Introducción
El internet y la proliferación de equipos electrónicos han creado un ecosistema digital en el que se favorecen transacciones comerciales electrónicas entre las empresas y los compradores. Por tanto, es relevante destacar el pensamiento de Armstrong y Kotler (2012), quienes indican que las organizaciones comerciales deben idear nuevas maneras de ofrecer valor a sus clientes a través de los medios digitales. En esa misma línea, los mismos autores complementan la idea según la cual en este nuevo escenario digital se fortalece una relación productiva entre el móvil, la tecnología y el consumidor, relación que debe ser aprovechada por los especialistas del marketing (Armstrong & Kotler, 2017). De igual forma Sumba, Cueva y López (2018) señalan que las tecnologías emergentes permiten a las organizaciones disponer y gestionar información generada en tiempo real acerca de preferencias del consumidor, situación que debe ser aprovechada por las áreas de comercialización y marketing.
El ecosistema digital ha permitido la aparición, el desarrollo y la proliferación de clientes digitales. En este sentido, Delgado (2016), así como Guaña, Quinatoa y Pérez (2017) describen a este tipo de clientes como individuos con medios digitales móviles que permiten el acceso a información de manera ubicua, mientras interactúan en redes sociales con otros consumidores digitales. En este aspecto, el comportamiento de la sociedad ha cambiado en lo referente a actividades económicas, culturales y de ocio, debido, en gran parte, al posicionamiento y a la evolución constante de nuevas tecnologías.
En este nuevo ecosistema en el que se relacionan los tres factores sociedad, internet y tecnología, emergen de manera apoteósica las redes sociales y, de inmediato, estas cambian la forma en que se comunican y se relacionan los individuos. Surgen entonces de esta manera las comunidades y los clientes virtuales, lo cual, a su vez, ha incidido en la conducta de compra de consumidores y clientes, quienes migran de un entorno offline a uno online.
Este fenómeno ha propiciado nuevos retos para los líderes empresariales, pues se enfrentan al desafío de atender a los nuevos clientes y entender los factores endógenos y exógenos que inciden en el comportamiento del consumidor, quien desarrolla sus actividades diarias en las comunidades virtuales.
Sociedades virtuales
En las sociedades virtuales las interacciones personales se realizan mediante plataformas de comunicación denominadas redes sociales, a través de las cuales las personas de estas sociedades intercambian ideas, comparten experiencias, realizan críticas y emiten opiniones en tiempo real (López, Beltrán, Morales & Cavero, 2018; Neira, 2017). Estas expresiones emitidas por otros consumidores, según Linares (2013), afectan la decisión de compra, ya que este entorno le permite al consumidor evaluar diferentes alternativas en un mismo sitio, de manera inmediata y por medio de vivencias reales de otros consumidores.
Lo expuesto se fundamenta en la investigación de Peña-García (2016), quien señala que los consumidores se nutren de información pertinente acerca de productos o servicios a través de su interacción en las redes sociales. Por otra parte, estas mismas redes sociales las emplean las organizaciones comerciales con el fin de llevar de manera puntual información pertinente a su mercado meta. En esta línea, Nielsen (2017)indica que las redes sociales son amplificadores de alta potencia del mensaje que desean transmitir las organizaciones comerciales acerca de su producto o servicio. Según Ponce y Cordelier (2019), por medio de las redes sociales las empresas pueden hacer uso de mensajes emocionales para lograr una mayor interacción con su comunidad y, a su vez, esto les permite recabar información relevante acerca de los gustos y las preferencias de los consumidores.
Sin embargo, las redes sociales no las emplean de forma adecuada todas las organizaciones comerciales, dado que se observan campañas comunicacionales que no tienen un enfoque claro para un segmento de mercado específico, lo cual causa saturación y cansancio en los integrantes de las comunidades virtuales. Esto se ratifica en el estudio de Osorio, Peláez y Rodríguez (2019), quienes señalan que el uso indiscriminado de canales de comunicación por parte de las empresas puede causar un decremento significativo en el interés y la participación de los receptores del mensaje. Este crecimiento de las redes virtuales se ve propiciado por el incremento en el uso y la accesibilidad a internet por parte de las sociedades. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) (2016), en su informe “Estado de la banda ancha en América Latina y el Caribe 2016”, señala que en el periodo 2010-2015 aumentó el uso del internet en América Latina y el Caribe en 20 puntos porcentuales alcanzando un 55% en la región. Mientras que, en Ecuador, el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (2017) señala que para el periodo 2012-2016 hubo un incremento en la aproximación de internet a nivel país de 14.7 puntos, porcentaje de incremento que se repite para la zona urbana, mientras que en las zonas rurales el incremento fue de 11.8 puntos. En este sentido, Ibujés y Franco (2019) señalan que el aumento en el acceso a internet garantizaría que se continúe el incremento de las comunicaciones, el acceso libre a la información, la educación online y el trabajo, en consonancia con los objetivos de desarrollo sostenible relacionados con las TIC propuestos por la Organización de las Naciones Unidas (2016). A su vez, este incremento en el acceso a internet, conjugado con una rápida evolución de las tecnologías, ha permitido nuevas formas de expresión y comunicación bidireccional entre clientes y empresas. Esta comunicación ha permitido la creación y co-creación de productos alineados con las necesidades de los consumidores. En este sentido, Dávila (2018) manifiesta en su investigación que la tecnología agrega valor a los productos y servicios mejorando la experiencia del consumidor digital en el momento de la compra. En este mismo orden de ideas, la investigación realizada por Wilches-Velásquez (2020) señala que esta co-creación de productos adiciona a las organizaciones una ventaja competitiva y a sus consumidores una mayor satisfacción en el uso del producto.
Una gran variedad de estudios demográficos segmenta a los seres humanos según su año de nacimiento. Cada uno de estos segmentos se denomina generación, de manera que con esta división se pretende estudiar el comportamiento de los individuos que integran cada generación (Armstrong & Kotler, 2012; Chirinos, 2009). Los resultados de estos estudios resultan relevantes para los directores empresariales, dado que con esta información se realizan diversos análisis y, a su vez, se diseñan estrategias enfocadas en los segmentos que son de su interés.
Generación millennial
Según Armstrong y Kotler (2012), la generación millennial está conformada por las personas que nacieron desde 1977 hasta el 2000. También agregan que este grupo de personas se desarrollaron a la par del crecimiento tecnológico, tienen gran interés en el bienestar de todos los actores de la sociedad y la preservación del entorno ambiental. Un gran porcentaje de esta generación actualmente son líderes empresariales, en tanto que otro porcentaje menor aún están en proceso de formación profesional (Díaz-Sarmiento, López-Lambraño y Roncallo-Lafont , 2017).
De igual manera, López, Peñalosa, Almonacid y Enciso (2017) concuerdan con lo expuesto y añaden que los millennials son la generación que instauró el teléfono celular, el internet y las redes sociales en sus vidas. Para Ruiz-Cartagena (2017), los millennials se comunican a través de estos medios de forma espontánea y auténtica, en formato audiovisual y a través de comunidades virtuales.
González, Cañizares y Patiño (2018)añaden que los millennials, cuando afrontan un proceso de decisión de compra, son influenciados por la opinión emitida por sus pares de las comunidades virtuales a las que pertenecen. Otro factor muy importante para el millennial en el momento de tomar una decisión durante el proceso de compra, según Ferrer (2018), es la capacidad de respuesta que tienen las organizaciones para solventar las interacciones a través de ambientes virtuales.
Si se trae a colación que los millennials son los individuos nacidos entre 1977 y el 2000, su actual edad está comprendida entre los 20 y los 43 años, y si se considera que la edad de jubilación de una persona ronda entre los 65 y los 67 años, se puede concluir que los últimos millennials cuentan todavía con 45 años de vida económicamente productiva, por ello la importancia que tiene este segmento generacional para las organizaciones empresariales.
La Organización Iberoamericana de la Juventud (2017) emitió unas estadísticas que sustentan la importancia de lo descrito: 26 de cada 100 personas a nivel mundial son millennials, es decir, cerca de 1800 millones de personas, de los cuales el 7.2% se encuentra en Europa y Estados Unidos, mientras que en Latinoamérica 30 de cada 100 personas son millennials. En lo referente a Ecuador, según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (2017), existen 3.9 millones de millennials que corresponden al 23.2% de la población. La revisión del comportamiento del consumidor, de acuerdo con Kotler y Keller (2012), conlleva la observacion de cómo los consumidores compran, usan, escogen y descartan mercancías con el fin de cubrir sus deseos. Estos autores plantean cinco momentos en el proceso de decisión de compra, los cuales se detallan en la Figura 1.
En el estudio desarrollado por Sumba y Rodríguez (2018) se indica que este proceso se ve influenciado tanto por variables externas como internas al consumidor y concluyen que los estudiantes universitarios millennials de Guayaquil se ven sugestionados, en gran parte, por su círculo social para la elección de la marca de un producto.
Los influencers en la época de los millennials
El desarrollo tecnológico que ha acompañado el crecimiento de los millennials también ha inspirado la creación de estrategias publicitarias por parte de las empresas dirigidas a llamar la atención de esta generación. Sin embargo, el exceso indiscriminado de esta ha colapsado las redes sociales y los correos electrónicos de las personas. Un estudio realizado por Fransi, Ramón y Baldomar (2013) indica que las personas manifiestan un malestar por la publicidad excesiva en los entornos virtuales. En esta misma línea Gómez-Nieto (2016) y Fernández-Barros (2017) manifiestan que en las comunidades virtuales las personas se ven expuestas a una apabullante cantidad de publicidad, lo cual causa el malestar y el desinterés de las personas que navegan por estos entornos.
En medio de esta saturación de contenido publicitario generado por las empresas, por lo general de forma automática, han emergido personas carismáticas, generadoras de contenido y con un comportamiento muy activo en las comunidades virtuales, lo cual les ha generado una gran cantidad de followers en las redes sociales. A estos íconos de las comunidades virtuales se les ha etiquetado como influencers, quienes, de alguna forma, son los prescriptores modernos debido, en gran parte, a su alto nivel de generación de confianza y de contenido hacia su público objetivo.
Un influencer, de acuerdo con Pérez y Clavijo (2017), es un líder de opinión sobre una temática en particular y trata de actualizar de forma constante sus conocimientos a fin de generar contenido para los seguidores que posee, sobre los cuales tiene poder de influencia gracias a su experticia en el tema que comparte. Resulta interesante para las organizaciones comerciales estudiar la demografía de los seguidores de los influencers que pudieran ser sus potenciales clientes con el fin de transmitirles una recomendación publicitaria por medio de su líder.
En consideración a lo anterior y al segundo momento en el proceso de decisión de compra (la búsqueda de información), el influencer podría ser un actor importante y llegar a incidir de forma directa en las compras realizadas por los millennials. Las organizaciones comerciales han observado con interés este posible vínculo y han seleccionado a uno o varios influencers para que abanderen su marca en las comunidades virtuales.
Díaz (2017) destaca la imparcialidad como característica del influencer, virtud que es muy valorada por los integran- tes de su comunidad virtual. El autor además agrega que el influencer debe ser demográficamente parecido a su público objetivo. En este sentido, también debe emplear un lenguaje alineado con el de sus seguidores, dos características que crean un vínculo familiar entre el influencer y su comunidad, y que lo diferencia del prescriptor tradicional.
Sanagustín (2016) resalta que un influencer no se debe confundir con un periodista o una celebridad que alcanzó su fama gracias a medios masivos de difusión, por el contrario, fueron sus iniciativas personales en redes sociales las que generaron interés y la suscripción voluntaria de sus followers, de modo que forma así su propia comunidad. Des- de este punto de vista, una organización comercial puede estar segura de que la comunidad de un influencer comparte y confía en las sugerencias emitidas por este. A diferencia del prescriptor tradicional, quien es observado comercializando diferentes marcas de productos que no guardan relación entre ellas, lo cual podría generar una percepción negativa por parte de los consumidores.
Finalmente, Gómez-Nieto (2018) reflexiona indicando que las organizaciones comerciales deben seleccionar los influencers según su mercado objetivo. Este análisis resulta relevante si se considera que una característica del influencer es la familiaridad demográfica con sus seguidores.
Díaz (2017) propone una clasificación para influencers descrita en la Tabla 1.
Es importante señalar que un influencer puede perder poder de prescripción mientras la cantidad de followers de su comunidad aumenta, debido a que no tendrá la capacidad de interactuar con ellos de forma inmediata y personal.
El surgimiento de estos nuevos prescriptores digitales, amalgamado al principal objetivo de las organizaciones comerciales, el cual es enganchar a los consumidores para así generar una mayor utilidad, emerge el marketing de influencia, el cual según Castelló-Martínez y Del Pino Romero (2015) es una sinergia producto de la relación emergente entre los influencers y las sociedades comerciales. Díaz (2017) añade que esta sinergia crece de manera exponencial si el grupo objetivo de la organización comercial comparte características e intereses con la comunidad del influencer.Sanmiguel (2020) clasifica las estrategias de marketing de influencias en:
a) campañas de marketing de influencia orgánico, en la cual la empresa centra sus esfuerzos en buscar microinfluencers para abanderar su marca en una relación que no involucra retribución económica, sin embargo, puede representar beneficio para ambas partes; y b) campañas de marketing de influencia de pago, en esta estrategia el influencer recibe una remuneración económica por parte de la organización que contrata sus servicios.
Los objetivos de la presente investigación son demostrar si existe un efecto de la variable independiente marketing de influencias sobre la variable dependiente conducta de compra del consumidor millennial. En esta misma línea la investigación busca demostrar si el marketing de influencias tiene un efecto sobre el comportamiento de compra del consumidor millennial considerando las diferentes cohortes de edad propuestas.
Metodología
Después de estudiar las dos variables (la conducta de compra del consumidor millennial y el marketing de influencias), es importante buscar evidencias estadísticas a fin de sustentar si existe un efecto de las estrategias del marketing de influencias sobre la conducta de compra del consumidor millennial. Para esto se planteó un diseño de investigación exploratoria con el propósito de comprender el estado actual de cada uno de los elementos de la investigación, emplean- do fuentes de información primarias y secundarias. En este sentido, para la investigación se plantean el siguiente sistema de hipótesis general:
Hipótesis nula h0. No existe correlación entre el marketing de influencias y el comportamiento de compra del consumidor millennial.
Hipótesis Alternativa h1. Sí existe correlación entre las variables de estudio.
A continuación, se realizó el diseño de la investigación concluyente, el cual incluyó un estudio de tipo correlacional y utilizó un diseño transversal múltiple de análisis por cohortes de edad (Malhotra, 2008). Para esto se realizó una división en tres cohortes de edad: primera cohorte, millennials de 20 a 26 años; segunda cohorte, millennials de 27 a 33 años; tercera cohorte, millennials de 34 a 43 años. Esto con el objetivo de medir en qué cohorte de edad existe mayor presencia de correlación entre las variables. Con esta categorización los autores dividieron la población millennial en jóvenes, jóvenes adultos y adultos, respectivamente, considerando los años de nacimiento de los millennials planteados por Armstrong y Kotler (2012), los cuales para el 2020 están en el rango de edad entre 20 y 43 años.
Para el estudio se utilizó como herramienta de investigación una encuesta conformada por 16 preguntas, cada una de ellas con cinco alternativas de respuesta en escala de Likert, valoradas del 1 al 5.
El cuestionario de preguntas se creó a partir de las dimensiones de cada variable. La variable independiente marketing de influencias la componen las siguientes dimensiones: tipos de influencers, características de los influencers y plataforma de influencers. Por su parte, la variable dependiente conducta de compra del consumidor millennial cuenta con la dimensión “proceso de decisión del comprador”. La validación de la herramienta se realizó empleando el coeficiente de alpha de Cronbach, con la intención de analizar su confiabilidad; una vez realizado el procesamiento estadístico se obtuvo un coeficiente de 0.93, lo cual permite señalar la consistencia interna del cuestionario aplicado.
A fin de tener una confianza en los resultados del 95%, con un error de ± 5%, se consideró una muestra de 385 millennials para cada una de las cohortes. Sin embargo, el total de encuestas realizadas fue de 1548, las cuales se obtuvieron en el Ecuador en Guayaquil, Quito y Cuenca. El muestreo aplicado fue aleatorio sistemático, en el cual el encuestador fue filtrando el elemento seleccionado según las cohortes de edad propuestas.
Con la finalidad de analizar los datos recolectados y el sistema de hipótesis general propuesto se empleó el coeficiente de correlación rho de Spearman como prueba no paramétrica en consideración a que los datos obtenidos no tienen una distribución normal.
Resultados
Descripción de la muestra La distribución del total de encuestas realizadas se describe a continuación: 753 encuestas se realizaron a personas con edades entre 20 y 26 años, mientras que 405 encuestas se realizaron a personas con edades entre 27 y 33 años; entretanto, 390 fueron personas con edades entre 34 y 43 años.
En lo referente al sexo la muestra se dividió en 804 hombres y 744 mujeres. En relación con la educación la distribución fue la siguiente: el 0.38% indicó no tener ningún nivel de educación, el 2.00% indicó contar con educación primaria, el 31% manifestó haber culminado la secundaria, el 58.01% indica tener un título universitario de tercer nivel o pregrado y el 8.59% indicó ser un profesional con título de cuarto nivel o posgrado.
Análisis de correlación
En primer lugar, se analizó si existe o no correlación entre las variables por medio del diseño de un gráfico de dispersión, ubicando en el eje vertical Y los valores obtenidos de la variable dependiente conducta de compra del consumidor millennial, mientras que en el eje horizontal X se ubicaron los valores obtenidos de la variable independiente marketing de influencias. Se utilizó en este análisis todas las 1548 encuestas tomadas entre las tres cohortes de edad de interés, y el procedimiento para obtener los valores X y Y fue totalizar cada una de las dimensiones de las variables, de tal manera que cada persona encuestada aportó con dos valores para la construcción de la Figura 2, un valor en X (marketing de influencias) y otro valor en Y (conducta de compra).
En la Figura 2 se puede observar que a mayor nivel de marketing de influencias mayor incidencia en la conducta de compra del consumidor; a fin de verificar dicha apreciación es necesario realizar una prueba de correlación.
Después de totalizar las dimensiones de las dos variables a través de las respuestas se procedió a verificar si los datos obtenidos se distribuyen de manera normal. Para esto se utilizó la prueba de normalidad de datos Kolmogorov-Smirnov con el objetivo de concluir que la prueba de correlación se debía aplicar en los datos. Las derivaciones se pueden observar en la Tabla 2.
Nota: se muestran significaciones asintóticas. El nivel de significación es de 0.05.
aLiliefors corregida. Fuente: elaboración propia.
La Tabla 2 demuestra que las variables no se distribuyen de forma normal (sig<0.05) y, dado que las respuestas a las preguntas del cuestionario se plantean de forma ordinal, según la escala de Likert se utilizará la prueba no paramétrica, el coeficiente de correlación de Spearman (rho).
Para la interpretación de los coeficientes rho de Spearman se emplearán las interpretaciones de Hernández, Fernández y Baptista (2003) , así como las de Lind, Marchal y Wathen (2012) , quienes señalan que cuando se presenta un coeficiente de 0 no existe correlación, existe una correlación débil entre 0.10 y 0.49, una correlación moderada entre las variables cuando se obtiene un coeficiente entre 0.5 y 0.75, y correlación fuerte entre 0.76 y 1. En caso de que el coeficiente sea inferior a 0, esto indicará una correlación negativa.
En la Tabla 3 se observa el p-valor de significancia bilateral obtenido para las variables de estudio considerando todos los rangos de edades de las millennials, el cual fue de 0.000; al obtener este valor menor en el nivel de significancia 0.05 permite aceptar la hipótesis alternativa h1, la cual planteaba que existe una correlación entre el marketing de influencias y el comportamiento de compra del consumidor millennial.
A continuación, era necesario analizar el nivel de correlación existente entre las variables de estudio, por lo que se calculó el coeficiente de correlación rho de Spearman obteniendo el valor de 0.582. Esto significa que existe una correlación positiva media entre las variables de estudio, considerando todos los rangos de edades.
Correlación entre las variables en las tres cohortes analizadas
Para el análisis de cada una de las cohortes se aplicó el siguiente sistema de hipótesis:
• Hipótesis nula h0. No existe correlación entre el marketing de influencias y el comportamiento de compra del consumidor millennial en la cohorte de edad analizada.
• Hipótesis alternativa h1. Sí existe correlación entre las variables de estudio para la cohorte de edad analizada.
A continuación, se verificó si existe una mayor intensidad de correlación entre las variables de interés en alguno de las tres cohortes de edad que son objetos de estudio empleando el coeficiente rho de Spearman.
Análisis de correlación de la cohorte de edad de 20 a 26 años
En la Tabla 4 se muestra el p-valor obtenido (0.000) para esta cohorte de edad (20-26 años), lo que permite verificar la presencia de correlación entre las variables de estudio.
También se observa el coeficiente de correlación de Spearman, el cual fue de 0.572, lo que señala una correlación positiva media entre las variables de estudio en esta cohorte.
Análisis de correlación de la cohorte de edad de 27 a 33 años
En la Tabla 5 se muestra el p-valor obtenido (0.000) para esta cohorte de edad (27-33 años). Con esto se confirma la presencia de correlación entre las variables de estudio y se observa el coeficiente de correlación de Spearman, el cual fue de 0.622. Con respecto a esta cohorte se puede indicar que también existe una correlación positiva media entre las variables de estudio.
Análisis de correlación de la cohorte de edad de 34 a 43 años
La Tabla 6 evidencia el p-valor obtenido (0.000) para esta cohorte de edad (34-43 años), lo cual valida la presencia de correlación entre las variables de estudio. También se observa el coeficiente de correlación de Spearman, el cual fue de 0.551, lo que sugiere para esta cohorte una correlación positiva media entre las variables analizadas.
Conclusiones
Armstrong y Kotler (2017) indican la existencia de diferentes factores endógenos y exógenos a la persona que pueden incidir en la conducta de compra del consumidor.
En este sentido, con la investigación exploratoria realizada se puede indicar que un influencer se vuelve parte de los factores exógenos relacionados con la cultura, siempre que el influencer, figura principal del marketing de influencias, muestre características y rasgos que lo vinculen a la cultura del consumidor. De igual forma, un influencer es parte de los factores exógenos sociales, dado que las personas lo observan como una figura de referencia, lo cual le permite ejercer poder de prescripción sobre su grupo objetivo.
Los resultados de la investigación concluyente brindan sustento estadístico para indicar que no existe diferencia significativa en la incidencia del marketing de influencias sobre la conducta de compra de los consumidores millennials en cada una de las cohortes de edad propuestas: 20 a 26 años, 27 a 33 años y 34 a 43 años. Con este resultado las organizaciones comerciales deben apuntar a la búsqueda de influencers según el grupo objetivo de consumidores al cual atiende la empresa, dado que la información estadística obtenida confirma que hasta los millennials de edad adulta se ven influenciados por estos nuevos prescriptores presentes en el mundo digital.
Los coeficientes de correlación rho de Spearman encontrados en la investigación concluyente a través de un estudio correlacional otorgan importancia al marketing de influencias y a su actor principal, el influencer, a fin de que se consideren en la planificación estratégica de marketing en las diversas organizaciones, pues la evidencia estadística indica la existencia de correlación positiva media de este tipo de marketing sobre la conducta de compra del consumidor millennial ecuatoriano. Esta conclusión se potencia dado que en la investigación exploratoria fue posible determinar que los millennials, para el año 2020, son un porcentaje muy representativo de la sociedad y, sobre todo, se encuentran en una edad productiva y de consumo lo que los hace atractivos para el entorno empresarial.
Futuras líneas de investigación
Las conclusiones obtenidas invitan al desarrollo de nuevos estudios que profundicen la incidencia de cada tipo de influencer sobre las cohortes de edades propuestas. Así, por ejemplo, podría estudiarse si las características y las acciones de un líder de opinión ejercerían una mayor correlación con la conducta de compra del consumidor millennial con una mayor edad, mientras que las celebrities podrían tener mayor incidencia en los millennials de los menores rangos de edad. Por otra parte, sería relevante investigar si el contenido compartido por los microinfluencers incide de mayor forma en algún rango de edad.