Introducción
El emprendimiento es un concepto que viene cobrando gran relevancia en el contexto global, específicamente en el ámbito económico, planteándose como una alternativa, principalmente en los países en vía de desarrollo, para hacer frente a las crisis que se generan como consecuencia de las políticas neoliberales. Esta visión económica del emprendimiento ha llevado al reduccionismo y, de manera significativa, al deterioro de la condición humana en la medida en que cosifica e instrumentaliza al sujeto, lo priva de la libertad, del bien-estar y del bien-vivir. Por ello, esta investigación se interesa por realizar un análisis comprensivo de las representaciones sociales sobre emprendimiento que tienen los jóvenes de una institución educativa de Medellín, dándoles un lugar protagónico al indagar por los sentidos y los significados que han construido en su contexto a partir de sus vivencias, experiencias y cotidianidades.
En las ciencias económicas y administrativas se encuentra una amplia teorización del concepto, llamado también entrepreneurship. Las definiciones se enmarcan especialmente en la creación de nuevas empresas, la exploración de oportunidades, la innovación, la creatividad, y la producción de bienes y servicios (Druker, 1985; Julien, 2005; McKenzie, Ugbah y Smothers, 2007; Venkataraman, 2019).
El emprendimiento es un área del conocimiento aún incipiente en materia de investigación, por lo que es posible que se presenten desacuerdos con respecto al objeto de estudio de investigación. En esta línea, Harrison y Leitch (citados en Busenitz et al., 2003) señalan que este concepto es un "rompecabezas multidisciplinario" caracterizado por el fragmentalismo acumulativo. Es frecuente que las investigaciones de emprendimiento adopten teorías populares de otras disciplinas y las adapten para diversos fenómenos del emprendimiento, lo que facilita el intercambio intelectual con otras áreas de gestión, pero, a su vez, dificulta el desarrollo de la teoría del emprendimiento y su legitimidad (Busenitz et al., 2003).
La mayor parte de las investigaciones y las teorizaciones sobre emprendimiento han sido desarrolladas por las ciencias económicas y administrativas, y recientemente se ha expandido a otras áreas del conocimiento, especialmente a las ciencias sociales y humanas. El emprendimiento se ha trabajado a través de programas, proyectos y actividades que buscan desarrollar una cultura emprendedora empresarial y cualificar a las personas para enfrentar los nuevos requerimientos del entorno económico, pero la investigación ha sido menos fortalecida. Muñoz (2007) plantea que la construcción de los fundamentos epistemológicos del emprendimiento ha sido limitada y aislada, lo cual ocasiona obstáculos al avance científico e investigativo. En general, la literatura en emprendimiento se caracteriza por ser técnica, precientífica y se encuentra en estado preteórico (Pereira, 2007). En la misma línea, Sánchez y Gutiérrez (2011) plantean que, debido a la falta de un marco conceptual claro de este concepto, el conocimiento está fragmentado. Frente a esta realidad, Pereira (2007) afirma que para que este campo de conocimiento sea legitimado en medio de otros campos existentes, se requiere que posea una base ontológica y epistemológica propia, diferenciada y reconocida.
Pensando en la pertinencia de la investigación, se realizó una revisión de trabajos investigativos sobre emprendimiento; los resultados de esta indagación evidencian que la orientación que se le ha dado a este tema ha sido principalmente desde las ciencias económicas y administrativas (Herrera y Montoya, 2013; Matiz, 2009; Sánchez y Gutiérrez, 2011), la mirada puesta en el sujeto del positivismo. Las ciencias sociales también han aportado a la investigación sobre emprendimiento, pero siguiendo la línea de creación de empresa o estudio de diferentes variables psicológicas del emprendedor (Herrera y Montoya, 2013; Matiz, 2009; Sánchez y Gutiérrez, 2011). Otra forma de abordar este concepto ha sido el emprendimiento social, que si bien se orienta a iniciativas de negocio, este puede ser con o sin ánimo de lucro y su fin debe ser la generación de valor social (Bargsted, 2013). Orrego (2008) afirma que no se ha explorado suficientemente el estudio del emprendimiento desde la dimensión humana, el cual parte de la noción fundamental del sujeto y su subjetividad.
Esta investigación aborda el emprendimiento a partir de las ciencias sociales y humanas, con un enfoque cualitativo, reconociendo el valor de lo humano y lo cotidiano, y valorando el saber de los jóvenes, con la convicción de que los hallazgos logrados contribuyen a la transformación de las dinámicas educativas y sociales. Además, aporta a la generación de conocimiento y a la sustentación epistemológica desde el concepto de voluntad y natalidad.
El eje central de esta investigación es el emprendimiento en relación con la perspectiva del desarrollo humano, visto como una acción que construye y expande subjetividades, y se fundamenta en el ser humano y en proyectos de vida que transforman contextos y realidades. Se acoge el enfoque de Luna (2008), para quien el desarrollo humano es un proceso de constitución del sujeto individual y colectivo, un sujeto histórico, cultural y socialmente posicionado, lo cual implica tener conciencia y comprensión de sí y del mundo, y de las posibilidades de transformación de ambos.
Emprendimiento
La palabra emprendimiento proviene del latín prendere que significa coger, atrapar, sorprender. El diccionario de la Real Academia Española (RAE) refiere a este concepto como verbo "emprender" o como cualidad de emprendedor. Como verbo se define como "Acometer y comenzar una obra, un negocio, un empeño, especialmente si encierra dificultad o peligro". Otra connotación refiere a "prender fuego" o "tomar el camino con resolución de llegar a un punto" (RAE, 2014). El término emprender tiene diferentes acepciones según el contexto en el que se utilice.
La palabra emprendedor proviene de la antigua palabra francesa entrepreneur (pionero), empleada en la Edad Media para designar a los comerciantes o aventureros que asumían el riesgo de viajar sin certeza de qué esperar. Con el transcurso de los años el concepto se fue ampliando, pero conservando la designación de aquella persona que asume personalmente el riesgo del éxito o el fracaso de un proyecto comercial (Cortés, 2008). Posteriormente, este término fue fortalecido por los economistas para designar las personas que asumen y soportan riesgos, son líderes, previsores y evaluadores de proyectos, innovadores, y que revolucionan patrones de producción y generan nuevas oportunidades (Cantillon, 1755; Say, 1852; Knight, 1964; Casson, 1982; Schumpeter, 1949). En la actualidad esta idea se sostiene, ya que se entiende el emprendimiento como crear una empresa basándose en la percepción de que existe una oportunidad de negocio que es importante aprovechar (GEM España, 2016).
Si bien el término de emprendimiento se fortaleció conceptualmente como creación de empresa, Formichella (2004) señala que también puede relacionarse con cualquier persona que decida llevar adelante un proyecto, aunque este no tenga fines económicos. No todos los emprendedores siguen el mismo camino, lo cierto es que todos parten de una idea que se verá concretada en acciones (García, 2014).
Frente a la complejidad de este término, Herrera y Montoya (2013) señalan que no se ha dado un acuerdo entre investigadores. Sin embargo, en conjunto, las teorizaciones son complementarias; por tanto, el emprendedor y el emprendimiento deben verse como un evento contextual en un ecosistema, bajo un pensamiento sistémico que difiere de una persona a otra, de ahí que no se deba buscar una receta mágica que conduzca al éxito.
Orrego (2009) presenta una definición de emprendimiento más integral: aduce que el emprendimiento constituye un fenómeno cultural que encierra conductas, valores, creencias y modos de actuación, con la intencionalidad de generar bienestar social en una comunidad (p. 24).
Desarrollo humano
Se expone el concepto de desarrollo humano desde una perspectiva política con base en la conceptualización de Luna (2008), quien ha contribuido a la comprensión del desarrollo humano en relación con la socialización política y la construcción de subjetividades, y Nussbaum (2000), quien analiza el concepto a la luz del bien, la equidad, la justicia social y la dignidad.
Luna (2008) presenta una concepción integral compuesta por diversas perspectivas, entre ellas, la perspectiva de las potencialidades, las necesidades, los derechos y las capacidades. La primera asume el desarrollo como el avance progresivo del individuo, el cual se manifiesta en cambios estructurales o comportamentales. El avance progresivo se configura en un entramado de relaciones denominado "esferas" del desarrollo, cada una de las cuales se relaciona con una potencialidad particular de lo humano y para desarrollarse necesita la participación de las demás esferas. Las esferas del desarrollo que involucran potencialidades son las siguientes: orgánico-madurativa, cognitiva, lingüístico-comunicativa, ético-moral, erótico-afectiva, productiva, política y lúdica.
La perspectiva de las necesidades se propone a partir de las ideas de Max-Neef (1998), quien plantea que el desarrollo humano se relaciona con lo que es indispensable para obtener una óptima calidad de vida, resaltando que "el desarrollo se refiere a las personas y no a los objetos" (Max-Neef et al., 1995, p. 25). Además, considera que las necesidades humanas son también potencialidades, y clasifica las necesidades en existenciales (el tener, el ser, el hacer y el estar) y axiológicas (subsistencia, protección, afecto, entendimiento, participación, ocio, creación, identidad y libertad). Las necesidades humanas fundamentales, según el autor, son iguales en todas las culturas y periodos históricos, y a través del tiempo solo cambia la forma y los medios utilizados para satisfacerlas, los cuales son conocidos como los satisfactores. Entre las necesidades y los satisfactores se da una relación bidireccional, es decir, un satisfactor puede satisfacer diferentes necesidades, y una necesidad puede requerir de varios satisfactores para ser satisfecha.
Por su lado, la perspectiva de los derechos centra su interés en la niñez y se apoya en convenios internacionales como la Convención de los Derechos del Niño, aprobada en 1989 por la Asamblea General de las Naciones Unidas y la Cumbre Mundial a Favor de la Infancia. La perspectiva de los derechos busca empoderar a los niños y las niñas para que sean protagonistas de sus procesos de desarrollo; reconoce además cuatro bloques fundamentales de derechos: derecho a la vida y la supervivencia, al desarrollo, a la protección y a la participación. Bajo la perspectiva de los derechos, el desarrollo humano requiere de la voluntad política, reordenamientos en varios ámbitos, y que la sociedad en pleno garantice el sano desarrollo y una vida digna por la vía del cumplimiento de los derechos.
La perspectiva de las capacidades propuesta por Sen (2000) se centra en las capacidades de la persona y las oportunidades que tiene para desarrollarlas; hace una amplia disertación sobre la relación intrínseca entre desarrollo y libertad con la premisa: "el desarrollo como expansión de las libertades reales de que disfrutan los individuos" (Sen, 2000, p. 55). Insiste en la importancia de las redes sociales, los servicios sociales, los derechos políticos y humanos, y la democracia. La igualdad debe estar basada en la promoción y la potenciación de las capacidades: estar sana; ver; evitar el hambre; ayunar; tener una vivienda; tener seguridad física; evitar ser agredida físicamente; trasladarse sin peligro; tener ropa; evitar la vergüenza por la ropa que lleva; estar junto a sus seres queridos; vivir sin ser estigmatizada; llevar una vida normal; actuar con sensatez; estar equilibrada; sentirse feliz; estar satisfecha. Considera que las capacidades son las condiciones para que las personas puedan construir su proyecto de vida, avanzar en la realización del tipo de vida que consideran valioso y mejorar su libertad. En esta perspectiva adquieren una importancia especial conceptos como justicia, libertad y derecho.
Luna (2008) plantea la importancia de la articulación de las perspectivas mencionadas con el fin de presentar una opción ética y política que abogue por el desarrollo humano; la autora, haciendo una interrelación de las diferentes perspectivas, construye una definición de desarrollo humano con base en la integralidad y la integración, en la cual el sujeto está en un constante proceso de constitución individual y colectiva, como sujeto histórico, cultural y socialmente posicionado, inmerso en un escenario de la vida cotidiana entre lo público y lo privado, y mediatizado por los procesos de socialización.
Desde la mirada de Nussbaum (2000) el punto de partida es el concepto del bien presente en toda praxis y actividad política; al igual que Aristóteles, señala que es necesario definir el bien humano antes de continuar cualquier indagación o propuesta política. De esta manera, defiende el esencialismo o teoría del bien construyendo una concepción "densa y vaga" de este como aquello a lo que toda actividad política debería tender para alcanzar la equidad y la justicia social.
La teoría del bien común expuesta por esta autora contempla dos niveles: las esferas de la vida humana y las capacidades del ser humano. El primer nivel refiere a la necesidad de acceder a un conjunto de bienes básicos vitales para la vida humana que deberían garantizarse a todos los ciudadanos. El segundo nivel considera las características de funcionamiento que están disponibles de un modo reducido; aunque pueda juzgarse la forma de vida como humana, esta no parece una buena vida humana. La teoría y la acción política debe brindar oportunidades para que los ciudadanos se movilicen del umbral de una vida humana al umbral de una buena vida humana, es decir al "florecimiento humano"; en relación con esto Nussbaum dice: "el movimiento desde la vida humana hacia una buena vida humana es proporcionado por medio de los poderes de elección y propia definición de los ciudadanos, de tal modo que una sociedad los sitúa sobre el primer umbral, moviéndolos hacia el segundo" (Nussbaum, 1992, p. 221).
Como se dijo, Nussbaum parte de lo teorizado por Aristóteles sobre la experiencia y las virtudes. A partir de estas esferas y sus virtudes asociadas, Nussbaum (1997) propone las esferas constitutivas o circunstancias comunes a cualquier ser humano, las cuales están estrechamente relacionadas con la lista original de Aristóteles, las cuales son: mortalidad, el cuerpo, placer y dolor, la capacidad cognitiva y búsqueda del conocimiento, la razón práctica, el desarrollo temprano del infante, afiliación, humor, la relación con otras especies y con la naturaleza, y, finalmente, la individualidad.
En el segundo nivel se muestran las capacidades que deberían ser aseguradas a cada persona en virtud de su dignidad humana, trascendiendo el mínimo vital hacia el florecimiento humano; este es definido por el desarrollo humano en relación con las capacidades del segundo nivel. Estos principios son fundamentales en la estructuración de un orden global que genere condiciones de vida dignas, independientemente de la cultura a la que pertenezcan. Las diez capacidades que argumenta Nussbaum (2000) en su enfoque relacionado con el segundo umbral o nivel que llevan al florecimiento humano son: vida, salud corporal, integridad corporal, sentidos, imaginación y pensamiento, emociones, razón práctica, afiliación, otras especies, juego, control del entorno.
Como un aporte investigativo, se articulan las perspectivas expuestas por Luna y el enfoque de las capacidades de Nussbaum, estableciendo una relación que parte del análisis del equipo investigador que permite sintetizar el referente conceptual sobre desarrollo humano.
Voluntad
Uno de los propósitos de esta investigación es contribuir a la fundamentación epistemológica del emprendimiento con base en la voluntad. Se aborda así la voluntad a partir de los planteamientos de la filósofa política de Hannah Arendt. Si bien sus trabajos no estuvieron orientados al tema del emprendimiento, sus reflexiones filosóficas y políticas permiten a los investigadores conjeturar dicha relación; además, su interés por la esfera pública y privada apoyan significativamente el enfoque del emprendimiento en relación con el desarrollo humano. Arendt (2002) en su libro La vida del espíritu1 expone tres facultades del espíritu: pensamiento, voluntad y juicio, y en cada una de ellas analiza las categorías de pluralidad, aparición y natalidad. Esta investigación se centra en la voluntad.
A partir del análisis que Arendt (2000) realiza sobre la voluntad, se presenta una breve descripción histórica del concepto. Iniciando con la antigua Grecia, se puede decir que los griegos carecían de una palabra que designara la fuente originaria de la acción, esto es, la voluntad. Sin embargo, sí se hacía la distinción entre actos intencionales y no intencionales, entre lo voluntario (hekon) y lo involuntario (akon); hekon es un acto que no se da al azar, sino que se realiza en plena posesión de la energía física y mental. Platón y Aristóteles no mencionaron las voliciones; no obstante, Aristóteles, sin hacer alusión explícita a la voluntad, utiliza la palabra proairesis que se aproxima a la idea de ese estado mental que debe preceder la acción, e indica la elección entre dos posibilidades o, mejor aún, la preferencia para elegir una acción en lugar de otra.
En el medioevo se da una desconfianza hacia la facultad volitiva, se rechaza la idea de conceder a los seres humanos 3/4privados de cualquier providencia o guía divinad3/4 poder sobre su propio destino, asumiendo las responsabilidades de sus actos.
El apóstol Pablo expresa que en los seres humanos hay una facultad en virtud de la cual, sin atender a la necesidad y a la obligatoriedad, se puede decir 'sí' o 'no', estar de acuerdo o en desacuerdo. Epicteto (plantea que la voluntad tiene el poder de decidir soberanamente sobre qué cosas puede ocuparse, sobre las cuales gobierna. San Agustín de Hipona define que, la triada memoria, intelecto y voluntad están mutuamente referidas unas a otras; su unidad se debe a la voluntad, la cual define qué conservar y qué olvidar, y le dice al intelecto qué objeto de comprensión elegir. Tomás de Aquino está de acuerdo en que la voluntad y el intelecto se incluyen mutuamente en su actividad, porque "el intelecto conoce lo que la voluntad quiere, y la voluntad quiere que el intelecto conozca". Duns Escoto expresa que la voluntad es la portadora de la supremacía por encima del intelecto, y que le permite al hombre trascender sus propias limitaciones y su absoluta finitud.
Kant considera que la voluntad no es una capacidad mental especial distinta del pensamiento, sino que es "razón práctica", un órgano ejecutivo en todos los asuntos de la conducta. La voluntad para él no es libertad de elegir, sino la capacidad de comenzar espontáneamente cosas o estados sucesivos. Para Nietzsche "tener la 'voluntad de' no es lo mismo que desear, anhelar, querer, ya que se distingue de todos ellos a través del elemento del Mandato, es inherente a la voluntad el ordenar algo". Heidegger (citado en Arendt, 2002, p. 409) se refiere a la voluntad al decir que en el querer nos acogemos a nosotros mismos como lo que propiamente somos. Solo en la voluntad nos recogemos en la esencia más propia. La esencia de la voluntad no es la vida, sino la voluntad de poder: esta esencia del poder constituye la meta de la voluntad y su razón de ser es el poder.
Para Arendt la voluntad es una facultad espiritual, reflexiva, autónoma e independiente que se desenvuelve en la incertidumbre; el yo volente está asociado al poder de iniciar algo nuevo y tiene como característica dar órdenes. La voluntad es la actividad espiritual a través de la cual dotamos al mundo Omental y objetivo^ de nuevos contenidos libres y auténticamente humanos; así, las personas se convierten en seres de acción que buscan "cambiar el mundo". La voluntad es una facultad mental que se relaciona con la libertad y que implica no solo que esta sea subjetiva, como conciencia de los actos, sino también objetiva en la realización.
A partir de lo anterior, se infiere que el emprendimiento adquiere una dimensión ontológica y teleológica: ontológica porque aporta a la constitución, la identidad y la subjetividad; teleológica porque el emprendimiento tiene como finalidad el ser humano. Por consiguiente, el emprendimiento abordado en esta perspectiva potencia el desarrollo humano y la libertad política.
En la libertad política el énfasis está en el "yo puedo", posible en la comunidad donde se sostienen relaciones mediadas por la palabra y la acción, esto es, en la pluralidad; sin embargo, la libertad política es limitada porque está regulada por leyes, costumbres, hábitos y otros similares. El "nosotros" expuesto por la libertad política promueve hombres de acción, que cambian el mundo, que inician algo nuevo, como dice Arendt,
[...] el propósito de la creación del hombre era hacer posible un comienzo [...] la capacidad misma de comenzar se enraiza en la natalidad y en modo alguno en la creatividad; no se trata de un don, sino del hecho de que los seres humanos, los nuevos hombres aparecen una y otra vez en el mundo en virtud de su nacimiento. (Arendt, 2002, p. 450)
El concepto de natalidad expuesto por Arendt fue trabajado por Bárcena en su texto Hannah Arendt: una filosofía de la natalidad (2006). Bárcena concibe la filosofía de la natalidad en su significación poético-simbólica, es decir, dirigido a la facultad de iniciar algo nuevo, como aparición o perceptibilidad ante los demás. La natalidad se convierte en una filosofía del nacimiento y en una categoría política, porque se generan nuevas acciones en la trama del tiempo, se establecen nuevos comienzos, y se deja un efecto en el mundo y en los otros.
Esta filosofía presenta tres clasificaciones: el amor mundi, que es la preocupación y obligación por el mundo, por los asuntos humanos, una apertura y cuidado con las cosas del mundo; el memento mori, que no significa la muerte como finitud, sino una muerte fabricada en los campos del totalitarismo,2 en aquello que vuelve superflua la vida humana al destruir la pluralidad, la espontaneidad, la individualidad y la posibilidad de nuevos comienzos, que, en definitiva, es la condición de la humanidad; y el memento vivere, es decir la natalidad como condición ontológica de la acción al permitir el inicio de algo nuevo con y entre los otros.
En la propuesta de Arendt, se liga la facultad de comenzar con la acción; toda acción tiene un comienzo 3/4 karcheimk – y un término 3/4 Aprattein 3/4 A. En la acción mostramos quiénes somos, revelamos nuestra única y singular identidad por medio del discurso en la esfera pública, asentada en la pluralidad; actuar es aparecer ante los demás. El arte de iniciar está asociado con la capacidad y la libertad de imaginar que las cosas pueden ser de una manera distinta: "un nuevo comienzo equivale a una posibilidad de transformación, un acto de libertad" (Bárcena, 2006, p. 58); sin la libertad mental no se podría negar o afirmar, no sería posible la acción que es la verdadera esencia de la política.
La acción tiene una expresión política, que se articula con la natalidad como un inicio de algo nuevo y un aparecer ante los otros en público; se trata de ser uno mismo ante y con los demás en la pluralidad humana. Ser ciudadano es ser capaz de iniciar lo nuevo en la esfera pública y tener derecho a "tener derechos"; es la necesidad de pensar por uno mismo la importancia de las acciones concretas en el ámbito de lo público.
Metodología
Este estudio es de carácter cualitativo con enfoque hermenéutico a partir de los planteamientos de Dilthey. La investigación social cualitativa apunta a la comprensión de la realidad como resultado de un proceso de construcción de sus protagonistas, con una óptica interna, y rescatando la diversidad y la particularidad; hace especial énfasis en la valoración de lo subjetivo, lo vivencial y la interacción entre los sujetos de la investigación (Galeano, 2004). Este trabajo investigativo adopta el enfoque de la hermenéutica de Dilthey (1980), quien afirma que el objetivo final de esta no es la interpretación de un texto, sino descubrir el sentido de la expresión o la manifestación de la vida, de la vivencia del sujeto que se expresa; los procesos fundamentales del conocimiento están en la vida, la vida misma es para Dilthey comprensión.
Si bien la representación social se ubica como un constructo teórico intermedio entre lo psicológico y lo social (Moscovi, 1979), en este estudio se asume como enfoque metodológico procesual. Desde esta perspectiva, se plantea que para acceder al conocimiento se debe partir de un abordaje hermenéutico, entendiendo al ser humano como productor de sentidos; se focaliza en las producciones simbólicas, los significados, el lenguaje, a través de los cuales los seres humanos construimos el mundo (Banchs, 2000). El equipo investigador asume esta teoría como estrategia metodológica para obtener los datos. Las representaciones sociales se entienden como una modalidad del conocimiento común, se relacionan con aspectos cognitivos, afectivos y valorativos que orientan la conducta y permiten la comunicación entre los individuos en el mundo social (Castorina, Barreiro y Toscano, 2005).
En esta investigación se elige la Institución Educativa Ramón Múnera Lopera de Medellín. Las razones para su elección son la posibilidad de acceso a la institución, el conocimiento de los investigadores de la comuna en la que habitan y la apertura de las directivas frente a la investigación, motivada por la preocupación institucional de implementar la cátedra de emprendimiento, establecida en la Ley 1014 del 2006, con el fin de ofrecer una propuesta educativa que responda a las expectativas y las características de los jóvenes.
En el estudio participaron 56 jóvenes entre los 14 y los 18 años de la Institución Educativa Ramón Múnera Lopera, ubicada en la comuna 3 de Medellín. Algunos docentes de la institución sugirieron estudiantes que podrían participar activamente en la investigación, se les hizo la invitación y ellos asistieron voluntariamente. En total participaron 28 hombres y 28 mujeres. Los participantes se seleccionaron con criterios de representatividad cualitativa, es decir, "conocimiento, experiencia, significado del lugar o del momento, grado, motivación para participar en el estudio, oportunidad y condiciones de desarrollo de la investigación" (Galeano, 2004, p. 34). Por tal motivo, la unidad de trabajo es selectiva, pocos casos pueden ser suficientes porque interesa más la profundidad que la cantidad de la información.
Se realizaron cinco grupos focales conformados en promedio por 11 personas, los cuales se combinaron con metodologías activas (invitación motivadora a cada participante, ambientación del espacio físico, presentación de los participantes por medio de actividades lúdicas, realización de dibujos para representar sus propias concepciones sobre el emprendimiento, elaboración de registros escritos sobre sus deseos y proyectos, ejercicios grupales en los cuales interactuaron y construyeron juntos), y todas las sesiones se desarrollaron en el barrio Manrique en la sede de la Corporación Semilla de Esperanza.3 En cada sesión se presentaron los objetivos de la investigación y la metodología de trabajo, y se insistió en la necesidad de que los participantes utilizaran sus propios conocimientos, experiencias y lenguaje, motivándolos para una activa participación; así mismo, se les explicaron las razones para tomar notas, y grabar en audio y video las intervenciones. Posteriormente, se leyó el consentimiento informado y lo firmaron.
La sistematización de la información se realizó con base en registros visuales (videos y dibujos), grabaciones de los grupos focales, textos escritos de los jóvenes sobre emprendimiento, expresiones verbales y no verbales, y anotaciones de los investigadores. Después, se trianguló la información a partir de la teoría consultada, el trabajo de campo con los jóvenes y los objetivos de los investigadores.
La información auditiva y los escritos realizados por los estudiantes se transcribieron en formato electrónico de Word, se observaron los videos y los dibujos, y se leyeron las historias y las anotaciones de los investigadores; toda esta información se organizó en Excel para identificar en los textos los elementos de las representaciones sociales establecidos en los objetivos específicos: información, actitudes e imágenes del emprendimiento. Luego de este proceso de codificación en Excel, se dio paso a la sistematización de la información a través del software Atlas. ti, con el cual se hizo una codificación más técnica en la que se asignaron categorías, conceptos y códigos a los segmentos de información de interés para la investigación.
En el proceso de categorización y análisis se realizó una triangulación de la información entre los datos obtenidos del lenguaje de los jóvenes, los referentes conceptuales abordados y el saber de los investigadores. En este proceso se transitó un camino de ida, particularmente explicativo y descriptivo, y un camino de vuelta más comprensivo, conectando esto con la perspectiva hermenéutica de Dilthey (1980), según la cual los sentidos y los significados se interpretan en las expresiones de la vida y la cotidianidad.
Resultados
Se identificaron las siguientes categorías de las representaciones socia les que tienen los jóvenes del emprendimiento: proceso espiralado, motivadores para la acción y sujeto ético emprendedor.
Proceso espiralado
En esta categoría se identificaron tres subcategorías: la primera se nombra como "Iniciar para llegar a metas, una acción que renueva la nataldiad"; la segunda "Las metas: trascender los mínimos básicos para alcanzar una buena vida humana; y la última, "La educación como dignificación del ser, es inicio y meta".
Iniciar para llegar a metas, una acción que renueva la natalidad
El emprendimiento es un proceso que implica un recorrido por diferentes situaciones de la cotidianidad, no es un momento específico en la historia del sujeto. Los jóvenes consideran el emprendimiento un proceso de inicio y llegada a una meta, pero no en relación con un hecho puntual, sino con diversas situaciones en la vida, por lo cual continuamente se está emprendiendo.
Si bien el emprendimiento se concibe como una dinámica ascendente, este no es lineal, presenta altibajos propios del entramado de la vida. A causa de la complejidad de lo humano, el emprendimiento adopta múltiples formas, unas veces se estira y otras se encoge, es un proceso que, por analogía puede llamarse "espiralado"; se presentan épocas de crisis, discontinuidad, conflicto e incertidumbre, sin embargo, ellas permiten aprender para avanzar y lograr mayores estados de desarrollo y equilibrio que facilitan la amplitud y profundidad del ser: "Para mí el emprendimiento es el esfuerzo, el esfuerzo que uno como persona se propone [...] ¡eh! pero emprender no siempre. no siempre. o sea, es uno pa'rriba, sino que siempre tiene bajones" (GF1, 221-224).
Según los testimonios, los jóvenes reconocen que comenzar es una condición necesaria para llegar a una meta, iniciar genera movimiento e impulsa a la acción. Para lograr la meta se requiere de acciones constantes en el tiempo que demandan dedicación y persistencia. Además, en el camino hacia la meta se generan nuevas visiones y posibilidades que reconfiguran las acciones, es decir, se pueden tomar diferentes decisiones para el logro de la meta que se quiere:
Para mí la palabra emprendimiento es como seguir los sueños, o sea y yo voy a tener una meta fija, que si ya voy a terminar el estudio, tener la meta fija de lo que va a ser, para ser muy bueno, o sea para ser alguien de bien. (GF3, 141-144)
Las metas: trascender los mínimos básicos para alcanzar una buena vida humana
En el caso de los jóvenes, el mínimo básico contempla una vivienda con condiciones dignas, una familia, empleo, salud, acceso a la educación y objetos que, según la posición de los jóvenes, les permiten inclusión social, como carro, dinero, tenis de marca (confers), un computador, entre otros. Estos objetos dilucidan la realidad situacional de un barrio popular; en estos contextos los jóvenes han tenido carencias e insatisfacciones de su mínimo vital, razón por la cual desean objetos lejanos a su cotidianidad y los valoran de una forma distinta a como lo haría un joven de estrato socioeconómico alto; estas necesidades están inscritas en estándares culturalmente relevantes. La representación y el sentido que se asignan a los diferentes objetos cambian según las diferentes culturas, sin embargo, los objetos materiales también ocupan un lugar importante en las representaciones sociales, de hecho, hacen parte de objetivos de los seres humanos.
Yo personalmente me imaginaba viviendo que en mera casa, toda grande, con meros lindos, en fin, que con una familia estable y si son cosas que uno desde niño se proyecta y que al final uno como que lo puede lograr [...]. (GF2, 323-325)
Las metas relacionadas con la buena vida humana o esferas de segundo nivel muestran las capacidades que deberían ser aseguradas a cada persona en virtud de su condición humana; estos principios son fundamentales en la estructuración de un orden global que genere condiciones de vida digna para todas las personas, independientemente de la cultura a la cual pertenezca. Lo anterior puede evidenciarse con el reconocimiento, por parte de los jóvenes, de la existencia de necesidades presentes en el orden del ser que trascienden el tener; en la concepción de Aristóteles, el desarrollo del ser en sus diferentes dimensiones permite alcanzar la felicidad como bien supremo: "No tiene que tener plata para ser emprendedor sino conocimiento. Conocimiento sobre lo que uno quiere ser, pues me hago entender. Pues sí, pa' eso hay que tener conocimiento de uno mismo y también debe tener un proyecto de vida" (GF2, 183-187).
La educación como dignificación del ser es inicio y meta
Otra meta que toma relevancia es la educación, considerada tanto en los mínimos básicos como en la buena vida humana, esto significa que mínimamente se debe asegurar a todos los ciudadanos como derecho fundamental; sumado a esto, la educación debe cumplir con criterios de calidad enfocados en la dignidad y la equidad. Los jóvenes ven en la educación un factor determinante que les permite adquirir nuevos conocimientos y oportunidades que mejoran su calidad de vida:
Las metas, porque yo pienso que la base de todo es la educación. Entonces el emprendimiento tiene que ver con el estudio, si usted no quiere estudiar, no quiere nada. Si nosotros queremos vivir de albañiles, de eso no vamos a vivir o vamos a vivir nada más por las deudas, o pa' pagar y ya, la gracia es tener una buena vida, estudiar bastante. (GF2, 99-104)
Los jóvenes asocian estudiar "bastante" con tener una buena vida. Entienden la educación como una acción que potencializa sus sueños, deseos y aspiraciones; les permite tener un lugar y ser alguien en la vida, es decir, reconocerse y hacerse visibles ante los demás, revelando la propia identidad. Los jóvenes encuestados manifiestan el deseo de estudiar diferentes profesiones que les permitan tener un reconocimiento y un lugar en la sociedad. La consideración de la educación como base del emprendimiento contiene implícita la natalidad como posibilidad de actuar para transformar sus propias vidas y la de los demás.
Motivadores para la acción
En esta segunda categoría, se identificaron dos subcategorias: la primera es "Bienestar individual como motivador para la acción" y la segunda, "La familia como motivador para la acción".
El bienestar individual como motivador para la acción
Los jóvenes expresaron que un motivador para emprender es el bienestar individual, incluyendo tanto la satisfacción de las necesidades de tipo material, como las relacionadas con el ser, hacer y estar. Se resalta con una alta carga simbólica el "ser alguien en la vida", darse un lugar en el mundo, aparecer ante los otros de forma original, mostrando algo, naciendo ante el mundo; en palabras de Arendt, "somos apariencias porque llegamos y nos vamos, porque aparecemos y desaparecemos, y porque es este ir y venir dejamos un rastro, una historia posible" (Bárcena, 2006, p. 122): "Mi sueño es ser bióloga y, no sé, y pues sé que eso es un poco costoso, pero sí me veo como siendo alguien importante en la vida" (GF3, 26-28).
Para ser alguien en la vida y obtener bienestar es necesario actuar, identificando intereses y deseos particulares. Estas preferencias motivan a los jóvenes para realizar acciones conducentes a la obtención de unos logros; como se puede constatar en los testimonios, las motivaciones se ven reflejadas en el proyecto de vida de ellos.
Los jóvenes reconocen la importancia de tener un conocimiento de sí, tener claridad de lo que se quiere y definir metas; además, admiten la existencia de problemas que son desafíos para buscar nuevas alternativas, cuestionar sus preconcepciones, y reconocer que la vida no es lineal y ascendente. La vida humana es un devenir, un acontecimiento de cambio y mudanza que implica crisis en las cuales el ser se transforma:
Para mí una persona emprendedora [...] conocimiento sobre lo que uno quiere ser, hay que tener conocimiento de uno mismo y también debe tener un proyecto de vida, porque uno en un proyecto de vida almacena las metas, cómo voy a llegar a esa meta, que problemas puedo tener. (GF2, 182-189)
La familia como motivador para la acción
La familia es una figura importante en el campo de representación de los jóvenes, es un motivador relevante para esforzarse y luchar por los sueños, y les anima saber que pueden ayudarla a mejorar sus condiciones de vida, como lo expresan ellos, "sacar la familia adelante", por eso se asumen responsables del bienestar de quienes han convivido con ellos a lo largo de sus vidas y hacen parte de sus afectos. La familia cumple una función de apoyo, anima e impulsa a los jóvenes para que consigan sus sueños personales, haciendo permanentemente la invitación latente de "Hazlo conmigo" (Bárcena y Mèlich, 2000, p. 72):
[...] él tenía una familia, esta es la mamá, por acá lavando, y los hermanitos están pequeños. Él vivía en una casa muy pobre y quiere, pues, emprender un buen futuro y él se imagina la casa como la quiere volver, quiere estudiar…sacar a la familia adelante. (GF1, 158-161)
En la estructura de la familia sobresale el rol femenino, los jóvenes expresan que las mujeres, especialmente las madres, son más emprendedoras que los hombres: "[...] es un mundo muy machista, entonces todo... ¿el emprendimiento tiene que ser hombre?..., porque una mujer puede ser más emprendedora, más pujante" (GF2, 244-246).
Este testimonio muestra una representación social construida con base en el contexto social y familiar; muchos de los jóvenes crecieron en hogares que presentan patrones machistas, pero de manera contradictoria la figura paterna está anulada, es transitoria o percibida negativamente. En los discursos se manifiesta la fuerza de lo femenino, el rol de las madres es observado mientras el rol del padre es poco nombrado y, en muchos casos, los enfrenta a la crisis de su ausencia; este hecho repercute significativamente en la estructuración de la psique del ser humano con respecto a la representación de la autoridad y la imagen de hombre y mujer que construyen de sí mismo y de los otros a partir de las vivencias familiares.
Sujeto ético emprendedor
En esta última y tercera categoría, se presentan dos subcategorias: "Sujeto ético emprendedor que diferencia el bien y el mal" y "Características personales del sujeto ético emprendedor".
Sujeto ético emprendedor que diferencia el bien y el mal
Los conceptos de bien y mal son nombrados por los jóvenes al momento de representar el emprendimiento; destacan que emprender está concatenado con el bien al tomar buenas decisiones que apuntalan las metas de sus proyectos de vida, asumiendo una postura responsable frente a sus elecciones y la incidencia que puede tener en el futuro. Por el contrario, el mal anula el emprendimiento en cuanto amilana al sujeto político, le impide relacionarse en la pluralidad, y produce un comportamiento que descuida, abandona y aísla al otro.
Para los jóvenes, las representaciones sociales se construyen en gran medida por la influencia de los amigos; en la relación con ellos, establecen una diferenciación entre el bien y el mal, y en el espacio de interacción se pone a prueba la capacidad para elegir.
En la anterior afirmación aristotélica se encuentra que las personas aman lo que es bueno para ellas y la amistad por excelencia hace parte del bien. Sobre este tema se encuentra un amplio abordaje en Ética nicomaquea, ahondando en la noción de comunidad política con un proyecto común: "la amistad es una virtud o va acompañada de virtud y es, además, la cosa más necesaria en la vida. Sin amigos nadie escogería vivir, aunque tuviese todos los bienes restante" (Aristóteles, 1993, p. 322): "Los amigos no le van a enseñar a uno, te ayudan a salir adelante, por eso uno tiene que saber elegir las amistades. buscar el apoyo de los demás, y saber quién le puede dar el apoyo a uno [...]" (GF3, 251-254).
Características personales del sujeto ético emprendedor
El grupo investigador infirió, a partir del discurso de los jóvenes, los rasgos personales del sujeto ético emprendedor, haciendo una clasificación propia en la que se articulan los símbolos, los sentidos y los significados del emprendimiento, estableciendo así cuatro agrupaciones: direccionadores, reforzadores, soportadores y relacionales.
Los direccionadores son los aspectos que guían, dan norte; en ellos se dilucida un horizonte, una proyección del ser y se marca un trayecto para avanzar hacia unas metas. El camino no es único y rígido, por el contrario, está compuesto por dinamismos y cambios propios del accionar humano; sin embargo, es esencial el conocimiento de sí y la claridad de lo que se quiere ser y lograr para alcanzar los objetivos. Tener un proyecto de vida, unas metas, saber lo que se quiere hacer y reconocer que el sujeto es líder de su propia historia son condiciones fundamentales para emprender. Estas características se ubicaron en la cabeza porque es allí donde cada sujeto estructura un entramado de conceptos que permiten construir procesos de pensamiento de manera racional y consciente, y se verán reflejados en las acciones, constituyéndose una interconexión entre el pensamiento y la acción.
En el segundo grupo se encuentran los reforzadores, llamados así porque cumplen una función potencializadora, animan, alientan, dan fuerza a la existencia; se ubican en el centro del cuerpo humano o en el tronco; los órganos que allí se encuentran significan vida, fuerza, energía y mantienen el cuerpo en un funcionamiento activo y articulado. En este orden de ideas, un sujeto ético emprendedor requiere de esfuerzo, persistencia, resistencia y un vigor constante hacia la búsqueda de sus ideales, una actitud positiva y resiliente frente a las dificultades que le permite salir avante ante cada crisis.
En el tercer grupo se encuentran los soportadores, consistentes en las estructuras que fundamentan, sostienen y mantienen en equilibrio al sujeto emprendedor para poder caminar y avanzar hacia lo que se quiere. Para los jóvenes, el amor propio, la confianza en sí mismo, la valía personal y la autenticidad, elementos indiscutiblemente esenciales para la dignidad humana, son aspectos que fundamentan o cimientan el camino y los mantienen en equilibrio.
En el cuarto grupo de los relacionadores o de la interacción con los otros se ubican los siguientes elementos y características: interés por el bien común, respeto, valoración, reconocimiento de la diferencia, apoyo mutuo y cooperación (para que los otros desarrollen su propio liderazgo), justicia (no sobrepasar a los demás para beneficio personal), etc. Estas características se ubican en las manos, porque representan la relación con el mundo y la capacidad de dar y recibir.
Discusión y conclusiones
Según la concepción del desarrollo humano, el emprendimiento se vincula con una dimensión ontológica y teleológica, es decir, la definición y finalidad del emprendimiento es el ser humano y su felicidad. Además, procura un ser libre, justo y digno que construye la vida en asocio y solidaridad con otros. Este concepto se relaciona con la voluntad como facultad autónoma que permite elegir libremente y tiene el poder de pasar a la acción política. Esta última es una condición ineludible del emprendimiento, porque el emprendimiento lleva al sujeto a actuar para transformar el mundo.
La comprensión de las representaciones sociales de los jóvenes sobre el emprendimiento se ve influenciada por los elementos del contexto social, convirtiéndose en una categoría transversal e integradora que permite articular y entender las otras categorías emergentes: proceso espiralado, motivadores para la acción, sujeto ético emprendedor. Interpretando las vivencias y los sentidos que los jóvenes han construido sobre emprendimiento a partir de su relación con el entorno, se puede afirmar que este ofrece diferentes experiencias, información, símbolos, conocimientos y demás elementos culturales que se incorporan al sistema cognitivo y de significación de las personas, haciendo que se construyan unas concepciones singulares y propias en cada territorio. Por esta razón, las representaciones sociales del emprendimiento no se pueden generalizar, estandarizar u homogenizar; jóvenes que viven en otros contextos podrían generar otras representaciones.
En la perspectiva del desarrollo humano el emprendimiento contempla el despliegue de una buena vida humana, es decir, una vida digna que merezca ser vivida, asegurando que las personas puedan desarrollar sus potencialidades y capacidades en acciones políticas y éticas fundamentadas en el reconocimiento de las individualidades, la diversidad y la complejidad.
Los jóvenes representan el emprendi-miento como procesos orientados al ser, hacer, tener, saber, y lo relacionan además con los proyectos de vida. Por tanto, el emprendimiento es una acción que promueve y genera procesos de desarrollo humano, busca mejorar la calidad de vida y garantizar el bienestar.
Un aporte significativo de esta propuesta investigativa es que propone un discurso diferente del emprendimiento, en tanto se construye un referente conceptual desde las ciencias sociales y el análisis hermenéutico de la información, que se contraponen a las concepciones centradas en los intereses económicos y responsabilizan al sujeto de sus propias acciones, las cuales son el resultado de la voluntad como un ejercicio pleno de la libertad y el conocimiento de sí, por tal motivo, se orienta hacia la consolidación de una propuesta política que propende por el desarrollo humano.
Este trabajo abre nuevas perspectivas de investigación del emprendimiento fundamentado en la voluntad y el desarrollo humano. Se busca liderar en las ciencias sociales y humanas procesos de investigación con metodologías cualitativas, que continúen indagando sobre emprendimiento en la perspectiva del desarrollo humano, investigaciones que den relevancia a la palabra, la experiencia y los saberes populares que poseen las comunidades, con el fin de generar conocimientos contextualizados y pertinentes que puedan impactar en acciones políticas para el desarrollo humano.
Es necesario realizar esta investigación en otros contextos para encontrar nuevas representaciones, con el objetivo de enriquecer y complementar la concepción del emprendimiento en la perspectiva del desarrollo humano. Así mismo, se deben generar nuevas investigaciones para aportar a la construcción epistemológica y científica del emprendimiento, ampliando el análisis de la interrelación entre voluntad y acción como categorías políticas, de manera tal que impacte las prácticas sociales y culturales.