Introducción
El movimiento estudiantil colombiano ha estado acompañado de diversas continuidades y rupturas marcadas por las cronologías históricas de la nación (Archila 2012). La heterogeneidad de sus participantes lo ha convertido en un espacio de interacción de distintas territorialidades, géneros, generaciones e ideas que se articulan a los debates suscitados en el panorama político del país. Para Caycedo (1984), sus planteamientos han estado conectados con la lucha de clases y la creación de alternativas democráticas relacionadas con las demandas obreras, campesinas y étnicas de cada momento. Diversos autores han mencionado el ensamblaje existente entre las movilizaciones educativas y las nociones, tensiones y conflictos producidos por los discursos hegemónicos sobre desarrollo (Cruz 2017; Le Bot 1985; Leal 1984).
Archila (2012) ha establecido seis grandes períodos que han determinado la identidad y trayectoria del movimiento estudiantil colombiano: (1) los primeros pasos (1909-1929); (2) visibilidad oscilante (1930-1945); (3) resistencia democrática (1946-1957); (4) radicalización contra el bipartidismo (1958-1974); (5) hacia el movimiento popular (1975-1990); y (6) crisis y recomposición (1991-2011). En cada uno de ellos, la literatura sobre el tema ha suscitado debates respecto al distanciamiento de la universidad pública de las doctrinas conservadoras (Flórez 1995), la formación de organizaciones estudiantiles (Leal 1981), las dialécticas surgidas en la época del Frente Nacional (Le Bot 1985), el auge capitalista estructurado en las decisiones tomadas sobre la nación (Yepes y Calle 2014), así como el compromiso de la educación con la transformación de la cultura, la sociedad y el sistema político (Aranda 2000).
De manera más reciente, en el 2011, las movilizaciones creadas contra la propuesta que reformaba la Ley 30 de Educación Superior han sido consideradas un hito significativo en la organización estudiantil en Colombia (Cruz 2013). Su estructura se caracterizó por la vinculación de universidades de carácter público y privado, docentes y demás actores que desde un ejercicio de acción colectiva conformaron redes de interacción mediadas por un propósito común (Rojas 2009). Los alcances generados originaron agremiaciones, comités estudiantiles y mesas amplias de participación que configuraron, situados en un espacio de globalización tecnológica, escenarios de vida recreados en redes sociales a través de diálogos virtuales, simultaneidad de expresiones ciberespaciales generadoras de emociones, afectos, tensiones y conflictos, así como diversas lógicas de movilización, articuladas a los encuentros presenciales tradicionales de la protesta social.
En esa coyuntura, el movimiento estudiantil colombiano generó conexiones con lugares latinoamericanos y demás organizaciones sociales que, desde la creación de circuitos relacionales en el ciberespacio, construyeron mediaciones, redes y relaciones para promover las demandas establecidas por los cuerpos universitarios sobre las proyecciones de la educación superior. También fueron desplegadas una serie de estrategias que transitaron entre el mundo físico y virtual, con el fin de desdibujar sus fronteras y emerger en sintonía con diversos accionares tecnológicos y cotidianos que visualizaron las ideas expuestas por el estudiantado.
Históricamente, las organizaciones estudiantiles de Trabajo Social han hecho parte de las movilizaciones estructurales que han marcado la trayectoria de la nación. Desde las ideas de transformación lideradas por las primeras instituciones universitarias que brindaron su formación, la profesión ha sido pionera en la articulación pedagógica de ejercicios de aprendizaje situados en los problemas recurrentes del país. Su enseñanza se ha caracterizado por la creación de espacios teórico-prácticos que visualizan en la realidad social un escenario prolífico de análisis (Leal y Ramírez 2012). De manera más reciente, el anclaje a las tecnologías de la comunicación ha contribuido a conectar las maneras de actuar de los estudiantes y a generar un cúmulo de interacciones informativas que han orientado la formación y agremiación en Trabajo Social.
En este ejercicio, las espacialidades mediadas por internet han dinamizado las interacciones de las diferentes unidades académicas del país y dado vida a un territorio virtual que conecta perspectivas, diálogos, maneras de sentir, pensar y participar en las ideas que surgen para la construcción del movimiento estudiantil. Este circuito de relaciones, motivado por el uso de redes sociales, ha creado una serie de conexiones interhumanas que trascienden las motivaciones disciplinares y encuentran en las dimensiones cibernéticas un escenario generador de lazos, emociones, deseos, apoyos, e igualmente tensiones y conflictos que convergen en las formas vinculares estudiantiles de la profesión. Su horizonte de interacción ha generado grupos de discusión disciplinar y articulado sus ideas a la creación de encuentros y consultivos nacionales de manera presencial que enlazan tránsitos entre el mundo físico y virtual.
A partir de este panorama, el presente artículo sitúa su análisis en explorar los vínculos virtuales estudiantiles establecidos durante el proceso de agremiación de Trabajo Social en Colombia. Para esto, es realizado en un primer momento un abordaje conceptual a la literatura académica sobre el ciberespacio y las éticas vinculares establecidas en las redes sociales. En segundo lugar, es descrito el uso de metodologías cualitativas para recolectar información y las fases que condujeron el trabajo de campo. En la tercera parte, son organizados los resultados en dos elementos temáticos: 1) habitabilidad en los espacios virtuales de agremiación de Trabajo Social y 2) vínculos, redes y cuidados virtuales en los grupos estudiantiles. En su conjunto, estos resultados propician un análisis sobre la diversidad de situaciones y devenires que ha suscitado en estudiantes el articular su trayectoria formativa al mundo relacional tecnológico y su manejo en las cotidianidades universitarias del Trabajo Social.
Ciberespacio y redes sociales
El ciberespacio es un escenario abstracto, fluido y generador de diversas relaciones que, mediadas por el avance tecnológico, establecen una red de conexiones que moldean los significados existentes sobre lo humano (Fragoso 2001; Valiente 2004). Su ensamblaje en las dinámicas cotidianas ha creado un entorno en el que las dicotomías históricamente establecidas en la Modernidad son alteradas y las sinergias son continuamente cambiantes; como el mundo físico y virtual, pasan a ser circuitos entrelazados que nutren la realidad social. Motivado por el auge de la globalización, su manejo genera intercambios e interacciones de todo tipo, en los que los sentidos, sensaciones y emociones cobran relevancia en las maneras de navegar y habitar este espacio.
Desde la perspectiva de Bermúdez y Martínez (2001)), el mundo virtual ha generado consensos y debates sobre su influencia en las estructuras y relaciones sociales. Por una parte, es destacada su capacidad para crear nuevas formas de interacción y quebrantar las rupturas territoriales que establecen los límites, las fronteras y las distancias. Por otro lado, son señalados los riesgos seductivos que genera su tecnología sobre los elementos tradicionales de una cultura y su apego a las dinámicas capitalistas (Estévez 2014). En análisis más descriptivos sobre su funcionamiento, el ciberespacio es comprendido como una red de identidades compartidas que gesta conexiones desde dispositivos digitales, con el fin de dar surgimiento a procesos sociales flexibles que estructuren distintas temporalidades y espacialidades (Valdés y Cabrera 2013).
Al ser el paisaje ciberespacial un entorno relacional, su orientación se encuentra determinada por las estructuras, los medios y las agencias que moldean las redes de gobernanza global (Aguirre 2004; Jaramillo et al. 2018). En este sentido, su diseño se convierte en un ejercicio de doble vía en el que las condiciones socioculturales, económicas y ecosistémicas influencian el desarrollo de innovaciones tecnológicas, y, de manera simultánea, estos cambios modifican las instituciones, creencias y significados presentes en una población y su contexto. Los circuitos que envuelve el ciberespacio son marcados por escalas y niveles que configuran diversos modos de interactuar, generar vínculos y crear lenguajes a través de simulaciones que inciden en la manera de conectarse con otros cuerpos y trascender las consideraciones de lo humano.
Al transformar el mundo virtual las dimensiones del ser humano, las localidades físicas pasan a estar mediadas por el ciberespacio y generan experiencias que transitan entre un entorno presencial y las herramientas tecnológicas que figuran en este escenario. Desde su articulación, los territorios se desprenden de su significado cultural, histórico y geográfico para dar vida a redes tecnológicas funcionales que sustituyen las realizadas en un lugar determinado (Castells 1997; Fonseca y Ansorena 2017). Durante estas acciones, el tiempo se borra en este sistema de comunicación y da origen a un pasado, presente y futuro reprogramado desde la interacción de un mismo mensaje. Su intercambio en espacios de flujos atemporales construye "[...] una nueva cultura que trasciende e incluye la diversidad de los sistemas de representación transmitidos por la historia: la cultura de la virtualidad real" (Castells 1997, 446).
Así como en otras territorialidades, las formas de habitar el ciberespacio y las redes sociales están mediadas por relaciones de clase, género y generación que imbrican expresiones en la virtualidad de las desigualdades e inequidades del mundo contemporáneo (Estébanez y Vázquez 2013; Unicef 2017). En primer lugar, el acceso a la tecnología esta cobijado por parámetros neoliberales y las condiciones de interacción que transitan en internet lo convierten en un escenario de luchas hegemónicas proyectadas a promover una gobernanza que sitúe sus ideales en estas plataformas (Siqueira y De Santana 2000). El conjunto de actividades realizadas alrededor del ciberespacio lo han convertido en uno de los ámbitos económicos más importantes del mundo y su apropiación ha sido añadida como indicador de desarrollo humano (Gallego 2011).
En segundo lugar, desde una perspectiva de género, existen diferencias evidenciadas en las estructuras de acceso a la información, los temas de discusión, las inequidades gerenciales en el direccionamiento de las instituciones informáticas, así como la prevalencia de interacciones androcéntricas que trascienden del mundo real a escalas de socialización virtual (Doria 2015). Según el Reporte Global Digital (2019), las plataformas asociadas comúnmente a mujeres son aquellas en las que prevalecen informaciones sobre entretenimiento y belleza. Respecto a los hombres, se observa una orientación hacia contenidos de negocios y relaciones empresariales. Estas desigualdades manifiestan la extensión de estereotipos vivenciados en el mundo real, así como una construcción del ciberespacio marcado por experiencias de género excluyentes y regresivas en materia de equidad.
En tercer lugar, el grupo poblacional que especialmente habita las redes sociales virtuales son adolescentes y jóvenes. Para Arab y Díaz (2015), esta generación ve en esta espacialidad una oportunidad de aprendizaje, entretenimiento, socialización, desarrollo de habilidades, creatividad y mejora de sus conocimientos; no obstante, también se presentan una serie de retos dirigidos al manejo de los límites en la comunicación, la capacidad de escucha, el distanciamiento presencial afectivo, la salud mental y la vulnerabilidad expuesta en las plataformas, en las que el límite de lo público y lo privado se torna más difuso.
Finalmente, la literatura sobre el ciberespacio y las redes sociales ha encontrado resultados que han evidenciado aspectos como las preocupaciones sobre el desarrollo de relaciones afectivas superficiales, el riesgo de adicciones, así como las dinámicas de ciberacoso gestadas en estas plataformas de interacción (Escobar et al. 2017; Rivadulla y Rodríguez 2019). Desde otras perspectivas, fueron observadas las oportunidades para mantener y profundizar los vínculos creados de manera presencial, su incidencia en las identidades, redes de apoyo y la reciente difusión de los límites entre lo humano y las máquinas (Arab y Díaz 2015; Bonachera 2017). Este panorama abre para el Trabajo Social un escenario de análisis que investigue desde un enfoque integral las formas contemporáneas de habitar los escenarios informáticos y sus redes en línea.
Redes virtuales, vínculos y agremiaciones estudiantil
Las redes virtuales son definidas como un lugar constructor de múltiples discursos y experiencias que conectan a personas de cualquier lugar del mundo. Su practicidad conecta a usuarios que, desde información relacionada con sus gustos, intereses, formación académica, cultura y, de manera general, las disposiciones de cada cibernauta, promueven la vinculación de millones de perfiles para la creación de entornos comunicativos (Narváez et al. 2012). La interactividad en este medio posee el poder de transformar conductas, crear movimientos políticos, sociales y de opinión, organizar manifestaciones, conformar grupos de apoyo a causas concretas, así como construir una moda que genere el consumo de un determinado producto (Cornejo y Tapia 2011; Ruano, Congote y Torres 2016). Su extensión en gran parte de las sociedades ha convertido estas actividades en un hábito de uso cotidiano.
Para navegar en estas plataformas, el ser humano construye un perfil en el que organiza las características de la identidad que desea proyectar y, desde los intereses que describe, desencadena interacciones generadoras de otras dimensiones comunicativas de la realidad social (Aguilar y Said 2010). En las maneras de habitar las redes sociales se crea una versión de cada persona y se generan nuevas agrupaciones que moldean su sociabilidad en este espacio. En este sentido se configura un circuito virtual de relaciones que, desde el manejo de temporalidades alternas, delinean afectos, vínculos, lenguajes, tensiones, conflictos y múltiples sensaciones que conectan dispositivos tecnológicos con las maneras de experimentar las vivencias en este entorno.
Las relaciones vinculares y conflictivas que se plasman en el ciberespacio transforman las definiciones propias sobre lo humano y establecen un mundo relacional que recrea hábitos cotidianos en estos escenarios. De esta manera, los espacios de agremiación mediados por la virtualidad, además de tratar coyunturas académicas y políticas, recrean acercamientos, afectos y tensiones que diseñan nuevas relaciones interpersonales. La virtualidad se constituye para estas redes en un mecanismo para romper las distancias geográficas y encontrar personas con quienes expresar ideas, cuidados, sexualidades, problemas y demás emociones que circulan en las conversaciones iniciadas por compartir un interés conjunto. En este sentido, el ensamblaje creado entre el mundo físico y virtual configura nuevos horizontes de investigación en Trabajo Social en los que los circuitos, enlaces y tránsitos direccionales se conviertan en un espacio de reflexión, intervención y análisis disciplinar.
Metodología
La investigación fue cualitativa, con el fin de comprender las experiencias, trayectorias y vivencias retratadas en la situación de estudio (Briones 1998). Las técnicas utilizadas fueron observación participante y entrevista virtual. La primera de ellas es entendida como un ejercicio que explora información desde la apertura de los sentidos y concepciones de quien recolecta interpretaciones sobre la vida, cultura y procesos de la gente (Baena 2017). La segunda es comprendida a partir de la construcción de entornos conversacionales desde dispositivos tecnológicos asociados a internet que permiten profundizar en las dinámicas simbólicas de la interacción social para obtener una serie de resultados (Orellana y Sánchez 2006). El nivel de alcance de la información recolectada fue analítico.
El trabajo de campo se realizó entre los meses de diciembre de 2019 y marzo de 2020, y su organización se estructuró en tres etapas. La primera de ellas fue dirigida a la selección de los participantes. Para este proceso se efectuó una convocatoria por la página de Facebook, denominada Red Nacional de Estudiantes de Trabajo Social, en la que participaron cinco profesionales y siete estudiantes, dos de ellos líderes del proceso de agremiación estudiantil en sus unidades académicas. Posteriormente fueron contactados por medio de un grupo de WhatsApp, titulado Voceros Enets, tres informantes clave, pertenecientes a los procesos de agremiación. Como criterios de selección de la población se estableció haber participado, por lo menos, en un encuentro nacional de estudiantes de Trabajo Social, y para obtener mayor riqueza en los resultados fueron seleccionados participantes de diversas zonas geográficas, universidades y experiencias de vida.
En segundo lugar, fue construido el instrumento para la entrevista virtual y fue diseñado el diario de campo, en el que se añadieron observaciones sobre las redes sociales del Encuentro Nacional de Estudiantes de Trabajo Social. En tercer lugar, fue organizada la información en las categorías de análisis presentadas en la tabla 1.
La población participante fue constituida por diez estudiantes y cinco profesionales organizados en tres grupos: 1) profesionales que hicieron parte de los encuentros estudiantiles nacionales realizados del 2010 al 2015, 2) estudiantes que han participado del 2016 al 2020 en los escenarios de agremiación, y 3) voceros estudiantiles de las distintas unidades académicas de 304 Trabajo Social en Colombia. De las quince personas, diez fueron mujeres y cinco hombres; cada uno de los grupos fue integrado por cinco participantes. Las edades de los y las participantes oscilan entre los 20 y 32 años. Finalmente, los nombres expuestos en los resultados fueron cambiados para proteger la identidad de las y los participantes.
Resultados
Habitar los espacios virtuales de agremiación estudiantil de Trabajo Social
Inicios y significados de los espacios virtuales
Los inicios de interacción estudiantil en redes virtuales asociadas a Trabajo Social son múltiples y variados. Sus intereses por involucrarse en estos espacios transitan entre la proyección de participar en encuentros presenciales académicos, construir relaciones universitarias colaborativas y generar canales de información sobre la realidad nacional. Las motivaciones que estimulan su navegabilidad se encuentran mediadas por la posibilidad de hacer parte de circuitos de conocimiento, establecer comunicación con personas relacionadas con el campo disciplinar, así como rastrear los procesos llevados a cabo en otras unidades académicas. Para una profesional de la Universidad Industrial de Santander, las páginas de Facebook relacionadas con el Trabajo Social significan:
Un gran avance en el acercamiento de las personas que estamos en el gremio profesional del trabajo social. Cada grupo o página que se crea aporta contenido ya sea académico, informativo o motivacional para los profesionales y estudiantes; además de esto, permite seguir detalladamente las situaciones y [los] contextos por los que pasan en otras partes del mundo en tiempo real, enriqueciendo las propuestas laborales y académicas que surjan de las situaciones encontradas. (Valentina 2020)
Las maneras estudiantiles de habitar estos espacios circulan entre interacciones dirigidas a compartir documentos, participar en discusiones sobre el panorama nacional y global, además de la exploración de opiniones, perspectivas y sugerencias frente a temas abordados en asignaturas de Trabajo Social. La principal tendencia de vinculación a páginas de Facebook radica en utilizar las redes para adquirir conocimientos desde otros lenguajes académicos, visualizar expresiones artísticas no rutinarias sobre la disciplina, así como fortalecer el proceso de identidad con la profesión 305 seleccionada para su vida. Desde este panorama, una estudiante de la Fundación Universitaria Juan de Castellanos menciona que:
Siento que este tipo de páginas nos permiten crear redes de apoyo profesional, entre nosotrxs [sic]. Entender que, desde la agremiación, contribuimos al fortalecimiento de nuestro quehacer profesional, pues entre todxs [sic] construimos Trabajo Social, desde los diferentes territorios y áreas de intervención. (Diana 2020)
A nivel generacional, se observa que las motivaciones de navegabilidad en redes como Facebook son transformadas por las circunstancias de cada trayectoria de vida. Por una parte, quienes participaron en el proceso de agremiación estudiantil de Trabajo Social y ahora son profesionales, encuentran en el ciberespacio una oportunidad para conocer la divulgación de ofertas laborales, compartir herramientas prácticas para su desempeño institucional y crear puentes de comunicación. Respecto al estudiantado, las dinámicas virtuales son utilizadas para adquirir información sobre libros, eventos, participación en investigaciones, cineforos, seminarios, congresos, así como visualizar, publicar y compartir el cúmulo de expresiones informativas que desde el Trabajo Social se diseñan para reinventar y fundamentar la identidad colectiva de la disciplina.
A partir de lo mencionado, un estudiante de la Universidad Republicana menciona que las páginas de Facebook en Trabajo Social:
Tienen un significado profundo, puesto que muchos de estos grupos gestan eventos, comparten experiencias, imparten documentos de interés que son útiles a la hora de analizar cualquier tipo de escenario, entre otras cosas; realmente es amplio el alcance que este tipo de organización virtual puede referir para moldear el quehacer profesional del trabajador social. (Miguel 2020)
Por otra parte, un egresado de Trabajo Social manifiesta que las redes sociales:
Son plataformas para conocer las vacantes laborales en el país, debido a que se publican constantemente las ofertas y existe apoyo entre nosotros para poder acceder a los empleos. Por otro lado, destaco que se comparte material bibliográfico importante sobre el quehacer profesional en las diferentes áreas de acción. (Johan 2020)
De manera general, la red social principalmente utilizada por los estudiantes de Trabajo Social para el proceso de agremiación nacional es Facebook. Esta plataforma es el recurso más representativo para la construcción de relaciones e interacciones contemporáneas, debido a la variabilidad de expresiones situadas en su configuración tecnológica. Dentro de sus servicios es posible compartir información visual, multimedia y establecer enlaces de comunicación que, desde la creación de diversos símbolos, estructuran un determinado lenguaje (Bolander y Locher 2015; Flórez, Morán y Rodríguez 2015). Lo anterior permite diversificar las espacialidades de enseñanza académica universitaria y sitúa a los estudiantes en un campo relacional que ha sido aprovechado para el desarrollo de acciones colectivas disciplinares.
Virtualidad y liderazgos
Uno de los objetivos de las redes virtuales de agremiación estudiantil de Trabajo Social es promover la participación presencial en el Encuentro Nacional de Estudiantes de Trabajo Social -en adelante, Enets-. En este escenario son discutidas diversas temáticas a través de ponencias seleccionadas en un contexto alterno, nombrado Consultivo Único Nacional de Estudiantes de Trabajo Social -en adelante, Cunets-. Ambos espacios son anualmente alternados entre las universidades postuladas que brindan este programa académico en Colombia. Los lineamientos de agremiación gestados históricamente desde estos lugares mencionan que cada universidad debe construir una red de integrantes encargados de asistir y crear en cada institución circuitos de información sobre las decisiones abordadas en cada encuentro.
Esta estrategia facilita la interacción entre universidades a nivel nacional e igualmente se generan procesos internos en cada unidad académica que hacen de estas espacialidades un ejercicio de agremiación amplio y colectivo. La construcción de estos liderazgos se realiza en su mayoría en forma democrática entre los integrantes activos en el proceso de agremiación o la comunidad estudiantil. Las personas seleccionadas son las encargadas del manejo de las redes sociales de cada delegación universitaria, entre ellas perfiles de Facebook, grupos institucionales y nacionales de WhatsApp, además de participar en la elaboración de imágenes informativas sobre el proceso de acción colectiva de la disciplina.
La organización estudiantil a nivel nacional genera conexiones virtuales que eliminan las distancias geográficas y promueven un diálogo favorable para el manejo de las temáticas correspondientes a la agremiación en Colombia; sin embargo, respecto a los acuerdos internos de cada institución, los grupos privilegian las interacciones presenciales para promover un mayor control, delimitar funciones y superar las dificultades tecnológicas 307 de algunos participantes. Frente a lo expuesto, un líder de la Universidad de Antioquia, sede Oriente, menciona que a nivel nacional:
Las redes sociales han sido una herramienta que permite acercarnos a colegas de otras regiones, ampliar las cosmovisiones, conocer de procesos investigativos y de formación, para fortalecer la profesión y nuestra agremiación a nivel nacional, así mismo, establecer posturas y manifestarnos como un gremio, donde todo esto se puede replicar a los compañeros que se presenta. (Javier 2020)
Igualmente, sobre la organización interna y los procesos de organización institucional, una egresada de la Corporación Universitaria Rafael Núñez de Cartagena afirma que:
Las redes son una herramienta que viabiliza la comunicación y la resolución de dudas; sin embargo, se procura que la mayoría de asuntos o reuniones sean desarrollados presencialmente tanto por viabilidad como por la construcción de cercanías y afectos como participantes del proceso. (Camila 2020)
De esta manera, se observa que para los procesos de organización estudiantil de Trabajo Social las interacciones virtuales son una opción útil para la eliminación de distancias geográficas y la articulación interinstitucional nacional. No obstante, las dinámicas internas de cada universidad son gestadas principalmente a partir de encuentros presenciales porque favorecen la comunicación y toma de decisiones. En este sentido, la espacialidad virtual se convierte en un eje mediador, en el que se articulan, dialogan y gestan los elementos organizativos que moldean los encuentros generados por cada unidad académica.
Vínculos, redes y cuidados virtuales entre los grupos estudiantiles de Trabajo Social
Las redes sociales que promueven la agremiación estudiantil de Trabajo Social en Colombia han trascendido de relaciones netamente académicas a la creación de vínculos afectivos y colaborativos que han conectado vivencias, redes, emociones y maneras de sentir que nacen del interés conjunto por la profesión. Su articulación con la vida privada ha cruzado experiencias que han originado relaciones amorosas, amistades que prevalecen con el tiempo y, con una menor incidencia, algunos conflictos y tensiones que 308 moldean las maneras de habitar el ciberespacio. El rompimiento de las distancias geográficas ha brindado intercambios interhumanos que motivan la participación en los Enets y Cunets.
Frente a lo mencionado, una profesional que fue participante de los encuentros estudiantiles del 2009 al 2014 expresa que esta vivencia de agremiación le dejó:
Principalmente amistades. Algunas que recuerdo importantes son: una colega de la UIS con la que he construido una amistad de viajes, complicidades y a pesar de la distancia hemos logrado mantenernos. Otra es "El consentido", un amigo de la Universidad del Quindío con el que me pasa algo muy similar. Mis dos amigos del alma de la Juan de Castellanos, y quizás se me escapan otras. Las anteriores tienen en común algo, surgen por espacios de la carrera y se han mantenido gracias a las redes virtuales y los diferentes apoyos, amistades y complicidades que se han podido construir. (Leidy 2020)
Así como en esta experiencia, diversos estudiantes mencionan que participar en los procesos de agremiación contribuye a la creación de vínculos virtuales que traspasan los temas académicos y generan acercamientos relacionados con la vida privada. No obstante, estas expresiones se encuentran también marcadas por relaciones de género en las que se configuran imaginarios, estereotipos y relaciones de poder que inciden en la manera de relacionarse entre géneros. Lo anterior es expuesto por una estudiante de la Fundación Universitaria Juan de Castellanos, quien menciona que:
Las redes también están para ligar, y que no sé si es mi impresión o en Trabajo Social/humanidades, la gente es muy coqueta. Y bueno, debo reconocer que no han sido las mejores experiencias, como que las redes son súper impersonales y no te muestra la verdadera imagen de las personas. (Diana 2020)
Desde estas perspectivas, se observa que con la aparición del ciberespacio y la sociedad en red se producen nuevas formas de sociabilidad que no requieren entornos geográficos (Bermúdez y Martínez 2001). Estas realidades imprimen en el ser humano una serie de vivencias que transforman las definiciones clásicas de comunidades y grupos al pasar a un escenario de comunicación en el que las experiencias, vínculos, roles y motivaciones se imbrican en una nueva forma de interacción. En este circuito virtual, las redes sociales juegan un papel vital asociado a la plataforma de servicios que llega a prestar a través de internet y las herramientas que ha proporcionado para diseñar de manera masiva un medio de comunicación sencillo en su utilización y amplio en información (Lorenzo, Alarcón y Gómez 2011).
Cuidados y movilizaciones estudiantiles de Trabajo Social
El Trabajo Social históricamente ha estado vinculado a las manifestaciones contra las inequidades y la garantía de los derechos humanos; de la misma manera, su cuerpo estudiantil ha expresado en estos espacios diversas ideas para promover un cambio cultural que visualice los problemas contemporáneos imbricados en la sociedad. De manera reciente, los escenarios virtuales han sido identificados como una herramienta útil para la organización y generación de canales de comunicación desde diversas geografías y luchas que configuran un mayor impacto en las dinámicas políticas de la nación.
Estas protestas han desdibujado las dicotomías entre los escenarios físicos y virtuales, convirtiendo estos mundos en relacionales y articulados para la búsqueda de sus objetivos. Rememorando la experiencia sucedida en el 2011, una profesional de la Universidad de Cartagena manifiesta que:
Cuando se realizó la marcha de la MANE [Mesa Amplia Nacional Estudiantil] contra la reforma a la Ley 30, desde Cartagena salieron buses a apoyar la marcha en Bogotá. Toda la organización se realizó por Facebook y a pesar de que a muchos no los conocía, los compas de la Nacional, la Monserrate, el Colegio Mayor, con quienes teníamos contacto solo virtual, fueron muy hospitalarios y nos ayudaron durante la marcha, así como nos brindaron también posada. (Leidy 2020)
Las experiencias mencionadas señalan cambios en la forma como las relaciones que han sido principalmente realizadas desde una interacción cercana -entre ellas, el cuidado- han trascendido al ciberespacio. En este sentido, las dimensiones subjetivas, intersubjetivas y corporales se transforman con el involucramiento de las tecnologías y rompen con la vinculación de proximidad espacial y temporal históricamente establecida entre los cuerpos (Alfama, Bona y Callén 2005). Además de ello, esta articulación física y cibernética genera un seguimiento a la estructuración de las movilizaciones sociales. Frente a este panorama, un estudiante de la Corporación Universitaria Republicana afirma que:
Las redes virtuales además de conglomerar personas, hace denuncias públicas que rápidamente se difunden para que, la opinión pública pueda reaccionar y visibilicen muchas dinámicas de vulneración de derechos que, por ejemplo, en las manifestaciones son una constante. (Miguel 2020)
De manera general, se observa que las redes sociales se han construido como un elemento fundamental para la organización de las movilizaciones sociales. De la Rosa (2015) describe que los medios de informativos virtuales se han convertido en una estrategia de difusión, motivación y acción social que realiza seguimiento a las injusticias generadas en una sociedad. En este sentido, Mena y Redondo (2013) mencionan que estos seguimientos resultan útiles para expresar las injusticias prevalentes en la protesta social y, de esta manera, motivados por la indignación, generan un apoyo a las ideas que configuran las demandas sociales.
Conclusiones
Las redes sociales virtuales han transformado los procesos de agremiación estudiantil. Su apropiación ha generado conexión de ideas, procesos académicos y organizaciones que contribuyen a plantear estructuras nacionales de interacción aglomeradas por la identidad disciplinar del Trabajo Social. En las maneras de habitar escenarios como Facebook y WhatsApp, se observa una creciente articulación de perspectivas informativas, en las que se promueve una apropiación por parte de los participantes de las situaciones que acontecen a nivel nacional y global; además de ello, su utilidad colectiva establece como elemento transversal la participación de estudiantes en los Enets y Cunets.
Respecto a la vinculación a ciberespacios de Trabajo Social, sus formas de navegar están mediadas por las particularidades de cada internauta. A nivel estudiantil, los intereses radican en conexiones que permitan su participación en espacios académicos disciplinares, la creación de redes con personas de otras geografías, así como conocer otros lenguajes que contribuyan a su formación académica. Por otra parte, se observó que cuando su vida académica culmina se presenta una mayor preferencia por información relacionada con la visualización de ofertas laborales, el intercambio de experiencias profesionales y la participación en temas relacionados con sus intereses personales.
Finalmente, respecto a los vínculos que surgen en los encuentros presenciales de agremiación, se evidencia la utilidad del ciberespacio en la creación y consolidación de relaciones que trascienden los intereses académicos y se profundizan a partir de la construcción de espacios comunicativos relacionados con la vida privada de los internautas. En este sentido, se observa que, sumado a los procesos colectivos estudiantiles, surgen redes de relaciones que configuran apoyos, cooperaciones, afectos, deseos, cuidados y manejo de conflictos que ensamblan las espacialidades virtuales y las vivencias físicas.