El surgimiento de los seguidores de los equipos de fútbol se inició en la segunda mitad del siglo XIX. Durante el siglo XX se representaron de distinta manera y, además, adquirieron protagonismo antes, durante y después de los encuentros futbolísticos. En el contexto hispanoamericano, los seguidores de los equipos de fútbol se denominaron "hinchas"; el origen de la palabra es anecdótico, ya que Prudencio Miguel Reyes se encargaba de hinchar o inflar los balones en el Club Nacional de Football y, además, lo alentaba desde los límites de la cancha (Salcedo & Rivera, 2007). En 1927 se constituyó la Barra de la Goma por hinchas del Club Atlético San Lorenzo de Almagro. Sus integrantes lanzaban pedazos de goma a jugadores e hinchas rivales, lo que les producía fuertes lesiones (Aragón, 2007). Este tipo de colectivos recibieron el apelativo de barras fuertes o los pesados.
La denominación de barras bravas surgió a partir del homicidio de Héctor Souto (seguidor de Racing Club) el 9 de abril de 1967. En esa década, las barras bravas se diferenciaron a partir de la financiación que empezaron a recibir de los dirigentes de sus equipos (Romero, 1997). En la década de los cuarenta, en Brasil, se organizaron las primeras agrupaciones que empezaron a apoyar a su equipo. En la década de los sesenta se constituyeron las torcidas organizadas, las cuales se distinguen por su organización burocrática y su participación en las decisiones del equipo (Palhares et al., 2014). Posteriormente, se constituyeron agrupaciones semejantes en Uruguay, Paraguay, Chile, Perú, Ecuador, Bolivia, Colombia, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Venezuela y Panamá. En los estadios de Colombia se desconocía la organización de las -comúnmente denominadas- barras bravas, observadas por medio de la televisión en los estadios de, por ejemplo, Argentina, Chile o Uruguay.
No obstante, desde la década de 1990 se inició la organización de las barras bravas en Armenia, Barranquilla, Bogotá, Bucaramanga, Cali, Cartagena, Cúcuta, Ibagué, Manizales, Medellín, Neiva, Pasto, Pereira, Santa Marta, Tunja y Valledupar. Las barras bravas han mostrado expresiones festivas tales como canciones, saltos, aplausos, papel y banderas durante los encuentros futbolísticos. Además, burlas, insultos, desafíos, amenazas y enfrentamientos entre los hinchas que forman las barras bravas rivales, de manera que logran una regularidad y convocan a decenas de hinchas, quienes usan cabeza, puños, patadas, piedras, palos de madera, varillas e, incluso, armas blancas y de fuego para agredir al rival. De este modo, en la actualidad es posible afirmar que la mayoría de los equipos del Fútbol Profesional Colombiano (FPC), por lo menos, son seguidos por una barra brava, grupos sociales que exhiben expresiones festivas y comportamientos violentos.
Por último, el propósito del artículo es entender la perspectiva etic de las expresiones festivas y los comportamientos violentos de los hinchas que forman las barras bravas a partir de las categorías sociales de ritual y de violencia. De esta manera, el artículo se organiza de la siguiente manera: primero se encuentra esta introducción, luego los aspectos metodológicos, los rituales entre los hinchas en la barra brava, las violencias entre los hinchas que forman las barras bravas y, por último, algunas conclusiones.
Aspectos metodológicos
El artículo se ocupa de describir e interpretar los comportamientos de Blue Rain de Millonarios en Bogotá. Esta barra brava se ubica en la tribuna lateral sur del estadio Nemesio Camacho "El Campín". El acercamiento a Blue Rain se realizó a través de trabajo de campo etnográfico, ya que permite comprender las manifestaciones públicas de una de las barras bravas de Bogotá a partir de la descripción y la participación antes, durante y después de los encuentros futbolísticos jugados por Millonarios en el estadio Nemesio Camacho "El Campín". El trabajo de campo etnográfico se realizó entre febrero y octubre del 2019. De esta manera, el investigador (o los investigadores) pretende/n indagar qué es lo que hacen los actores, comprender cómo lo hacen y exponer el valor y la importancia que posee aquello que hacen (Guber, 2001). El tiempo transcurrido nos permitió "estar allí" con los hinchas que forman Blue Rain, es decir, en las reuniones, en las tribunas y en las calles (Geertz, 1989).
De lo que se trata es de entender la cultura en su contexto. En este sentido, la aproximación a los hinchas y a la barra brava es necesaria: asistir a los lugares en las ocasiones en las que se reúnen, además, observar y participar en las prácticas que llevan a cabo con el fin de distinguir a los hinchas que forman la barra brava, las formas de relacionarse y la constitución de su orden interno. Por supuesto, identificar el emblema, los colores del club y su historia deportiva. Así, la posición etic le otorga notabilidad a la descripción de las acciones y a la participación en las distintas actividades que realizan. Esto implica observar a los hinchas en la barra brava y, si es posible, intervenir y reproducir esas acciones. Sin embargo, advierte Cabrera (2017) -quien realizó su investigación con Los Piratas del Club Atlético Belgrano-, "el 'estar allí' en nuestros casos involucra riesgos que muchas veces pueden tener desenlaces no deseados. La mera presencia -real o imaginada- de peligros latentes coloca la emocionalidad del investigador en un estado de alerta permanente" (p. 59).
En otras palabras, en el desarrollo del trabajo de campo etnográfico es posible que ocurran algunas dificultades. Así, por ejemplo, la barra brava puede ser emboscada por una barra brava rival o puede ser detenida por la Policía Metropolitana. De esta manera, es probable que los investigadores sufran lesiones en sus cuerpos, ya que en los enfrentamientos se utiliza desde el cuerpo hasta armas, más aún si los investigadores no están entrenados en las peleas cuerpo a cuerpo o en el uso de algún tipo de arma. De igual forma, los investigadores deben asumir que el ejercicio de neutralización por parte de los efectivos de la Policía puede implicar un ejercicio mayor de violencia que la violencia expuesta por los hinchas en las barras bravas. Así, los investigadores deben estar dispuestos a asumir los riesgos que implica realizar el trabajo de campo etnográfico con hinchas que forman barras bravas.
Por una parte, Alabarces (2012) destaca que, en Argentina, el "término barra brava no es un término nativo, es decir, utilizado por los miembros de esos grupos. Ellos se denominan a sí mismos la hinchada" (p. 64). Por otra, Fernández (2018) sostiene que las "categorías de hinchada y barra brava las observé, en mi trabajo de campo, como dos formas de espectadores que asistían al estadio de fútbol argentino." (p. 147). Sin embargo, en este artículo se entiende por barras bravas los grupos organizados de hinchas, en el contexto del fútbol, que promueven manifestaciones festivas y conductas violentas. En Colombia, el apelativo de barras bravas no es positivo, pero tampoco negativo, ya que depende del tono de los hinchas, la opinión pública, las autoridades deportivas y civiles o los periodistas. De esta manera, se utilizarán, sin distinción, las nociones de barras bravas o hinchadas.
Los rituales entre los hinchas en la barra brava
Por ritual se entiende una serie de acciones repetitivas y habituales de un alto valor simbólico. Los rituales se desarrollan por hábito y permiten demostrar la simpatía o el afecto por una entidad, en un escenario y en un horario en particular. De esta manera, es posible afirmar que los hinchas -quienes forman las hinchadas- realizan, sin importar qué día es, en qué lugar se disputa o contra quién es el enfrentamiento, una serie de acciones repetitivas durante los partidos que disputa su club, con lo que buscan resaltar su presencia en la tribuna y, así, animar y apoyar a los jugadores. Por esta razón, son relevantes las camisetas, las canciones, los saltos, los aplausos, el papel y las banderas.
Los aficionados que van a asistir al partido de fútbol transitan alrededor del estadio. Unos buscan los puntos de venta de la boletería, otros, bebidas o alimentos para saciar su sed o su apetito, respectivamente. Los aficionados se identifican con facilidad cuando portan la indumentaria de su equipo (camiseta, sudadera, gorra o chaqueta). De igual modo, los hinchas que forman la barra brava portan los distintivos del club e, incluso, pintan su rostro o tatúan su cuerpo con los colores o los emblemas.
Los hinchas que integran Blue Rain se reúnen previamente en distintos lugares de la ciudad y así se desplazan en grupo al estadio. Uno de los objetivos del encuentro es soportar la posible emboscada de los hinchas rivales y, si es posible, responder a la agresión. En el punto de encuentro de la barra brava, definido con anterioridad, poco a poco van llegando los hinchas, bien sea en grupo o bien individualmente. Asimismo, reúnen los instrumentos musicales, las banderas, el papel y las bombas de humo.
Cuando se reúnen los instrumentos musicales, las banderas, el papel y las bombas de humo se trasladan a una de las puertas de egreso de la tribuna en la que se ubica la barra brava. En este lugar los hinchas esperan la autorización del ingreso y, después de una requisa por parte de uniformados de la Policía Metropolitana, podrán ir a la gradería. Entre dos a cuatro horas antes de iniciarse el partido de fútbol, los líderes (referentes1) ingresan con los instrumentos musicales, las banderas, el papel y el humo. Los referentes colgarán las banderas (trapos) y dejarán los instrumentos en el centro de la gradería. Las bombas de humo se ubican en sitios estratégicos y el papel se entregará a los hinchas que ingresarán. A las afueras de la tribuna, poco a poco, llegan los hinchas, quienes esperan y se forman para ingresar al anillo de seguridad externo, protegido por efectivos de la Policía Metropolitana.
Cuando las puertas del estadio se han abierto, los hinchas deben mostrar su boleta al personal logístico del evento deportivo, quienes la verificarán y les darán autorización a seguir. Luego, los hinchas deben permitir que efectivos de la Policía Metropolitana los requisen de manera exhaustiva, quienes buscan evitar el ingreso de bebidas embriagantes, drogas ilícitas o armas. En dos ocasiones más, por lo menos, se debe repetir este ejercicio. Después de esos pasos, los hinchas podrán ingresar a la tribuna y ubicarse en su lugar, es decir, un espacio que habitualmente ocupan en cada partido. Los instrumentos musicales son bombos, tambores, redoblantes y trompetas. Los trapos se cuelgan en la baranda de seguridad y en los techos, o también van a atravesar la gradería, bien sea de arriba abajo o bien de derecha a izquierda. El papel lo llevan en pedazos pequeños o en rollos y el humo es del color del equipo.
Durante el encuentro futbolístico, se interpretan los instrumentos musicales y las banderas se exhiben. Entre unos 15 o 20 minutos antes de iniciarse el encuentro futbolístico, desde el centro de la gradería, un subgrupo (parche) de la barra brava empieza a interpretar los instrumentos musicales y los hinchas, al identificar las canciones (que han sido adaptadas al contexto del fútbol), se levantan a cantar y a aplaudir. Las canciones, los aplausos, los instrumentos musicales, la pintura en los rostros, los tatuajes en los cuerpos, las bombas de humo y el papel exponen un ambiente festivo en la tribuna. De este modo, los hinchas se mueven entre el apoyo entusiasta a su equipo y la diversión que viven mientras lo hacen, recreando un escenario dramático que expresa el amor por lo propio, el odio y la guerra contra el otro, por medio de insignias y frases; por esto se puede decir que el fútbol es uno de los mayores rituales contemporáneos (Bromberger, 2001). En el momento en el que el club pise el terreno de juego, las bombas de humo se encienden, el papel se lanza y en conjunto canta, por ejemplo: "Vamos Millos querido/ Esta campaña volveré a estar contigo/Te alentaremos de corazón/Esta es la hinchada que te quiere ver campeón/No me importa lo que digan/Lo que digan los demás/Yo te sigo a todas partes/Cada día te quiero más"2.
Durante el encuentro futbolístico, los hinchas cantarán y aplaudirán; las situaciones del juego o el ambiente en la gradería determinarán el ritmo o la intensidad de las canciones y los saltos. Estas manifestaciones muestran que la identificación y el sentido de pertenencia al equipo pueden llevar al hincha a participar en la barra de dos formas. La primera, solo a través de los cantos, los aplausos y los saltos. La segunda implica mayor intervención y contribución, ya que es necesario que se integre a la planeación y a la realización de las diferentes actividades que se desarrollan antes, durante y después de los partidos. La participación del hincha -en las diferentes acciones que la barra va a desplegar en el estadio- solo es posible si su presencia es constante y proactiva, es decir, debe hacerse visible ante el grupo, ya que a un desconocido le es prohibido integrarse. De este modo, los aspirantes que deseen involucrarse con el grupo deben demostrar una serie de comportamientos para ser aceptados: asistir con anterioridad al estadio y desplazarse para acompañar el club (Adán, 1993).
El hincha que aspire a involucrarse en la barra tiene la necesidad de empezar a participar en sus actividades; logra demostrar su participación cuando asiste de manera regular a las reuniones, acompaña a la barra en su recorrido hacia el estadio, carga las banderas o los instrumentos musicales, canta y salta sin parar y motiva a los demás a seguirlo. Al concluir el encuentro, vuelve a llevar los elementos y los entrega a quienes los protegen. Además, si lo considera inevitable y es capaz de hacerlo, hace frente a la presencia de los rivales. Sin embargo, la integración y la contribución a la agrupación dependen de los intereses personales que tenga el hincha. La participación, poco a poco, la verifican aquellos miembros más antiguos y se pondrá a prueba cuando sea necesario, ya que ellos deben comprobar lealtad al equipo y al grupo, logrando la confianza de los integrantes de la barra. La intervención se evidencia cuando logra demostrar dedicación a la barra, es decir, puede probar que está presente.
El ingreso a la agrupación está determinado por el parentesco del aspirante con algún integrante y el cumplimiento de pruebas de paso que lo pueden llevar a tener un desempeño relevante. Por eso, debe manifestar ante su equipo -y en especial frente al dirigente de la agrupación-, expresiones de lealtad y fidelidad. En el centro se ubica el líder, quien se califica de tener una personalidad carismática y está rodeado de aquellos que tienen el deber-derecho de estar allí, sus allegados (Signorelli, 1999). Los hinchas, sin excepción, deben cumplir una serie de pasos para ser aceptados y reconocidos: asistir al estadio, llevar la camiseta, hacer la salida del equipo, saltar, cantar, hacer una manta (bandera) y asimilar que la oposición entre los hinchas obedece a la Ley del Talión3 (Rodríguez, 2007).
La participación de los hinchas en la barra puede clasificarse de la siguiente manera: (1) los hinchas que, únicamente, cantan y saltan en la tribuna; (2) aquellos que van a las reuniones de la barra; (3) los que siguen las órdenes de los más viejos o antiguos, aquellos que puedan tener algún grado de autoridad en la barra brava; (4) quienes motivan la festividad en la tribuna y hacen distintas propuestas para elaborar banderas, salidas y nuevos cantos; (5) los que planifican las reuniones y las diferentes actividades; (6) aquellos que se encargan de mantener las relaciones entre la barra y las instituciones; (7) quienes se encargan de mantenerse firmes en los enfrentamientos y pelean contra los adversarios; y (8) los antiguos, quienes se involucran de manera esporádica en las actividades, pues ya demostraron su dedicación y participación en distintos lugares y momentos, lo que les otorga una autoridad (por lo menos verbal) y, de una u otra manera, cierta inactividad. Además, ellos se ven envueltos por un romanticismo, pues hacen parte de un pasado heroico de la barra.
La participación del hincha define su compromiso y su ubicación en el orden de la barra, de modo que quienes logren demostrar dedicación exclusiva serán los que van a liderar la agrupación. La participación trae consigo la distinción entre los integrantes del grupo, pues logra, a partir de su compromiso, diferenciarse de los demás y alcanzar así la notoriedad. La distinción le permite, también, evidenciar su filiación al escudo, a los colores y su pertenencia a la agrupación. De paso le sirve para ratificar su distanciamiento con los adversarios, es decir, demostró que fue capaz de asumir las rivalidades del equipo y de la barra brava, las cuales solo comprenden y aceptan sus miembros. En este aspecto, el orden jerárquico se construye a partir de un sistema de riesgos que buscan poner a prueba a los miembros, pues deben seguir una serie de comportamientos que buscan demostrar rudeza, valentía y masculinidad. Si triunfan obtendrán honor, reputación y estatus, aunque si fracasan se verán señalados y cuestionados (Harré, 1987).
Los hinchas que forman las barras bravas le dirigen canciones a los equipos y a los hinchas rivales; en esas canciones se burlan de ellos, los insultan, los retan e, incluso, los amenazan. De acuerdo con Burgos y Brunet (2000), los cantos de las barras incluyen aspectos extra futbolísticos relacionados con lo propio (la identidad), lo ajeno, lo extraño o los otros (la diferenciación), la violencia y el machismo, es decir, se plantea una relación de un "nosotros" activo frente a un "ellos" pasivo e inferior. En otras palabras, en "el contenido de estos cantos priman la violencia, la intolerancia, el machismo, la omnipotencia" (Gándara, 2001). Los insultos y las amenazas de los encuentros deportivos se asemejan a un ritual, ya que los intercambios verbales son mucho más habituales que las agresiones físicas. Los intercambios permiten la comunicación entre los seguidores y los jugadores, así como con los rivales (Harré, 1987). A continuación, se presentan dos canciones que expresan lo señalado; la primera se dirige al equipo rival: "Vamos, vamos Millonarios/ Vamos, vamos a ganar/Que nacieron hijos nuestros/Hijos nuestros morirán". La segunda, a los hinchas rivales:
Ay rojo4 la puta que te parió/Corriste en Galerías5, sos cagón/Ay rojo no te vayas a olvidar/Que los trapos te los tiene tu papá/Yo soy así, de Millos soy/De la cabeza siempre voy/ Donde vayas, siempre va estar/La banda de la capital6.
Los ultras7 ofenden e insultan a sus adversarios por medio de coros y ademanes ofensivos, siguiendo una metáfora o un ritual de guerra que busca humillar al otro pero no desaparecerlo (Bayona, 2000). El encuentro con el otro desemboca en un enfrentamiento verbal y físico, es una respuesta al desafío planteado y logra medir las fuerzas de los grupos. El compromiso con el equipo se expresa en el aliento y en el guerreo8 -rituales por los que debe pasar todo integrante comprometido de la barra-, ya que buscan la admiración y el respeto de sus pares y ascender en la jerarquía (Castro, 1999). Dicho de otra manera, la categoría de ritual posibilita entender, desde una posición externa, lo que hacen y cómo lo hacen los hinchas que forman las barras bravas antes, durante y después de los encuentros futbolísticos, como, por ejemplo, cantar y saltar usando los instrumentos musicales, las banderas, el papel y las bombas de humo.
Las violencias entre los hinchas que forman las barras bravas
Los hinchas que forman Blue Rain exhiben su identificación futbolística en las tribunas y en las calles. La afiliación a un club se luce por medio de los emblemas y los colores que se llevan en las camisetas, los tatuajes y las banderas, entre otros. Asimismo, las canciones reiteran su afición; también las canciones evidencian las diferencias entre los clubes y los hinchas, lo que demuestra las rivalidades en el contexto del fútbol. Desde la posición de los hinchas, las rivalidades se han constituido en la competencia deportiva, ya que las victorias o las derrotas se asumen como propias. "Luego, las rivalidades se potencian al incluir la(s) pertenencia(s) territorial(es) y los logros deportivos hasta aspectos relacionados con lo pasional, lo histórico, lo sociocultural, lo político-económico e incluso, lo étnico y lo sexual" (Castro, 2019, p. 111). Los hinchas de Millonarios -en especial los que integran la barra brava- han identificado a Santa Fe, Cali, América, Nacional, Medellín y Junior (y sus respectivos seguidores) como los rivales a vencer.
En este sentido, por medio de las canciones se pretende ridiculizar y reducir a los rivales, pues se recurre a la burla, los insultos, los retos y las amenazas. Los hinchas presumen que sus contrincantes no apoyan a su club y, además, no son capaces de enfrentarlos. Desde las graderías, inician un intercambio de canciones con el propósito de silenciarlos, acusándolos de amargados o amargos, es decir, que no son capaces de mantener las canciones, los aplausos y los saltos. Además, los hinchas en las calles pueden buscar a sus opositores con el fin de emboscarlos o agredirlos, para lo cual usan piedras, palos de madera o varillas e, incluso, armas (blancas o de fuego). Si los rivales abandonan el lugar de la pelea son señalados de cobardes o cagones. Desde la posición de los hinchas, en las tribunas es necesario cantar, aplaudir y saltar, así como en las calles es fundamental mantenerse en el lugar de la pelea.
Antes de ingresar o al salir del estadio es probable que los locales busquen a los visitantes, ya que lo que se dice en los cantos se debe concretar: es ineludible actuar. Las rivalidades desembocan en los combates, es decir, en la violencia en el contexto del fútbol. No obstante, quienes participan de las expresiones festivas son la mayoría de los hinchas que ingresan a la tribuna y ocupan la barra brava; los que asumen las emboscadas o las agresiones son un grupo reducido, ya que son pocos los hinchas capaces de exhibir una masculinidad agresiva a través del uso del cuerpo y de saberes en el manejo de piedras, palos de madera o varilla y armas blancas o de fuego. En otras palabras, cada hincha decide si participa en las peleas; por supuesto, puede ser influenciado por otros hinchas. Aunque su participación depende de su individualidad, es probable que su decisión esté relacionada con su compromiso en el grupo social.
Sin embargo, los hinchas comprometidos que decidan participar en el combate deben poseer conocimientos sobre la participación en las peleas, en particular, cuerpo a cuerpo, pues no se trata simplemente de lanzar puños: el objetivo es vencer al rival o, por lo menos, lograr que abandone el lugar de la pelea. En otras palabras, el hincha se debe ubicar en una posición activa que le permita moverse libremente, es decir, pararse para el combate: cierra los puños, con el pulgar afuera y lanza el puño con la muñeca firme, identifica las áreas vulnerables del oponente y así dirige los golpes, en especial al rostro; la atención es fundamental, ya que le permite esquivar los ataques, defenderse y responder. Además, puede utilizar las piernas en el enfrentamiento y todo aquello que le permita superarlo: "El capital simbólico violencia engloba formas corporales y gestuales que exhiben conocimiento y experiencia de lucha y resistencia" (Garriga, 2007, p. 55).
En Colombia, los enfrentamientos entre los hinchas que forman las barras bravas se han reubicado y se han transformado. En la década de los noventa del siglo XX, las peleas se desarrollaban en el interior y en los alrededores de los estadios, y se usaba el cuerpo (acompañado de piedras, palos de madera o varillas) para agredir a los adversarios. Sin embargo, la organización de hinchadas por parte de seguidores de diferentes clubes de fútbol en distintas ciudades y, además, el relevo generacional, provocó que las riñas se desarrollaran en barrios y carreteras, a lo cual se agregó el uso de armas blancas y, en ocasiones, de fuego. La regularización de las riñas y el uso de armas ha provocado una lista indeterminada de heridos y una cifra (no oficial) de asesinatos, en las que se han involucrado integrantes de barras bravas. En este aspecto, entre el 2001 y el 2019 la cifra de la violencia del fútbol ha dejado alrededor de 173 muertos en Colombia.
A continuación, la figura 1 muestra la distribución, por años, de los crímenes.
Si se compara con las cifras oficiales (304 717) de los asesinados en Colombia entre el 2001 y el 2019, el porcentaje de los crímenes en el contexto del fútbol representa el 0.06%. Las preocupantes cifras muestran que Colombia afronta múltiples violencias y los enfrentamientos entre las denominadas barras bravas son una violencia más de las violencias existentes. Por ejemplo, el Fútbol Profesional Colombiano, en el 2020, inició en enero 23 y se jugó hasta marzo 10, pues fue suspendido a partir de la propagación de la enfermedad infecciosa COVID-19. No obstante, entre enero y febrero fueron asesinados tres hinchas. Entre mayo y junio -durante el aislamiento preventivo obligatorio- fueron asesinados tres hinchas en Bogotá. Los crímenes han demostrado que, se dispute el campeonato de fútbol o no, la violencia entre las hinchadas es aparte y se mantiene al margen del fútbol. Aunque las barras bravas se organizaron a partir de los clubes, sus dinámicas son independientes.
Además, en algunas de las hinchadas colombianas se han producido conflictos internos que han desembocado en los relevos generacionales, así como en divisiones, de modo que se crea una nueva barra del mismo club de fútbol. De esta manera, por ejemplo, existen Comandos Azules Distrito Capital y Blue Rain de Millonarios; Frente Radical Verdiblanco y Avalancha Verde Norte de Cali; Frente Roji-Blanco Sur y La Banda de Los Cuervos de Junior; Holocausto Norte y Brigada 11 de Once Caldas; Los Del Sur y Nación Verdolaga de Nacional, y Rexixtenxia Norte y Cha77arrerox de Medellín.
En este sentido, las rivalidades se clasifican en endógenas y exógenas. Las rivalidades endógenas (inmediatas) son contradicciones entre barras del mismo equipo y con la Policía. Las rivalidades exógenas (futboleras) son oposiciones con grupos de distintos clubes y son el resultado de distinciones sociales (González, 2012). En otras palabras, la violencia del fútbol involucra a los hinchas de diferentes equipos, a hinchas del mismo equipo e, incluso, a la Policía.
De este modo, es posible señalar que el fútbol es un enfrentamiento simbólico entre dos grupos iguales, en el cual cada uno representa ciertos colores y un emblema que genera lazos emocionales de identificación y lealtad entre sus seguidores. Por tanto, las barras muestran la necesidad de defender el emblema y el territorio de la presencia de los rivales. Asimismo, los enfrentamientos contra los rivales y la policía sirven para organizar la jerarquía y la posición social en la barra (Panfichi, 2016). Los hinchas en la barra brava, al usar la violencia, demarcan los límites de su territorio, ya que es su espacio de expresión, representación, actuación y pertenencia. Así, muestran una masculinidad que otorga reputación, lo posiciona en la agrupación y se fundamenta en la capacidad para soportar lo que venga y en la ley del "más malo" (Abarca & Sepúlveda, 2005). De esta manera, es necesario comprender la generación de la violencia entre los hinchas a través del deporte.
La violencia emerge como una disputa simbólica y real por la identidad del grupo (y del equipo) que niega al otro al ser visto como un enemigo porque es aficionado de un equipo adversario o diferente; quienes pretenden ser parte de las torcidas buscan un reconocimiento y una posición en el grupo social, otorgándole un sentido a sus acciones agresivas (Santos, 2003). La violencia forma lazos de sociabilidad en el interior de la barra. Su uso distingue a un grupo específico de hinchas, quienes muestran una masculinidad agresiva que establece un modelo a seguir (Aragón, 2007). En este sentido, el combate diferencia a los hinchas del mismo equipo y está vinculado con el coraje y la valentía de los integrantes del grupo social. Los enfrentamientos, los robos de trapos y los ataques producen una sucesión continua de provocaciones y duelos entre las hinchadas rivales (Moreira, 2006). Además, la violencia en el contexto del fútbol se ha transformado, pues tradicionalmente se enfrentaban hinchas de distintos equipos, pero las peleas contemporáneas incluyen a hinchas del mismo equipo.
De acuerdo con Riches (1988), la violencia tiene múltiples significados y propósitos, ya que se manifiesta en distintos contextos y situaciones, manifestándose desde la amenaza hasta el homicidio. Los actos violentos poseen propósitos instrumentales y expresivos, su efectividad posibilita la movilidad en la posición social, pero es necesario que los ejecutores aseguren la anticipación táctica, es decir, obstruir las acciones de sus oponentes o víctimas. Por eso plantea una noción general de violencia que "aparece como un 'acto de daño físico que el ejecutor considera legítimo y los (algunos) testigos, ilegítimo'" (p. 24). La violencia tiene distintas formas de reproducción y múltiples formas de manifestación que son definidas y específicas en cada sociedad, de modo que se distingue su legitimidad y su ilegitimidad. De esta manera, la violencia es parte de las diferentes maneras de socialización que pueden desenvolverse en la vida cotidiana. La violencia expone distintas facetas de transformación vinculadas a las circunstancias de su realidad, por tanto, no puede comprenderse solo como uso de la fuerza y de la autoridad (Recasens, 2005).
La violencia debe contextualizarse, se deben identificar sus causas, sus protagonistas y registrar su desarrollo y sus facetas, localizadas en un espacio y en un tiempo específico, ya que las particularidades de los conflictos se transforman de un entorno a otro. Por esta razón, es necesario entender que la violencia tiene múltiples fuentes y formas. Asimismo, la violencia posee, por lo menos, tres dimensiones: política, social y ética, entre otras (Blair, 2009). De acuerdo con esto, la violencia es un concepto con múltiples sentidos, distintas manifestaciones de expresiones individuales o colectivas, espontáneas u organizadas, rutinizadas o ritualizadas, ilegales o legales, legítimas o ilegítimas, constituyente de lazos sociales.
Así, entonces, es necesario señalar que lo violento y lo no violento depende de elementos sociales, culturales e históricos determinantes de lo inaceptable y lo aceptable, de manera que se distingue lo incivilizado de lo civilizado, respectivamente (Garriga & Noel, 2010).
La violencia posee múltiples significados, ya que se expresa en diversas acciones y se interpreta de diferente manera, puesto que depende de los actores, del espacio, del tiempo y de su ambiente de desarrollo. En este sentido, en los espacios relacionales que surge la violencia se interpreta como una forma de coexistir y, así, se naturaliza (Hernández, 2002). Además, la violencia se agudiza en el momento en el que los involucrados pueden acceder fácilmente a las armas, lo que aumenta las cifras de asesinatos. El uso del arma, simbólicamente, representa la manifestación de valor y la posibilidad de defenderse, es decir, es la expresión de un tipo de masculinidad, en particular entre los jóvenes (Briceño, 2002). Finalmente, la noción de violencia posibilita comprender los comportamientos de los hinchas que integran las barras bravas desde otra posición.
Algunas conclusiones
Las categorías de ritual y violencia son el enfoque etic, ya que permite entender a las barras bravas -en el contexto del Fútbol Profesional Colombiano- desde la posición del observador o el investigador, pues es él quien explica las experiencias o las vivencias de los hinchas. Los rituales son acciones repetitivas y habituales que poseen un alto valor simbólico para quienes las realizan. Se refieren a la identificación con el club de fútbol y las múltiples formas de exponerla: ropa deportiva, banderas, canciones, saltos y asistencia frecuente a los encuentros futbolísticos. Entre los hinchas que forman las hinchadas exhiben su identificación por medio de camisetas, bufandas o cachuchas, pintura en el rostro o tatuajes, canciones y saltos durante el partido de fútbol en cuanto formas de manifestar su apoyo a su equipo, así como la asistencia a cada uno de los partidos de su club. Además, se organiza una jerarquía en la barra brava a partir del compromiso y, así, la participación.
Los insultos y las amenazas son parte de los comportamientos expresados en los estadios entre los hinchas de diferentes clubes. Sin embargo, es posible que trasciendan los enfrentamientos, ya que los hinchas pueden agredir a sus adversarios futbolísticos a través del uso del cuerpo o utilizando piedras, palos de madera, varillas y, quizá, armas blancas o de fuego. Las agresiones pueden originar una respuesta similar a la causada, lo que genera la violencia en el contexto del fútbol. Las agresiones entre los hinchas que forman las barras bravas no son involuntarias o accidentales, pues siguen la racionalidad de las rivalidades futbolísticas. De esta manera, es fundamental identificar los múltiples actores que participan en la violencia, ya que es ingenuo señalar solo a los hinchas. También podría ser interesante construir la interpretación sobre los rituales y la violencia del fútbol desde la posición de los hinchas que integran las barras bravas, es decir, la perspectiva emic.
De esta manera, es posible relacionar las categorías sociales de rituales y violencia entre los hinchas que forman las hinchadas con las nociones-experiencias de carnaval y combate. El carnaval se refiere a las expresiones festivas que exhiben los hinchas en las tribunas, por ejemplo, las canciones, los saltos, los aplausos, el papel y las banderas durante los encuentros futbolísticos; esas expresiones son la demostración del ánimo y el apoyo de los hinchas al equipo, es decir, los hinchas alientan a los jugadores. Asimismo, a través de canciones se revelan burlas, insultos, desafíos y amenazas contra los hinchas que forman las barras bravas rivales; las burlas, los insultos, los desafíos y las amenazas poseen sentidos e intenciones que se comprenden en el contexto del fútbol, pues son la manifestación de las diferencias. Las canciones que expresan las rivalidades futbolísticas se pueden concretar en enfrentamientos, recurriendo al uso del cuerpo y, además a piedras, palos de madera, varillas, armas blancas y de fuego. Los enfrentamientos se denominan el combate y pretenden derrotar al rival, bien sea porque huyen del lugar de la pelea o logran causar heridas considerables e incluso muertos. De lo que trataría es de describir las formas de organización para entender los significados y los propósitos del carnaval y el combate en el contexto del fútbol, desde la posición o la perspectiva de los hinchas, a partir de sus propias nociones y experiencias.