los orígenes de Gante, permitiendo una serie de especulaciones que van desde considerarlo hijo bastardo tanto del emperador Maximiliano I de Habsburgo como de Felipe, el Hermoso, dependiendo la fecha a considerar de su natalicio. Lo único certero es la existencia de un parentesco no determinado con Carlos I, situación que corrobora el propio Gante en las cartas dirigidas al emperador, donde es posible leer frases como la siguiente: "pues que V. M. y yo sabemos lo cercanos e propincos que somos en tanto que nos corre la misma sangre" (cit. en Torres Villar 19).
3 Por ejemplo, el fraile franciscano Bernardino de Sahagún justificó la redacción de su Historia general de las cosas de Nueva España en los siguientes términos: "El médico no puede acertadamente aplicar las medicinas al enfermo (sin) que primero conozca de qué humor, o de qué causa proceda la enfermedad; de manera que el buen médico conviene sea docto en el conocimiento de las medicinas y en el de las enfermedades, para aplicar conveniblemente a cada enfermedad la medicina contraria (y porque), los predicadores y confesores médicos son de las ánimas [...] el predicador de los vicios de la república, para enderezar contra ellos su doctrina; y el confesor, para saber preguntar lo que conviene y entender lo que dijesen tocante a su oficio [...] ni conviene se descuiden los ministros de esta conversión [...] porque otros muchos pecados hay entre ellos muy más graves y que tienen gran necesidad de remedio [...] Para predicar contra estas cosas, y aun para saber si las hay, menester es de saber cómo las usaban en tiempo de su idolatría" (15).
4 Los doce apóstoles de la Nueva España fueron un grupo misional establecido por órdenes directas del papa con la finalidad de cristianizar a los indígenas, tarea que ya habían iniciado previamente los frailes enviados por Carlos I. Estos eran Martín de Valencia, Francisco de Soto, Martín de Jesús (o de la Coruña), Juan Juárez, Antonio de Ciudad Rodrigo, Toribio de Benavente "Motolinía", García de Cisneros, Luis de Fuensalida, Juan de Ribas, Francisco Jiménez, Andrés de Córdoba y Juan de Palos.
5 "Carta de fray Pedro de Gante al rey D. Felipe II", 23 de junio de 1558.
6 "Carta de fray Pedro de Gante al emperador don Carlos V", 15 de febrero de 1552.
7 "Carta de fray Pedro de Gante a los padres y hermanos de la provincia de Flandes", 27 de junio de 1529.
8 La Doctrina de fray Alonso de Molina estaba dividida en dos partes. La primera se constituía por las oraciones y verdades esenciales que todo aquel deseoso de los sacramentos debía conocer: la Señal de la Cruz, el Credo, el Padre Nuestro, el Ave María, la Salve Regina, los catorce artículos de la fe referentes a la divinidad y humanidad de Jesucristo, los diez mandamientos de Dios y los cinco de la Iglesia, los siete sacramentos, el pecado venial, el pecado mortal, los siete pecados capitales y la confesión general. La segunda parte la conformaban las verdades complementarias necesarias para la profundización en el saber cristiano: virtudes teologales, las catorce obras de la misericordia, los dones del Espíritu Santo, los sentidos corporales, las potencias del alma, los enemigos del alma, las bienaventuranzas, las dotes del cuerpo glorificado y los deberes de los padrinos (Ricard 189-190).
9 "Carta de fray Pedro de Gante al emperador don Carlos V", 15 de febrero de 1552.
10 "Carta de fray Pedro de Gante al emperador don Carlos V", 15 de febrero de 1552.
11 "Carta de fray Pedro de Gante al emperador don Carlos V", 15 de febrero de 1552.
12 "Carta de fray Pedro de Gante al emperador don Carlos V", 15 de febrero de 1552.
13 "Carta de fray Pedro de Gante a los padres y hermanos de la provincia de Flandes", 27 de junio de 1529.
14 "Carta de fray Pedro de Gante al emperador don Carlos V", 31 de octubre de 1532.
15 "Carta de fray Pedro de Gante a los padres y hermanos de la provincia de Flandes", 27 de junio de 1529.
16 "Carta de fray Pedro de Gante al rey D. Felipe II", 23 de junio de 1558.
17 "Carta de fray Pedro de Gante al rey D. Felipe II", 23 de junio de 1558.
BIBLIOGRAFÍA
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