INTRODUCCIÓN
La ocupación de la Araucanía, emprendida y materializada por los gobiernos chilenos en la segunda mitad del siglo XIX, puede ser explicada a partir del interés de los sectores dirigentes del país por fortalecer el modelo de crecimiento exportador (Pinto 2015). La colonización -principalmente extranjera- promovida por las autoridades al sur de dicho territorio desde fines de 1840 y la expansión agrícola desarrollada una década después puso a los mapuches en una situación vulnerable (Angell et al. 2009). Las comunidades mapuches dejaron de tener importancia; lo relevante fueron sus tierras (Pinto 1998a, 86). La refundación de la antigua ciudad de Angol, en 1862, marcó el comienzo de lo que en la época fue llamada "ocupación de Arauco" y que se extendió hasta 1883 (Leiva 1984, 11). Adicionalmente, la historiografía decimonónica chilena y otros escritos de la época se encargaron de justificarla, manifestando que los indígenas, bárbaros y crueles, se oponían al progreso y el avance de la civilización (Sarmiento 1845, 11). Estas posturas etnocéntricas y, en algunos casos, "abiertamente genocidas" (Pinto 1996, 36), precedieron y acompañaron un proceso que, en algunos casos, asumió el semblante de una "guerra de exterminio" (Bengoa 2000, 188). El resultado fue "la desintegración del espacio fronterizo [existente en esa zona desde 1599] y el colapso de todas las fuerzas sociales que habían surgido en él" (Pinto 1998b, 52). A partir de ahí se buscó articular una nueva "territorialidad nacional" (Flores 2011, 60). Su estructuración se gestó a través de la construcción de vías de transporte y comunicación, usurpación de tierras a los indígenas y entrega de las mismas a colonos nacionales y extranjeros, despliegue del ejército y policía, instalación de la burocracia estatal y, por supuesto, la educación (Pinto 2015).
Esta investigación se sitúa en el contexto del proceso antes descrito. Más precisamente, en la temporalidad post ocupacional y al interior de los márgenes definidos para la circulación del saber promovido por la institución educativa. En concreto, aquel que prescribía cómo cuidar y educar el cuerpo y que -en esa selección cultural que es el curriculum escolar- se identificó con el nombre de "jimnasia". El foco está puesto en el análisis de la obra Comentarios del pueblo araucano II La Jimnasia Nacional. Juegos, ejercicios y bailes (en adelante, La Jimnasia Nacional), del profesor mapuche Manuel Manquilef. Se reflexiona sobre los propósitos perseguidos por el autor en dicha obra. Del mismo modo, se relacionan varias de las ideas expresadas en esta con los mecanismos e intencionalidad de dominación impuestos por el Estado chileno en el periodo estudiado. Específicamente, con una de las modalidades discursivas de las que se sirvió la gubernamentalidad que emanó de este: la biopolítica. Se interpela el nivel de sintonía que presenta la Jimnasia Nacional con el discurso biopolitico. Y, consecuentemente, la condición de sujeto de Manuel Manquilef, situado en un punto de la trama de saber-poder desplegada en la sociedad chilena.
En razón de lo planteado, la expresión intencionalidad -recién mencionada- se entiende aquí en el sentido de lo que Foucault (2012, 18) denominó "voluntad de verdad". Esto es, un régimen situado históricamente que impone los márgenes de la dicotomia verdad/error mediante un sistema que define la separación, la distribución y la exclusión entre lo verdadero y lo falso (Foucault 2012, 19). En sintonía con este supuesto, la noción de sujeto opera desde los siguientes significados: "sujetado a algún otro por el control y la dependencia, y atado a su propia identidad por la conciencia o el autoconocimiento. Ambos [...] sugieren una forma de poder que somete y hace sujeto" (Foucault 2015, 323).
Cabe agregar que los conceptos de verdad, sujeto, biopolítica y gubernamentalidad, están en una línea más bien praxeológica. En tal sentido, la postura asumida puede definirse como foucaultiana, no así foucaultista (Vásquez 2000, 73).
Es decir, se ocupan categorías de Foucault, de manera pragmática, como material puesto a prueba para atender un problema teórico-empírico concreto. De manera consecuente, se descarta la alternativa hermenéutica que buscaría la profundización de sus significados y la indagación de deslizamientos teóricos y convergencias con otros autores aquí posicionados. Aunque la opción elegida obstaculiza la discusión filosófica de los conceptos aludidos, tiene la indudable ventaja de facilitar el análisis de un fenómeno en su particular complejidad. Asimismo, resulta coherente con la postura seguida muchas veces por el propio pensador francés. Concretamente, promover el uso de autores, pero no para escribir sobre ellos, sino con los cuales pensar y trabajar (Foucault 1999, 388). Más aún, si toca un ámbito como el del poder, en el que la teoría debiera operar como "caja de herramientas [destinada a] construir no un sistema sino un instrumento [...] gradualmente, a partir de una reflexión (necesariamente histórica en algunas de sus dimensiones) sobre situaciones dadas" (Foucault 1979, 173). En concordancia con lo planteado-y con lo sugerido por Foucault- se transita por la línea de un análisis de discurso manifiesto de las fuentes. Es decir, no se pretende "una interpretación de los hechos enunciativos [.], sino el análisis de su coexistencia, de su sucesión, de su funcionamiento mutuo, de su determinación recíproca" (Foucault 2002, 44).
Esta opción teórico-metodológica se complementó con la inclusión de algunas de las perspectivas analíticas y operativas proporcionadas por el Análisis de Redes Sociales (en adelante ARS). En este contexto, las Redes Sociales (en adelantes, RS) se definen como conjunto delimitado de actores-individuos, grupos, organizaciones, etcétera-, vinculados entre sí a través de relaciones sociales (Lozares 1996, 108). El enfoque del ARS resulta útil ya que permite estudiar un nivel microsocial, mediante las relaciones de actores individuales y su integración con niveles meso o macro, a través de sus lazos con otros actores colectivos (Requena 2003, 4). En este caso, de aquellos que están situados en el entramado discursivo que constituye el foco de esta indagación. Para la elaboración gráfica de las redes se utilizó el Software Ucinet 6 para Windows, versión 6.667 (Borgatti, Everett y Freeman 2002).
Respecto de las aplicaciones específicas de ARS que se incluyen en este trabajo se utilizó un procedimiento de recogida de datos relacionales que siguió criterios parecidos a los desarrollados por Cserpes (2012), quien analizó el caso de la red social de Sándor Károlyi, un aristócrata húngaro del siglo XVIII, para comprender las variaciones que tuvo su identidad. Este autor analizó los lazos sociales del mencionado aristócrata basado en las anotaciones de su diario entre 1725 y 1734. Sobre la base de estos registros pudo tener una perspectiva longitudinal de su identidad. Para la construcción de la primera red egocentrada de Manuel Manquilef expuesta en este trabajo, los datos se obtienen de un documento con una fecha específica. No obstante, la perspectiva longitudinal resulta inherente al relato autobiográfico que constituyó la base para levantar dicha red.
Empero, en reemplazo del término identidad, usado por Cserpes, para esta investigación se optó por el concepto de biografía (Rosenthal 1997, 21), ya que muestra mayor potencial heurístico. Primero, porque atiende la dinámica cambiante del "yo" y de los "sentidos de pertenencia" que establece este en su recorrido por el mundo de la vida (Fischer-Rosenthal 1995, 258). Fisonomía que, claramente, se advierte en el relato autobiográfico de Manuel Manquilef. Segundo, porque ofrece posibilidades de una explicación comprensiva de estas identificaciones grupales a partir de las propias experiencias personales (Rosenthal 1997).
Manuel Manquilef en el contexto histórico de la ocupación de la Araucanía
La escuela desplegó sus técnicas de control, como mecanismo destinado a operar en la articulación de una nueva territorialidad en la Araucanía ocupada. Reprodujo "la cultura dominante y actuó al servicio del proyecto político del Estado chileno y su clase dirigente como un dispositivo de poder" (Llancavil et al. 2015, 133). Fue:
Un espacio social de encuentro/desencuentro entre el saber prescriptivo de los grupos hegemónicos del Chile central metropolitano, y aquellos saberes locales vernáculos de la sociedad mapuche de los niños que lograron ingresar a los centros escolares, que a fines del siglo XIX fueron una cantidad reducida, preferentemente hijos de caciques (Mansilla et al. 2016, 225).
Manuel Manquilef (ver figura 1) fue precisamente uno de estos niños. La reseña autobiográfica que expone en una de sus obras constituye un testimonio de un auto reconocimiento pocos años después de convertirse en profesor.1 Nacido el 31 de mayo de 1887 en la comarca de Makewa, hijo del cacique Fermín Trekamañ Manquilef y la cautiva chilena Trinidad González, vivió sus primeros años de infancia bajo el cuidado de su abuela paterna, en Pelal, terreno cercano a Quepe. Con ella, se crió en un entorno marcado por la lengua y costumbres de su pueblo ancestral. El testimonio es pródigo en recuerdos que reflejan la felicidad sentida por él en aquella etapa:
Allí en Pelal, en medio de los matorrales, recuerdo frescamente las primeras representaciones de mi infancia. Vestido con un negro chiripan, [especie de pantalon] con una mantita listada i con un lindo trarilonco2 encarnado, corría alegremente tras el numeroso rebaño lanar, conduciendo por las tardes a1 corral dos o tres corderitos nuevos. ¡Oh! esas primeras representaciones jamas se olvidan i por eso nunca borraré de mi mente la vez primera que mi ayin kukú, amada abuelita, me hizo cantar los lindos amorosos versos, que ella me había enseñado, a la simpática Mecei, indiecita que hoy es machi i pasa por ser la mas bella de Pelal3 (Manquilef 1911, 5-6).
Aproximadamente, a los siete años de edad fue llevado a una escuela en la que, según cuenta, aprendió las primeras "palabritas chilenas" (Manquilef 1911, 7). Añade que escapó a los tres meses de ese lugar, volviendo a su hogar. Para evitar que volviera a fugarse fue llevado a la ciudad de Temuco. Se educó en la escuela primaria durante seis años. Es posible advertir un sentido de logro en Manquilef, cuando expresa que "en este establecimiento aprendí a hablar con cierta corrección el idioma; ademas leia y escribia con notable perfeccion" (Manquilef 1911, 7). Pasó luego a la escuela superior y, posteriormente, al Liceo, destacando que tuvo "como profesor de Castellano durante dos años al distinguido escritor i rector del establecimiento don Tomas Guevara" (Manquilef 1911, 7). A fines de 1901, se presenta como aspirante a preceptor normalista.4 Luego, aprueba el examen de admisión en la Escuela Normal de Chillán. En 1906 recibió el título. Los siguientes tres años estuvieron principalmente consagrados al trabajo y su perfeccionamiento como docente:
Como normalista i como ex-alumno del Liceo de Temuco, llegué a la rectoría de este establecimiento solicitando un puesto i el distinguido pedagogo don Tomas Guevara; con esa amabilidad i esa sinceridad que le distinguen, ofrecióme para mientras el puesto de Escribiente i Bibliotecario.
En este puesto pude aprender mucho, leia constantemente i mui a menudo consultaba a mi jefe, llegando a adquirir con el Sefior Guevara "relaciones de intima seriedad (1)".
[...] El año de 1908 fui profesor del idioma mapuche en el "Internado Araucano", que sostiene la mision inglesa en Quepe.
[...] Estando aun en Quepe recibí en Marzo de 1909 la trascripcion del nombramiento que se me hacia como profesor de Jimnasia i de Caligrafía del Liceo de Temuco (Manquilef 1911, 7-8).
Educación física o "Jimnasia" como expresión de gubernamentalidad y biopolítica en Chile (1883-1914)
Foucault (2006, 15) concibió el biopoder como un "conjunto de mecanismos [que reducen todos aquellos rasgos biológicos fundamentales que configuran la especie humana a] una política, una estrategia política o una estrategia general de poder". Su más clara expresión ha sido la biopolítica. Ya sea mediante técnicas o dispositivos; ya mediante acciones, sus primeras manifestaciones emergieron en las sociedades occidentales modernas a partir del siglo XVIII (Foucault 2006). Y se han constituido en el correlato de un "nuevo tipo de racionalidad en el arte de gobernar" (Foucault 2009, 34). Su foco ha sido la seguridad. De este modo, han emergido:
Tecnologías de seguridad ya sea dentro de mecanismos que son efectivamente de control social, como en el caso de la penalidad, ya sea de mecanismos cuya función es provocar alguna modificación en el destino biológico de la especie (Foucault 2006, 26).
La era de la seguridad se ha desplegado aparejada de la mano de otro fenómeno relevante de la modernidad: la "gubernamentalización del Estado" (Foucault 2006, 137). En cuanto tendencia, la gubernamentalidad ha sido:
La línea de fuerza que, en todo Occidente, no dejó de conducir, y desde hace mucho, hacia la preeminencia del tipo de poder que podemos llamar 'gobierno' sobre todos los demás: soberanía, disciplina, y que indujo, por un lado, el desarrollo de toda una serie de aparatos específicos de gobierno, [y por otro] el desarrollo de toda una serie de saberes (Foucault 2006, 136).
Diferentes órdenes de la institucionalidad constituyeron los vasos comunicantes a través de los cuales actuó el Estado gubernamentalizado. La educación fue uno de ellos. En este plano, la finalidad no solo fue la educación de la mente; sino, especialmente, el cuerpo. La perspectiva disciplinaria, que concibió el cuerpo como objeto y blanco de poder por medio de su disciplinamiento y sumisión, se desplegó vigorosamente a través de los centros de enseñanza (Foucault 2008b, 199-225). Estos, funcionaron como bloques, en los cuales el poder se imbricó con capacidades y redes de comunicación. De esta manera,
Una institución escolar: su disposición espacial, el reglamento meticuloso que rige su vida interna, las diferentes actividades que se organizan en ella, los diversos personajes que allí viven o se encuentran, cada uno con una función, un lugar, un rostro bien definido; todo eso constituye un 'bloque' de capacidad-comunicación-poder. La actividad que asegura el aprendizaje y la adquisición de las aptitudes o de los tipos de comportamiento se desarrolla ahí a través de todo un conjunto de comunicaciones regladas (lecciones, preguntas y respuestas, órdenes, exhortaciones, signos codificados de obediencia, marcas diferenciales del "valor" de cada uno y de los niveles de saber) y a través de toda una serie de procedimientos de poder (encierro, vigilancia, recompensa y castigo, jerarquía piramidal) (Foucault 2015, 331).
Y, lógicamente, la institución escolar fue tributaria de los propósitos biopolíticos formulados por el Estado. En este nivel, la enseñanza del cuerpo, o educación física, jugó un rol fundamental.
En Chile, sus expresiones pueden evidenciarse a partir de la segunda mitad del siglo XIX. Junto con propiciar el disciplinamiento del cuerpo, con la educación física se buscaba proteger la salud de la población. Por ende, no es extraño que sus fundamentos estuvieran avalados por un discurso médico e higienista. En 1872, el doctor Adolfo Murillo presentó un informe al Decano de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile. Uno de los temas centrales de su discurso fue promover en las escuelas la enseñanza de la higiene, pilar fundamental para preservar la salud de la población:
Lo hemos dicho en mas de una ocasion, i volvemos a repetirlo, i lo repetiremos hasta el cansancio: solo la mas estensa difusion de los conocimientos hijiénicos puede concluir con la mortalidad asustadora de los párvulos; porque está ahí la causa principal de esos desastres que la estadística nos hace reconocer mes a mes, dia a dia (Murillo 1872, 23).
La preocupación existente se tradujo en una serie de medidas concretas destinadas a atender la problemática. Surgieron así una serie de disposiciones que concibieron con gran nivel de detalle la institución escolar bajo el paradigma de la higiene pública:
No solo para la delineacion de los planos de los edificios escolares, sino tambien i mui principalmente para la determinación del objeto i del alcance de la instrucción que se va a dar i para la elección del sistema i de los métodos de enseñanza que se han de emplear (Dávila 1884, 6).5
Precisamente, en lo que atañe a la enseñanza, la educación física pasó a cumplir un rol gravitante. En 1886, el médico José Joaquín Aguirre, Decano de la Facultad de Medicina y Farmacia de la Universidad de Chile, redactaba un breve informe a solicitud del gobierno de aquella época. En este, aprobaba el uso de un opúsculo para orientar las clases de educación física, expresando, además, su convicción respecto de la importancia de esta asignatura para la salud general:
Que es de todo punto real i efectivo que se necesita un compendio sobre esta materia tan útil para el perfeccionamiento físico del individuo; que lo es igualmente que en todos los paises civilizados del mundo forma parte de la educación la jimnasia escolar en la forma sencilla que se propone en dicho opúsculo; por cuanto el sistema muscular que constituye los dos tercios del organismo humano no es otra cosa, por decirlo así, que verdaderos pulmones que necesitan un funcionamiento constante, por medio de la jimnasia sin la cual no absorverian el oxíjeno que les lleva la sangre arterial, ni desprenderian por exalacion, el ácido carbónico, funciones indispensables a su actividad (Aguirre 1886, v).
Pero no solo la salud corporal estaba ligada a la educación física. Tan importante, como lo salud era el desarrollo espiritual y moral del sujeto:
Entre todos los factores que forman parte de la educación de la humanidad, la Jimnasia escolar es uno de los mas importantes, porque no solo tiene por objeto desenvolver los órganos i las fuerzas del cuerpo, desarrollar la ajilidad i la lijereza, en una palabra, dar oríjen al desarrollo normal del cuerpo, sin el cual no puede haber ni buen servicio militar, ni aptitud para la maternidad eficaz, ni descendencia robusta, siuo porque este desarrollo corporal es el fundamento del desarrollo racional de la voluntad i de las demás facultades del alma (Jenschke 1896, 3).
Y, como era de esperarse, el medio para alcanzar esa finalidad era el disciplinamiento del cuerpo. Para ello, se definieron y organizaron toda una serie de ejercicios y posturas que debían ser enseñadas en los colegios, partiendo por la llamada posición fundamental:
La posición fundamental. Esta consiste en que los piés se afirman con la planta en el suelo, los talones juntos, las puntas hácia afuera a tal distancia que quepa entre ellas el pié; las piernas estiradas i firmes sostienen el tronco, que está aplomado sobre las caderas, el vientre algo recojido, el pecho saliente, los hombros algo estirados i a una misma altura, los brazos caídos con naturalidad, las palmas vueltas hácia el cuerpo, los dedos unidos i lijeramente doblados, la cabeza derecha con vista al frente, la barba recojida i la boca cerrada (Jenschke 1894, 32).
Para ser aceptada con más facilidad, esta voluntad de verdad se validó bajo la forma de saber sabio. Es decir, como uno más de los modos de investigación que intentó darse a sí mismo el estatuto de ciencia. Para Foucault (2015, 318), la ciencia constituye uno de los modos de objetivación que permite transformar los individuos en sujetos. En el contexto aquí analizado, se constata lo mismo que Foucault establece para cualquier otro régimen de pretensión veritativa, esto es, "que no es libre por naturaleza [y que su producción ha estado] toda entera atravesada por relaciones de poder" (Foucault 2008a, 61). Y eso se desprende a partir de la revisión de los textos referidos a la enseñanza de la Jimnasia en Chile. Como parte de la pedagogía, era una "ciencia razonada de nuestros movimientos i de la recíproca relación de éstos con nuestros sentidos, nuestra inteligencia i nuestras costumbres" (Aguirre 1886, 1). Luego, el fundamento de las bondades propiciadas por la educación física y sus alcances biopolíticos estaban respaldados por las credenciales de la ciencia:
La ciencia pedagójica ha demostrado las consecuencias fatales que provienen de tener a los niños sentados i ocupados en trabajos mentales por mas de dos horas. El niño siente imperiosamente la necesidad de moverse, i de dar espansion a esa necesidad de su naturaleza. Se halla en la época de su desarrollo i éste reclama que el niño se mueva, salte i juegue. Coartarlo es quitarle la salud i los encantos de la frescura juvenil. Mas todavía: es matar el jérmen de su inteligencia (Ponce 1884, 8).
Cabe reflexionar respecto de cómo todas estas enseñanzas, que terminaron sedimentándose en la habitualidad de la escuela, aportaron a la construcción de sujetos. Pues, entre las múltiples expresiones del poder, una de aquellas es la que se despliega en:
La vida cotidiana que categoriza al individuo, lo marca en su propia individualidad, lo ata a su propia identidad, le impone una ley de verdad que ha de reconocer y que los otros han de reconocer en él. Es una forma de poder que transforma a los individuos en sujetos (Foucault 2015, 323).
Un buen ejemplo de esta construcción de sujeto lo constituye el propio Manquilef. La figura 2 nos presenta la red egocentrada construida con los datos proporcionados por la autobiografía que él escribió en 1910 cuando tenía 23 años. Una red egocentrada es aquella que se construye a partir de un solo actor o ego junto con los actores a los que está conectados -alters- y los vínculos entre esos alters (Everett y Borgatti 2005, 31). Asimismo, supone "que el individuo puede manipular en cierta medida su red social para sus propios fines" (Requena 2003, 7). Para el caso estudiado se siguió un enfoque nominalista, esto es, los límites de la red fueron fijados por el investigador (Verd y Martí 1999, 513). Los datos fueron obtenidos a través de un análisis de contenido manifiesto de las fuentes consultadas. Es decir, se remitió a la información explícita proporcionada por estas (Báez y Pérez de Tudela 2009, 290). Concretamente, se consideraron aquellas personas que aparecen nombradas por el propio Manquilef en su ya mencionada reseña autobiográfica.
En sintonía con lo formulado por Martín (2010) la inserción de este enfoque reticular brindado por el ARS posibilita visualizar la articulación del sujeto en una red social y relacional y, por tanto, su accionar dentro del colectivo. Del mismo modo, sus identificaciones endogrupales.6 Desde este supuesto y mirando en perspectiva longitudinal el entorno reticular definido por el propio Manquilef para el periodo identificado se observa una trayectoria muy dinámica. A medida que transcurre su vida, se aprecia una reducción de la presencialidad de alters mapuches en favor de alters asociados con la chilenidad. El ámbito de acción está demarcado por los límites de una institucionalidad específica: la que concierne a la educación. El caso de Manuel Neculmán, inicialmente el rector de la escuela elemental a la que fue llevado Manquilef a los siete años, pasa a ser un amigo en la adultez. Estamos frente a una relación que inicialmente se encastra en el contexto para luego desacoplarse y encajarse en el vínculo. Esta situación particular puede contribuir a la explicación de un fenómeno más general: el de la asimilación cultural. Con todo, la asimilación total no ocurrió y Manquilef devino en sujeto capaz de posicionarse en ambas sociedades. Y de identificarse con ambas.
Dimensiones microsociales como la expuesta en la figura 2 representaron, por cierto, la realidad de muchos mapuches que fueron forzosamente integrados a la sociedad chilena. Especialmente, en aquellos casos donde aquella inserción se hizo a través de la escuela.
Fuente: elaboración propia (2020). Los datos relaciónales se obtuvieron de la reseña autobiográfica publicada en La faz social (Manquilef 1911, 5-8). La red fue construida utilizando el Software Ucinet 6 para Windows, versión 6.667 (Borgatti, Everett y Freeman 2002). N de A: los cuadrados azules identifican personas mapuches; los diamantes rojos, chilenos; por último, los diamantes grises, sujetos situados en ambas esferas culturales.
Por estos años, las condiciones impuestas por el Estado chileno en la Araucanía apuntaron, entre otros objetivos, a la asimilación de los mapuches a la cultura dominante, lo que, según Serrano, Ponce de León y Rengifo (2013), supuso el riesgo de su existencia en cuanto pueblo. Sin embargo, ello no ocurrió, entre otras cosas, porque:
El acceso a la escuela fue un medio y una oportunidad para [que posibilitó a los mapuches] adquirir unos conocimientos que les permitieran resguardar parte de su tierra y su cultura. Era un vehículo de integración, pero también de resignificación de la propia identidad cultural al incorporar nuevos elementos de la sociedad dominante (Serrano, Ponce de León y Rengifo 2013, 296-297).
La problemática de la identificación grupal definida por el "yo" resulta interesante de debatir aquí. Cserpes (2012) en un estudio historiográfico hecho desde la teoría de la identidad con aplicaciones del ARS, ha sostenido que las identidades están incrustadas y afectadas por los contextos de redes sociales. Luego, el énfasis que hacen Serrano, Ponce de León, y Rengifo (2013) cuando hablan de la resignificación de la propia identidad se concerta, en parte, con lo que proyecta la red de la figura 2. Aunque más bien, lo que se observa es una resignificación del yo producida como consecuencia de particulares experiencias biográficas que, además, resultan modeladas por la subjetividad. De este modo, cabría hablar más de una trayectoria biográfica en la perspectiva que lo hace Rosenthal (1997, 23) y menos de una identidad que emana como expresión de uno o más colectivos que se entrecruzan. Lo anterior, también, queda refrendado con los argumentos expuestos en La Jimnasia Nacional, cuyo análisis será presentado en el apartado siguiente. En otras palabras, este proceso de resignificación en perspectiva biográfica intentó integrar el conocimiento mapuche, o mapuche kimün (Ñanculef 2016), con la chilenidad.
La Jimnasia Nacional de Manquilef: saberes mapuches biopolitizados desde un sujeto biopolitizado
La obra Comentarios del pueblo araucano II (La jimnasia nacional), publicada en 1914, corresponde al segundo volumen de los que Payás (2015a, 96) concibe como un trabajo autoetnográfico de Manuel Manquilef. Ambos textos se estructuraron sobre el formato propio del horizonte escritural mapuche de la época, consistente en una doble columna mapuche-castellano (Menard 2006). Payás (2015b, 28-29) ha sostenido que Manquilef aspiró a dirigirse a tres colectivos de los cuales formaba parte: el pueblo mapuche, la sociedad chilena y el círculo académico que agrupaba a los araucanistas. En sintonía con esta pretensión, adoptó tres estrategias de traducción: una para cada público.7 Para esta autora, la obra constituye uno de los ejemplos de la lucha sostenida entre Lenz y Manquilef por instituir la jurisdicción discursiva sobre el saber de la lengua y la cultura. Para el logro de su cometido, Manquilef desplegó una serie de estrategias encaminadas a:
Comprender, entre otras cosas, los efectos discursivos y metadiscursivos que produce su traducción estilizada: hacer del mapudungun una lengua de la polis, ampliar su canon estilístico y temático, e incorporarlo a la lengua nacional equiparándolo al castellano por medio de la eficaz herramienta homologadora que es la traducción. Estos son los efectos que Manquilef persigue, y que Lenz procura ahogar desde la cuna (Payás 2015a, 110-111).
Con la exposición de estas ideas, no se busca el ingreso a los debates que propician los interesantes alcances lingüísticos formulados por Páyas. En cambio, sí interesa interpelar las intencionalidades perseguidas por Manquilef al escribir La Jimnasia Nacional. Desde este supuesto se busca reflexionar sobre las contribuciones que esta obra hace al proyecto civilizador chileno. Específicamente, su sintonía con una de las modalidades discursivas del Estado chileno gubernamentalizado: la biopolítica.
Como ya fuera expuesto, la biopolítica puso el foco sobre la población, distinguiendo todos aquellos elementos de naturaleza biológica y natural que permiten trazar la fisonomía de lo humano en cuanto especie. Y, por supuesto, intentando incidir sobre la misma. Ello explica que la higiene y la salud fueran dos importantes dimensiones de intervención. Además de la educación, que jugó un rol esencial a través del itinerario formativo definido por ese tamizado cultural que es el curriculum. Más que un mero circuito transmisor del discurso biopolítico, asumió un papel performador. La educación física fue una de las asignaturas de mayor relevancia en este sentido y La Jimnasia Nacional de Manquilef no estuvo ajena a esta función.
En los primeros pasajes del libro, Manquilef entrega una breve clasificación de los elementos que componen lo que llama Jimnasia Nacional: "segun mis estudios, abarca los juegos antiguos i modernos. Los primeros comprenden los domésticos, guerreros i festivos, i los segundos los adquiridos e importados i la táctica militar" (Manquilef 1914, 23). Más allá del ejercicio taxonómico, lo importante aquí es la asociación entre las esferas mapuche y chilena que realiza el autor. Los juegos antiguos -elementos primordiales del mapuche kimün- constituyen de igual forma un sustrato cultural de la nación chilena. Esta simbiosis cultural deviene en una simbiosis discursiva, para la cual La Jimnasia Nacional constituye una especie de plataforma de lanzamiento. En su afán de conectarse con dos horizontes culturales, Manquilef levanta un discurso en el que se imbrican nociones de sentido pertenecientes a ambos mundos. No obstante, los argumentos pontificadores que le otorgan a ese discurso el carácter de saber verdadero proceden de la sociedad dominante: la chilena, adscrita al saber occidental. En consecuencia, no resulta extraño que el fundamento basal de La Jimnasia Nacional asuma la forma de una teleología moral, planteada en términos muy semejantes a los utilizados por quienes eran en esa época los principales referentes en la materia:
En la jimnasia está la base de la defensa i del saber; está el desarrollo del cuerpo i la manifestacion del espíritu. La jimnasia, en una palabra, en su desarrollo corporal "es el fundamento del desarrollo racional de la voluntad i de las demas facultades del alma" (Manquilef 1914, 22).
Una vez justificada la relevancia de la jimnasia para una nación, el siguiente paso es demostrar los aportes que a esta disciplina ha legado el pueblo mapuche. Manquilef sitúa esta problemática en una perspectiva temporal y cree encontrar las evidencias en el pasado y el presente. En el primer caso, apela a la historia:
Los juegos domésticos tenian por objeto iniciar al niño en las ocupaciones que, cuando hombre adulto, irian a preocuparlo en la lucha por la vida. Mediante este grupo de juegos puso el indio en contacto sus movimientos con sus costumbres. El araucano necesitaba ser astuto, por exijírselo así la guerra, i de ahí la razón para que tuviera juegos que desarrollaran ese instinto (Manquilef 1914, 28).
El otro fundamento se ancla en el presente. Ya ocupada la Araucanía, ¿cuál podía ser la relevancia de este tipo de juegos, más allá de sus particularidades culturales? Para evitar que su valoración se reduzca a la que manifestaría un anticuario, Manquilef busca los fundamentos en la esfera de la disciplina médica y destaca los aportes que estos juegos representan para el desarrollo corporal y, por tanto, para la salud. Sus ideas las respalda apelando a las opiniones y juicios de diversos especialistas. El más citado es Leonardo Matus, reconocido profesor de gimnasia en aquella época:
Los juegos domésticos del araucano con "la jimnástica respiratoria, la carrera, los ejercicios violentos, obran directamente sobre el levantamiento de las costillas por la accion de los músculos inspiradores. La jimnástica de las actitudes i los movimientos de los brazos rectifican las curvaturas de la columna vertebral i echan atrás los hombros, dando así un punto de insercion fija a los músculos elevadores de las costillas e impidiendo al tórax que se hunda" (L. Matus, Manual de Jimna-sia, pájina 107, citado en Manquilef 1914, 28).
El segundo grupo de juegos, los que atañen a la guerra, sirven a Manquilef para reivindicar el rasgo que ha hecho más famoso a los "araucanos" -como les llama-, su capacidad en el arte de combatir. Pero, tal como lo hiciera para el apartado dedicado a los juegos domésticos, la fundamentación de dicho atributo no viene desde el Mapuche Kimün, sino desde la esfera del saber occidental. Luego, no resulta extraño que, para refrendar sus postulados, recurra a Alonso de Ercilla y Zúñiga, soldado español que escribiera La Araucana. Manquilef, por lo demás, lo valida situándolo en una esfera más específica del saber, la de la historia:
Ercilla, el testigo ocular i el mas fidedigno de cuantos historiadores tenga el pueblo araucano, en su canto primero de su inmortal obra "La Araucana" dedica los versos siguientes acerca de los ejercicios:
"En medio es donde el punto de la guerra por uso i ejercicios mas se afina [...]".
Hai que tener presente que lo que encantó e inspiró a Ercilla no fué ese valor hereditario, ese valor con que el hombre nace, nó. Ercilla ha aplaudido la habilidad, la destreza, el arrojo i la seguridad con que siempre atacaba el indio chileno a su valiente conquistador (Manquilef 1914, 48).
Asimismo, interesantes resultan las reiteradas menciones al texto Raza Chilena, obra que enaltece estos rasgos del araucano. Cabe señalar que dicho texto, escrito por el médico Nicolás Palacios, sostiene que la raza chilena es mestiza, procedente "del conquistador español y del araucano". Ambas razas con un carácter semejante y puras, especialmente la araucana -algo positivo para el autor de dicho texto y, por cierto, para Manquilef-, lo que posibilitó la uniformidad y estabilidad de la raza chilena (Palacios 1904, 33-56). Si el semblante biológico -y racista- se hace sentir aquí, otros pasajes del apartado destinado a los juegos guerreros lo re-sitúan en la dimensión que por esos días al Estado chileno le interesaba destacar: la salud de la población. De este modo, cuando se refiere a la primera de las cinco familias en las que clasifica a este tipo de juegos sostiene:
Los efectos de los ejercicios correspondientes a esta familia no se refieren únicamente a un miembro determinado sino que se dejan sentir en la totalidad de los músculos del organismo humano. [...] En estos ejercicios se necesita lijereza, flexibilidad i gran destreza; terminando todo movimiento, el corazon vuelve a recobrar su estado normal, lo que permite el vacío de los pulmones i el desaparecimiento de la sofocacion. Siempre ha habido, como nosotros lo hemos visto, un agotamiento momentáneo del corazon o mas o ménos insuficiencia de este órgano.
Esta progresion rápida en la intensidad del trabajo i la vuelta tan lijera a las condiciones normales, son un ejercicio mui favorable al corazon, como es para los otros músculos del cuerpo, el pasaje de la estension completa a la contracción máxima (Manquilef 1914, 50).
No solo lo médico resulta relevado. También hay espacio para juicios que se conectan con el discurso higienista, cuyos rasgos ya se han comentado. En el apartado destinado a la quinta familia de juegos guerreros, correspondiente a los baños, se hacen las siguientes airmaciones:
Los indios de Chile dieron la importancia que ni hoy mismo se da a los baños, pues ellos diariamente practicaban esta saludable entretencion, arrojándose antes que el sol rayara al agua helada de los esteros, rios i lagunas que jeneralmente rodeaban sus chozas.
De esa manera adquirió el vigor de su constitucion que le hizo superior a las fatigas i a las enfermedades.
Aparte de esto consideraron los araucanos al baño como el seguro garante de buena salud infantil. De ahí, pues, la razon por la cual sus hijos vivian en los esteros.
Si hoi se practicase el baño tal como lo hicieron nuestros aboríjenes; tendríamos inviduos invulnerables a esas terribles plagas que diezman a la humanidad.
La constitucion física de los individuos actuales está dejenerada por las corrompidas costumbres de la pretendida civilización (Manquilef 1914, 85).
Estas apreciaciones cobran aún más valor si se tiene en cuenta que la Araucanía era una de las zonas más afectadas por manifestaciones epidémicas, principalmente de viruela. Y en varias ocasiones se logró detectar que la fuente de contagio tenía su origen en personas que no eran de la región.8
Los juegos festivos -el tercer grupo de juegos araucanos- tampoco quedan al margen de estos enfoques. Por ejemplo, respecto de los bailes ceremoniosos, uno de los grupos que forman este tipo de juegos, Manquilef destaca su importancia para el desarrollo de la inteligencia y la razón. Además,
Puedo deducir que los movimientos que exijen estos bailes ceremoniosos o cómicos desempeñan un gran papel en la percepcion del espacio i del tiempo, de la memoria i del juicio, de la atencion i de la voluntad (Manquilef 1914, 106).
Para fundamentar la importancia de estas costumbres y tradiciones del pueblo mapuche, Manquilef, apeló principalmente al valor de referencia del saber occidental. En primer lugar, mediante un ejercicio de tipificación que le permitió hacerlas comprensibles, contextualizándolas en la episteme de la sociedad dominante. Así, los juegos y bailes mapuche quedaron circunscritos a la Jimnasia Nacional.
Pero, para que dichas prácticas culturales mantuvieran su vigencia, apeló a un mecanismo similar al que, según Foucault, ha recurrido la literatura occidental para autoafirmarse. Esto es, apoyarse "sobre lo natural, lo verosímil, sobre la sinceridad, y también sobre la ciencia -en resumen, sobre el discurso verdadero" (Foucault 1996, 22-23). Entre la gama de posibilidades, Manquilef opta preferentemente por la de la ciencia. Esto se corrobora al representar la red social que compone el círculo de saber que se infiere a partir del análisis de La Jimnasia Nacional, y que se representa en la figura 3.
Fuente: elaboración propia, 2020. Los datos relaciónales se obtuvieron a partir de un análisis de contenido manifiesto de la obra La Jimnasia Nacional (Manquilef 1914). La red fue construida utilizando el Software Ucinet 6 para Windows, versión 6.667 (Borgatti, Everett y Freeman 2002). N de A: los cuadrados azules identifican personas asociadas con el conocimiento mapuche (mapuche kimün); los diamantes rojos, sujetos vinculados a distintas expresiones del saber occidental.
El tamaño de los nodos está en relación con su mayor o menor importancia en la fundamentación de las ideas de la obra. Un pedagogo y un médico son los más citados por Manquilef. No solo esto, los referentes y las referencias que sostienen los argumentos de Manquilef desde el Mapuche Kimün son notablemente menores. Lo anterior, es corroborado, además, por las palabras introducidas por el lingüista y etnógrafo Rodolfo Lenz en la obra, cuando declara que "para apreciar debidamente las esposiciones del señor Manquilef, no se debe olvidar que él es profesor de jimnasia i tiene la preparacion científica de la Escuela Normal" (Manquilef 1914, 2). El marco descrito cuadra bastante bien con lo que Foucault (2012, 18) ha denominado la inserción de un discurso de pretensión científica dentro de un sistema institucional. Luego, cabe preguntarse si esta voluntad que muestra Manquilef, no se confunde también con la trayectoria que parece haber seguido la ciencia -o una parte de ella- a lo largo de la historia. Esto es, el camino de una voluntad de verdad, que funciona como pivote de una voluntad de dominación. La estructura social proyectada por la red de la figura 3 permitiría afirmar aquello.
Conclusiones
En el presente artículo se investigó sobre la narrativa desarrollada por Manuel Manquilef, a principios del siglo XX, acerca de los juegos, bailes y ejercicios físicos practicados por los mapuches. Se levantó un diseño metodológico que armonizó un enfoque descriptivo denso con herramientas procedentes del ARS, articulado con un marco teórico donde se utilizaron algunos conceptos propuestos por Michel Foucault. No se promovió un análisis hermenêutico de dichos conceptos, sino un uso pragmático en el que se puso a prueba su potencial heurístico para abordar la problemática tratada. Se valora el entramado teórico-metodológico propuesto. En primer lugar, desde el uso dado a Foucault se han podido poner a prueba algunas de sus categorías analíticas para dar cuenta de una realidad histórica específica. Desde el enfoque descriptivo denso, se ha posibilitado la aproximación al caso estudiado privilegiando en muchos pasajes la narrativa desde las propias fuentes. Por último, desde el ARS se ha podido representar la posición del principal sujeto estudiado, Manuel Manquilef, desde una estructura social reticular que resulta generada a partir de su propio discurso. Consecuentemente, posibilita una mayor comprensión de la integración entre los niveles micro y macrosocial al situar la posición de este sujeto individual en una estructura colectiva.
Profesor normalista de ascendencia mapuche, Manquilef consideró que los juegos, bailes y ejercicios físicos practicados antaño por su pueblo constituyeron la esencia de su alma colectiva. Su descripción puede ser leída como un intento de rescate, valoración y preservación de su cultura de origen. No obstante, también, es posible un enfoque opuesto, en cuanto discurso que encarnó el imperativo civilizador del Estado chileno gubernamentalizado. En su obra, La Jimnasia Nacional, se pesquisan indicios de un discurso que, desde algunas categorías analíticas foucaultianas, puede calificarse de biopolítico.
Cobijada al amparo de un curriculum monocultural, la educación física -y con ella, La Jimnasia Nacional de Manquilef- contribuyó con los propósitos de una gubernamentalidad cuyo accionar se centró sobre la población. En cuanto dimensión institucional, la educación y -especialmente la educación física- se articuló con los mecanismos de seguridad destinados a elevar los estándares de salud pública en Chile y, especialmente, en la Araucanía. Ello de la mano de una teleología moral destinada a delimitar la fisonomía de la nación. La forma asumida por el discurso educativo para posicionarse como saber verdadero fue, principalmente, el lenguaje de la ciencia.
La Jimnasia Nacional fue destinada a tres públicos: los especialistas intelectuales, el lector chileno y el lector mapuche. Esta obra pretendió enraizar algunos saberes del mapuche kimün en la matriz epistémica del saber occidental. La trayectoria de vida de su autor, expresada en el lenguaje y representada en una red social de carácter egocentrado, muestra una existencia situada en y entre dos horizontes culturales. En este tránsito por los intersticios de estos dos mundos el recorrido seguido por Man-quilef -al menos, hasta pocos años antes de escribir La Jimnasia Nacional- tuerce preferentemente hacia la sociedad chilena. Eso se releva también en los mecanismos lingüísticos y discursivos que utilizó para entregar su mensaje. Una narrativa estilizada, refrendada con los argumentos de la ciencia. Con ello, La Jimnasia Nacional, deviene en una obra que no solo debe situarse en el ámbito del folclore, sino que también en el terreno educativo. Y desde dicha plataforma se hace eco del discurso biopolítico y asimilador del Estado chileno, aportando en la conversión de individuos en sujetos. Algo que también vivió Manuel Manquilef, pues el joven profesor que escribió La Jimnasia Nacional, está ya muy lejos de aquel niño de siete años que huyó del colegio para volver a la casa de su abuela. Al observar así las cosas resulta difícil saber si en la Jimnasia Nacional es Manuel Manquilef quien nos habla o es el discurso biopolítico y civilizador del Estado chileno el que habla a través de Manquilef.
Pese a todo, ese sujeto "sujetado" que representa Manquilef, parece devenir, juntamente, en un sujeto de resistencia capaz de interpretar y reinterpretar la dinámica del mundo social en el que está inserto. En su narrativa, logra amalgamar dos sentidos de pertenencia que -confrontados en sus lógicas culturales- parecen irreconciliables. La aplicación del concepto de biografía resulta útil para promover una reflexión más hermenéutica que resultaría desafiante para futuras investigaciones. Y que, asimismo, podría desarrollarse en conjunto con las ideas referidas a las formas de subjetivación que propusiera Michel Foucault en sus últimos años y que este artículo no abordó. ¿Cómo supera Manuel Manquilef las contradicciones planteadas por dos racionalidades culturales sin sentir amenazado su "yo"? Y, por añadidura, ¿cómo logra conciliar los disímiles "ethos" que se proyectan a partir de estas? Pues, es en la experiencia subjetiva de Manuel Manquilef donde los horizontes culturales chileno y mapuche convergen sin colisionar.