INTRODUCCIÓN
El concepto de inclusión financiera hace referencia al acceso que tienen las personas a una variedad de productos y servicios financieros útiles, factibles y seguros que satisfacen sus necesidades (Demirguc-Kunt, Klapper y Singer, 2017; Ghosh y Vinod, 2017; Allen et al, 2016; World Bank Group, 2014; Fones, 2008). Estos productos y servicios financieros son: cuentas bancarias, tarjetas de crédito, realización de pagos y transferencias, ahorro, seguros y crédito, ofrecidos de una forma responsable y sostenible.
En los últimos años, la inclusión financiera ha adquirido especial importancia en el ámbito mundial, en las agendas de gobierno de todos los países, y en las agendas de organismos internacionales que fomentan iniciativas y programas inclusivos, a fin de reducir la pobreza, mejorar la distribución del ingreso y fomentar el desarrollo económico. Los efectos de la inclusión financiera promueven la inserción al sistema financiero de aquellas personas que, por sus condiciones laborales, familiares, económicas o culturales, quedan excluidas del alcance de los principales instrumentos financieros. De acuerdo con la literatura, la promoción de estos instrumentos contribuye a la reducción de la pobreza mediante la generación de alternativas de financiamiento y la disminución de los riesgos financieros de entidades informales.
De Olloqui, Andrade y Herrera (2015) encuentran que los países que han logrado una mayor inclusión financiera son aquellos que han creado un entorno normativo y regulatorio favorable, han impulsado la competencia y la innovación de las instituciones bancarias y no bancarias, y han asegurado la prestación responsable y segura de dichos servicios. A su vez, Bekerman y Chiara (2017) señalan que la falta de acceso al servicio financiero afecta especialmente a los sectores más vulnerables, donde las personas de bajos recursos no cuentan con garantías para asegurar el pago de sus créditos.
A pesar de que existen diferencias en la definición de exclusión financiera, generalmente se reconoce que el "sistema financiero exclusivo" impide a la población de menores recursos y a grupos sociales desfavorecidos acceder a finanzas, lo que lleva a un desarrollo financiero desigual y a profundizar las diferencias, lo cual perjudica la estabilidad social e interrumpe el objetivo del desarrollo social en la mayoría de los países (Boitano y Aranda, 2020; Wang y Guan, 2017).
Por otro lado, el Banco Mundial1 considera que el acceso a una cuenta bancaria para transacciones es un primer paso hacia una mayor inclusión financiera, ya que permite, entre otras cosas, disminuir los costos, los tiempos y mejorar la seguridad de las transacciones. A su vez, una cuenta bancaria sirve como vía de acceso a otros servicios financieros. Por ello, garantizar que las personas en todo el mundo tengan acceso a una cuenta para realizar transacciones es el pilar de la iniciativa sobre el acceso universal a servicios financieros impulsada por el Grupo Banco Mundial para fines de 2020.
La falta de acceso a las finanzas, como resultado de las imperfecciones del mercado financiero, es una traba para la canalización y diversificación de las inversiones y el crecimiento económico. Gumming, fohan y Zhang (2014] destacan la importancia del acceso al financiamiento para alentar a los empresarios a asumir riesgos, invertir más y contribuir positivamente al crecimiento. Otros estudios sostienen que el acceso a la financiación aumenta la inversión y el consumo (Dupas y Robinson, 2013), y foméntala estabilidad financiera mediante el aumento de la base de depósitos bancários (Han y Melecky 2013).
En el marco de estos argumentos, dada la importancia de la temática, el objetivo del presente trabajo es analizar la inclusión financiera en siete países de América Latina. En específico, este trabajo pretende analizar los instrumentos financieros más utilizados por los países de la muestra y detectar los principales determinantes que afectan su uso.
Definimos inclusión financiera como el uso de servicios financieros formales e investigamos cómo los patrones de inclusión financiera varían de un país a otro, considerando los diferentes niveles de ingreso per cápita, edad, educación y género de los individuos de cada país. A su vez, examinamos las barreras para la inclusión financiera a fin de detectar las principales razones por las cuales los individuos no tienen una cuenta financiera, atendiendo razones voluntarias o involuntarias.
La base de datos utilizada es el Global Fináex, elaborada por el Banco Mundial, correspondiente al último relevamiento realizado a individuos en el 2017. Se incluye información sobre el uso de instrumentos financieros de aproximadamente 1000 personas por país. La metodología de análisis empleada es la del análisis de estadísticas descriptivas y el desarrollo de modelos multivariantes.
El presente trabajo aporta diversas contribuciones al ámbito de estudio. En primer lugar, analiza en términos generales la inclusión financiera en un grupo de países de América Latina, considerando los principales instrumentos reconocidos en la literatura, como son el uso de cuentas, ahorro y crédito en una institución financiera formal; de igual modo, evalúa el uso de tarjetas de débito y de crédito. En segundo lugar, analiza el efecto de las características de los individuos que usan los instrumentos financieros seleccionados. A su vez, destacada la importancia de las cuentas formales, se calculan los efectos marginales para dicha variable a fin de detectar las probabilidades de uso del instrumento de acuerdo con las características de los individuos en cada país de la muestra. Es pertinente resaltar la escasez de trabajos específicos de la temática, focalizados en América Latina; el presente trabajo es una investigación original en lo que respecta a la utilización de los microdatos, dada su reciente publicación por parte del Banco Mundial.
La estructura del este trabajo es la siguiente; en el apartado siguiente se presenta la revisión de literatura vinculada con la temática de estudio. Seguidamente, se describe la base de datos usada y la selección de variables. En un apartado posterior se explora la metodología de estudio, y luego, los resultados obtenidos. Finalmente, se esbozan las conclusiones del trabajo.
REVISIÓN DE LITERATURA
Varios autores, entre ellos Cihák et al. (2012) y De Olloqui, Andrade y Herrera (2015), sostienen que la inclusión financiera es uno de los componentes que conlleva el desarrollo financiero como parte del desarrollo socioeconómico; de hecho, contribuye a la reducción de la pobreza mediante la distribución del consumo en el tiempo, la adquisición de activos, inversiones y mejoras en el nivel de ingresos. El Banco Mundial considera a la inclusión financiera como la proporción de personas y empresas que usan servicios prestados por el conjunto de instituciones (bancos, compañías de seguros y otras instituciones financieras no bancarias) y mercados financieros (como los de acciones, bonos y derivados financieros). Este también abarca la infraestructura financiera, por ejemplo, sistemas de intercambio de información de crédito y sistemas de pagos y liquidación (World Bank Group, 2014).
Martínez Pería (2014) argumenta que el acceso a una cuenta bancaria es un buen indicador de la inclusión financiera, dado que el sector bancário es el más difundido y accesible, lo que posibilita la comparación entre regiones y países. El acceso a una cuenta bancaria facilita ahorrar dinero, hacer y recibir pagos y obtener otros servicios como seguros y créditos (Singh, 2017). A su vez, la inclusión financiera persigue el objetivo de movilizar ahorros y facilitara los hogares ya pequeñas unidades productivas o microempresas el acceso a recursos financieros para el consumo y la inversión productiva, a fin de impulsar el crecimiento económico y reducir las inequidades y la pobreza (Dabla-Norris et al, 2015). De este modo, se pretende incorporar al sistema formal de crédito los sectores marginados pertenecientes a la economía informal, así como a sujetos no bancarizados que encuentran distintas barreras de acceso al mercado formal (Martínez Pería, 2014).
Wang y Guau (2017) abordan la connotación de la inclusión financiera en el sentido amplio a fin de explicarlo específicamente. Sostienen que la inclusión financiera no significa solamente acceder a los servicios financieros, sino también disfrutar de los servicios que provee el sistema, tales como pagos, depósitos y créditos. Por lo tanto, se considera que la inclusión financiera debe estar en las agendas de política de los gobiernos de los países de América Latina. En esta línea, diversos trabajos han demostrado que las personas que acceden a instrumentos de ahorro y crédito incrementan su consumo (Kaboski y Townsend, 2011), al igual que sus ingresos e inversiones (Dupas y Robinson, 2013).
Demirguc-Kunt et al. (2015) analizan los indicadores dela inclusión financiera en el mundo, considerando también los datos del Global Findex correspondientes al año 2014. De acuerdo con la información presentada, el 62% de los adultos en el mundo tienen una cuenta en un banco u otro tipo de institución financiera, o con un proveedor de dinero móvil. Sin embargo, a nivel mundial, el 38% de los adultos no tienen acceso al sistema bancário. A su vez, entre los encuestados que no poseen una cuenta, solo el 4% manifestó que la única razón para no tenerla es que no la necesitan. Respecto a la situación de América Latina, según el relevamiento del 2014, se observa que en Argentina2 un poco menos del 50% de la población tiene acceso a una cuenta bancaria, porcentaje que se reduce al 28% cuando se analiza el 40% de la población de menores ingresos. Tal como mencionan los autores, estos datos son alarmantes si se comparan con el acceso que tienen estratos similares en otros países de América Latina, como Brasil o Chile, donde entre el 60% y 70% de la población tiene alguna cuenta bancaria.
Varios trabajos analizan la inclusión financiera desde una perspectiva de género. Entre ellos, se encuentra la investigación de Demirguc-Kunt et al. (2015), autores que encuentran que en el 2014 el 65% de los hombres manifestaron tener una cuenta, mientras que solo el 58% de las mujeres refirieron poseer tal instrumento; sin embargo, esta diferencia no se observa en países de altos ingresos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos [OCDE],
Vighneswara (2014) estudia la inclusión financiera para un conjunto de regiones en India durante 2011 y encuentra que las mujeres presentan una mayor probabilidad de estar incluidas financieramente que los hombres, dado que administran más adecuadamente los recursos, permiten mejorar el bienestar de la familia y contribuyen al ahorro. Sin embargo, Ghosh y Vinod (2017), en un estudio en India durante el 2013, sostienen que aquellos hogares encabezados por mujeres tienen menos probabilidades de acceder a instituciones financieras formales y más probabilidades de acceder a las finanzas informales en comparación con los hogares encabezados por hombres. A su vez, destacan que en los hogares encabezados por mujeres la educación y el nivel de salarios son más relevantes para explicar el acceso a instrumentos financieros, mientras que los factores sociales y políticos están más vinculados a su uso.
Cabeza-García et al. (2019) investigan los efectos de la inclusión financiera de la mujer en el desarrollo económico inclusivo para 91 países, tanto desarrollados como emergentes; encuentran evidencia de que una mayor inclusión financiera de las mujeres, medida como el acceso a una cuenta bancaria y a tarjetas de crédito, genera un efecto positivo en el desarrollo económico. Sin embargo, los préstamos bancários no evidenciaron ninguna importancia para explicar el desarrollo económico.
Por otro lado, Neaime y Gaysset (2018) evalúan empíricamente el impacto de la inclusión financiera en la desigualdad de los ingresos, la pobreza y estabilidad financiera en ocho países de la región MENA3 durante el período 2002-2015. Observan que, si bien la inclusión financiera disminuye la desigualdad del ingreso, no reduce los niveles de pobreza. No obstante, consideran que la integración financiera contribuye a la estabilidad financiera de los países del MENA.
Otros trabajos analizan la relación entre las características de los individuos y la inclusión financiera en distintos lugares del mundo. Entre ellos, Allen et al. (2016) utilizan la base de datos Global Findex y encuentran que la propiedad y el uso de las cuentas financieras para ahorrar son mayores para los individuos más ricos y educados. A su vez, la edad tiene un efecto no lineal; los individuos de mediana edad tienen en promedio más cuentas que los más jóvenes y las usan para ahorrar. Los autores no encuentran efecto significativo del género en propiedad y uso de la cuenta. La mayor frecuencia de uso de la cuenta se observa cuando los titulares son hombres, con altos ingresos, más educados y de mediana edad.
Fungácová y Weill [2015] analizan la misma base de datos durante el 2011 para China y encuentran que hay un alto nivel de inclusión financiera, representado por el alto uso de cuentas y ahorros formales en comparación con otros países emergentes del BRICS.4 A su vez, sostienen que el alto nivel de ingreso, una mejor educación, ser hombre y de mayor edad son características de las personas que aumentan las probabilidades de uso de cuentas y créditos formales. Sin embargo, destacan el escaso uso del crédito en este país, lo cual constituye un desafío para el desarrollo económico. Similares resultados encuentran Zins y Weil (2016) para 37 países africanos en 2014 respecto a las características de los individuos que afectan positivamente la inclusión financiera, aunque destacan el bajo nivel de inclusión de estos países en comparación con el resto del mundo.
A su vez, Wale (2017) analiza los efectos de las características individuales respecto a las probabilidades de poseer una cuenta financiera en las economías de África subsahariana en 2011, teniendo en cuenta el uso de la cuenta para ahorrar y su frecuencia de uso. Detectan que la probabilidad de tener cuentas y usarlas es mayor cuando el individuo es hombre, de mediana edad, de ingresos altos y con mayor nivel de educación.
Wang y Guau (2017) miden el nivel de inclusión financiera para un conjunto de países europeos y de América del Norte, usando datos del Global Findex del 2011. Los resultados revelan que los países desarrollados de Europa y América del Norte disfrutan de niveles más altos de inclusión financiera que los países menos desarrollados de África y la mayor parte de Asia. A su vez, muestran que los niveles de ingreso y educación, y el uso de equipos de comunicaciones (telefonía e internet), son factores importantes que explican el nivel de inclusión financiera, mientras que la profundidad financiera y la situación bancaria son los principales determinantes. Dada la importancia de la inclusión financiera en las economías, consideran que la creación de un sistema financiero inclusivo es un medio relevante para la mayoría de los países.
Por otro lado, Orazi et al. (2020) analizan la evolución de la inclusión financiera conjuntamente con la evolución de las variables macroeconômicas de diversos países; evidencian que los países de América Latina tienen una dinámica disímil a la de los países europeos y asiáticos, mientras que Brasil, Argentina, Chile y Uruguay muestran una evolución favorable, escapando de la tendencia grupai con mejores indicadores de inclusión financiera.
Bruhn y Love (2014) analizan el efecto de la inclusión financiera sobre la pobreza en México, durante los años 2000 y 2004, para evaluar el impacto de mayor acceso a servicios financieros para personas de bajos ingresos en la actividad emprendedora, empleo e ingresos. Resaltan efectos positivos en el mercado de trabajo y en los niveles de ingreso de los individuos, especialmente en aquellas zonas donde no se vislumbra un alto grado de desarrollo bancário. Concluyeron que la mejora del acceso a la financiación para las personas de bajos ingresos puede desempeñar un papel importante en la mitigación de la pobreza.
A su vez, Anaya y Romero (2018), con base en una encuesta realizada a 541 hogares en Sincelejo (Colombia), analizan la relación entre una serie de variables socioeconómicas y la inclusión financiera. Destacan que existe una relación inversa en términos de ingresos monetarios de las familias de la región y las probabilidades de estar incluidos, al tiempo que resaltan la relevancia del nivel educativo del jefe de hogar en el acceso a instrumentos financieros.
Los resultados que surgen de la literatura coinciden en que la inclusión financiera promueve el crecimiento de la economía, aumentando el ahorro y la inversión, disminuyendo la desigualdad del ingreso y, en consecuencia, el nivel de pobreza. Por ello, estudiar los determinantes de la inclusión financiera permite entender y proveer herramientas para incentivar la inclusión de las personas en los mercados financieros, principalmente en economías con sistemas financieros poco desarrollados.
DATOS
Los datos surgen de la base de datos Global Findex del Banco Mundial, correspondiente al año 2017. Dicha base contiene información de 143 países con datos de 150.000 personas de todo el mundo. Se utilizan muestras seleccionadas al azar de 1000 individuos por país, realizadas en más de 140 idiomas. La población objetivo es toda la población civil no institucionalizada de 15 años o más.
La base de datos Global Findex proporciona una gran cantidad de indicadores de inclusión financiera que permiten evaluar el uso de servicios financieros formales, tales como el uso de cuentas, ahorro y crédito, como también los propósitos y las razones por las cuales se utilizan o se reemplazan por instrumentos pertenecientes a los mercados financieros informales. A su vez, proporciona información correspondiente a las características de los encuestados: género, edad, nivel de ingresos y de educación, para caracterizar la población sujeto de estudio.
En el presente traba] o se usan datos correspondientes a siete países de América Latina: Argentina (AR), Brasil (BR), Chile (CH), Colombia [CO], Perú (PE), Uruguay [UR) y Venezuela (VZ), para analizar el grado de inclusión financiera e identificar los principales determinantes de uso de cada instrumento seleccionado (similar a la selección de Martínez Pería, 2014; Roa, 2013; Martinez et al, 2020).
Principales indicadores de la inclusión financiera
En primer lugar, nos focalizamos en el estudio de las tres variables más utilizadas en la literatura, proxies de la inclusión financiera en los países de estudio, dado que son utilizadas en una institución financiera formal (Demirgüc-Kunty Klapper, 2013; Fungáčová y Weill, 2015; Zins y Weill, 2016; Wale, 2017; Fadi Hassan, 2018; Martínez et al, 2020). Ellas son:
Cuenta: Incluye aquellos individuos que tienen una cuenta en una institución financiera o un proveedor de dinero móvil en los últimos 12 meses.
Ahorro: Considera a aquellos encuestados que informaron haber ahorrado o guardado dinero en un banco u otro tipo de institución financiera en los últimos 12 meses.
Crédito: Abarca aquellos encuestados que tomaron dinero prestado de una institución financiera en los últimos 12 meses.
Todas las variables son variables categóricas binarias, siendo igual a uno si la persona respondió "sí" a utilizar los instrumentos mencionados y cero si respondió que "no". Como puede observarse en la Tabla 1, Venezuela es el país que posee el mayor número de individuos con cuentas formales, con un 76%; mientras que en Brasil y Chile el 71% y 68% de los encuestados poseen cuentas formales, respectivamente. En Colombia, Perú y Argentina el porcentaje de individuos que tienen una cuenta en una institución formal se encuentra debajo de la media general de esta variable.
La proporción de ahorro formal (Ahorro) de los individuos de los países de América Latina es en general muy escasa; la mayor de ellas es de un 20% para el caso de Venezuela, y la menor es de un 7,6 % en Argentina. La media de esta variable para los países de la muestra es de un 12,4%, lo cual indica el bajo nivel de ahorro en los países de la muestra en el sistema financiero formal.
Los porcentajes de acceso al crédito formal (crédito) de los países de la muestra son en general muy pequeños; son Argentina y Venezuela los países con menor porcentaje observado (4,1% y 2,8%, respectivamente), mientras que Chile, Perú y Colombia presentan porcentajes más elevados (un 8% y 6%, respectivamente). No obstante, se destaca el bajo acceso de los países de la región al financiamiento externo formal.
De acuerdo con estos resultados, podemos inferir que el uso de las cuentas formales (Cuentas) es el instrumento de mayor alcance en todos los países de la muestra. Incluso, es el más fácil de implementar a través de políticas que promocionen la formalización de operaciones y con resultados más inmediatos. Por otro lado, la implementación del ahorro en instituciones formales y el financiamiento mediante instituciones de crédito formal son herramientas que presentan niveles muy bajos de utilización por parte de los individuos en los países de la muestra. El incentivo al ahorro es más difícil de concretar, pues está relacionado no solo con la situación económica de los agentes, sino también con usos y costumbres de las distintas sociedades.
Si bien el uso de cuentas formales es el instrumento más utilizado, los porcentajes de implementación en cada uno de los países son relativamente bajos, especialmente si se los compara con países desarrollados como Reino Unido, Australia, Bélgica, Dinamarca, Nueva Zelanda, entre otros. Por lo tanto, siguiendo la línea de investigación del Banco Mundial en ahondar en la relevancia de este instrumento, se analizan las posibles razones por las cuales los individuos deciden no poseer cuentas formales. La importancia de su estudio radica en la aplicación de las políticas orientadas a estimular el uso de dichos instrumentos, focalizándose en la eliminación de los obstáculos involuntarios, dado que estos limitan el uso de cuentas formales de potenciales demandantes. En la Tabla 2 se presenta la proporción de respuestas afirmativas ante la pregunta: ¿Por qué razón personal los individuos no poseen cuentas en instituciones financieras formales? Las opciones de respuestas consideradas en el cuestionario fueron las siguientes: lejanía de las instituciones financieras (Lejanía. Inst. Frieras), altos costos de los servicios financieros (Altos Costos), falta de documentación necesaria (Falta de Doc), falta de confianza en las instituciones financieras (Falta de Confianza), por razones religiosas (Religión), falta de dinero para utilizar instituciones financieras (Falta de dinero), tenencia de cuentas financieras en la familia (Cta. Familiar), o bien, porque no tienen necesidades de servicios financieros en una institución formal (No Necesita).
La literatura identifica dos grandes tipos de exclusión de acuerdo con las razones elegidas para justificar la no tenencia de cuentas formales (Park y Mercado, 2015; Gortsos, 2016; Cámara y Tuesta, 2017): el primero denominado exclusión involuntaria o por razones de fallas de mercado, dentro del cual se incluyen justificaciones como la distancia, los costos elevados y la falta de confianza; el segundo grupo se asocia con la exclusión voluntaria, el cual incluye las razones vinculadas a la falta de documentación, religión, la falta de dinero y la existencia de cuentas familiares, o bien, la no necesidad de poseer cuentas. La falta de documentación y de dinero pueden considerarse también dentro del grupo de exclusión involuntaria.
Tal como puede observarse en la Tabla 2, en Argentina, Colombia, Uruguay y Venezuela la principal razón por la cual los individuos justifican no poseer cuentas en alguna institución financiera formal es la falta de dinero; en cambio, en Brasil, Chile y Perú son los altos costos. Dichas razones están estrechamente ligadas a la situación de vulnerabilidad que enfrentan estos individuos y pertenecen tanto a la exclusión involuntaria como a la voluntaria.
Respecto a la razón falta de confianza, los porcentajes de la mayoría de los países superan a la justificación de lejanía de las instituciones financieras y a la existencia de cuentas familiares, excepto para Brasil, donde esta razón es superada por la presencia de cuentas en miembros de la familia y por la distancia hacia las instituciones. A su vez, en Venezuela la presencia de cuentas familiares también supera a la razón de falta de confianza en el sistema.
Por otro lado, el porcentaje de personas que manifiestan no necesitar cuentas financieras es similar en todos los países, y la razón que presenta menos respuestas afirmativas es por cuestiones religiosas en todos los países. El resto de las razones consideradas refieren porcentajes diferentes entre los países de la muestra, los cuales denotan cierto grado de heterogeneidad entre las distintas economías, ya sea por cuestiones de coyuntura económica y/o rasgos culturales de cada país. Por tanto, si se valoran los porcentajes elevados de los altos costos y la falta de confianza en los sistemas, se puede decir que prima la exclusión involuntaria. La falta de dinero también podría ubicarse dentro de esta clasificación.
Allen et al. (2016) remarcan, con base en estudios previos, que el hecho de no tener una cuenta bancaria puede generar una amplia gama de efectos perjudiciales, tales como dificultar la gestión de la liquidez y los pagos -lo que podría dar lugar a elevadas comisiones asociadas al uso de giros postales o servicios de cobro de cheques- y riesgos financieros y personales -asociados a las transacciones en efectivo, ya que los individuos no tienen ningún recurso si los fondos son robados-. Wale y Makina (2017) analizan para un conjunto de 18 economías del África subsahariana los principales obstáculos a la falta de propiedad de cuentas financieras de acuerdo con los datos del Global Findex para el 2011. Encuentran que los más relevantes, de acuerdo con el orden de importancia, son: la falta de dinero, el alto costo de abrir y mantener cuentas bancarias, la distancia, los requisitos de documentación onerosa y la falta de confianza en las instituciones.
Al analizar las razones ofrecidas por los individuos ante la falta de tenencia de cuentas financieras en instituciones formales, consideramos, al igual que Wale y Makina (2017), que la "falta de dinero" es un grave problema para los gobiernos de cada país, ya que requiere de una transformación de la economía de manera significativa para mejorar los niveles de ingresos. Por otro lado, el alto costo de apertura y mantenimiento de cuentas bancarias y las barreras de lejanía o distancia pueden ser el resultado de la falta de competencia y del subdesarrollo físico e institucional. Por lo tanto, las políticas necesarias son las que fomentan la competencia en el sistema financiero y el desarrollo de infraestructuras de carreteras y comunicaciones para que los bancos estén al alcance de lugares remotos, como los mercados rurales. El uso y promoción de operaciones mediante la banca móvil puede mitigar la barrera de la distancia. Los requisitos de documentación pueden ser el resultado de leyes vinculadas con el blanqueo de dinero, pero podría simplificarse solicitando únicamente documentos indispensables, o consultando directamente a las entidades emisoras de documentos certificados.
Una barrera difícil de superar es la falta de confianza en las instituciones financieras; no obstante, puede mitigarse mediante programas de información, conocimiento y alfabetización, sumado a la existencia de programas específicos de educación financiera.
Fuentes alternativas de financiamiento
En la Tabla 3 se presenta la información en cuanto a la tenencia de tarjetas de débito y crédito. Se evidencian porcentajes más elevados en la tenencia de las tarjetas de débito respecto a las de crédito en todos los países de la muestra. En relación con los porcentajes de uso de las tarjetas, estos también son mayores para las tarjetas de débito que para las de crédito; aunque en este último caso se observa que son similares a los de tenencia de tarjeta de crédito, lo cual indica que la mayoría de la gente que tiene tarjeta de crédito la usa. En cambio, respecto a las tarjetas de débito, muchas personas las tienen, pero las usan menos.
En cuanto al uso de las tarjetas de débito, se observa que Venezuela y Chile son los países que superan ampliamente la media de la región de la variable analizada. Este resultado reafirma los datos de la Tabla 1, siendo estos países los que presentan también mayores cuentas y ahorro en instituciones formales. Al considerar la tenencia y uso de tarjetas de crédito, Uruguay y Venezuela tienen los porcentajes más elevados.
Otra forma de relevar las posibles alternativas de financiamiento concebidas por los individuos de la muestra, a fin de analizar la resiliencia financiera al sistema formal, es mediante la siguiente pregunta hipotética a los individuos:
a "Ahora, imagina que tienes una emergencia y necesitas pagar 1/20 del Ingreso Nacional Bruto per cápita en moneda local. ¿Es posible o no que puedas conseguir el dinero en el próximo mes?".
En caso de que la respuesta sea afirmativa, se profundiza el análisis mediante la siguiente pregunta:
b "¿Cuál sería la principal fuente de dinero que utilizarías para conseguir 1/20 del Ingreso Nacional Bruto per cápita en moneda local en el próximo mes?".
De este modo, se pretende ahondar, más allá de las barreras objetivas o subjetivas, respecto al uso de los instrumentos financieros. En la Tabla 4 se agrupan las respuestas concernientes a la posibilidad que tienen los individuos para conseguir el dinero requerido en el mes siguiente (a).
Como puede observarse, en todos los países de la muestra, menos de la mitad de los individuos cree posible obtener el monto solicitado ante una emergencia. Perú, Venezuela y Uruguay son aquellos que presentan los porcentajes de respuestas afirmativas más elevados, mientras que Chile y Argentina, los menores.
Las fuentes alterativas consideradas para la obtención del dinero en cada país se condensan en la Tabla 5 (respuestas a la pregunta b). En términos generales, el uso del dinero de trabajo es la fuente que presenta mayor media regional. Sin embargo, Brasil muestra un porcentaje de uso de este instrumento bastante menor que el resto de los países de la región. Por otro lado, la fuente menos utilizada al revisar los resultados regionales es la venta de activos. No obstante, en este caso Brasil tiene un porcentaje mayor al uso de este tipo de financiamiento en comparación con los países de la región, seguido por Perú. Cabe aclarar que los porcentajes respecto a este instrumento son relativamente pequeños en todos los casos.
*Incluye: préstamos de un banco, empleador o prestamista privado.
Fuente: elaboración de los autores con base en Global Findex 2017.
Dada la información obtenida, se puede observar que todos los países se muestran poco dispuestos al acceso en el sistema financiero, dado que prefieren, en primer lugar, obtener el dinero requerido mediante el fruto de su trabajo; en segundo lugar, de familias o amigos; y en tercer lugar, de los ahorros obtenidos.
Características de los Individuos de la Muestra
Con el objetivo de analizar cuáles son las características de los individuos que afectan la inclusión financiera, se seleccionaron diversas variables de la encuesta, cuyas estadísticas descriptivas se presentan en la Tabla 6. La primera de las variables considerada es el Género del individuo, una variable dummy que toma valor 1 si el encuestado es mujer y 0 en caso contrario. El 54% de los individuos de la muestra son mujeres. Por otro lado, la variable Edad capta la edad de todos los individuos encuestados, siendo el menor de 15 años de edad hasta los 99, presentando una media de edad de 42 años. La variable Edad 2 se incluye a modo de probar la existencia de no linealidad entre las variables independientes de los diversos modelos y la edad de los individuos. Luego se considera la variable Educación, que es una variable categórica dividida en tres categorías, de acuerdo con los niveles de estudios adquiridos: estudios primarios (Educ. Primaria - categoría base), secundarios {Educ. Secundé) y terciarios [Educ Tere).
De forma similar, se considera la variable Ingresos, dividida en quintiles, la cual incluye el 20% de la población más pobre (Pr_Q pobre - categoría base), el segundo quintil más pobre de la población (Sg_Q_pobre), la población medianamente pobre (Mdio_Q_pobre'), el cuarto quintil de ingresos (Cto_Q_pobre) y el quintil más rico de la población (Qto_Q_rico). A su vez, se incluyen las variables de países como dummies, siendo Argentina el país de categoría base. El número de datos recogidos es el mismo para todas las variables, excepto para la variable Edad, la cual presenta algunos casos perdidos.
METODOLOGÍA
A fin de conocer las principales variables que afectan a las cinco variables proxies seleccionadas de la inclusión financiera, se aplican modelos Probit (Long y Freese, 2001), dadas las características binarias de las variables dependientes. El modelo Probit se estima a partir de definir una variable latente y*, que se relaciona linealmente con las variables explicativas, a través del siguiente modelo:
Por otro lado, se define una variable observada y que se relaciona con la variable latente y* de la siguiente manera:
Por lo tanto, la probabilidad de que el evento ocurra se define como:
Sustituyendo [1] y reorganizando los términos, se obtiene:
Donde F (.) es la función de distribución acumulada normal. Para este trabajo, se modeliza la probabilidad de que el individuo esté incluido en el sistema financiero formal a partir de la siguiente expresión:
Para un análisis más profundo, se calcularon los efectos marginales para la variable dependiente tenencia de cuenta formal:
Donde f(.)es la función de densidad de F(.). El efecto marginal es la pendiente de la curva de probabilidad que relaciona a x k con Pr(y i . = 1/x i ), manteniendo el resto de las variables constantes. El signo del cambio marginal siempre se corresponde con el signo de βk (dado que f(x i β) siempre es positiva), mientras que su magnitud depende de las variables restantes y de sus coeficientes. Se controló por posible auto correlación entre individuos de cada país y se examinó la inexistencia de problemas de heterocedastidad.
RESULTADOS
Determinantes de los indicadores de inclusión financiera
Se realiza la estimación de la inclusión financiera a través de modelos probit, considerando las variables Cuenta, Ahorro y Crédito en instituciones formales, uso de tarjetas de débito y uso de tarjetas de crédito. Los resultados obtenidos se presentan en la Tabla 7. Tal como puede observarse, las variables incluidas en los modelos estimados son significativas en todos los casos.
Fuente: elaboración de los autores con base en Global Findex 2017. P-value entre paréntesis. Significatividad: *** p < 0,01; ** p < 0,05; * p < 0,1.
La variable Género registra un signo negativo en todas las estimaciones realizadas, por lo cual puede decirse que las probabilidades de uso de los instrumentos aplicados son menores cuando los solicitantes son mujeres que cuando son hombres. Este resultado es similar al obtenido por Ghosh y Vinod (2017) para India. En relación con la variable Edad, su signo positivo indica que las personas con mayor edad tienen mayores probabilidades de usar y tener los elementos financieros seleccionados. No obstante, al considerar la variable Edad 1 , se prueba la existencia de no linealidad entre la edad de las personas y el uso de los instrumentos financieros, dado que el signo es negativo en todas las estimaciones. Por lo tanto, puede decirse que, si bien las probabilidades de uso de cualquiera de los instrumentos financieros presentados aumentan a medida que las personas tienen más años, esta situación se da hasta una determinada edad, a partir de la cual la probabilidad de uso disminuye. Tanto el signo de la variable Edad como el de Edad 2 se encuentran en línea con los resultados obtenidos en otros trabajos para otras regiones (Zins y Weill, 2016).
En relación con el nivel de Educación, se evidencia que está directamente relacionado con la inclusión financiera, lo que indica que aquellos individuos con mayor nivel de educación, ya sea secundario o terciario (considerando el nivel primario como categoría base), tienen mayores probabilidades de usar cualquiera de los instrumentos analizados. A su vez, en relación con el ingreso de los individuos -que se presenta en quintiles (siendo el quintil más pobre de la población la categoría base-, puede observarse que a medida que aumenta el ingreso de los individuos, las probabilidades de uso de los instrumentos son mayores. Estos resultados son similares a los obtenidos por Fungáčova y Weill (2015) para China y Allen et al. (2016) para un gran conjunto de países.
Por otro lado, se incorporan las variables dummies representativas de cada país de la muestra, considerando como categoría base a Argentina. Los resultados muestran que la probabilidad de tener una cuenta es mayor en Brasil, Chile o Venezuela que en Argentina. Sin embargo, la probabilidad de tener ahorro u obtener un crédito es menor en Argentina que en el resto de los países de la muestra. En relación con el uso de tarjetas de débito y crédito, también se observa que las probabilidades de uso son mayores en Brasil, Chile o Venezuela respecto a Argentina; mientras que las mismas son menores en Colombia y Perú respecto a la categoría base.
Dada la significatividad de las variables consideradas para explicar los modelos seleccionados, puede decirse que las características de los individuos afectan las probabilidades de uso de los instrumentos financieros. En este sentido, la probabilidad de que una persona esté incluida financieramente es mayor si el individuo es hombre y alcanza un mayor nivel de estudios y se encuentra en los cuartiles superiores de ingresos. Mientras que la edad de la persona incide positivamente en los primeros años de vida, pero disminuye a partir de una determinada edad, que son 77, 78,52,75 y 62 años respectivamente para cada una de las proxies. Esto abre el interrogante de la existencia de posibles cambios generacionales ante el uso de los instrumentos financieros.
Efectos marginales
Dado que los coeficientes del modelo Probit no permiten profundizar en el impacto de las variables objetivo sobre la magnitud de la probabilidad de utilizar distintos instrumentos financieros, se calcularon los efectos marginales de acuerdo con dos tipos de perfiles de individuos. Se consideraron solo los casos extremos: los de mayores y menores probabilidades de acceso a cuentas formales, dado que el universo de combinaciones de los diferentes valores de las variables para la creación de perfiles sería inmenso.
El Perfil 1 corresponde a la inclusión de aquellos individuos que tienen educación terciaria y perciben ingresos de acuerdo con el quinto quintil. Estos individuos, tal como se ha observado en los análisis previos, son aquellos que presentan mayores probabilidades de uso de los instrumentos seleccionados. El Perfil 2 incluye a aquellas personas con educación primaria y que perciben ingresos correspondientes al primer quintil de ingresos.
La creación de los perfiles se basa en la significatividad de las variables incluidas en los modelos probit. Se establecieron las diferencias de género para cada uno de ellos. Los niveles de educación e ingreso se seleccionaron considerando situaciones opuestas para ambas variables. A su vez, se analizaron distintos rangos de edades para cada perfil. Los resultados obtenidos se presentan por país. La variable dependiente de estudio seleccionada es la tenencia de cuenta formal, dado que esta presenta los porcentajes más elevados para todos los países en relación con los otros instrumentos analizados (Martínez Pería, 2014; Singh, 2017; World Bank Group, 2014).
De acuerdo con la información presentada en la tabla 8, se observa que los porcentajes de acceso a cuentas formales -considerando aquellos individuos que cumplen las características contempladas en el Perfil 1- son elevados: en todos los países es superior al 80%. A partir de los 50 años de edad, los porcentajes son mayores para todos los países.
Respecto a la incidencia del género en las probabilidades de acceso a las cuentas formales, tal como se observó en la Tabla 7, son mayores para los hombres. Esta diferencia de género en las probabilidades de tenencia de cuenta formal disminuye con la edad; se nota que la brecha más elevada se registra entre los 20 y 30 años de edad y que es mayor para Argentina, Colombia, Perú y Uruguay. Este resultado indicaría que para las mujeres es más difícil acceder a una cuenta bancaria cuando son más jóvenes, y que para la población adulta, las diferencias entre hombres y mujeres en el acceso a una cuenta bancaria tienden a disminuir. En el Anexo 1 se pueden observar gráficamente los resultados.
Por otro lado, en la Tabla 9 se presentan las probabilidades de acceso a cuentas formales de acuerdo con los individuos que pertenecen al Perfil 2. Tal como se esperaba, las probabilidades de acceder a una cuenta formal son menores en todos los países respecto a las presentadas en la tabla anterior. Solo Brasil, Chile y Venezuela presentan probabilidades mayores al 50%, y únicamente cuando la edad de los individuos supera los 50 años de edad. De igual manera, continúa existiendo diferencia en el género de los individuos: es mayoría probabilidad de tenencia de cuentas formales cuando los individuos son hombres en comparación con las mujeres. Dadas las características del Perfil 2, dicha diferencia es creciente con la edad de las personas, a diferencia de lo observado en el Perfil 1. Esto está indicando que, en los estratos más vulnerables, las mujeres encuentran mayores limitaciones que los hombres para acceder a una cuenta bancaria en la adultez versus las generaciones más jóvenes.
Los resultados gráficos de la evolución de las probabilidades de acuerdo con la edad de los individuos por país pueden verse en el Anexo 2.
Si se comparan las diferencias entre los perfiles 1 y 2, se puede concluir que estas son más pronunciadas para el perfil de individuos más vulnerables (Perfil 2) que para el perfil de individuos con mayores ingresos y mayores niveles de educación (Perfil 1).
CONCLUSIONES
Los resultados obtenidos del presente trabajo abarcan diversos aspectos que pueden ser considerados tanto en cuestiones económicas como al momento de aplicar políticas orientadas a mejorar y promover la inclusión financiera en las distintas economías. En este trabajo se analizaron las variables vinculadas a la inclusión financiera en las diversas economías latinoamericanas, con el objetivo de conocer los principales aspectos identificados a partir del uso de diversos instrumentos financieros.
En general, se consideraron las variables tenencia de cuenta, ahorro y crédito en instituciones formales del sistema financiero como proxies de la inclusión financiera; de este modo, se evidencia que el primer instrumento mencionado es el que presenta mayores niveles en toda región de estudio. A su vez, al indagar en las razones por las cuales los individuos no poseen cuentas financieras formales, las respuestas encontradas fueron diversas, aunque en todos los casos la principal razón mencionada es la falta de dinero para acceder a instituciones formales. Esto resalta la vulnerabilidad de la población en estudio, marginada de los canales formales de acceso.
Por otro lado, se analizaron los datos obtenidos respecto a la tenencia y uso de las tarjetas de débito y crédito en cada país, y se halló que más de la mitad de los individuos posee tarjeta de débito. En todos los casos, el porcentaje de tenencia de tarjetas de débito es superior a las de crédito, mientras que, en términos de uso las tarjetas de créditos, son mucho más utilizadas que las de débito. Estos resultados dejan entrever la importancia que tienen las tarjetas de crédito en el financiamiento de los individuos, dado que una vez que lograron obtenerlas, el porcentaje de uso es elevado. Es decir, cualquier política que promueva el acceso a mecanismos de financiamiento simple en estos segmentos de la sociedad es probable que tenga un alto grado de implementación. Adicionalmente, se analizan las fuentes alternativas de financiamiento, siendo los comercios y préstamos de familiares y amigos las más consideradas por los individuos de los distintos países como opciones para financiarse.
Por otro lado, se analizaron un conjunto de variables vinculadas con las características de los individuos a fin de analizar si el perfil de las personas que utilizan los instrumentos financieros afecta su uso. De este modo, se observa que la probabilidad que un individuo utilice los instrumentos financieros seleccionados aumenta con la edad de las personas (hasta cierta edad), con el nivel educativo, el nivel de ingresos y si el individuo es hombre. A fin de profundizar en los resultados obtenidos, se vincularon los perfiles de los individuos con el uso de cuentas formales por países, lo cual es una vía para profundizar en el estudio en detalle por país y analizar la evolución de uso de cuentas formales vinculada con el género y edad de las personas.
Si bien existe aún mucho camino por recorrer a fin de conocer en mayor detalle el estado de situación de las finanzas inclusivas en América Latina, en el presente trabajo se presenta el estado de situación de la región para así contribuir en el desarrollo de políticas que favorezcan el acceso. El desafío del tema de estudio en sí mismo, junto con la relevancia en las economías emergentes, pone de manifiesto la necesidad de creación de políticas orientadas a la estimulación de la inclusión financiera, dado que solo un pequeño porcentaje de la población de cada uno de los países puede considerarse incluida.